Actividad Científica del Dr. Bernardo Ebrí

Los interesados en poder descargar publicaciones médicas científicas del Dr. Bernardo Ebrí Torné, pueden hacer "clic" en

https://www.researchgate.net/profile/Bernardo_Ebri/stats

Para descargar el programa informático para el cálculo de la Edad ósea en niños, guía explicativa como usarlo, sobre la radiografía de mano izquierda, y luego poder predecir la talla adulta del niño (niños de 0,5 años a 20); específicos programas para niños de 0 a 4 años a través de la radiografía de mano y de pie) (En español y lengua inglesa),publicaciones a este respecto, libro sobre Maduración Esquelética etc.,.., introducirse en la siguiente web: www.comz.org/maduracion-osea
Se abrirá el portal al hacer "clic" y allí, se encuentra toda la información, con posibilidad de descarga.
El método esta siendo utilizado por pediatras, radiólogos, de España, Italia, México, Venezuela...
Comentarios en https://sites.google.com/site/doctorbernardoebri/prueba


Salmos 91:4 y 46:1. El amor de Dios

Salmos 91:4 y  46:1. El amor de Dios
"Pues te cubrirá con sus plumas y bajo sus alas hallarás refugio. ¡Su verdad será nuestro escudo y tu baluarte". "Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia"

Tuesday, November 27, 2012

Aprender, curarse y comer con santa Hildegarda de Bingen



Crece la difusión de los conocimientos de la nueva Doctora de la Iglesia (I)

Por José Antonio Varela Vidal

ROMA, martes 27 noviembre 2012 (ZENIT.org).- No es común encontrar a trescientas personas reunidas en una iglesia para escuchar música del siglo XII. Pero esto se explica si la compositora ha sido la recientemente declarada Doctora de la Iglesia, santa Hildegarda de Bingen. Esta abadesa alemana que vivió entre 1098 y 1179, viene generando una corriente de entusiasmo entre antiguos y nuevos investigadores que profundizan su legado teológico, místico-espiritual, filosófico, cosmológico, grafológico, poético y literario, botánico-medicinal, culinario y musical…
Así ya hemos asistido en pocas semanas a dos importantes actividades en esta ciudad, en las cuales la nueva santa --canonizada también por el papa Benedicto XVI--, ha sido el asombro de conocedores y curiosos, que van descubriendo cómo una monja mística llevó --con valentía y éxito--, sus ideas desde el interior del monasterio hacia fuera.
Viajó y predicó en pueblos y catedrales, habiéndose enfrentado incluso contra su antiguo protector, el emperador Federico Barbarroja, por la actitud de este contra el sumo pontífice. Se dice que su teología fue conocida por el mismo papa Honorio II gracias a san Bernardo de Claraval, y que parte de sus escritos –algunos anticátaros--, fueron leídos durante el Sínodo de Treviri, en presencia del papa Eugenio III quien posteriormente aprobaría su obra.

Elevarse con la mística
En la primera de las actividades, la más reciente, organizada por el Centro Cultural Aracoeli de los Frailes menores franciscanos y la asociación musical Vocalia Consort, nos confundimos entre trescientas personas que seguían las notas de aquellas composiciones monofónicas –lejos aún de su hija, la polifonía--, que según la santa, era el mejor camino para alcanzar a Dios, para expresar lo divino, casi una “prefiguración de su arribo”, según el pensamiento de Hildegarda.
Así lo entendieron los organizadores, que reunieron en la Basílica de Santa Maria in Aracoeli a los miembros de la asociación suiza Adiαstemα, que de manera fidedigna interpreta la música de origen medieval de la santa. Es un espectáculo en el que el sonido proviene de dos instrumentos característicos de este género, como son un pequeño órgano portátil de madera y un arpa gótica, con los que se ejecutan piezas impecables de los códigos de Las Huelgas y de Bamberg. A estos se unen los amplios rangos tonales de seis cantantes –ayer serían monjas benedictinas--, que interpretan composiciones vocales tomadas del Dendermonde Codex, escrito por la mística alemana.
Es significativo que las nueve artistas en escena estuvieran vestidas con trajes de época, de la misma forma en que santa Hildegarda vestía a sus monjas para las presentaciones en público, a quienes dejaba decorar la cabeza con flores. Esto con el único propósito de mostrar la belleza femenina sin tabúes, como esposas fieles de Cristo que viven en libertad su alianza.
Cada pausa de esta música santa, daba paso a las intervenciones de la actriz italiana Giovanna Scardoni, quien en una magistral interpretación de la misma Hildegarda de Bingen, recitaba de memoria sus visiones y pensamientos –en ocasiones en un fluido latín--, que serían el germen de la teología que hoy la ha llevado a ser reconocida como Doctora de la Iglesia Universal.

Comer con la abadesa
En Roma asistimos también a otra manifestación de las virtudes de esta abadesa benedictina, que gracias a la intuición del papa Benedicto XVI hoy destaca no solo en la constelación de los santos, sino en la privilegiada estantería de los Doctores de la Iglesia.
La organizadora de esta feliz iniciativa, denominada “La vocación terrestre y celeste de Hildegarda de Bingen”, fue la asociación Casa Santa Francesca Romana, que en su división formativa quiso presentar este modelo de mujer excepcional, que tal como la santa patrona de los romanos, dio mucho que hablar para su época por ese espíritu decidido a favor de los más necesitados.
Fue una velada ‘bio-teológica-gastronómica-cultural’ que tuvo como eje central a esta figura poliédrica que ha despertado en muchos el interés por estudiar su obra, preparar sus medicamentos, cocinar sus recetas e interpretar su música, entre otras disciplinas que seguirán admirando al mundo en la medida que se la conozca más.
Tuvimos la oportunidad de probar algunos platos denominados por los organizadores “Comida para la mente”, que no son otra cosa que alimentos ‘bio’, cuyo origen se remonta a las recetas de la santa naturista, quien recomendaba ingerir granos, cereales, verduras y hierbas en pos de un equilibrio mente-cuerpo, que finalmente mantenga la armonía con el Creador.
Cada plato tenía una leyenda con frases de los escritos de la santa, en que recomendaba la hierba Artemisia por su “sabor picante y aroma”; o el trigo, “precioso cereal que purifica la carne, da buena sangre y serena la mente”. También estaban allí las sugerencias de la monja medieval en relación a los demás platos, como aquellos hechos con cebada “cuyo poder refrescante lo vuelve más ligero que los demás cereales”, o sobre el hinojo, que “favorece la circulación sanguínea, da un olor agradable al cuerpo y produce una buena digestión”. A esto igual se refiere cuando recomienda el Agua de menta, que “calienta el estómago”.
Para beber nos ofrecieron al final un ‘Hipograso’, que deleitó y alegró a los presentes por ser elaborado con la receta monacal de “vino aromatizado con canela, clavo de olor, nuez moscada, miel y jengibre”. De este último ingrediente también degustamos una galletas con jalea de manzana que parecían del cielo…

Curarse con la santa
Avanzada la reunión, pudimos conocer más a Hildegarda de Bingen, esta vez como bióloga-herbolaria. Y esto no porque tuviéramos que aplicarnos algún ungüento o tomar uno de los jarabes por los que iban a curarse sus coetáneos al monasterio, sean ricos o pobres, nobles y siervos...
Sino porque pudimos conocer a una química farmaceútica, la doctora Sabrina Melino, quien dejó años atrás su prometedora carrera en el sector comercial para dedicarse de lleno a la investigación, elaboración y distribución de los remedios que la santa abadesa desarrolló. Esto, en el único afán de sustentar ante sus contemporáneos, su hoy aceptada teoría que armoniza el cuerpo y el alma, lo externo con lo interno, los frutos de la tierra con Dios…
Según lo que dijo en el evento la empresaria italiana, nuestra “Sibila del Rin” conoció la medicina galénica e hipocrática, a lo que unió la tradición benedictina del preparado de remedios caseros a base de hierbas de sus propios huertos. Esto le permitió desarrollar su teoría psicosomática de la enfermedad y de la curación, ya en el siglo XII: “La salud es una conquista diaria, espejo de armonía y de relaciones entre el ser humano y el Creador”.
En otra pausa de la tarde, la doctora Melino nos confió que las recetas para sus remedios eran “dictadas de lo alto”…, pero no las suyas sino las de Hildegarda, quien a través de “visiones” comprendía lo que era bueno para las almas y los cuerpos. Su conocimiento vendría de allí, no hay otra explicación, ya que no era ni química, ni médico, ni había estudiado nada más allá de una incipiente práctica benedictina.
¿Usted habló de autocurarse?, le preguntamos mientras bebíamos un vaso de agua de menta que nos haría bien. “Sí, nos dijo, ella quería hacer ver la relación que había entre cuerpo, alma y espíritu”.
Y entendimos mejor estas bebidas y comidas particularísimas que nos sirvieron, cuando nos dijo que para la santa “la forma de afrontar nuestro temperamento, el estilo de vida, lo mental, todo esto afecta directamente sobre las enfermedades, es algo psicosomático”.
Aunque la ciencia –a través de la psiconeuroendocrinología--, ha descubierto en nuestros días cuánto afecta la mente al cuerpo, como es el estrés y otros males de hoy, es muy cierto que para una monja de clausura del siglo XII no sería fácil comprobar todo esto. “Ella demostró que había una verdadera relación del síntoma y del órgano afectado, con el temperamento, con el modo de afrontar la vida y con el sentimiento prevalente en cada uno”.
Nos explicó también que en Hildegarda de Bingen había una influencia de la medicina oriental, por lo que “es transversal a todas las religiones, lo que nos permite llevar un mensaje que es universal más allá de la fe católica”, aseguró la doctora Melino, a quien no dejamos de pedirle una receta para algún mal del binomio alma-cuerpo.
Mas aún, si nos había contado que desarrolla nueve productos con base en las recetas de la santa alemana, y que está desarrollando seis más a futuro, los que seguirá distribuyendo por todo el mundo. Tal como debería extenderse –y más--, la varia doctrina de la nueva Doctora de la Iglesia.



Monday, November 26, 2012

''El Kerigma, en las chabolas con los pobres''



Kiko Argüello relata el giro que dio su vida al encontrarse con Cristo tras una crisis existencial

Por Nieves San Martín

MADRID, lunes 26 noviembre 2012 (ZENIT.org).- ''El Kerigma, en las chabolas con los pobres'' es el primer libro que escribe el iniciador del Camino Neocatecumenal. La obra de Francisco José Gómez Argüello, popularmente conocido como Kiko, sale a la venta en toda España mañana 27 de noviembre. El fundador de un camino eclesial extendido por el mundo se decide, por fin, a contar su experiencia límite en las chabolas del extrarradio de Madrid, España y su conversión, de la que brotó un carisma fundado fuertemente en el testimonio personal de sus integrantes.
"El Kerigma, en las chabolas de los pobres" es de la editorial BuenasLetras.
El Camino Neocatecumenal, realidad eclesial presente en 101 países de los cinco continentes, es el fruto de Argüello, un inspirado que ha preferido siempre expresarse con la música, la pintura, la poesía, o sus intervenciones orales ante los integrantes del, primero movimiento, y luego encuadrado por el Consejo Pontificio para los Laicos en el nuevo código de derecho canónico con su propia idisosincracia y sus estatutos.
Que cuente hoy su historia al mundo –porque los neocatecumenales ya la saben por tradición oral- es un modo de ahondar en los orígenes de esta llamada eclesial que, como tantas otras, surge al borde del precipicio.
“En un momento trágico de mi existencia, entré en mi cuarto, cerré la puerta y grité a ese Dios: '¡Si existes, ven!, ¡ayúdame porque ante mí tengo la muerte!'”, es uno de los recuerdos del iniciador, Kiko, que por fin se decide a contar algunos aspectos del comienzo de su respuesta a la llamada de Dios, en medio de una vida que había perdido el sentido.
Kiko experimentó la conversión en un Cursillo de Cristiandad, una iniciativa nacida en Palma de Mallorca, España, de un grupo de seglares, en lo que se estaba fraguando en muchos países y que fue el humus para el Concilio Vaticano II: la llamada de los laicos a ser mayores de edad y con plenos derechos y deberes en una Iglesia clericalizada.
Al obispo de Mallorca, monseñor Juan Hervás, su apoyo al Cursillo de Cristiandad le valió el “destierro” a las llanuras manchegas. Una decisión providencial. Desde el centro de la península, el Cursillo se extendió, gracias a un grupo entusiasta de laicos, jóvenes matrimonios, por la península primero y luego por Alemania, Italia, Portugal, e Iberoamérica, y suma y sigue. Era una experiencia de inmersión de tres días dirigida en su totalidad por seglares, aunque con un capellán, que buscaba devolver su belleza a los compromisos del bautismo, olvidados por muchos hombres y mujeres católicos con una vida tibia.
Aquí experimentó Kiko su conversión. El Cursillo fue el caldo de cultivo para lo que hoy es la pujante realidad del Camino Neocatecumenal. Hoy, el “de colores”, que proclama el Cursillo, sigue dando vocaciones para la Iglesia: laicos, religiosos, sacerdotes, en toda una variedad cuya principal motivación es precisamente “hacer Iglesia”, allí donde estén.
“Intenté vivir como si Dios no existiera. Fue entonces cuando se me cerró el cielo. Se me formó encima como un cielo de cemento y la vida empezó a ser muy dura”. Así cuenta Argüello en “El Kerigma, en las chabolas con los pobres” cómo comenzó su camino de conversión.
“Había muerto interiormente y estaba literalmente sorprendido de que la gente fuese capaz de vivir cuando yo no era capaz de hacerlo –escribe–. La gente se ilusionaba por el fútbol, el cine... sin embargo, a mí esas cosas no me decían nada (…). Me preguntaba: '¿Pero cómo vive la gente?, ¿cómo logra vivir la gente?'. Veía a la gente normal y pensaba: '¿Pero no se preguntan: quién soy, quién me ha creado, qué es la vida?', '¿es que la gente no se plantea esos problemas?', '¿no será que estoy un poco loco, que soy un narcisista, un tipo raro?'. Todo esto también me lo planteaba porque sentía que tenía sobre mí como una manta mojada que me hacía buscar la verdad constantemente: '¿Quiénes somos y qué hacemos en el mundo?'. Para mí no era indiferente si Dios existía o no existía, sino que era una cuestión de vida o muerte”.
''En un momento trágico de mi existencia –señala Argüello–, entré en mi cuarto, cerré la puerta y grité a ese Dios: '¡Si existes, ven!, ¡ayúdame porque ante mí tengo la muerte!'”.
El cardenal Antonio Cañizares señala en el prólogo que “es el Camino Neocatecumenal un don que el Espíritu Santo ha hecho a la Iglesia en el postconcilio, como vía o itinerario para la iniciación o reiniciación cristiana, y como instrumento para impulsar una nueva y vigorosa evangelización”.
El prefecto de la Congregación para el Culto Divino subraya: “Damos gracias a Dios por las grandes maravillas que Él viene obrando a favor de su Iglesia y de la humanidad a través de este Camino, por las grandes bendiciones y frutos que por medio y a través de este Camino está derramando a favor de su pueblo: frutos de conversión, de vida cristiana, de vocaciones al ministerio sacerdotal, a la vida consagrada y a la acción misionera de la Iglesia; frutos, asimismo, de caridad, de vida conforme a las bienaventuranzas, de entrega generosa, de familias renovadas y abiertas a la vida”.
El cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena, comenta una catequesis titulada “Tres Ángeles”. Señala que “este Camino, tantas veces confirmado y animado por los Pontífices Pablo VI, el Beato Juan Pablo y nuestro Santo Padre el Papa Benedicto XVI, mediante el anuncio de la Buena Noticia, del Kerigma, ha abierto a muchas personas la puerta de la fe”.
“La catequesis de Kiko que se publica aquí –escribe el cardenal– representa una fuerte 'instrucción para discípulos'. Es una llamada a la conversión personal. De esta catequesis me impresiona el hecho de que muestra claramente –y personalmente también a mí– que sin conversión personal no se puede evangelizar. El misionero tiene que ser evangelizado él primero”.
Argüello afirma en su libro que “es necesario pasar en la parroquia de una pastoral de sacramentalización a una pastoral de evangelización. Porque si la parroquia tiene, supongamos, un territorio con unas quince mil personas, de éstas sólo un diez, un cinco por ciento, sigue viniendo a Misa el domingo; todavía hay un grupo de gente que se casa por la Iglesia, que bautiza a sus hijos, etc; pero hay otra enorme cantidad de gente que ya no va a la iglesia. ¿Cómo llegar a tanta gente secularizada?”.
También es muy útil para los profanos de esta realidad eclesial saber qué entiende Argüello por kerigma. Daunas cuantas “pinceladas” sobre el argumento: “En los Hechos de los Apóstoles se dice cómo: mediante los milagros. En los Hechos cada kerigma va precedido por un milagro que crea estupor, que crea sorpresa, que abre el oído a las personas, que las prepara a escuchar. Porque la fe viene a través del oído. (…) Son milagros que preparan a la gente a escuchar el anuncio de la Buena Noticia, de la gran noticia que salva al mundo”.
“No hay cosa más grande en el mundo que el anuncio del Evangelio. 'Dios ha querido salvar al mundo a través de la necedad del kerigma'. El kerigma no es un sermón, no es una meditación. ¿Qué es el kerigma? Es el anuncio de una noticia que se realiza cada vez que se proclama. ¿Y qué es lo que se realiza? La salvación. Si hoy os anuncio el kerigma, vuelve a realizarse ante vosotros la salvación (…) La palabra evangelio significa Buena Nueva, Buena Noticia. Evangelio y kerigma es lo mismo. Anunciar el Evangelio es anunciar el kerigma. Es importante poder escuchar el kerigma”, añade.
Kiko Argüello nació en León, España, el 9 de enero de 1939. Estudió Bellas Artes en la Academia de San Fernando de Madrid, donde obtuvo el título de profesor de Pintura y Dibujo. Sus reconocimientos en el mundo del arte están acreditados. En 1964, se va a vivir a las chabolas del barrio de Palomeras Altas, en el extrarradio. Más tarde, conoce a Carmen Hernández y deciden buscar juntos una síntesis kerigmático-catequética de la que nace una pequeña comunidad cristiana. Es la primera comunidad, semilla que, afirma el texto contenido en esta obra, “gracias al entonces arzobispo de Madrid Casimiro Morcillo, se siembra en las parroquias de Madrid y, más tarde, en las de Roma, Italia, y después en otros países”. Kiko Argüello, Carmen Hernández y el sacerdote italiano Mario Pezzi son hoy los responsables a nivel mundial del Camino Neocatecumenal.

Más información en: http://kerigmaenlaschabolas.buenasletras.com/



Wednesday, November 21, 2012

Es falso que la razón humana esté bloqueada por los dogmas de la fe



Importante reflexión de Benedicto XVI por el Año de la Fe

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 21 noviembre 2012 (ZENIT.org).- En su catequesis habitual de los miércoles, dedicada al Año de la fe, el santo padre Benedicto XVI centró su reflexión sobre la racionalidad de la fe en Dios, y la importancia para los cristianos de “dar razón de su esperanza”. Ofrecemos a nuestros lectores el texto con la catequesis del papa.
Queridos hermanos y hermanas:

Avanzamos en este Año de la fe, llevando en el corazón la esperanza de volver a descubrir cuánta alegría hay en el creer, y en encontrar el entusiasmo de comunicar a todos las verdades de la fe. Estas verdades no son un simple mensaje sobre Dios, una información particular acerca de Él. Sino que expresan el acontecimiento del encuentro de Dios con los hombres, encuentro salvífico y liberador, que cumple con las aspiraciones más profundas del hombre, su anhelo de paz, de fraternidad, de amor. La fe conduce a descubrir que el encuentro con Dios mejora, perfecciona y eleva lo que es verdadero, bueno y bello en el hombre. Es así que, mientras Dios se revela y se deja conocer, el hombre llega a saber quién es Dios y, conociéndolo, se descubre a sí mismo, su propio origen, su destino, la grandeza y la dignidad de la vida humana.
La fe permite un conocimiento auténtico de Dios, que implica a toda la persona: se trata de un "saber", un conocimiento que le da sabor a la vida, un nuevo gusto de existir, una forma alegre de estar en el mundo. La fe se expresa en el don de sí mismo a los demás, en la fraternidad que se vuelve la solidaria, capaz de amar, venciendo a la soledad que nos pone tristes. Es el conocimiento de Dios mediante la fe, que no es solo intelectual, sino vital; es el conocimiento de Dios-Amor, gracias a su mismo amor.
Después el amor de Dios nos hace ver, abre los ojos, permite conocer toda la realidad, más allá de las estrechas perspectivas del individualismo y del subjetivismo que desorientan las conciencias. El conocimiento de Dios es, por tanto, experiencia de fe, e implica, al mismo tiempo, un camino intelectual y moral: profundamente conmovido por la presencia del Espíritu de Jesús en nosotros, podemos superar los horizontes de nuestro egoísmo y nos abrimos a los verdaderos valores de la vida.
Hoy en esta catequesis, quisiera centrarme sobre la racionalidad de la fe en Dios. Desde el principio, la tradición católica ha rechazado el llamado fideísmo, que es la voluntad de creer en contra de la razón. Credo quia absurdum (creo porque es absurdo) no es una fórmula que interprete la fe católica. De hecho, Dios no es absurdo, cuanto más es misterio. El misterio, a su vez, no es irracional, sino sobreabundancia de sentido, de significado y de verdad.
Si, observando el misterio, la razón ve oscuro, no es porque no haya luz en el misterio, sino más bien porque hay demasiada. Al igual que cuando los ojos del hombre se dirigen directamente al sol para mirarlo, solo ven la oscuridad; pero ¿quién diría que el sol no es brillante, aún más, fuente de luz? La fe permite ver el "sol", Dios, porque es la acogida de su revelación en la historia y, por así decirlo, recibe realmente todo el brillo del misterio de Dios, reconociendo el gran milagro: Dios se ha acercado al hombre, se ha dado para que acceda a su conocimiento, consintiendo el límite de su razón como creatura (cf. Conc. Vat. II, Const. Dogm. Dei Verbum, 13).
Al mismo tiempo, Dios, con su gracia, ilumina la razón, abre nuevos horizontes, inconmensurables e infinitos. Por eso, la fe es un fuerte incentivo para buscar siempre, a no detenerse nunca y a no evadir nunca el descubrimiento inagotable de la verdad y de la realidad. Es falso el prejuicio de algunos pensadores modernos, según los cuales la razón humana estaría bloqueada por los dogmas de la fe. Es todo lo contrario, como los grandes maestros de la tradición católica lo han demostrado.
San Agustín, antes de su conversión, busca con mucha ansiedad la verdad, a través de todas las filosofías disponibles, encontrándolas todas insatisfactorias. Su investigación minuciosa racional es para él una significativa pedagogía para el encuentro con la Verdad de Cristo. Cuando dice, "comprender para creer y creer para comprender" (Discurso 43, 9: PL 38, 258), es como si estuviera contando su propia experiencia de vida. Intelecto y fe, de frente a la revelación divina no son extraños o antagonistas, sino son las dos condiciones para comprender el significado, para acoger el mensaje auténtico, acercándose al umbral del misterio. San Agustín, junto a muchos otros autores cristianos, es testigo de una fe que es ejercida con la razón, que piensa y nos invita a pensar. Sobre este camino, san Anselmo dirá en su Proslogion que la fe católica es fides quaerens intellectum, donde la búsqueda de la inteligencia es un acto interno al propio creer. Será especialmente santo Tomás de Aquino –sólido en esta tradición--, quien hará frente a la razón de los filósofos, mostrando cuánta nueva y fecunda vitalidad racional deriva del pensamiento humano, en la introducción de los principios y de las verdades de la fe cristiana.
La fe católica es, pues, razonable y brinda confianza también a la razón humana. El Concilio Vaticano I, en la Constitución dogmática Dei Filius, dijo que la razón es capaz de conocer con certeza la existencia de Dios por medio de la vía de la creación, mientras que solo corresponde a la fe la posibilidad de conocer "fácilmente, con absoluta certeza y sin error" (DS 3005) la verdad acerca de Dios, a la luz de la gracia. El conocimiento de la fe, más aún, no va contra la recta razón. El beato Papa Juan Pablo II, en la encíclica Fides et ratio, resumió: "La razón del hombre no queda anulada ni se envilece dando su asentimiento a los contenidos de la fe, que en todo caso se alcanzan mediante una opción libre y consciente" (n. 43). En el irresistible deseo por la verdad, solo una relación armoniosa entre la fe y la razón es el camino que conduce a Dios y a la plenitud del ser.
Esta doctrina es fácilmente reconocible en todo el Nuevo Testamento. San Pablo, escribiendo a los cristianos de Corinto, sostiene, como hemos escuchado: "Mientras los judíos piden signos y los griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, locura para los gentiles" (1 Cor. 1, 22-23). De hecho, Dios ha salvado al mundo no con un acto de fuerza, sino a través de la humillación de su Hijo único: de acuerdo a los estándares humanos, el modo inusual ejecutado por Dios,contrastacon las exigencias de la sabiduría griega.
Sin embargo, la cruz de Cristo tiene una razón, que san Pablo llama: ho lògos tou staurou, "la palabra de la cruz" (1 Cor. 1,18). Aquí, el término lògossignifica tanto la palabra como la razón, y si alude a la palabra, es porque expresa verbalmente lo que la razón elabora. Por lo tanto, Pablo ve en la Cruz no un evento irracional, sino un hecho salvífico, que tiene su propia racionalidad reconocible a la luz de la fe. Al mismo tiempo, tiene tal confianza en la razón humana, hasta el punto de asombrarse por el hecho de que muchos, a pesar de ver la belleza de la obra realizada por Dios, se obstinan a no creer en Él. Dice en la Carta a los Romanos "Porque lo invisible [de Dios], es decir, su poder eterno y su divinidad, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras" (1,20).
Así, incluso san Pedro exhorta a los cristianos de la diáspora a adorar "al Señor, Cristo, en sus corazones, siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que les pida razón de su esperanza" (1 Pe. 3,15). En un clima de persecución y de fuerte necesidad de dar testimonio de la fe, a los creyentes se les pide que justifiquen con motivaciones sólidas su adhesión a la palabra del Evangelio; de dar las razones de nuestra esperanza.
Sobre esta base que busca el nexo profundo entre entender y creer, también se funda la relación virtuosa entre la ciencia y la fe. La investigación científica conduce al conocimiento de la verdad siempre nueva sobre el hombre y sobre el cosmos, lo vemos. El verdadero bien de la humanidad ,accesible en la fe, abre el horizonte en el que se debe mover su camino de descubrimiento.Por lo tanto, deben fomentarse, por ejemplo, la investigación puesta al servicio de la vida, y que tiene como objetivo erradicar las enfermedades. También son importantes las investigaciones para descubrir los secretos de nuestro planeta y del universo, a sabiendas de que el hombre está en la cumbre de la creación, no para explotarla de modo insensato, sino para cuidarla y hacerla habitable.
Es así como la fe, vivida realmente, no está en conflicto con la ciencia, más bien coopera con ella, ofreciendo criterios básicos que promuevan el bien de todos, pidiéndole que renuncie solo a aquellos intentos que, oponiéndose al plan original de Dios, puedan producir efectos que se vuelvan contra el hombre mismo. También por esto es razonable creer: si la ciencia es un aliado valioso de la fe para la comprensión del plan de Dios en el universo, la fe permite al progreso científico actuar siempre por el bien y la verdad del hombre, permaneciendo fiel a este mismo diseño.
Por eso es crucial para el hombre abrirse a la fe y conocer a Dios y su designio de salvación en Jesucristo. En el Evangelio, se inaugura un nuevo humanismo, una verdadera "gramática" del hombre y de toda realidad. El Catecismo de la Iglesia Católica lo afirma: "La verdad de Dios es su sabiduría que rige todo el orden de la creación y del gobierno del mundo. Dios, único Creador del cielo y de la tierra (cf. Sal. 115,15), es el único que puede dar el conocimiento verdadero de todas las cosas creadas en su relación con Él" (n. 216).
Esperamos entonces que nuestro compromiso en la evangelización ayude a dar una nueva centralidad del Evangelio en la vida de tantos hombres y mujeres de nuestro tiempo. Y oramos para que todos encuentren en Cristo el sentido de la vida y el fundamento de la verdadera libertad: sin Dios, de hecho, el hombre se pierde.
Los testimonios de aquellos que nos han precedido y han dedicado sus vidas al Evangelio lo confirma para siempre. Es razonable creer, está en juego nuestra existencia. Vale la pena gastarse por Cristo, solo Él satisface los deseos de verdad arraigados en el alma de cada hombre: ahora, en el tiempo que pasa, y en el día sin fin de la beata Eternidad. Gracias.


Traducido del original italiano por José Antonio Varela V.



Tuesday, November 20, 2012

CIENCIA Y VIDA:''La teoría de la evolución no resta dignidad a la persona''





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Diálogo sobre creación y evolución entre profesores de la universidad de la Santa Cruz

Por Rocío Lancho García

ROMA, martes 20 noviembre 2012 (ZENIT.org).- ¿Cuál es el origen del mundo? ¿Creación o evolución? ¿Hay un conflicto entre ciencia y fe? ¿Cuál es el destino del hombre? A estas y otras preguntas respondió ayer 19 de noviembre, Rafael Martínez, profesor de Filosofía de la Ciencia en la Universidad romana de la Santa Croce, en el marco de un ciclo de encuentros con profesores de esta universidad, organizado por Iniziative Culturali, Educative e Familiari (ICEF), en ocasión del Año de la Fe.
El profesor Martínez es licenciado en física y doctor en filosofía, especializado en los aspectos históricos y epistemológicos de los conceptos científicos y en la relación entre fe y razón. Además fue miembro del Comité organizador del Congreso Internacional: Biological Evolution: Facts and Theories. A Critical Appraisal 150 Years After The Orgin of Species (Universidad Pontificia Gregoriana, Roma, 3-7 marzo 2009).
El lugar del encuentro fue el salón de actos del ICEF, una asociación que nace en 1986 para fomentar estudios, congresos, investigaciones y actividades de formación que ayuden a impregnar la vida social con los valores de la ética cristiana, reafirmando el rol insustituible de la familia bajo el perfil educativo, cultural y económico.
Comenzó su intervención planteando dos argumentos muy actuales relacionados con el debate ciencia y religión: creacionismo y evolucionismo, razón y fe. A continuación lanzó una pregunta al público "¿Es razonable creer? Este Año de la Fe es una ocasión para profundizar en la fe y también para presentar a los demás el desafío de la fe. Que los otros la encuentren en nosotros".
Haciendo referencia al primer artículo del Credo "Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra", el profesor Martínez explicó que en esta afirmación los cristianos reconocen la mano de Dios en la Creación, que toda realidad tiene su origen en Dios.
A continuación pasó a explicar la historia del pensamiento creacionista y el evolucionista y cómo han estado en continua confrontación. "El mismo sufijo -ismo, nos tiene que dar a entender que estamos hablando más de un actitud ideológica que científica", explicó.
Hablando sobre la racionalidad de la fe, añadió que "la fe no se presenta como una opinión entre tantas otras". Y así lo ha explicado la Iglesia a lo largo de su historia en obras tan importantes como "La ciudad de Dios", de san Agustín, en la que expone temas como el bien y el mal, el pecado o la culpa. El ponente quiso destacar también el conocido discurso del papa Benedicto XVI en la Universidad de la Sorbona de París sobre la verdad del cristianismo, y cómo en este discurso del entonces cardenal Ratzinger, se descubren muchas claves para entender la racionalidad de la fe cristiana. La fe católica no está exenta de racionalidad, "el pensamiento católico pertenece a la teoría física, quiere entender la realidad", añadió Martínez.
Para finalizar su intervención habló sobre el debate de los límites de la ciencia: "no debemos limitar a la ciencia en el sentido de poner barreras, no se puede decir a la ciencia, 'esto no es objeto de estudio' ya que de esta forma corremos el riesgo de hacer de la religión un mito. Pero sí debemos reconocer que la ciencia tiene límites; cuando da una explicación absoluta y no acepta nada más allá, entonces la ciencia se convertiría en filosofía".
Concluyendo el encuentro, se pasó al turno de preguntas. Los asistentes tuvieron la oportunidad de exponer sus inquietudes y dudas sobre temas como la teoría de la evolución, el debate sobre Darwin y Galileo en su relación con la Iglesia o la teoría del Big Bang. El profesor Martínez concluyó su conferencia dando luz a estos interrogantes: "Hay que ver la mano de Dios que hace de guía en la evolución de la humanidad. La teoría de la evolución no resta dignidad a la persona porque somos destinatarios del amor de Dios".




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Sunday, November 18, 2012

Pakistán: Saborear la Biblia desde pequeño



Entrevista con el padre Emmanuel Asi, hijo de catequista en el país musulmán

LAHORE, domingo 18 noviembre 2012 (ZENIT.org).- Mark Riedemann para “Dios llora en la Tierra”, en colaboración con la fundación pontificia internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada, entrevistó al padre Emmanuel Asi, secretario ejecutivo de la Comisión Católica Bíblica en Lahore, Pakistán. El padre Asi es un erudito bíblico que por más de veinte años ha enseñado teología a la gente común, y esto en un país donde los cristianos constituyen no más del 2% de la población.

Los cristianos en Pakistán son alrededor del 2% de la población; ¿viene usted de una familia católica tradicional?

--Padre Asi: Mi padre, cuando era un niño de doce años, se convirtió al cristianismo por obra de un misionero capuchino de Bélgica. Cuando se convirtió, él era analfabeto sin instrucción. Tuvo que aprender a leer y a escribir y aprendió de memoria toda la Escritura. Más tarde se convirtió en líder espiritual de la comunidad, con 18 familias en un pueblo grande, donde la mayoría son musulmanes. Mi padre era sastre de profesión. Se sentaba en el suelo en nuestro sencillo pueblo para hacer su trabajo de sastre y la gente venía --incluso venían los musulmanes--, y todos nos sentábamos a su lado para leer la Palabra de Dios. Todo el pueblo y las aldeas cercanas lo llamaban una persona santa --en nuestro idioma unSadhu--, y venían hasta él para ser bendecidos. Los musulmanes también venían donde él por las bendiciones. Y para las decisiones importantes acudían a él y, a veces actuaba como un reconciliador, incluso para los pueblos vecinos. Por lo tanto, esa es la historia familiar de donde yo provengo.

¿Así que su profundo amor por la Escritura viene de su padre?

--Padre Asi: Sí, heredé esto de mis padres, de mi padre. Desde una edad temprana y por la noche antes de ir a la cama, ya que no teníamos electricidad en nuestro pueblo, él nos contaba historias bíblicas, relatos y episodios. Así que sabíamos todo desde muy jóvenes. Seis días trabajaba y el domingo predicaba la Palabra de Dios. Los domingos nos llevaba: a mi madre, a mis hermanos y hermanas, a los pueblos vecinos. Donde íbamos, se representaban dramas bíblicos, se cantaban canciones y se predicaba. Las oraciones de la mañana y de la noche se rezaban no solo en nuestra familia, sino que mi padre reunía a toda la comunidad cristiana y orábamos.

¿Cuál fue la reacción de los musulmanes?

--Padre Asi: Los musulmanes también respetan la Palabra de Dios y hablan abiertamente sobre la religión. Los únicos enfrentamientos con los musulmanes se producen cuando se habla en contra de su religión o de unos pocos dogmas doctrinales; en verdades como la Trinidad y sobre Jesús como hijo de Dios.

Creo que solo el 40% de la población sabe leer en Pakistán. Así que el analfabetismo es un problema enorme, ¿cómo superan este reto en su enseñanza?

--Padre Asi: Cuando se trata de la Palabra de Dios o de hablar acerca de la fe, esto nunca ha sido un problema. Nuestro medio de instrucción es en dos idiomas, aunque nuestra lengua materna es el punyabí, se utilizan los idiomas nacionales que son el inglés y el urdu, así que estar alfabetizado o no, nunca ha sido un problema. La gente está atenta, atraída e inspirada, por lo que nunca se cansan. El predicador o el organizador puede cansarse debido a la escasez de tiempo, pero las personas nunca se cansan de escuchar la Palabra de Dios.

A menudo la teología puede ser muy profunda. ¿Cómo se puede simplificar la teología para el hombre común y corriente?

--Padre Asi:En la teología tradicional, que es la teología dominante en la Iglesia, los puntos de partida son: Dios, Filosofía, Lógica, o Teología o algún dogma o verdad. En la teología contextual, el punto de partida es la realidad de la vida. Por eso, cuando se habla de realidades de la vida y de Dios en ella, toda la teología se vuelve diferente. No somos nosotros los que estamos haciendo teología contextual; Dios fue el primero en hacer teología contextual. En el primer libro de la Biblia, el Génesis, Dios quiso que la persona humana fuera Imago Dei, imagen de Dios, y participara de la divinidad. En el Éxodo capítulo 3, en el pasaje previo al de la zarza ardiente, Dios decidió bajar a la tierra porque vio la pobreza, la explotación, la opresión de las personas, la tortura, la esclavitud, y quería entregar, redimir y liberar.

Así, es Dios quien está haciendo teología contextual; un Dios que no quiere quedarse fuera de la historia, por encima de la historia, sino un Dios en su contexto, en la historia y en la vida diaria.

Así que usted empieza desde la vida cotidiana de ese individuo en particular, aquella madre, el marido…

--Padre Asi:Sí... y de hecho, la teología se hace fascinante, más atractiva y no es algo abstracto y doctrinal, sino que tiene algo que ver con tu vida, algo que hacer en la realidad. Por lo tanto, es Dios en su contexto y la persona humana en su contexto.

¿Cuál es la mayor satisfacción en su trabajo?

--Padre Asi:El primer nivel de satisfacción es mi propio e interior conocimiento personal, de que para mí, Dios es diferente: Dios está en mí y en mi contexto, Dios está interesado en mí y es un Dios que, en las palabras de san Juan, es tangible, un Dios con quien se puede dialogar. Dios no es un Dios abstracto que vive en el cielo, fuera de mi historia, más allá de mi vida y que tal vez puedo llegar a él solo cuando rezo o cuando hago buenas o virtuosas obras. Dios es real. Dios es experiencial. Dios es tangible. Esto me ha dado esperanza y alegría --es mi perspectiva de que Dios me ama. Y comparto este amor y transmito ese amor a los demás. El segundo nivel de satisfacción es cuando la gente escucha y responde: "Nosotros entendemos". Y no me refiero a nivel académico, sino desde el corazón. Gente sencilla que empieza a hablar, empieza a reflexionar y comienza a verbalizar sus propias reflexiones acerca de Dios. Esta ha sido uno de mis grandes satisfacciones.

Usted tiene algunos proyectos nuevos que están en desarrollo. Uno es los cien mil Amigos de la Biblia. ¿Puede explicarnos qué es esto?

--Padre Asi: El papa Benedicto XVI en su documento Verbum Domini, enfatizó la centralidad de la Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia y en cada actividad de la Iglesia. Hay siete puntos en el programa. En primer lugar, se tiene que poseer una Biblia. En segundo lugar, hay que leerla todos los días. En tercer lugar, leerla continuamente, a partir de donde lo dejó. No es abrir la Biblia al azar y comenzar a leer, sino se empieza desde el principio y se lee regularmente hacia delante; así, en dos o tres años si usted la lee unos diez minutos al día, habrá leído toda la Biblia. No se estará estudiando la Biblia, sino leyéndola. El cuarto punto es, de vez en cuando, compartir lo que se encuentra como inspirador e interesante con la familia y los amigos. El quinto punto es dar una Biblia como regalo en el plazo de dos a tres años. Y lo segundo en el último punto es quizás en un año decir a cinco o siete amigos que hagan lo mismo y se unan a estos cien mil Amigos de la Biblia.Y finalmente, alabar y dar gracias a Dios porque te has convertido en alguien que se ha unido a cien mil Amigos de la Biblia. Esto tendrá muchas consecuencias buenas y positivas. Ya hemos impreso setenta mil biblias en urdu. Es un milagro de la Palabra de Dios.
No puedo dejar de pensar que usted está caminando tras los pasos de su padre
-Padre Asi: Muchas gracias y le agradezco haberme dado esta oportunidad, como dije al principio, de hablar de la Iglesia en Pakistán y de la Palabra de Dios en Pakistán. Estoy muy agradecido.

Esta entrevista fue realizada por Mark Riedemann para el programa "Dios llora en la Tierra", un programa semanal de radio y televisión producido por Catholic Radio y Television Network en colaboración con la fundación católica internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada.

Traducido del inglés por José Antonio Varela V.



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Friday, November 16, 2012

Acaba de publicar Esclavos en el Paraíso



J. García: «El padre Christopher Hartley me enseñó que se puede ser santo teniendo mala leche»

El escritor de best-seller religiosos regresa a las librerías con Esclavos en el paraíso, la historia de un misionero en República Dominicana.

Actualizado 16 noviembre 2012

Abel Campo / R
Mujeres que mueren comidas por la ratas; semiesclavos en los bateyes... la historia del P. Hartley

El P. Hartley acusa a las familias Vicini, Fanjul y Campollo de la «cuasi-esclavitud» en los bateyes


Su opera prima, Medjugorje, señaló un camino desconocido para miles de creyentes hacia el santuario mariano de Bosnia y Herzegovina.

Luego fue capaz de meter a más de 15.000 lectores en un “monasterio de papel” con ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?

Con Esclavos en el paraíso –editado por Libros Libres-, el reportero Jesús García se introduce en el corazón de un misionero que se jugó la vida por los más pobres de entre los pobres en los campos de caña de República Dominicana: el sacerdote español Christopher Hartley Sartorius.
Dice Jesús García que su afán de aventura ya está más que satisfecho. El hecho de haber entrevistado en su primera obra a tres personas que ven a la Virgen María cada día Medjugorje (Libros Libres), dejaron el listón de las emociones demasiado alto a la hora de elegir sus siguientes historias, y dice el autor que si las sigue contando es por vocación.

- Por eso la primera pregunta es sencilla: ¿Por qué escribir un libro sobre este misionero? ¿Quién es el padre Christopher Hartley?
- El padre Christopher es un cura de la diócesis de Toledo que desde muy jovencito se fue de misionero. Fue ordenado por Juan Pablo II y marchó a Calcuta, a la sombra de la Madre Teresa. Escribí su historia porque la conocí, y una vez conocida no pude quedarme quieto. No tanto por él, sino por sus feligreses de la misión en República Dominicana. Tienen nom,bre y apellido y yo he sabido de ellos. Por eso lo he contado, por ellos.
-¿Quiénes son estos feligreses con nombre y apellido?-Los trabajadores de los campos de caña de azúcar de San José de los Llanos, al sureste de la isla. En su mayoría inmigrantes haitianos o hijos de inmigrantes que llegaron al país buscando una vida mejor y se encontraron un infierno del que es muy difícil salir.
-¿De qué infierno nos habla?
-Del de las condiciones de trabajo y de vida en que se sustenta la industria azucarera desde los tiempos de los esclavos. Lo que el padre Christopher se encontró al llegar a la misión, en 1997, fueron indicios de esclavitud en el modo de operar de esta industria. Él fue a evangelizar a los bateyes, los poblados donde viven los trabajadores de la caña, y se encontró un escenario dantesco, inhumano. Era como si se hubiese parado el reloj de aquellos poblados en el siglo XIX. El problema fue que en este cura se mezcla un celo apostólico brutal con un en ocasiones muy mal genio, sobre todo cuando de por medio está el pan de los pobres. Cuando le advirtieron de no meter sus narices en las vidas de aquellos haitianos, despertaron a la bestia vocacional que lleva dentro, una vocación que creció precisamente enganchada a las faldas de Teresa de Calcuta y su amor por los más pobres de entre los pobres. Cualquier otro se hubiese retirado, pero este cura no ni se retiró ni se quedó quieto, sino que fue a por ellos, poniendo en riesgo su propia vida.
-¿Cuál era la situación de estos hombres trabajadores de la caña?
-En los bateyes de San José de los Llanos hay viviendo entre 5000 y 15000 seres humanos, dependiendo de la época del año. Muchos de ellos eran traídos de Haití solo en tiempos de zafra, cuando se cosecha la caña. Vivían en condiciones de salubridad, laborales y de vida más propias del ganado que de los hombres. Bateyes sin luz eléctrica, sin agua corriente, sin letrinas, haciendo sus necesidades tras una mata, sin contacto con el exterior de las plantaciones, sin papeles ni documentos y cobrando una miseria por un trabajo demoledor, que parece una trituradora.
-¿Qué salario era?
-No llegaba a los 3 euros por tonelada de caña cortada. Además, por aquel entonces no se les pagaba en dinero sino en vales para canjear en el colmado, pequeña tiendecita perteneciente a la industria en la que para colmo, se les cobraba una comisión. De locos.
-¿Cómo son los bateyes?
-Yo no los conocí entonces. Yo los conozco cómo están ahora, y la gente me dice que han mejorado, pero si es esto cierto, no quiero ni imaginarme cómo eran esos agujeros de miseria y enfermedad de los que es muy difícil salir.
-¿Puede dedicarnos una cita o una anécdota del libro, para abrir el apetito del lector?
-Sí, hay una que dice mucho de este sacerdote. Él estaba una mañana tomándose un café mirando los campos de caña desde su ventana, y dejó escrita la siguiente reflexión: “Yo soy sacerdote, no economista. ¿Puede alguien explicarme la misteriosa razón por la que cuando yo me tomo un café ante esta inmensidad de campos de caña, el azúcar que pongo en mi taza ha de ser importada?”. Es demoledor.
-Ya nos ha explicado por qué escribió el libro. ¿Puede darnos una razón para leerlo?-Como siempre, por el mero hecho de conocer de una forma entretenida. Este es un libro duro, pero a la vez asombroso por la cantidad de amor que desparraman este cura y estos hombres de los campos de caña. Es un alivio comprobar con este libro que el Evangelio está vivo, no muerto. Eso no significa que sea una historia sencilla. Parafraseando a Mafalda, “La vida es muy linda, el problema es que un montón de idiotas confunden linda con fácil”. Eso pasa con este libro.
Segundo, porque el libro es una lección brutal de doctrina Social de la Iglesia. Es una catequesis. Los católicos tendemos a pensar de los curas que abanderan las causas sociales de los pobres que son curas progres, que van por libre o que son distorsionadores de la Teología de la Liberación. Christopher, como él mismo dice, en sus convicciones es más carca que el Concilio de Trento. Un tío que viste de negro riguroso y alzacuellos en su misión actual, en Etiopía, que reza la Liturgia de las Horas sin falta cada día, no es sospechoso de irse por los cerros de Úbeda con su sacerdocio. No, no es un cura progre. Es un cura auténtico. Es un cura que ha llevado a la práctica las enseñanzas de Jesús en el Evangelio allí donde la Iglesia le ha enviado. A lo mejor por eso es por lo que casi le matan.
Para los no católicos, esta obra es una forma diferente y nueva de evangelizar, de presentarles una cara de la Iglesia que sin alejarse ni un centímetro de la doctrina, se parte la vida por los pobres y las causas sociales.
-¿Por qué se implicó en esta causa social el padre Christopher?
-Por evangelizar. El padre no es un revolucionario ni un libertador y se apoyó siempre en el Evangelio, en esas partes en las que dice dar de comer y dar de beber, y en la doctrina social de la Iglesia, que por cierto, es riquísima en esta materia y muy desconocida. El padre Christopher es sencillamente un hombre que vive su vocación ‘a tiempo completo’. Es un hombre que quiere ser santo desde un carácter con mal genio.
-¿Es eso posible?
-¡Ya lo creo! El padre Christopher me enseñó que se puede ser santo y tener muy mala leche. No está reñido lo uno con lo otro. Ese fue el problema de los dueños de la industria. Ellos se esperaban a un curita de pueblo que se limitase a celebrar Misa y a tomar cafés con las señoras, y se toparon con un tío que los tenía bien puestos. Un huracán vestido con alzacuellos. Un hombre absolutamente convencido de su vocación, de Cristo y del Evangelio, y que hubiese muerto por aquellos hombres, porque veía a Cristo en ellos. Cristo humillado, Cristo enfermo, Cristo hambriento y cortando caña a las cinco de la mañana. Cuando yo estuve en los bateyes y pronunciaba el nombre de Christopher Hartley, los pobres sonreían. Yo me quedo con eso.



Un Premio Nobel de Física asegura que cree en Dios más «gracias a la Ciencia que a pesar de ella»

William Daniel Phillips


Le dieron el premio en 1997 y declara con rotundidad: «Soy un científico serio que cree seriamente en Dios».
Actualizado 16 noviembre 2012
Sara Martín / ReL
Del ateísmo radical al catolicismo profundo

John C. Wright: un ateo que retó a Dios y fue visitado por la Virgen y la Santísima Trinidad
«Era ateo, estaba en la cárcel de la KGB en Kiev, vi un fogonazo de luz y entonces lo entendí todo»
La atea que encontró a Dios mientras escribía un libro sobre vaginas: hoy es católica y ermitaña
El pasado día 5 de noviembre fue el 64 cumpleaños de William Daniel Phillips, físico estadounidense y ganador del Premio Nobel de Física en 1997 por el desarrollo de métodos para enfriar y capturar átomos por láser.
Durante mucho tiempo ha sido miembro del National Institute of Standards and Technology (Instituto Nacional de Estándares y Tecnología), es profesor en la Universidad de Maryland y también uno de los fundadores de la International Society for Science & Religion (Sociedad Internacional para la Ciencia y la Religión).
Unión entre ciencia y fe
Hace años, escribió su testimonio explicando su pensamiento sobre la existencia de Dios y sobre la unión entre la ciencia y la fe, que puede consultarse AQUÍ
«La Ciencia y la Religión no son enemigos irreconciliables»
«Muchos creen que la Ciencia, ofreciendo explicaciones, se opone a la comprensión de que el universo es una creación amorosa de Dios», comienza en su exposición el científico, «creen que la Ciencia y la Religión son enemigos irreconciliables, pero no es así».
William Phillips responde a esta pregunta a través de su experiencia: «Yo soy físico. Hago investigación tradicional, publico en revistas, presento mis investigaciones en reuniones profesionales, enseño a estudiantes e investigadores post-doctorales, intento aprender cómo funciona la naturaleza. En otras palabras, soy un científico ordinario».
Reza con regularidad...
Pero, continua, «también soy una persona de fe religiosa. Asisto a la iglesia, canto gospel en el coro, todos los domingos voy al catecismo, rezo con regularidad, trato de ´hacer justicia, amar la misericordia, y caminar humildemente con mi Dios´. En otras palabras, soy una persona común de fe».
..y no es una contradicción con ser científico
Para mucha gente, esto puede parecer una contradicción: «¡Un científico serio que cree seriamente en Dios! Pero, para muchas personas más, soy una persona como ellos. Aunque la mayor parte de la atención de los medios de comunicación va enfocada a los ateos ´estridentes´ que dicen que la religión es una superstición tonta, o los creacionistas fundamentalistas que niegan la evidencia clara de la evolución cósmica y biológica, la mayoría de la gente que conozco no ninguna dificultad en aceptar el conocimiento científico y mantener la fe religiosa», asegura.
¿Cómo puedo creer en Dios?
Continúa el Premio Nobel: «Como físico experimental, necesito pruebas, experimentos reproducibles y una lógica rigurosa para apoyar cualquier hipótesis científica. ¿Cómo puede una persona así basarse en la fe?», reta.
Él mismo se plantea dos preguntas que tiene que responder: ¿Cómo puedo creer en Dios? y ¿Por qué creo en Dios? ¿Cómo puedo creer en Dios?
«Un científico puede creer en Dios porque esta convicción no es una cuestión científica. Una afirmación científica debe ser ´falsificable´, es decir, debe haber algunos resultados que, al menos en principio, podrían demostrar que la afirmación es falsa [....]. Por el contrario, las afirmaciones religiosas no tienen que ser necesariamente ´falsificables´», argumenta William Phillips.
«No es necesario que todo enunciado sea un enunciado científico; ni tampoco por ello los enunciados que simplemente no son científicos pasan a ser afirmaciones inútiles o irracionales. La ciencia no es la única manera útil de ver la vida», razona el premio Nobel.
¿Por qué creo en Dios?«Como físico, observo la naturaleza desde un punto de vista particular. Veo un universo ordenado, hermoso, en el que casi todos los fenómenos físicos pueden ser entendidos con unas pocas y simples ecuaciones matemáticas. Veo a un universo que, de haber sido construido de una manera ligeramente diferente, nunca habría dado a luz a las estrellas y los planetas. Y no hay ninguna razón científica por la cual el universo no podría haber sido diferente. Muchos buenos científicos han concluido con estas observaciones que un Dios inteligente ha decidido crear el universo con esta propiedad hermosa, sencilla y vivificante. Muchos otros grandes científicos, sin embargo, son ateos. Ambas conclusiones son posiciones de fe», responde.
Un ateo que cambia de opinión
Recientemente, el filósofo y por largo tiempo ateo Anthony Flew, cambió de opinión y decidió que, sobre la base de estos elementos y pruebas, era necesario creer en Dios: «Creo que estos argumentos son sugerentes y ayudan a sostenener la fe en Dios», comenta William Phillips, «pero no son concluyentes. Yo creo en Dios porque siento la presencia de Dios en mi vida, porque puedo ver la evidencia de la bondad de Dios en el mundo, porque creo en el amor y porque creo que Dios es amor».
¿Dudas sobre Dios?
¿Esto le hace una mejor persona o un físico mejor que otros? «Difícilmente. Conozco un montón de ateos que son mejores personas y mejores científicos que yo. ¿Esto libre de dudas sobre la existencia de Dios? Difícilmente también. Las preguntas sobre el mal en el mundo, el sufrimiento de niños inocentes, la variedad del pensamiento religioso y otros imponderables suelen dejar a menudo en el aire la cuestión de si estoy en lo cierto, y me hacen constatar siempre mi ignorancia. A pesar de todo esto, creo más gracias a la Ciencia que a pesar de ella», concluye el premio Nobel.
«Como está escrito en la Epístola a los Hebreos, ´la fe es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de las realidades que no se ven´».

La eutanasia larvada entre los retos de la medicina

Entrevista al doctor José María Simón, presidente de los médicos católicos (FIAMC)

Por H. Sergio Mora


ROMA, viernes 16 noviembre 2012 (ZENIT.org).- Cosméticos realizados con embriofetales; una eutanasia larvada que se va instalando por acción-omisión más que por legislación; una cultura que ve al paciente como un pozo de petróleo. Sin olvidar la problemática de la vida desde la concepción, y no solamente de los embriones que ya tienen forma humana. Son algunos de los temas que aborda el presidente de los médicos católicos, José María Simón.

El presidente de la Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas (FIAMC), el español José María Simón, ha hablado de estas cuestiones en entrevista exclusiva a ZENIT.

Entre las esperanzas, la actualización de la Carta a los Agentes Sanitarios, que será un manual para ellos; y entre las iniciativas, participar en Viena en donde en 2013 se quiere rever el juramento hipocrático.

En la entrevista reivindica el calibre de los temas que se tratan en las diversas iniciativas que se están realizando en Roma, y queeste sábado 17 reunirá en el aula Pablo VI, al Consejo Pontificio de la Pastoral de Salud, de la que el doctor Simón es miembro; al Congreso Europeo de Médicos Católicos (AMCI-FEAMC), junto a la Asociación de Médicos Católicos Italianos (AMCI), y a los participantes de la Conferencia Internacional de Hospitales Católicos que organiza dicho Concejo Pontificio.

Doctor Simón, iniciemos por entender qué es la Federación Internacional de Asociaciones de Médicos Católicos

-Dr. Simón: Es una vieja institución de derecho pontificio de la Iglesia que tiene como función formar al médico, al estudiante de medicina en temas de moral médica. También realizamos acciones de cooperación especialmente en temas de maternidad; damos formación a fundamentalmente médicos si bien también a otro personal sanitario. Trabajamos en los países en que más podemos o en las organizaciones internacionales para que nuestra visión cristiana de la medicina sea más entendida y mejor aceptada.

¿Existen hoy nuevos retos para la medicina?

--Dr. Simón: Sí, hay nuevos retos pero siempre alrededor de lo mismo. Por una parte no ver al otro como una fuente de ingreso, esto es importantísimo aunque se habla poco. Y luego la defensa de la la vida desde la concepción hasta la muerte natural y la transmisión de esa vida y el respeto también por el cadáver o por el embrión muerto espontáneamente es un símbolo de la persona, y no se puede tirado de cualquier manera.

Qué le preocupa hoy a los médicos católicos?

--Dr. Simón: Nos preocupa que se utilicen tejidos embriofetales para cosméticos, eso existe, y obtener las pruebas cuesta mucho. Cuando uno acusa a una compañía concreta se defienden muy bien, con abogados y periodistas, por lo que es muy difícil hacer acusaciones concretas. Pero el hecho está allí, y eso nos preocupa y debe ser combatido.

¿Y esperanzas concretas?

--Dr. Simón: Vemos también con una gran ilusión esta Carta para los agentes sanitarios, como un código deontológico que sería la segunda versión que está preparando el Consejo de Pastoral de la Salud de acuerdo con la Doctrina de la Fe. La primera tuvo mucha calidad y la segunda simplemente es una actualización a las cosas nuevas que tiene la medicina.

Nos habló recién de la muerte natural y respeto de la vida

--Dr. Simón: A partir de aquí tenemos el problema de la eutanasia que parece ser que no va a ir tanto por leyes sino por hechos consumados. Actualmente se esta practicando en muchos países una eutanasia de acción omisión. Alguien decide, o una familia o un oncólogo que alguien ha terminado su vida, que su vida ya no vale la pena, le ponen algo de hidratación, lo sedan y se muere.¿Se fuerza la muerte?

--Dr. Simón: A veces se fuerza innecesariamente. Es importante entender que la misión del médico es eliminar la angustia, el dolor, el sufrimiento, y hay que hacerlo. Pero no se debe adelantar el proceso de la muerte. En este sentido la definición de eutanasia del Catecismo de la Iglesia es muy buena: “Acción u omisión que por ella misma o en la intención causa la muerte para evitar un sufrimiento”.

Por desgracia está entrando sin leyes, aunque también las hay, porque la cultura de la muerte se desarrolla a diversos niveles, judicial, legislativo, medios de comunicación, hechos consumados, cultura, incluso arte.



Aquí entretanto no se trata de una cuestión sólo religiosa

--Dr. Simón: Hay muchos médicos en el mundo que respetan la vida humana, pueden ser católicos o no, entretanto ellos también necesitan argumentos, apoyo, reunirse, esto es importantísimo.

¿Y estos argumentos dónde los encuentran?

--Dr. Simón: Tenemos buenos recursos en nuestro portal de internet, con subportales, con las declaraciones públicas que hacemos en nuestros congresos que los sabemos organizar muy bien. Allí se trabaja con publicaciones científicas, se presentan los avances, se hace ciencia, relaciones sociales entramos en contacto con los medios de comunicación. Con los médicos católicos rezamos, hay también ecumenismo y una formación en tema de moral médica. Del congreso se aprovecha todo, incluso los ratos libres en los que se puede consultar a un colega, y entender cómo se piensa en un país o en otro.

¿Hoy cómo se ve el encarnizamiento terapéutico?

--Dr. Simón: Esto es algo que se veía más antes que ahora. Se lucha y toda la medicina está de acuerdo, la oficial, secular, los médicos católicos, la Iglesia, en otras Iglesias, que debe ser combatido y que es un abuso. Porque a veces algunos diagnósticos o terapias para los pacientes son desproporcionados para los resultados que se pueden esperar.

¿Y por lo que se refiere a la transmisión de la vida?

--Dr. Simón: Nos preocupa también la transmisión de la vida. La encíclica Humana Vitae es muy buena doctrina, resuelve muchos problemas. Quien respeta la Humanae Vitae respeta a su mujer y le es fiel, no mata a sus hijos en el aborto, no engendra in vitro sino que procrea naturalmente, respeta el embrión aunque muera naturalmente.

¿O sea que la Humanae Vitae tuvo visión de futuro?

--Dr. Simón: Muchísima, es profética. La FIAMC, en su página web, buscando Humanae Vitae, está nuestro documento. Y estamos preparando un segundo documento en el que también nos ayuda un luterano y espero que el año que viene en el aniversario de la publicación de la carta apostólica Mulieris Dignitatem podremos difundir este documento científico de apoyo a la Humanae Vitae.

¿Qué aportó la FIAMC al Sínodo?

--Dr. Simón: La FIAMC recibió mucho más de lo que aportó. Pudimos dirigirnos a la plenaria del sínodo y hablar con los obispos uno a uno y los auditores. Preguntando por las asociaciones de médicos católicos en los diversos países y darnos a conocer. Aunque el sínodo fuera solo para rezar y verse ya hubiera sido útil. El sínodo le da al santo padre una serie de documentos para que haga una exhortación, pero el sínodo en sí es útil. Además el privilegio de estar trabajando con el santo padre.

La defensa de la vida no es sólo porque uno es católico.

--Dr. Simón: Es compartida no solo a nivel ecuménico, sino también interreligioso y hasta por ateos. Es de todos, está en el derecho natural. Hay muchas cosas que todo el mundo entiende, matar a otro especialmente si es inocente lo entienden todos.

Hoy sobre el aborto hay más claridad aunque siguen haciéndolos

--Dr. Simón: El aborto es algo que tenemos muy estudiado. Por desgracia entra algo del diablo y por lo tanto no se va a resolver sólo con medidas legislativas o con argumentos, es algo que necesita un apoyo de lo Alto. Porque por algún motivo gente muy inteligente que admite que hay un ser humano en marcha incluso constituido acepta que se le pueda eliminar por causas diversas.



Hoy la ciencia demuestra claramente que se suprime una vida humana.



--Dr. Simón: Más que nunca se sabe que desde el momento de la concepción hay un ser que es distinto del padre y de la madre, que va a desarrollarse de una forma coordinada, gradual, progresiva, que necesita combustible y por ello se implanta en el útero de la madre, saca combustible para seguir creciendo y es uno de nosotros.
¿Con los embriones quizás hay menos conciencia en el gran público?

--Dr. Simón: Incluso con los embriones --que tienen forma visible humana- hay poca conciencia, pero creo que la conciencia está ofuscada por el mal.

¿Tienen forma humana también los criogenizados?

--Dr. Simón: Tienen forma humana en su genética, en su ADN, expresándose: eso es un ser humano. Esa conciencia, insisto, está ofuscada por el mal, cualquier ser humano puede entender que es un ser humano ese embrión microscópico.
¿Sobre la próxima declaración de Viena, cuál es el temor?

--Dr. Simón: Tenemos varios frentes, estamos interesados en la próxima declaración de Viena sobre la medicina que será el año que viene, veremos cómo acaba. El temor es que el juramento hipocrático --que no es perfecto pero está muy bien, no es perfecto porque alude a unos dioses que no se quiénes son. Pero por lo que se refiere a la medicina está muy bien--, vaya a ser cambiado oficialmente.

¿Cuál es la clave para tratar a los pacientes?

-Dr. Simón: En el fondo es tratar mejor a la gente con gran competencia profesional viendo a la otra persona como un hermano un hijo o un padre, nunca verlo como un pozo de petróleo.



Thursday, November 8, 2012

La metafísica afronta las cuestiones perennes por más moderno que sea el hombre



En diálogo con el filósofo español padre Leopoldo Prieto (Parte I)

Por José Antonio Varela Vidal

ROMA, jueves 8 noviembre 2012 (ZENIT.org).- Hoy se inaugurael V Congreso Mundial de Metafísica, que reunirá en esta ciudad a filósofos de todo el globo en un evento que, según los organizadores, a través de los años se ha convertido en un foro internacional de diálogo, donde exponentes de las más variadas disciplinas académicas se enriquecen mutuamente en la búsqueda del fundamento último de sus respectivas ciencias.
Para profundizar un poco más sobre lo que es la metafísica y la importancia de la filosofía para los estudios de la teología hoy, entre otros temas de la sociedad contemporánea, ZENIT entrevistó al filósofo español, doctor Leopoldo Prieto, presbítero de la archidiócesis de Madrid y catedrático de la flamante Universidad Eclesiástica San Dámaso de Madrid.
¿Qué dice la metafísica al hombre de hoy, hijo de esta sociedad moderna, nihilista…?
--Leopoldo Prieto: La metafísica afronta las cuestiones perennes, que son el fundamento e inicio de la filosofía. Por más moderno o nihilista que sea el hombre no deja de ser eso… hombre. En la metafísica, en primer lugar, hay una teoría de la realidad, que es una teoría del ente. Así es como Aristóteles concibe esta ciencia, a la que no le da el nombre de metafísica, sino que la llama la ciencia primera. Las demás ciencias tienen su apoyo precisamente en esta ciencia y por eso Aristóteles las llamaba ciencias segundas. Al ser la metafísica el estudio del ente en cuanto tal, le corresponde elaborar una teoría general de las cosas en aquello que son, a lo que clásicamente se llama la esencia de algo. Por relación a la esencia, la metafísica clásica estudia una serie de nociones especiales a las que da el nombre de categorías o predicamentos.
¿Allí empieza el campo de interés de la metafísica o aún antes?
--Leopoldo Prieto: Antes de la esencia, a la metafísica interesa estudiar el ser del ente y las propiedades comunes que todo ente tiene por el hecho de ser tal. Tales propiedades comunes reciben el nombre de transcendentales. De manera que el estudio del ente al que se dedica la metafísica se divide en el estudio del ser y de las propiedades transcendentales anejas a éste y el estudio de la esencia y las propiedades especiales que se derivan de ésta, las categorías. Posteriormente la metafísica estudia la actividad de los entes, que en sus diversas modalidades constituye lo que se llama la causalidad. Se podría decir, por tanto, que la metafísica se construye, en última instancia, sobre dos coordenadas: una que estudia el ‘ente en su constitución’ (esencia-categorías y ser-transcendentales) y otra estudia el ‘ente en su operación’, y esto es la causalidad.
¿Qué otros aportes ofrece?
--Leopoldo Prieto: Hay que ampliar algo más a algunos aspectos antes referidos. Como acabo de mencionar, la metafísica aporta también por medio de la doctrina de las categorías, una teoría de los modos específicos o particulares de ser de las cosas, que es lo que los griegos decían categorías. Creo que esto sigue siendo una gran aportación de la filosofía clásica, pero a la que se han hecho muchas críticas, no siempre justas. Luego la metafísica aporta una ‘teoría de los modos trascendentales del ente’, en la que se encuentran algunas de las cuestiones más densas y ricas de la filosofía, como son: la unidad, la verdad, la bondad, la belleza. A partir de ellas la metafísica se demuestra como ciencia primera y fundamento de otras ciencias, dado que por medio de la unidad se ponen los fundamentos de la teoría del continuo y del número para la matemática (al menos la clásica); por medio de la verdad, la metafísica establece el fundamento de la teoría del conocimiento; por medio de la belleza, el fundamento de la estética; por medio de la bondad, el fundamento de la ética.
En aquel famoso mensaje del Concilio Vaticano II a los pensadores, se les dijo que "pensar es una responsabilidad y es un deber", ¿cómo entender esto hoy?
--Leopoldo Prieto: Se entiende que la teoría antecede y orienta la práctica y que solo son humanas las acciones realizadas con conocimiento. El hombre, al menos el hombre cabal, no obra a ciegas. De este modo conocimiento y teoría orientan racionalmente sus actos. O dicho de otro modo, si no se está en la verdad no se puede obrar el bien. Se podrá tener buena intención, pero la acción realizada no es la conducente al fin propuesto. Por consiguiente, no solo es responsabilidad del hombre el pensar, sino el pensar con verdad las cosas, pensar la verdad de las cosas, no inventarlas y vivir en la verdad. Inventar es muy bueno: es el campo de la fantasía, del arte y de la técnica, pero no el de la filosofía. La filosofía no debe disolverse en literatura o teatro o demás cosas de este género. La filosofía es el afán de la verdad. En ese sentido es una alta responsabilidad de toda persona pensar verdaderamente qué son las cosas, el mundo, quién es uno mismo.
¿Y porqué se dijo que pensar es un deber?
--Leopoldo Prieto: Es un deber porque el hombre vive en un nivel de realidad en el que, satisfechas sus necesidades orgánicas, todavía queda insatisfecho y se abre entonces a un ámbito infinito. Tiene una vida que lo lleva a conocer las cosas como son en sí mismas, y de acuerdo a este conocimiento, puede conducir su vida con libertad y, por tanto, con responsabilidad. Por eso, no sólo los filósofos de profesión, sino la gente debe ser consciente de la importancia de tener alguna formación en filosofía según sus intereses y disponibilidad de tiempo.
¿La gente laica vuelve a estudiar filosofía?
--Leopoldo Prieto: Yo me congratulo viendo cómo un número creciente de personas, con estudios y profesiones de alto nivel de formación, llegan a nuestra universidad a estudiar filosofía… Y se admiran de una nueva visión de la realidad, de una nueva manera de mirar las cosas, más fundamental, más radical, a la que no habían tenido acceso antes, porque han estudiado ciencias particulares, y ven el campo inmenso que la filosofía les abre. Inmenso, en verdad, porque además de estudiar el mundo, el conjunto de realidades físicas que nos rodean, la filosofía se hace cargo del hombre… y de Dios en lo que está al alcance de la razón.
A otros quizás se les hace más difícil encontrar la importancia de los primeros años de formación filosófica… Me refiero a los que la estudian para luego seguir con la teología.
--Leopoldo Prieto: La Iglesia nunca ha dejado de valorar la buena filosofía y es cada vez más consciente del papel insustituible de la razón en la fundamentación de la fe. La Iglesia es hoy la gran valedora de la razón en un mundo que se despide de la racionalidad. Prueba de lo que digo es la encíclica Fides et Ratio, de Juan Pablo II, donde se llamaba la atención sobre el valor insustituible de la razón para la fe, en dos posiciones. Primero, en la elaboración sistemática del dato revelado; y segundo, en el intento de indagar y escrutar, en la medida de lo posible al hombre, la hondura abismal del misterio revelado.
Cumple un rol importante, entonces...
--Leopoldo Prieto: Dicho de otro modo, en la Iglesia siempre se ha entendido que la tarea filosófica, es decir, el trabajo de la razón organizado sistemáticamente y aplicado al estudio del dato revelado, es imprescindible. San Anselmo de Canterbury definía por eso la teología como la fe que quiere la luz de la comprensión (fides quaerens intellectum). Un gran teólogo del siglo XVII dice a este propósito: “Es imposible llegar a ser un buen teólogo si antes no se han sentado sólidamente los fundamentos de la metafísica”.
¿Una teología con fundamento, como dice el papa actual?
--Leopoldo Prieto: En la fe existe una tensión hacia la comprensión. Nadie como san Agustín ha entendido esta tensión de la fe. Naturalmente que es menester evitar los escollos del racionalismo. A la pregunta de a qué nos ayuda la filosofía en relación con la fe hay que responder que a servirnos de la luz de la razón, puesta por Dios en nosotros, que debe convivir armoniosamente con la otra luz, la de la fe, mientras somos viatores, caminantes por el mundo, porque en el cielo esta tensión de la fe desaparecerá y se resolverá en la visión facial ante Dios. En este sentido la expresión clásica consideraba a la filosofía como sierva de la teología (ancilla theologiae). Ahora bien, por más que sea modesta, la sierva es necesaria a la señora.
Hay que estudiarla en serio, ¿no?
--Leopoldo Prieto: Aquí, in statu viae, mientras caminamos por este mundo, tenemos necesidad de estudiar y de penetrar racionalmente, en la medida de lo posible, el contenido de la fe. Y esto es lo que hace la teología. La teología tiene dos grandes partes: una es la teología positiva en la que se recibe el dato revelado, la revelación, que se acoge en la fe, y que está de algún modo vinculada especialmente a la patrística y a la historia de los concilios, que van elaborando progresivamente el contenido de este dato revelado.
¿Y la otra parte?
--Leopoldo Prieto: Luego hay un momento especulativo, que es la teología dogmática, en la que se trata de elaborar racionalmente, si es lícito hablar así, el misterio del Dios que se revela como Uno en su naturaleza y Trino en sus Personas, una de las cuales, precisamente el Hijo, se encarnó llegada la plenitud de los tiempos. Pues bien, en la elaboración de estas afirmaciones contenidas explícita o implícitamente en el Evangelio, resulta ineludible recurrir a la filosofía, como de hecho hicieron los padres y los primeros concilios de la Iglesia, para tratar de formular la fe y dar razón de la misma, como el propio san Pedro pedía en una de sus epístolas. Siempre, por tanto, desde los primeros padres de la Iglesia, los llamados padres apologistas, y los primeros concilios (especialmente Nicea, Constantinopla, Éfeso y Calcedonia), la Iglesia ha buscado para la fe el apoyo y la compañía de la filosofía.




Friday, November 2, 2012

El mandamiento del amor y la felicidad

Comentario al evangelio del Domingo 31° T.O./B


ROMA, jueves 1 noviembre 2012 (ZENIT.org).-Ofrecemos el comentario al evangelio del próximo domingo de nuestro colaborador padre Jesús Álvarez, paulino.

Por Jesús Álvarez SSP

“Un maestro de la ley que había oído la discusión, viendo que les había contestado bien, se le acercó y le preguntó: --¿Cuál es el primero de todos los mandamientos? Jesús respondió: --El primero es: Escucha, Israel: el Señor, Dios nuestro, es el único Señor; y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay mandamiento mayor que éstos. El escriba le dijo: --Muy bien, maestro; con razón has dicho que él es uno solo y que no hay otro fuera de él, y amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo vale mucho más que todos los holocaustos y sacrificios. Jesús, al ver que había respondido tan sabiamente, le dijo: --No estás lejos del reino de Dios”. (Mc 12, 28-34)
No era ociosa la pregunta del escriba al Maestro sobre el principal de los mandamientos, pues ellos tenían 613 mandamientos, entre los cuales se esfumaban los Diez Mandamientos dados por Dios a Moisés. Gran parte de aquel cúmulo de mandatos eran invenciones humanas para evadir el principal mandamiento, que justamente los sintetiza todos, el mandamiento del amor: "Amarás al Señor tu Dios…; amarás a tu prójimo…”.
También hoy la gran parte de los cristianos, después de veinte siglos del Evangelio del amor, seguimos sustituyendo, en la práctica, el primero y máximo mandamiento por un abundante catálogo de normas morales, disciplinares, canónicas, eclesiásticas, civiles, familiares, buenos modales, costumbres, ritos…, ¿quizás con el ingenuo pretexto de que siempre se ha hecho así? Y no se trata de cosas malas, sino que se vuelven inhumanas e idolátricas cuando suplantan la ley del amor, lo cual sucede tan a menudo.
Jesús, con su nacimiento, vida, muerte y resurrección, tuvo un único objetivo: enseñarnos que Dios nos ama y enseñarnos a corresponderle amándolo a él y amándonos unos a otros. Es más: él superó y nos pide que superemos el mandamiento antiguo de "amar al prójimo como a sí mismo", cambiándolo por el suyo: "Ámense los unos a los otros como yo los amo". Él nos reveló su forma de amar: "Nadie tiene un amor más grande que el que da la vida por los que ama".
El verdadero amor a Dios y al prójimo es la única fuente de la felicidad y de la libertad en el tiempo y en la eternidad. Pero la mayoría pretenden beber el agua de la felicidad sin conectarse a su fuente, y buscan todos los charcos contaminados de los placeres: drogas, alcohol, orgías, sensualidad, lujos, poder…, incluso a costa del sufrimiento y de la infelicidad del prójimo. Lo cual sucede también entre gente que se tiene por “muy religiosa”.
Se hace pasar por amor lo que es puro egoísmo, y por felicidad lo que es sólo cosquillas superficiales del sistema nervioso. Son muchas las cosas que gustan, pero que no llenan, porque no son justas, y terminan por llevar a la total infelicidad. Es el pan envenenado de cada día en la sociedad de consumo, que va camino hacia la autodestrucción.
Amar como Cristo Jesús ama, es nuestra vocación, realización, libertad y felicidad en el tiempo y en la eternidad. El amor a Dios y al prójimo no pueden reducirse a un código rígido y moralizador. Es libertad para mejorar las expresiones y experiencias de ternura, de amistad, de dulzura.
El amor es fuego encendido por el Espíritu Santo en el corazón humano, que está hecho a imagen del corazón de Dios-Amor-Cariño-Ternura al infinito. "Si me falta el amor, de nada me sirve…". El mandamiento del amor no es pesado, sino que da alas a toda la vida.