Homilía del
papa Francisco en santa Marta 7 marzo 2014
"¿Yo me avergüenzo de la carne de
mi hermano, de mi hermana?" Esta ha sido una de las preguntas que
el Santo Padre ha hecho esta mañana durante la homilía de Santa Marta. El Papa
ha destacado que la vida de fe está unida estrechamente conectada a una vida de
caridad hacia los pobres, sin la cual lo que se profesa es solo hipocresía.
Francisco ha explicado que el
cristianismo no es una regla sin alma, un manual de observaciones formales para
gente que lleva la cara buena de la hipocresía para esconder un corazón vacío
de caridad. Asimismo ha recordado que el cristianismo es la carne misma de
Cristo que se inclina sin vergüenza hacia quien sufre. Y para profundizar
en este aspecto, el Pontífice ha tomado como referencia el Evangelio de hoy,
donde Jesús dialoga con los doctores de la ley que critican a los discípulos
porque no respetan el ayuno, a diferencia de ellos y de los fariseos que ayunan
y practican mucho. El Santo Padre ha indicado que los doctores de la ley habían
transformado las observaciones de los Mandamientos en una
"formalidad", transformando la "vida religiosa", en
"una ética" y olvidando la raíz, es decir "una historia de
salvación, de elección, de alianza".
Así,
Francisco ha afirmado: "recibir del Señor el amor de un Padre, recibir del
Señor la identidad de un pueblo y después transformarla en una ética es
rechazar ese don de amor. Esta
gente hipócrita son personas buenas, hacen todo lo que se debe hacer. ¡Parecen
buenas! Son 'especialistas en ética', pero 'especialistas en ética' sin bondad,
porque ¡han perdido el sentido de pertenencia a un pueblo! El Señor da la
salvación dentro de un pueblo, en la pertenencia a un pueblo".
Además
ha observado que ya el profeta Isaías había descrito con claridad cuál era el
ayuno según la visión de Dios: "disolver las cadenas injustas",
"hacer libres a los oprimidos", pero también "compartir el pan
con el hambriento, meter en casa a los indigentes sin techo", "vestir
al que ves desnudo". Y ha matizado: "¡Ese es el ayuno que quiere el
Señor! El ayuno que se preocupa de la vida del hermano, que no se avergüenza
-lo dice el mismo Isaías- de la carne del hermano. Nuestra perfección, nuestra
santidad va adelante con nuestro pueblo, en el que somos elegidos e
introducidos. Nuestro acto de santidad más grande está precisamente en la carne
del hermano y en la carne de Jesucristo. El acto de santidad de hoy, nuestro, aquí, en el altar,
no es un ayuno hipócrita: ¡es no avergonzarse de la carne de Cristo que viene
hoy aquí! Es el misterio del Cuerpo y de la Sangre de Cristo. Es ir a compartir
el pan con el hambriento, a curar a los enfermos, los ancianos, los que no
pueden darnos nada a cambio: ¡eso es no avergonzarse de la carne!"
Esto
significa que el "ayuno más difícil", ha afirmado el Papa, es
"el ayuno de la bondad". Es el ayuno de que es capaz el Buen
Samaritano, que se inclina sobre el hombre herido, y no es el del sacerdote,
que mira al mismo desafortunado y se va, quizá por miedo a contagiarse. Y por
tanto, ha concluido, "esta es la propuesta de la Iglesia hoy: ¿me
avergüenzo de la carne de mi hermano, de mi hermana?"
Finalmente
Francisco ha preguntado: "Cuando doy limosna, ¿dejo caer la moneda sin
tocar la mano? Y si la toco por casualidad, ¿hago así, enseguida? Cuando doy
una limosna, ¿miro a los ojos de mi hermano, de mi hermana? Cuando sé que una
persona está enferma, ¿voy a verla? ¿La saludo con ternura? Hay un signo que
quizá nos ayude, es una pregunta: ¿sé acariciar a los enfermos, los ancianos, los niños o he perdido el
sentido de la caricia? ¡Estos hipócritas no sabían acariciar! Se habían
olvidado... No avergonzarse de la carne de nuestro hermano: ¡es nuestra
carne! Como nosotros hacemos esto con nuestro hermano, con nuestra hermana,
seremos juzgados".
Fuente:
zenit
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