Homilía del papa Francisco en santa Marta
16 septiembre 2013
La humildad y el amor son dos elementos esenciales para
quien gobierna, y los ciudadanos sobre todo si son católicos, no pueden
desinteresarse de la política. Es lo que dijo el papa Francisco
durante la misa de la mañana del lunes en Santa Marta, invitando a rezar
también por las autoridades.
El evangelio del centurión
que le pide con humildad y confianza la curación del siervo y la epístola de
san Pablo a Timoteo con la invitación a orar por los gobernantes, han dado pie
al papa para reflexionar sobre el servicio de la autoridad. Quien gobierna –afirma Francisco
"debe amar a su pueblo", porque "un gobernante que no ama, no
puede gobernar: al máximo podrá disciplinar, poner un poco de orden, pero no
gobernar". El papa piensa en David "y cómo amaba a su
pueblo", por lo que después del pecado del censo dice al Señor que no lo
castigue al pueblo sino a él. Por lo tanto, "las dos virtudes de un
gobernante" son el amor por la gente y la humildad.
"¡No se puede gobernar sin amor al pueblo y sin
humildad! Y cada hombre, cada mujer que debe tomar posesión de un servicio
público, debe hacerse estas dos preguntas: ‘¿Amo yo a mi pueblo, para servirle
mejor? ¿Soy humilde y escucho a los otros, los diferentes puntos de vista, para
elegir el mejor camino?’. Si no se hacen estas preguntas, su gobierno no va a ser bueno.
El gobernante, hombre o mujer, que ama a su pueblo es un hombre y una mujer humilde".
Por otro lado, san Pablo
exhorta a los gobernados a elevar oraciones "para todos los que están en
el poder, para que puedan llevar una vida tranquila y apacible”. Los ciudadanos no pueden
desinteresarse de la política:
"Ninguno de nosotros
puede decir: ‘Pero yo no tengo nada que ver con esto, ellos son los que
gobiernan...’. No, no, yo
soy responsable de su gobierno y tengo que hacer lo mejor para que gobiernen
bien y debo hacer lo mejor por participar en la política como pueda. La
política --dice la Doctrina Social de la Iglesia-- es una de las formas más
elevadas de la caridad, ya que es servir el bien común. Yo no puedo lavarme las
manos, ¿eh? ¡Todos tenemos que dar algo!".
Hay un hábito –explica el
papa--, que consiste en solamente hablar mal de los gobernantes y chismear
acerca de "las cosas que no van bien", y añade que "y si
escuchas los programas de televisión, solo golpean, golpean; lees el periódico
y atacan... siempre lo malo, ¡siempre en contra!". Tal vez, "el gobernante
es sí, un pecador, al igual que David lo era, pero tengo que contribuir con mi opinión, con mi
palabra, incluso con mi corrección", porque "¡todos debemos
participar del bien común!". Y si "tantas veces hemos oído: ‘un buen
católico no debe inmiscuirse en la política’ esto no es cierto, esa no es una
buena vía" advirtió.
"Un buen católico se entromete en la política, dando
lo mejor de sí, para que el gobernante pueda gobernar. Pero, ¿qué es lo mejor
que podemos ofrecerles a los gobernantes? ¡La oración!
Es eso que Pablo dice: ‘Oración por todos los hombres y para el rey, y para
todos los que tienen autoridad’. ‘Pero, padre, esa es una mala persona, debe
irse al infierno...’. ‘Ora por él, ora por ella, para que pueda gobernar bien,
¡para que ame a su pueblo, para que sirva a su pueblo, para que sea humilde!’.
¡Un cristiano que no ora por sus gobernantes no es un buen cristiano!. ‘Pero,
padre, ¿cómo orar por este? Es una persona que no está bien...’. ‘¡Reza para
que se convierta!'. Pero orar... Y esto no lo digo yo, lo dice san Pablo, la
Palabra de Dios".
Por lo tanto --concluye el
papa, "demos lo mejor
de nosotros mismos, ideas, sugerencias, lo mejor; pero sobretodo lo mejor es la
oración. Oremos por los gobernantes, para que gobiernen bien, para que
lleven a nuestro país, a nuestra nación hacia adelante y también al mundo, que
haya paz y bien común".
Fuente:
zenit.org
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