Homilía del
papa Francisco en santa Marta 17 marzo 2014
Perdonar para encontrar misericordia: este es el
camino que lleva la paz a nuestros corazones y al mundo: es lo que, en síntesis, ha dicho el papa Francisco
en la homilía de esta mañana durante la Misa celebrada en la Casa Santa Marta.
“Sed
misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso”: el Papa comenta la
exhortación de Jesús, afirmando enseguida que “no es fácil entender este comportamiento de la
misericordia”, porque estamos acostumbrados a juzgar: “no somos personas que
dan espontáneamente un poco de espacio a la comprensión y también a la
misericordia”. “Para ser misericordiosos -observa- son necesarias dos
actitudes. La primera es el conocimiento de sí mismos”: saber que “hemos
hecho muchas cosas malas: ¡somos pecadores!” Y frente al arrepentimiento, “la
justicia de Dios… se transforma en misericordia y perdón”. Pero es necesario
avergonzarse de los pecados:
“Es verdad,
ninguno de nosotros ha matado a nadie, pero hay muchas cosas pequeñas, muchos
pecados cotidianos, de todos los días… Y cuando uno piensa: ‘¡Pero qué corazón
tan pequeño: ¡He hecho esto contra el Señor!’. ¡Y se avergüenza! Avergonzarse
ante Dios y esta vergüenza es una gracia: es la gracia de ser pecadores. ‘Soy pecador y me avergüenzo
ante Ti y te pido perdón’. Es sencillo, pero es tan difícil decir: ‘He
pecado’”.
A menudo
-señala el Santo Padre- justificamos nuestro pecado descargando la culpa sobre
los demás, como hicieron Adán y Eva. “Quizás -ha proseguido- el otro me ha
ayudado, ha facilitado el camino para hacerlo, ¡pero lo he hecho yo! Si
nosotros hacemos esto, se darán muchas cosas buenas ¡porque seremos humildes!”
Y “con esta actitud de
arrepentimiento somos más capaces de ser misericordiosos, porque sentimos sobre
nosotros la misericordia de Dios”, como decimos en el Padrenuestro:
“Perdona, como nosotros perdonamos”. Así, “si no perdono, estoy un poco ¡fuera
de juego!”.
La otra
actitud para ser misericordiosos -ha afirmado el Pontífice- “es agrandar el
corazón”, porque “un corazón pequeño” es “egoísta e incapaz de misericordia”:
“¡Agrandar
el corazón! ‘Pero soy un pecador’. ‘Pero mira lo que ha hecho este, aquel… ¡Yo
he hecho muchas! ¿Quién soy yo para juzgarlo?’ Esta frase: ‘¿Quién soy yo para jugar esto?
¿Quién soy yo para hablar de esto? ¿Quién soy yo, que he hecho las mismas cosas
o peores?’ ¡Agrandar el corazón! Y el Señor lo dice: ‘¡No juzguéis y no seréis
juzgados! ¡No condenéis y no seréis condenados! ¡Perdonad y seréis perdonados!
¡Dad y se os dará!’. ¡Esta generosidad del corazón! ¿Y qué se os dará?
Una medida buena, apretada, llena y rebosante se os verterá en el regazo. Es la
imagen de las personas que iban a recibir el grano con el delantal y alargaban
el delantal para recibir más, más grano. Si tienes el corazón ancho, grande, tú
puedes recibir más”.
El corazón
grande -ha dicho el papa Francisco- “no condena, sino que perdona, olvida” porque “Dios ha olvidado mis
pecados; Dios ha perdonado mis pecados. Agrandar el corazón ¡Esto es bello!
-exclama el Santo Padre- Sed misericordiosos”.
“El hombre y
la mujer misericordiosos tienen un corazón grande, grande: siempre excusan a
los demás y piensan en sus propios pecados. ‘¿Pero has visto lo que ha hecho
este?’.’¡Pero tengo bastante con lo que he hecho yo y no me inmiscuyo!’
Este es el camino de la misericordia que debemos pedir. Pero si todos nosotros, si todos los pueblos, las
personas, las familias, los barrios, tuviésemos esta actitud ¡cuánta paz habría
en el mundo, cuánta paz en nuestros corazones! Porque la misericordia
nos lleva a la paz. Recordad
siempre: ‘¿Quién soy yo para juzgar?’ Avergonzarse y agrandar el corazón. ¡Qué
el Señor nos dé esta gracia!”.
Fuente:
zenit.org
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