La esperanza es un don del Espíritu Santo. La tuvo la Virgen
María, en su corazón desde el viernes por la noche hasta la madrugada del
domingo
La virtud de la esperanza - quizá menos conocida que la
de la fe y de la caridad - no debe confundirse nunca con el optimismo humano,
que es una actitud más humoral. Para un cristiano, la esperanza es Jesús mismo,
es su fuerza para liberar y rehacer cada nueva vida.
Así lo afirmó esta mañana
el papa Francisco, en su homilía en la misa presidida en la Casa Santa Marta y
precisó que la
esperanza es "un regalo" de Jesús, y que la esperanza es Jesús mismo,
o sea tiene su "nombre". Y precisó que la esperanza no es
aquella de quien ve “el vaso medio lleno”, porque aquello es simplemente
"optimismo", y el “optimismo es una actitud humana que depende de
muchas cosas".
La homilía del papa
Francesco de esta mañana se centró desde el comienzo en esta distinción al
interpretar la lectura de la Carta a los Colosenses, donde Pablo escribe: 'Cristo en vosotros, esperanza
de la gloria'. Sin embargo, afirma el papa, la esperanza es una "virtud humilde" si
se la compara con la fe y caridad.
Por eso puede suceder que se confunda con un estado de
ánimo sereno. "Pero la esperanza es algo más, no es optimismo. La
esperanza es un don del Espíritu Santo y por esta razón Pablo dirá: ‘Nunca decepciona’.
La esperanza no defrauda , ¿por qué? Porque es un regalo que nos ha dado el
Espíritu Santo. Pero Pablo nos dice que la esperanza tiene un nombre. La
esperanza es Jesús. El papa recordó que “no podemos decir : 'Tengo esperanza en
la vida, espero en Dios' , si uno no dice: 'Espero en Jesús, en Jesús Cristo,
persona viva, que ahora está en la Eucaristía, que está presente en su
Palabra'”.
Del evangelio, el papa
Francisco recoge una segunda idea del día. Cuando Jesús cura el sábado la mano
paralizada de un hombre, lo que provocó la condena por parte los escribas y
fariseos. Con su milagro,
dice el papa, “Jesús libera la mano de la enfermedad y demuestra a los
'estrictos' que el suyo 'es el camino de la libertad'”. "Libertad y
esperanza van de la mano: donde no hay esperanza no puede haber libertad",
dijo el papa Francisco. Y agrega: "Jesús libera de la enfermedad,
del rigor y de la mano paralizada de aquel hombre; recupera la vida de estos
dos, las hace de nuevo":
"Jesús, la esperanza,
rehace todo. Es un milagro constante. No sólo hizo milagros de curación, sino
tantas cosas: estas eran solo signos, señales de lo que está haciendo ahora, en
la Iglesia. El milagro de
volver a rehacer todo: lo que Él hace en mi vida, en tu vida, en nuestras
vidas. Reconstruir. Y Él rehace la razón de nuestra esperanza. Es Cristo, quien
vuelve todas las cosas de la Creación más maravillosas, es la razón de nuestra
esperanza. Y esta esperanza no nos defrauda, porque Él es fiel. Él no puede
negarse a sí mismo. Esta es la virtud de la esperanza".
Y aquí, el papa Francisco detiene una mirada en
particular a los sacerdotes. "Es un poco triste --admite-- cuando uno
encuentra un sacerdote sin esperanza", mientras que es agradable encontrar
a uno que llega al final de la vida, "no con optimismo, pero con
esperanza". "Este sacerdote --continúa-- se une a Jesucristo, y el
pueblo de Dios tiene necesidad de que los sacerdotes den este signo de
esperanza, vivamos esta esperanza en Jesús, que lo rehace todo":
"El Señor, que es la esperanza de
la gloria, que es el centro, que es la totalidad, nos ayude en este camino: dar
esperanza, tener pasión por la esperanza. Y, como he dicho, no siempre
es optimismo sino es aquello que la Virgen María, en su corazón, tuvo en la
oscuridad más grande: desde el viernes por la noche hasta la madrugada del
domingo. Esa esperanza: ella la tenía. Y aquella esperanza rehizo todo. Que el
Señor nos dé esta gracia".
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