Dos modos de afrontar la investigación genética: clonación o células madre pluripotentes inducidas
MADRID, lunes 8 octubre 2012 (ZENIT.org).- Dos científicos de primer orden han sido premiados conjuntamente con el premio nobel de Medicina 2012. Mientras el británico ha dirigido sus investigaciones preferentemente hacia las células madre embrionarias y la clonación, el japonés inició una nueva línea prometedora porque en ella no hay necesidad de destruir embriones humanos.
El médico japonés Shinya Yamanaka está considerado el padre de las llamadas células células madre pluripotentes inducidas (iPS), que poseen la capacidad de convertirse en cualquier tipo celular especializado.
Especialista en cirugía ortopédica, de 50 años, logró en 2006 generar las células madre pluripotentes inducidas (iPS) con características que, hasta entonces, los investigadores creían que sólo poseían las células madre embrionarias.
Sus primeros logros los hizo a partir de células adultas obtenidas de la piel de ratones, y para 2007 había conseguido generar con éxito células iPS también a partir de células de piel humana. El descubrimiento, una verdadera revolución, superó el uso de las células madre embrionarias, cuya obtención plantea problemas éticos y conlleva grandes dificultades.
Actualmente es director del Centro para la Investigación y la Aplicación de Células iPS de la Universidad de Kioto, donde lleva a cabo su trabajo con el objetivo, afirma, de contribuir al desarrollo de la medicina regenerativa.
El año pasado, durante una visita a España para recibir el premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Biomedicina, confesaba que se lanzó a buscar la alternativa de crear células iPS ante el nacimiento y crecimiento de sus hijas, que le recordaron que "cualquier ovocito fecundado puede desarrollarse y convertirse en un ser humano".
Yamanaka considera que la investigación de las células iPS aún está en sus pasos iniciales, ya que todavía se debe constatar que son seguras y eliminar los riesgos antes de su aplicación clínica.
En varias ocasiones el científico japonés ha criticado las patentes que restringen el uso de las nuevas tecnologías en medicina y ha sostenido que éstas deben ser accesibles también a aquellos con menos recursos.
MADRID, lunes 8 octubre 2012 (ZENIT.org).- Dos científicos de primer orden han sido premiados conjuntamente con el premio nobel de Medicina 2012. Mientras el británico ha dirigido sus investigaciones preferentemente hacia las células madre embrionarias y la clonación, el japonés inició una nueva línea prometedora porque en ella no hay necesidad de destruir embriones humanos.
El médico japonés Shinya Yamanaka está considerado el padre de las llamadas células células madre pluripotentes inducidas (iPS), que poseen la capacidad de convertirse en cualquier tipo celular especializado.
Especialista en cirugía ortopédica, de 50 años, logró en 2006 generar las células madre pluripotentes inducidas (iPS) con características que, hasta entonces, los investigadores creían que sólo poseían las células madre embrionarias.
Sus primeros logros los hizo a partir de células adultas obtenidas de la piel de ratones, y para 2007 había conseguido generar con éxito células iPS también a partir de células de piel humana. El descubrimiento, una verdadera revolución, superó el uso de las células madre embrionarias, cuya obtención plantea problemas éticos y conlleva grandes dificultades.
Actualmente es director del Centro para la Investigación y la Aplicación de Células iPS de la Universidad de Kioto, donde lleva a cabo su trabajo con el objetivo, afirma, de contribuir al desarrollo de la medicina regenerativa.
El año pasado, durante una visita a España para recibir el premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Biomedicina, confesaba que se lanzó a buscar la alternativa de crear células iPS ante el nacimiento y crecimiento de sus hijas, que le recordaron que "cualquier ovocito fecundado puede desarrollarse y convertirse en un ser humano".
Yamanaka considera que la investigación de las células iPS aún está en sus pasos iniciales, ya que todavía se debe constatar que son seguras y eliminar los riesgos antes de su aplicación clínica.
En varias ocasiones el científico japonés ha criticado las patentes que restringen el uso de las nuevas tecnologías en medicina y ha sostenido que éstas deben ser accesibles también a aquellos con menos recursos.
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