Actividad Científica del Dr. Bernardo Ebrí

Los interesados en poder descargar publicaciones médicas científicas del Dr. Bernardo Ebrí Torné, pueden hacer "clic" en

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Para descargar el programa informático para el cálculo de la Edad ósea en niños, guía explicativa como usarlo, sobre la radiografía de mano izquierda, y luego poder predecir la talla adulta del niño (niños de 0,5 años a 20); específicos programas para niños de 0 a 4 años a través de la radiografía de mano y de pie) (En español y lengua inglesa),publicaciones a este respecto, libro sobre Maduración Esquelética etc.,.., introducirse en la siguiente web: www.comz.org/maduracion-osea
Se abrirá el portal al hacer "clic" y allí, se encuentra toda la información, con posibilidad de descarga.
El método esta siendo utilizado por pediatras, radiólogos, de España, Italia, México, Venezuela...
Comentarios en https://sites.google.com/site/doctorbernardoebri/prueba


Salmos 91:4 y 46:1. El amor de Dios

Salmos 91:4 y  46:1. El amor de Dios
"Pues te cubrirá con sus plumas y bajo sus alas hallarás refugio. ¡Su verdad será nuestro escudo y tu baluarte". "Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia"

Monday, December 22, 2014

“Cuando yo me vaya”


Publicado en la Revista: “Palabras Indiscretas” nº 13, pág: 24-26. Diciembre de 2014

                                                       

Llovía cuando salimos de aquel bar. Elena y yo nos encontrábamos enfadados. Ella era mi pareja, vivíamos juntos desde hacía ya cinco años. Nuestra rutina era la de unos casados: trabajo, casa, alguna salida al cine y a tomar unas cañas y tapas en el Amanda Bar. Aquella rutina debía haber saturado a Elena, y así me lo expuso aquella tarde noche, diciéndome: -Luis, no puedo más, llevamos cinco años y noto que me falta aliciente a mi vida. Quiero novedades, tengo deseos de ser madre.

Y me lo expuso así, de sopetón. Esta era una cuestión que no habíamos tocado seriamente. De hecho no estamos casados, ni yo creo preparados para ser padres. Por lo menos, así me lo parecía a mí, y así se lo expuse. Ese fue el motivo de la discusión. Yo no me veía capacitado para asumir la carga de un hijo. Ella, se había puesto a llorar, y me dijo que se encontraba vacía. Entonces le comenté: -¿Es que acaso no te basto yo?

-Es diferente Luis. Las mujeres llega un momento en la vida, por lo menos así me ocurre a mí, que deseamos ser madres.

-No lo creo así-le respondí, e intenté acariciar su larga cabellera. Ella entonces rechazándome, se levantó de súbito poniéndose el abrigo. Yo hice lo mismo y cogiendo la nota de la consumición se la aboné al camarero. La alcancé en la puerta y comenzamos a caminar  juntos bajo la lluvia. Elena iba a la par mío, callada y pensativa.

De pronto, dijo:-¡No puedo más, me voy!, y dirigiéndose al borde de la calzada hizo señas a un taxi.

-¿Qué haces?-le dije-, pero si nuestra casa está a la vuelta de la esquina.

-¡Me voy Luis!

-¿Pero a dónde vas?

-A casa de mis padres, y no me  llames.

Me dejó con la palabra en la boca y se metió en el taxi.

Cabizbajo seguí andando bajo la lluvia, incrédulo de lo que me estaba pasando. ¿Qué mosca le había picado? ¿Solo era el problema de querer tener un niño y mi negativa a ello lo que le había enfadado?

La lluvia era fina pero comenzaba a calar, por lo que agradecí llegar al portal de mi casa. Subí las escaleras a pie hasta el segundo piso. Cuando abrí la puerta la casa se me echó encima. Noté el silencio que me envolvía y me entró una gran desazón. Supongo que mañana reflexionará sobre su conducta y vendrá a casa. De hecho tendría que volver a casa antes de acudir a su trabajo, aunque tal vez no…

No tuve ganas de cenar, de hecho me encontraba saciado física y psíquicamente. ¿Qué reacciones más intempestivas tienen las mujeres?  Espero que piense lo que ha hecho. Yo desde luego no la voy a llamar, ya es mayorcita.

¿Qué hacer? Todavía era pronto para acostarme. La televisión me aburre, y además no tengo ganas. ¿Por qué no? Voy a meterme un rato a internet. Lo hice y al abrir mi correo vi el anuncio de una presentación que me enviaba mi amigo Pedro. Su título era muy sugestivo: “Cuando yo me vaya”

Era un poema  de un poeta argentino Carlos Alberto Boaglio. ¡Vaya!-pensé-parece muy oportuno para este momento.

Comencé a leerlo, y su contenido era muy diferente a lo que yo pensaba, hablaba de una marcha definitiva, y entonces al acabar de leerlo no pude evitar que asomaran unas lágrimas por mis ojos. Decidí entonces llamarla. Cogí el teléfono y mientras marcaba la numeración de mis suegros, aun martilleaban en mi mente algunas estrofas del poema: “Cuando yo me vaya, no quiero que llores, quédate en silencio sin decir palabras y vive recuerdos, reconforta el alma. Cuando yo me duerma respeta mi sueño, por algo me duermo, por algo me he ido. Si sientes mi ausencia no pronuncies nada…Te presto mi cuarto, mi almohada, mi cama y cuando haya frío ponte mis bufandas…Si traen mi cuerpo no me tengas lástima, libera tu alma, palpa la poesía, la música, el canto y deja que el viento juegue con tu cara. Besa bien la tierra y aprende el idioma vivo de los pájaros…”

-¿Puede ponerse Elena?-le dije a su madre.

-Espera un momento Luis.

-¿Qué quieres?

-¡Qué vengas! No puedo estar sin ti. Si quieres un niño, lo tendremos, pero antes tendremos que casarnos ¿No te parece?

-¡Luis, amor mío!

-Ven pronto, te espero. ¿Paso a buscarte?

-No, vendré mañana antes de ir a trabajar. Ya que estoy aquí, aprovecho a estar con mis padres.

-Bueno, cuando estemos casados, no te vayas de casa, porque entonces, puedo denunciarte  por abandono de hogar-le dije sonriendo.

-¡Tonto!, te quiero. ¡Qué duermas bien!

Y colgando el teléfono no pude resistir de comenzar de nuevo a leer la poesía.

 

Bernardo Ebrí Torné

 

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