Diálogo filosofal
Luna: -¿Qué
ves querido Sol? Sol: -Veo mi reflejo en tu superficie, amada mía. Es una señal de mi amor por ti.
Luna:-Yo también te quiero, eres mi padre, mi esposo, Tu calor y tu luz son mi vida. La
Tierra es como una hija, pues a ella le enviamos tu luz y la mía, tenue, plateada, que llena el misterio de la noche y no impide ver el fulgor de mis hermanas las estrellas. La tuya es fuerza, calor, engendra vida, aunque yo la regulo, como hago con el ciclo de las mujeres y las mareas.
En la noche las parejas humanas suelen hacer el amor que da lugar a la vida. Tú das origen al día y yo a la noche. Damos al hombre alimento y vida.
Sol:-Somos complementarios, como un hombre y una mujer. El Ser Supremo nos creó a
todos, a nosotros nos dio nuestra masa, la mía caliente, la tuya fría. Tú iluminas el descanso del hombre, animales y plantas, mientras mi luz, dando calor y vida como tú dices, insta a los hombres a enfrentarse a la realidad de la vida. Con ella, pueden ver cara a cara a sus semejantes, mirándolos a los ojos y descubrir así sus intenciones, abriendo sus conciencias.
Cuando no estoy en el firmamento, mi energía guardada por el ser humano, les permite seguir realizando sus trabajos durante la noche ¿Qué piensas de ello?
Luna:-Yo regulo el descanso y prefiero, que el hombre repose, ya que en su trabajo derrama sudor y lágrimas. Y como buena madre le doy suavidad y frescura, dando reposo a sus fatigados cuerpos.
Sol: -Sin mí, las gentes no se despertarían y seguirían sumidos en profundos sueños, en
quimeras. Yo animo al gallo a que anuncie la mañana. Toda la tierra vuelve a la vida que
permanece latente en la noche donde tú reinas. Los mares, los ríos captan mi luz y brillan con fulgores varios en sus cristalinas aguas.
Luna: -Yo también me reflejo en las aguas, y gracias a la noche que presido se pueden
observar el firmamento y las estrellas, descubrir otros mundos, otros planetas, otra realidad distinta a la tuya. Yo soy romanticismo liberación y poesía. En las largas noches, los poetas se inspiran bajo mi luz, abren sus corazones y suspiran. Piensan en sus amores y cantan con su pluma.
Sol:-Pero también bajo la luz de la noche se pueden cometer felonías.
Luna:-También durante el día donde tu reinas, el hombre comete homicidios, violaciones
abortos y toda clase de defecciones.
Sol:-Sí, no depende de nosotros los actos del hombre, su bondad o maledicencia, pende de su conciencia, de sus brazos abiertos a la verdad o a la mentira, oscuros intereses pueden nublar su mente ya sea de noche o de día. Sin embargo, veo con alegría, la limpia mirada de los niños y de aquellos que se hacen como ellos. Los hombres pueden contemplar con mi luz, el cielo, las aves, las mariposas y un torbellino de colores cuando salgo o me escondo entre las nubes. Todo el orbe queda así al descubierto creciendo gracias a mi luz y mi calor.
Luna:-Soy feliz yo también cuando nace un nuevo niño en la noche. También consuelo a las gentes que pasan las noches en blanco sumidas en sus dolores, les envío mi blanca luz pacificadora.
Sol:-También envías al agonizante tu blanca luz mortecina.
Luna:- Sí, es cierto, pero también los hombres mueren de día bajo tu dominio. ¡Cuántas
guerras y combates tú mismo has presidido! Tu calor a veces ha secado sus gargantas, tus golpes de calor han calentado no solo sus mentes sino sus cerebros.
Sol:- ¡Es el ciclo de la vida!, pero también les doy salud y alimento. Además el hombre tiene que ganar su pan con el sudor de su frente.
Luna:-Durante el sueño que presido, el hombre regenera sus tejidos, su cerebro agobiado y también desahoga sus instintos. Participamos por igual en su fisis y en su psicología; formamos parte de su Yin y de su Yan.
Luna: -¿Sabías que desde los albores de los tiempos los hombres nos han considerado dioses?
Sol:-Si, desde la prehistoria hemos ayudado al hombre a abrirse a la trascendencia. Con el cristianismo, desde Constantino, el mismo Cristo ha sido considerado el verdadero Sol
invicto, por ello me siento orgulloso.
Luna:-¿Sabes querido Sol, cuanto tiempo permaneceremos en el firmamento alumbrando a los hombres?
Sol:-No lo sé ni me importa, querida mía. No sé tan poco cual será nuestro final si éste llega a producirse, pues comentan que en la otra vida que los cristianos creen que existe ya no habrá Sol ni Luna, porque la luz divina será la única que ilumine la faz de sus almas.
Luna:-¡Puede ser! pero…hasta entonces, hagamos un trato: Sigamos como hasta ahora,
alternando nuestro gobierno. Cuando tu salgas yo me retiraré, y cuando tú te retires yo
emergeré para iluminar las noches de los hombres.
Y así, Sol y Luna, afianzaron su acuerdo hasta que el tiempo o la eternidad dieran la
respuesta.
por Bernardo Ebrí
-Publicado en “Puntos de Vista” de
la Revista: “Palabras indiscretas”. Nº 47. 15 de Mayo de 2014, el ensayo:
Diálogo Filosofal”.