El científico Bersanelli explica sus detalles en el curso de verano del observatorio vaticano
ROMA, viernes 26 de junio de 2009 (ZENIT.org).- En estos momentos está en órbita el satélite Planck de la Agencia Espacial Europea (ESA), una especie de máquina del tiempo que tiene como objetivo recoger datos sobre la larga historia del universo.
Uno de los científicos que participa en esa misión, el profesor de astrofísica de la universidad de Milán Marco Bersanelli, explicó sus detalles en una conferencia en la escuela de verano del Observatorio del Vaticano.
Este curso se ha celebrado del 21 al 26 de junio en el Instituto el Carmelo, en Sassone, cerca de Roma, según informa L'Osservatore Romano en su edició n diaria en lengua italiana de este viernes.
"Luz e historia, en sentido literal, son también las coordenadas sobre las que se mueve la investigación más avanzada de la astrofísica", afirmó.
"La luz necesita tiempo para llegar al observador, y cuando llega al destino, le da una imagen instantánea del pasado -explicó-. Mirando a grandes distancias, podemos remontarnos hacia atrás en el tiempo".
Bersanelli es científico de instrumento de Planck-LFI, uno de los dos ojos del satélite Planck, lanzado al espacio en el cohete Ariane 5 el pasado 14 de mayo para recoger datos sobre la geometría, composición y evolución del universo.
El científico explicó que Planck no es sólo un satélite, sino también, en cierto sentido, una máquina del tiempo.
Este satélite tiene c omo objetivo "fotografiar el primer aliento del universo para descifrar las débiles ondulaciones en la intensidad y en la polarización del fondo cósmico", explicó.
Según la ESA, Planck es el primer observatorio espacial europeo cuyo principal objetivo es el estudio del Fondo Cósmico en Microondas - la reliquia de la radiación del Big Bang-, con una precisión definida por los límites de la astrofísica fundamental.
En su conferencia, titulada "Belleza e inmensidad del cosmos", el profesor Bersanelli destacó que la persona humana viene del misterio y añadió que la ciencia no es enemiga del sentido del misterio.
"¿Qué tenemos en común con aquellas lejanas playas del espacio y del tiempo, sino que quizás venimos del mismo gesto bueno del Misterio?", preguntó el científico
"Después de Dios y el firmamento, Clara", decía hace ochocientos años San Francisco, viendo brillar el esplendor del creador tanto en el cielo estrellado como en la persona más amada.
"Profundizar en el conocimiento no elimina la posibilidad de asombrarse, sino que la alienta - dijo, citando al célebre físico Richard Feynman-. No perjudica al misterio saber algo porque la realidad es mucho más bonita que lo que todos los artistas del pasado han sabido imaginar".
Por su parte, el director emérito del Observatorio Astronómico Vaticano, el padre George Coyne, explicó en su intervención que la humanidad ha entrado en el universo tras una larguísima historia.
"Si la edad del universo se redujera a la escala de un año, los dinosaurios aparecerían a finales de diciembre, el hombre aparecería el último d&ia cute;a del año y Galileo hace sólo dos segundos", indicó.
"Podemos decir que ha habido una continua transformación de energía en forma cada vez más compleja de materia -señaló, destacando la "fertilidad" de todo lo que existe- Somos hijos de tres generaciones de estrellas".
Y añadió: "Nuestro material químico está compuesto por residuos termonucleares resultantes de un proceso continuo de transformación de la energía del universo en forma cada vez más compleja de materia".
También intervino en el curso el presidente del Consejo Pontificio de la Cultura, el arzobispo Gianfranco Ravasi, que trazó las características principales de la cosmología bíblica.
Monseñor Ravasi explicó que la Biblia "democratiza" la relación con el cosmos -exclusiva del rey en la tradición babilónica-, supera el panteísmo distinguiendo al creador de la criatura, y privilegia la dimensión histórica, temporal, sobre la espacial.
Para el arzobispo, el tema del "diseño inteligente" y de la creación de la nada se pueden trazar en el tejido simbólico del texto y en la compleja numerología oculta en el libro del Génesis, basada en el siete, número de la perfección, y sus múltiples.
En este sentido, la creación del hombre en el sexto día sugiere su finitud, superable en el "séptimo día" de la relación con Dios.
Monseñor Ravasi también diferenció las concepciones del cosmos bíblica, que tiene en cuenta la existencia de Dios más allá del cosmos, y mesopotámica, que según aparece en el poema Enuma Eli sh, al decir quando in alto se refiere al inicio (íncipit).
Sobre esta cuestión, precisó que "cosmología y cosmogonía no son sinónimos".
La escuela de verano de astrofísica organizada por el Observatorio del Vaticano, la Super Voss, representa una posibilidad concreta de diálogo entre culturas y también de descubrir el gusto por una divulgación científica no vanal ni supeditada a las necesidades de conseguir financiación.
También una ocasión para preguntarse sobre la paradoja de la condición humana, parcela muy pequeña, pero punto de conciencia del universo.
Por Patricia Navas
Monday, June 29, 2009
Un estudio detalla el alto coste económico del divorcio, así como el impacto en los niños
ROMA, domingo, 28 junio 2009 (ZENIT.org).- Las rupturas familiares están causando anarquía social, según palabras del juez inglés Paul Coleridge. Juez decano de familia en Inglaterra y Gales, dirigió un discurso a la organización Family Holiday Association el 17 de junio.
Coleridge acusaba a las madres y padres de no confiar los unos en los otros enzarzándose en un juego de "adelantar al otro" que ha dejado a millones de niños "marcados de por vida", según un reportaje del periódico Daily Mail del 17 de junio.
En su discurso de apoyo a la familia, Coleridge pedía un cambio de actitud, de modo que la destrucción de una familia atraiga un estigma social.
"Lo que es motivo de preocupación privada cuando ocurre a pequeña escala se convierte en motivo de preocupación pública cuando alcanza proporciones de epidemia", añadía.
La dimensión pública de las rupturas matrimoniales ha sido el tema de un reciente informe del Institute of Marriage and Family Canada. Titulado, "Opciones Privadas, Costes Públicos: Cómo nos cuestan a todos las Familias Rotas", el instituto detallaba el impacto económicos del fracaso matrimonial.
El estudio hacía una estimación del coste de las rupturas familiares en relación al gasto del gobierno para el año fiscal 2005-2006. El impacto sobre el presupuesto de las ayudas a las familias rotas suma cerca de 7.000 millones de dólares canadienses al año (6.100 millones de dólares).
El informe también destacaba cómo las rupturas matrimoniales tienen un impacto económico especialmente dañino en las mujeres, llevándolas a lo que se denomina "feminización de la pobreza".
Aunque el estudio se centraba en el coste económico del fracaso familiar, también reconocía el impacto en los hijos. El divorcio no sólo está ligado a la pobreza, sino que un gran cuerpo de investigaciones demuestra que los niños se crían mucho mejor en un hogar casado y con los dos padres, apuntaba el instituto.
Impacto social
"Cuando las familias fracasan, como con tanta frecuencia ocurre hoy en día, nos queda al resto de nosotros, a través de las agencias e instituciones del gobierno, el pagar estos fracasos", comentaba el informe.
Las rupturas familiares van mucho más allá del divorcio, apuntaba el estudio. Incluye a l as parejas que cohabitan, a las madres solteras que nunca se casaron o nunca vivieron con los padres de sus bebés.
El informe observaba que algunos afirman que la estructura familiar no importa. Sin embargo, la vida familiar no es sólo una opción del consumidor, y el instituto argumentaba que, dado el impacto económico de tales decisiones, es perfectamente legítimo que los gobiernos estén preocupados por el futuro de la vida familiar. Estas opciones son mucho más que un asunto privado, puesto que son una parte vital de la sociedad, afirmaba el estudio.
Aunque los programas del gobierno pueden ofrecer algún apoyo, son un pobre sustituto de una vida familiar sólida. El instituto citaba un informe del 2005 que consideraba la situación de las personas con ayudas sociales en la provincia de New Brunswick.
En el estudio, las personas comentaban la gran pérdida de autoestima y la sensación de desamparo por depender de la ayuda social. El instituto añadía que las rupturas familiares llevan a lo que se ha descrito como las tres Des: "disolución, disfunción y falta de ‘dad' (papá)".
Este informe canadiense hacía referencia a un estudio publicado en el 2007 en el Reino Unido que examinaba el problema de la pobreza. En gran medida, concluía el estudio británico, han fallado los intentos del gobierno de aliviar la pobreza y la pobreza de quienes viven al margen de la sociedad, por el contrario, se ha vuelto más difícil de erradicar.
La ruptura de las estructuras familiares ha jugado un significativo papel en el problema de la pobreza en el Reino Unido, observaba el estudio, llevando a la conclusión de que las parejas casadas y comprometidas llevan a los mejores resultados tanto para niños como para adultos.
El estudio canadiense admitía que las familias intactas también necesitan ayuda del estado a través de la asistencia social y de subsidios. La proporción de quienes necesitan este tipo de ayudas es, no obstante, mucho más baja que en las familias mono parentales.
Impacto en los hijos
El Instituto comentaba que, cuando se liberalizó la ley del divorcio en Canadá, se asumió, en general, que lo que era bueno para los padres sería bueno para los hijos. Con posterioridad, la investigación empírica ha demostrado que este no es siempre el caso.
"Que las parejas esté casadas o no es, según muchos estudios sociales, un elemento de predicción notablemente exacto del resultado para los niños, incluso cuando se excluyen los factores económicos", indicaba el informe.
Toda una serie de parámetros sociales, como el consumo de drogas, los resultados académicos, la salud y la felicidad, se ven afectados por las estructuras familiares. Tanto a niños como a adultos les va mucho mejor en una situación de matrimonio estable.
"El punto a debatir no es si la falta de los dos progenitores casados importa de cara a los hijos sino más bien qué se puede hacer cuando esto ocurre", comentaba el informe.
Desgraciadamente, continuaba el estudio, la proporción de familias con los dos progenitores casados está disminuyendo de modo inequívoco, mientras aumenta el número de parejas de hecho y hogares mono parentales. Esta tendencia es también perjudicial para la estabilidad económica, apuntaba el informe, dado que los adultos casados tienden a participar de modo más pleno en la economía y a generar más ingresos por impuestos.
Carga económica
El informe observaba que las opiniones difieren en cuanto al porqué ser parte de una pareja casada trae consigo ventajas económicas. Algunos especulan que el matrimonio promueve una mayor responsabilidad en ambos esposos, mientras que otros consideran explicaciones económicas, como por ejemplo la capacidad de ambos cónyuges de especializarse y dividirse las muchas tareas de provisión y cuidado de una familia según sus propios talentos y capacidades.
Sea cual sea la razón lo cierto es que hay un impacto económico. El instituto se refería a diversos estudios internacionales sobre el coste de las rupturas familiares. Un informe de 2009, de la British Relationships Foundation, descrita como un think tank independiente dedicado a la promoción y mejora de las relaciones para una sociedad más fuerte, ponía el coste de las rupturas familiares en 37.030 millones de libras (61.070 millones de dólares) al año.
Otro informe, este del Centre for Social Justice de Londres, ponía el coste de las rupturas familiares en el Reino Unido en una tasa anual de 20.000 millones de libras (32.000 millones de dólares).
Volviendo a Canadá, el instituto calculaba que si el número de rupturas familiares se pudiera reducir a la mitad, los costes directos de ayuda a la pobreza para familias rotas y mono parentales podría reducirse para los contribuyentes en 2.000 millones de dólares canadienses (1.760 millones de dólares) al año.
Los datos del censo canadiense muestran que las familias con ambos progenitores son las menos dependientes de la ayuda del gobierno, los hogares con sólo el padre son más dependientes, y los hogares con sólo la madre los más dependientes.
Más feliz y más sano
Además, dicha reducción también disminuiría el sufrimiento y el trauma de la ruptura fami liar. "Los miembros de las familias que permanecen intactas serían más felices, más sanos y más ricos, pero también hay beneficios que se extienden más allá de las mismas familias", añadía el informe.
Para florecer, la sociedad necesita de familias sanas. "Los barrios en los que los modelos de varón adulto son escasos contribuyen a la cultura del machismo, la violencia y la irresponsabilidad de los jóvenes que daña incluso a los niños que viven con ambos progenitores", indicaba.
El instituto concluía el informe con una lista de recomendaciones. Iban desde la educación al matrimonio en los institutos hasta la información sobre los beneficios públicos del matrimonio, y los costes del divorcio.
El informe también pedía al gobierno que publicara datos más claros sobre cuánto se gasta en apoyar a las parejas de hecho y a los hogares mono parentales. También recomendaba reformar el sistema impositivo para aliviar a las parejas casadas.
Es necesario que los gobiernos comprendan la diferencia entre matrimonio y pareja de hecho, y que promuevan el matrimonio por todas las ventajas que ofrece frente a la cohabitación, indicaba el estudio. Puntos válidos fundados en fuertes evidencias empíricas.Por el padre John Flynn, L. C., traducción de Justo Amado
Coleridge acusaba a las madres y padres de no confiar los unos en los otros enzarzándose en un juego de "adelantar al otro" que ha dejado a millones de niños "marcados de por vida", según un reportaje del periódico Daily Mail del 17 de junio.
En su discurso de apoyo a la familia, Coleridge pedía un cambio de actitud, de modo que la destrucción de una familia atraiga un estigma social.
"Lo que es motivo de preocupación privada cuando ocurre a pequeña escala se convierte en motivo de preocupación pública cuando alcanza proporciones de epidemia", añadía.
La dimensión pública de las rupturas matrimoniales ha sido el tema de un reciente informe del Institute of Marriage and Family Canada. Titulado, "Opciones Privadas, Costes Públicos: Cómo nos cuestan a todos las Familias Rotas", el instituto detallaba el impacto económicos del fracaso matrimonial.
El estudio hacía una estimación del coste de las rupturas familiares en relación al gasto del gobierno para el año fiscal 2005-2006. El impacto sobre el presupuesto de las ayudas a las familias rotas suma cerca de 7.000 millones de dólares canadienses al año (6.100 millones de dólares).
El informe también destacaba cómo las rupturas matrimoniales tienen un impacto económico especialmente dañino en las mujeres, llevándolas a lo que se denomina "feminización de la pobreza".
Aunque el estudio se centraba en el coste económico del fracaso familiar, también reconocía el impacto en los hijos. El divorcio no sólo está ligado a la pobreza, sino que un gran cuerpo de investigaciones demuestra que los niños se crían mucho mejor en un hogar casado y con los dos padres, apuntaba el instituto.
Impacto social
"Cuando las familias fracasan, como con tanta frecuencia ocurre hoy en día, nos queda al resto de nosotros, a través de las agencias e instituciones del gobierno, el pagar estos fracasos", comentaba el informe.
Las rupturas familiares van mucho más allá del divorcio, apuntaba el estudio. Incluye a l as parejas que cohabitan, a las madres solteras que nunca se casaron o nunca vivieron con los padres de sus bebés.
El informe observaba que algunos afirman que la estructura familiar no importa. Sin embargo, la vida familiar no es sólo una opción del consumidor, y el instituto argumentaba que, dado el impacto económico de tales decisiones, es perfectamente legítimo que los gobiernos estén preocupados por el futuro de la vida familiar. Estas opciones son mucho más que un asunto privado, puesto que son una parte vital de la sociedad, afirmaba el estudio.
Aunque los programas del gobierno pueden ofrecer algún apoyo, son un pobre sustituto de una vida familiar sólida. El instituto citaba un informe del 2005 que consideraba la situación de las personas con ayudas sociales en la provincia de New Brunswick.
En el estudio, las personas comentaban la gran pérdida de autoestima y la sensación de desamparo por depender de la ayuda social. El instituto añadía que las rupturas familiares llevan a lo que se ha descrito como las tres Des: "disolución, disfunción y falta de ‘dad' (papá)".
Este informe canadiense hacía referencia a un estudio publicado en el 2007 en el Reino Unido que examinaba el problema de la pobreza. En gran medida, concluía el estudio británico, han fallado los intentos del gobierno de aliviar la pobreza y la pobreza de quienes viven al margen de la sociedad, por el contrario, se ha vuelto más difícil de erradicar.
La ruptura de las estructuras familiares ha jugado un significativo papel en el problema de la pobreza en el Reino Unido, observaba el estudio, llevando a la conclusión de que las parejas casadas y comprometidas llevan a los mejores resultados tanto para niños como para adultos.
El estudio canadiense admitía que las familias intactas también necesitan ayuda del estado a través de la asistencia social y de subsidios. La proporción de quienes necesitan este tipo de ayudas es, no obstante, mucho más baja que en las familias mono parentales.
Impacto en los hijos
El Instituto comentaba que, cuando se liberalizó la ley del divorcio en Canadá, se asumió, en general, que lo que era bueno para los padres sería bueno para los hijos. Con posterioridad, la investigación empírica ha demostrado que este no es siempre el caso.
"Que las parejas esté casadas o no es, según muchos estudios sociales, un elemento de predicción notablemente exacto del resultado para los niños, incluso cuando se excluyen los factores económicos", indicaba el informe.
Toda una serie de parámetros sociales, como el consumo de drogas, los resultados académicos, la salud y la felicidad, se ven afectados por las estructuras familiares. Tanto a niños como a adultos les va mucho mejor en una situación de matrimonio estable.
"El punto a debatir no es si la falta de los dos progenitores casados importa de cara a los hijos sino más bien qué se puede hacer cuando esto ocurre", comentaba el informe.
Desgraciadamente, continuaba el estudio, la proporción de familias con los dos progenitores casados está disminuyendo de modo inequívoco, mientras aumenta el número de parejas de hecho y hogares mono parentales. Esta tendencia es también perjudicial para la estabilidad económica, apuntaba el informe, dado que los adultos casados tienden a participar de modo más pleno en la economía y a generar más ingresos por impuestos.
Carga económica
El informe observaba que las opiniones difieren en cuanto al porqué ser parte de una pareja casada trae consigo ventajas económicas. Algunos especulan que el matrimonio promueve una mayor responsabilidad en ambos esposos, mientras que otros consideran explicaciones económicas, como por ejemplo la capacidad de ambos cónyuges de especializarse y dividirse las muchas tareas de provisión y cuidado de una familia según sus propios talentos y capacidades.
Sea cual sea la razón lo cierto es que hay un impacto económico. El instituto se refería a diversos estudios internacionales sobre el coste de las rupturas familiares. Un informe de 2009, de la British Relationships Foundation, descrita como un think tank independiente dedicado a la promoción y mejora de las relaciones para una sociedad más fuerte, ponía el coste de las rupturas familiares en 37.030 millones de libras (61.070 millones de dólares) al año.
Otro informe, este del Centre for Social Justice de Londres, ponía el coste de las rupturas familiares en el Reino Unido en una tasa anual de 20.000 millones de libras (32.000 millones de dólares).
Volviendo a Canadá, el instituto calculaba que si el número de rupturas familiares se pudiera reducir a la mitad, los costes directos de ayuda a la pobreza para familias rotas y mono parentales podría reducirse para los contribuyentes en 2.000 millones de dólares canadienses (1.760 millones de dólares) al año.
Los datos del censo canadiense muestran que las familias con ambos progenitores son las menos dependientes de la ayuda del gobierno, los hogares con sólo el padre son más dependientes, y los hogares con sólo la madre los más dependientes.
Más feliz y más sano
Además, dicha reducción también disminuiría el sufrimiento y el trauma de la ruptura fami liar. "Los miembros de las familias que permanecen intactas serían más felices, más sanos y más ricos, pero también hay beneficios que se extienden más allá de las mismas familias", añadía el informe.
Para florecer, la sociedad necesita de familias sanas. "Los barrios en los que los modelos de varón adulto son escasos contribuyen a la cultura del machismo, la violencia y la irresponsabilidad de los jóvenes que daña incluso a los niños que viven con ambos progenitores", indicaba.
El instituto concluía el informe con una lista de recomendaciones. Iban desde la educación al matrimonio en los institutos hasta la información sobre los beneficios públicos del matrimonio, y los costes del divorcio.
El informe también pedía al gobierno que publicara datos más claros sobre cuánto se gasta en apoyar a las parejas de hecho y a los hogares mono parentales. También recomendaba reformar el sistema impositivo para aliviar a las parejas casadas.
Es necesario que los gobiernos comprendan la diferencia entre matrimonio y pareja de hecho, y que promuevan el matrimonio por todas las ventajas que ofrece frente a la cohabitación, indicaba el estudio. Puntos válidos fundados en fuertes evidencias empíricas.Por el padre John Flynn, L. C., traducción de Justo Amado
Saturday, June 27, 2009
Me gustaría ser abortista, por Ramón Pi
El 26 de enero de 1987, hace veintidós años, Ramón Pi publicó en el diario Ya el artículo que reproducimos, que resulta ahora de sorprendente y dramática actualidad, cuando el Gobierno no vacila en recurrir al esperpento de negar la naturaleza humana de la víctima con tal de defender su proyecto genocida.Lo confieso. Me gustaría ser abortista.
Pocas actitudes como la abortista tranquilizarían mejor mi sensibilidad de hombre solidario con mis congéneres, y más con las del sexo femenino, víctimas históricas de una cultura que hizo de la fuerza física el fundamento principal y último de la dominación intelectual, profesional y social, con las secuelas económicas y personales que todo eso lleva consigo. Pocas actitudes como la abortista reflejarían con más nitidez mi propensión a alinearme con el débil, bien entendido que la actitud abortista no significa entusiasmo por el número de abortos mayor posible, sino la defensa de la mujer que, por las razones que fueren, considera que su embarazo es una agresión al diseño de su propia vida. Sí. Me gustaría ser abortista.
Me gustaría, porque la visión de una madre de cuatro, cinco o seis hijos, o más -que también las hay con más-, con las piernas atormentadas por las varices, con problemas circulatorios que le impiden la ingestión de anticonceptivos; o con un marido ‘sarraceno’ que la utiliza como reposo del guerrero sin el menor miramiento, aquí te pillo y aquí te mato; o con propensión a las tensiones nerviosas después de diez, quince, veinte años de matrimonio infeliz y sin salida fácil, es una visión que deprime al espíritu más romo y menos dado a la compasión.
Me gustaría ser abortista, en el sentido dicho y no en otro, porque los violadores campan por sus respetos, y su denuncia no es a veces más que correr el riesgo de que, una vez libre (porque éstos salen libres rápido, maldición), la denunciante corre el riesgo de ser violada, y atracada, y maltratada de mil otras maneras, y porque a ver quién le dice luego al hijo que su padre es, en realidad, un bestia desconocido que trituró a su madre en un descampado o dentro de un coche robado.
Me gustaría, sí, me gustaría ser abortista, porque hoy la ciencia permite saber, en la semana número veinticinco del embarazo, si el hijo que viene será mongólico o no, y no se le puede pedir a todo el mundo el hermoso heroísmo de mis propios padres, que tienen un hijo mongólico, mi hermano Manuel María, y luego tuvieron el valor de tener dos hijos más, inteligentes, llenos de talento, el uno reeducador de adolescentes marginados y el otro músico bohemio al que profeso una admiración que él desconocía hasta ahora, si estas líneas llegan a su poder. Y como yo comprendo que no todos son como mis padres, y que no es esa conducta la ‘conducta exigible’ según la doctrina alemana copiada por nuestro Tribunal Constitucional, me gustaría ser abortista, a fin de dedicar mis esfuerzos a aminorar el trauma cierto que significa tener un hijo subnormal, o ciego de nacimiento, o talidomídico.
Tengo tendencia natural a la solidaridad con el pobre, con el oprimido, con el maltratado por la vida. Y me gustaría ser abortista para contribuir al consuelo de esas mujeres sin cultura ninguna, incapaces de entender -y no por su culpa, sino porque así les han rodado las cosas en un mundo hostil- que existen métodos naturales de control de la natalidad, y que existen medios químicos, y físicos, y mediopensionistas, de impedir un embarazo que no se quería; son esas mujeres pobres de solemnidad, con maridos en paro, que destinan su tiempo a beber y ‘matrimoniar’, que diría Cela, que eso al fin y al cabo es gratis y, según cómo se mire, es el consuelo de los pobres.
Me gustaría ser abortista para sentir el orgullo de difundir la solidaridad con los menos favorecidos por la ruleta de los dineros, que son, para mayor escarnio, los que a la falta de medios materiales suelen unir la falta complementaria de medios intelectuales o educativos de supervivencia, y que se encuentran cargados de hijos a los que no pueden educar, ni vestir, ni alimentar siquiera como reclamaría la OMS para los niños de Etiopía.
Sólo encuentro un inconveniente, uno solo, pero definitivo, para ser un verdadero abortista moderno, solidario, alegre y progresista. Este inconveniente es insalvable: resulta que está ya fuera de discusión que el fruto de la unión del hombre y la mujer es, desde la misma fecundación del óvulo, un ser independiente de su madre en cuyas entrañas se aloja. No es ni un quiste, ni una protuberancia, sino un ser distinto, un ser humano (imposible otra cosa) distinto de sus padres, con un código genético ya definido, y que no necesita más que dos condiciones para convertirse en un ser adulto: alimentación y paso del tiempo. No es ni siquiera un ser vivo necesitado de la metamorfosis para convertirse en adulto. Es un hijo, tal cual, que en el seno de su madre vivirá aproximadamente el noventa por ciento de su desarrollo completo, y el otro diez lo completará fuera del claustro materno.
Y eso es así, y no hay nadie dispuesto a discutirlo a menos que sea un ignorante espectacular y encima quiera exhibir su ignorancia en público. Ya me gustaría que no fuera así, y que no pudiera hablarse de matar un ser humano, sino de ‘interrumpir un embarazo’, porque eso me permitiría demostrar con toda nitidez hasta qué punto me conmueve la situación difícil de la mujer que ve peligrar su salud, o acaso su vida, como consecuencia de un embarazo que no quería, o la circunstancia dramática de una mujer violada y embarazada como consecuencia de la agresión salvaje, o la posición insostenible de la madre de un rimero de chavales que le piden inútilmente de comer. Si el aborto deliberado no consistiera en descuartizar a un ser humano -pequeñito, eso sí, pero un ser humano- sino en extirpar un grano, yo me pondría al frente de las manifestaciones abortistas.
Un texto del fiscal general del Estado
Pero no es así, sino de la otra manera. Ya lo apuntaba Javier Moscoso de Prado en la Gran Enciclopedia Rialp, edición de 1971, tomo I, página 44: “Asistimos hoy -escribió el ahora fiscal general del Estado, sobre cuya ejemplaridad ética invito a opinar al lector- al intento de legalizar ampliamente el aborto, al menos durante los tres primeros meses del embarazo, pérdida del sentido del respeto a la vida que se pretende justificar alegando falsas razones de tipo eugenésico, psicológico, social, etc.”. Eso escribía, y así es en efecto. Y entonces me encuentro con que, de ningún modo, salvo envileciéndome a mí mismo y contribuyendo a envilecer la sensibilidad ajena, puedo defender la matanza de los inocentes como ‘solución’ de nada.
Y no puedo ser abortista, con lo que me gustaría serlo, porque falsificaría de raíz mi presunto humanitarismo y, lo que es peor, porque me quedaría sin argumentos serios para ir contra la fabricación de jabón con los judíos sacrificados en los campos de exterminio nazis. Porque destruido el respeto a la vida humana, por sí misma, ¿dónde están ya las fronteras? ¿Por qué doce semanas, y no quince, o veinticuatro semanas de gestación? ¿Por qué antes de nacer? ¿Cuál es la diferencia, si hablamos en serio?
No he hablado para nada de religión, ni de creencias trascendentes. No necesito nada de eso para comprender que, aunque me gustaría mucho, no puedo ser un abortista, salvo que acepte el envilecimiento, la hipocresía o ambas cosas a la vez.
Pocas actitudes como la abortista tranquilizarían mejor mi sensibilidad de hombre solidario con mis congéneres, y más con las del sexo femenino, víctimas históricas de una cultura que hizo de la fuerza física el fundamento principal y último de la dominación intelectual, profesional y social, con las secuelas económicas y personales que todo eso lleva consigo. Pocas actitudes como la abortista reflejarían con más nitidez mi propensión a alinearme con el débil, bien entendido que la actitud abortista no significa entusiasmo por el número de abortos mayor posible, sino la defensa de la mujer que, por las razones que fueren, considera que su embarazo es una agresión al diseño de su propia vida. Sí. Me gustaría ser abortista.
Me gustaría, porque la visión de una madre de cuatro, cinco o seis hijos, o más -que también las hay con más-, con las piernas atormentadas por las varices, con problemas circulatorios que le impiden la ingestión de anticonceptivos; o con un marido ‘sarraceno’ que la utiliza como reposo del guerrero sin el menor miramiento, aquí te pillo y aquí te mato; o con propensión a las tensiones nerviosas después de diez, quince, veinte años de matrimonio infeliz y sin salida fácil, es una visión que deprime al espíritu más romo y menos dado a la compasión.
Me gustaría ser abortista, en el sentido dicho y no en otro, porque los violadores campan por sus respetos, y su denuncia no es a veces más que correr el riesgo de que, una vez libre (porque éstos salen libres rápido, maldición), la denunciante corre el riesgo de ser violada, y atracada, y maltratada de mil otras maneras, y porque a ver quién le dice luego al hijo que su padre es, en realidad, un bestia desconocido que trituró a su madre en un descampado o dentro de un coche robado.
Me gustaría, sí, me gustaría ser abortista, porque hoy la ciencia permite saber, en la semana número veinticinco del embarazo, si el hijo que viene será mongólico o no, y no se le puede pedir a todo el mundo el hermoso heroísmo de mis propios padres, que tienen un hijo mongólico, mi hermano Manuel María, y luego tuvieron el valor de tener dos hijos más, inteligentes, llenos de talento, el uno reeducador de adolescentes marginados y el otro músico bohemio al que profeso una admiración que él desconocía hasta ahora, si estas líneas llegan a su poder. Y como yo comprendo que no todos son como mis padres, y que no es esa conducta la ‘conducta exigible’ según la doctrina alemana copiada por nuestro Tribunal Constitucional, me gustaría ser abortista, a fin de dedicar mis esfuerzos a aminorar el trauma cierto que significa tener un hijo subnormal, o ciego de nacimiento, o talidomídico.
Tengo tendencia natural a la solidaridad con el pobre, con el oprimido, con el maltratado por la vida. Y me gustaría ser abortista para contribuir al consuelo de esas mujeres sin cultura ninguna, incapaces de entender -y no por su culpa, sino porque así les han rodado las cosas en un mundo hostil- que existen métodos naturales de control de la natalidad, y que existen medios químicos, y físicos, y mediopensionistas, de impedir un embarazo que no se quería; son esas mujeres pobres de solemnidad, con maridos en paro, que destinan su tiempo a beber y ‘matrimoniar’, que diría Cela, que eso al fin y al cabo es gratis y, según cómo se mire, es el consuelo de los pobres.
Me gustaría ser abortista para sentir el orgullo de difundir la solidaridad con los menos favorecidos por la ruleta de los dineros, que son, para mayor escarnio, los que a la falta de medios materiales suelen unir la falta complementaria de medios intelectuales o educativos de supervivencia, y que se encuentran cargados de hijos a los que no pueden educar, ni vestir, ni alimentar siquiera como reclamaría la OMS para los niños de Etiopía.
Sólo encuentro un inconveniente, uno solo, pero definitivo, para ser un verdadero abortista moderno, solidario, alegre y progresista. Este inconveniente es insalvable: resulta que está ya fuera de discusión que el fruto de la unión del hombre y la mujer es, desde la misma fecundación del óvulo, un ser independiente de su madre en cuyas entrañas se aloja. No es ni un quiste, ni una protuberancia, sino un ser distinto, un ser humano (imposible otra cosa) distinto de sus padres, con un código genético ya definido, y que no necesita más que dos condiciones para convertirse en un ser adulto: alimentación y paso del tiempo. No es ni siquiera un ser vivo necesitado de la metamorfosis para convertirse en adulto. Es un hijo, tal cual, que en el seno de su madre vivirá aproximadamente el noventa por ciento de su desarrollo completo, y el otro diez lo completará fuera del claustro materno.
Y eso es así, y no hay nadie dispuesto a discutirlo a menos que sea un ignorante espectacular y encima quiera exhibir su ignorancia en público. Ya me gustaría que no fuera así, y que no pudiera hablarse de matar un ser humano, sino de ‘interrumpir un embarazo’, porque eso me permitiría demostrar con toda nitidez hasta qué punto me conmueve la situación difícil de la mujer que ve peligrar su salud, o acaso su vida, como consecuencia de un embarazo que no quería, o la circunstancia dramática de una mujer violada y embarazada como consecuencia de la agresión salvaje, o la posición insostenible de la madre de un rimero de chavales que le piden inútilmente de comer. Si el aborto deliberado no consistiera en descuartizar a un ser humano -pequeñito, eso sí, pero un ser humano- sino en extirpar un grano, yo me pondría al frente de las manifestaciones abortistas.
Un texto del fiscal general del Estado
Pero no es así, sino de la otra manera. Ya lo apuntaba Javier Moscoso de Prado en la Gran Enciclopedia Rialp, edición de 1971, tomo I, página 44: “Asistimos hoy -escribió el ahora fiscal general del Estado, sobre cuya ejemplaridad ética invito a opinar al lector- al intento de legalizar ampliamente el aborto, al menos durante los tres primeros meses del embarazo, pérdida del sentido del respeto a la vida que se pretende justificar alegando falsas razones de tipo eugenésico, psicológico, social, etc.”. Eso escribía, y así es en efecto. Y entonces me encuentro con que, de ningún modo, salvo envileciéndome a mí mismo y contribuyendo a envilecer la sensibilidad ajena, puedo defender la matanza de los inocentes como ‘solución’ de nada.
Y no puedo ser abortista, con lo que me gustaría serlo, porque falsificaría de raíz mi presunto humanitarismo y, lo que es peor, porque me quedaría sin argumentos serios para ir contra la fabricación de jabón con los judíos sacrificados en los campos de exterminio nazis. Porque destruido el respeto a la vida humana, por sí misma, ¿dónde están ya las fronteras? ¿Por qué doce semanas, y no quince, o veinticuatro semanas de gestación? ¿Por qué antes de nacer? ¿Cuál es la diferencia, si hablamos en serio?
No he hablado para nada de religión, ni de creencias trascendentes. No necesito nada de eso para comprender que, aunque me gustaría mucho, no puedo ser un abortista, salvo que acepte el envilecimiento, la hipocresía o ambas cosas a la vez.
"CONOCER ES SER CONOCIDOS Y AMADOS POR ÉL"
ORGANIZAR HOY NUESTRA VIDA CREYENTE CON SENTIDO DE LO ESENCIALORGANIZAR HOY NUESTRA VIDA CREYENTE CON SENTIDO DE LO ESENCIAL (Para trabajo en grupos) "Transformaos mediante la renovación de vuestra mente" (Rm 12,2) Llevamos décadas de cambios profundos y acelerados. Y en el proceso del cambio no todos alcanzan una situación mejor. Muchos cambian, sin más, sin poder decir en qué y hacia dónde. Abandonan el pasado, pero lo hacen hacia ningún futuro. Otros se estancan en la ambigüedad. Uno de los máximos problemas hoy es saber organizarse la vida cristiana con sentido de lo fundamental y, después, vivir y profesar la fe de forma coherente. Estas líneas quieren ser una aportación para ello. La vida es radicalmente dinamismo y crecimiento. Pero existe la fatal posibilidad de paralizar la fe y el amor. Y creer y amar menos es una especie de suicidio. Es un grave mal que bloquea la paz y la dicha. En aspectos importantes de la vida hemos anticipado nuestra muerte. Ya no crecemos. Envejecemos, pero no maduramos. Esto sucede con nuestra vida espiritual. Estamos espiritualmente estancados y ello obedece bien a causas personales, bien a que nos hemos diluido en el ambiente ambiguo y confuso de nuestro tiempo. Hemos nacido sedimentados en costumbres que, por más que estén aceptadas, no son verdad o son desviaciones de la verdad fundamental. Y hemos hecho hábitos muy resistentes que fosilizan la vida y el amor. 1. UN IMPACTO HISTÓRICO QUE MODIFICÓ PROFUNDAMENTE LA ESTRUCTURA DE LA VIDA ESPIRITUAL Cuentan los geólogos que hace decenas de millones de años un fuerte meteorito impactó en la tierra destruyendo, en virtud de la radiación, la vida de numerosas especies, entre otras las de los dinosaurios. Algo similar aconteció en la Edad Media en el terreno de la fe cristiana. Nacieron las lenguas romances; pero el clero siguió la celebración de la fe en una lengua, el latín, que llegó a ser absolutamente desconocida para el pueblo. Con el desconocimiento de la lengua se fue también oscureciendo el significado y contenido del misterio cristiano, la pascua, que fue todo y lo único que celebró el pueblo de los orígenes y que para siempre constituye el núcleo irreemplazable de la fe y de la vida espiritual. Ante el desvanecimiento del memorial cristiano, el mismo pueblo se sintió en la necesidad de inventar las llamadas "devociones populares". Esto introdujo un cambio copernicano. Nació, si no otro cristianismo, sí otra forma de ser cristianos, un cristianismo bastante más a la carta. Algo profundo quedó trastocado. Antes, en el modo de plantear la estructura de la vida cristiana y espiritual, la iniciativa permanecía siempre en Dios. Ahora era el hombre quien llevaba en todo la iniciativa. La Edad Media, en la historia de la espiritualidad, es para muchos una época infausta: es un momento, por una parte, de pérdida de lo original, y por otra, de creatividad subjetiva exuberante, de oscurantismo eclesiástico, de confusión entre el poder civil y el eclesiástico, entre la religión y las supersticiones, de involución de la cultura. Para otros es la época del desarrollo pleno de la fe por representar el tiempo cumbre de la cristiandad, de la unión de la Iglesia y del Estado, del predominio de lo eclesiástico sobre lo civil, de lo espiritual frente a lo temporal, del triunfo de la Ciudad de Dios sobre la ciudad terrena. En todo caso, la Edad Media fue una época de transición, pero de una transición que ha perdurado siglos, cuando nosotros estamos hoy acostumbrados a medir cualquier transición en años. Para bien o para mal, hemos vivido durante siglos de la Edad Media. Muchas expresiones de nuestra religiosidad son reflejos culturales propios de esa Edad. En la Edad Media se da gran importancia a lo popular, a las mentalidades colectivas, a la gran mayoría social con su carga de analfabetismo, creadora de una cultura oral, transmitida por tradición. Converge en ella una exuberancia imaginaria con una decadencia cultural. Y aquí radica el fenómeno de muchas devociones populares. El pueblo vive en una gran ignorancia. El clero bajo reside casi en su totalidad en el mundo rural, vive bajo la dependencia de un señor feudal sirviendo a una Iglesia fundada y mantenida por él, y se asemeja a los demás siervos y colonos que trabajan sus campos. El alto clero se organiza también en dependencia del rey o del emperador, como señor de las Iglesias particulares y como consejero y colaborador de los grandes. La incultura y la ignorancia se generalizan. Mientras que en los primeros siglos se bautizaba a los adultos después de un largo catecumenado, en los siglos posteriores se bautizaba a los niños a los pocos días de nacer. La preparación personal permanecía suplida por la herencia y el ambiente. Posteriormente se dio el caso muy difundido de la conversión de pueblos enteros siguiendo la voluntad de sus gobernantes. El panorama cambia profundamente. El bautismo pasa a ser un acto privado, de familia. Ya no es un acontecimiento de la comunidad. Lo propio ocurre con la penitencia. Y también, con la propia misa. Nacen muchos altarcitos alrededor del coro y en las naves y surge una pléyade de sacerdotes "altaristas" exclusivamente ocupados en decir muchas misas por intenciones personales y de familias. Y de esta masa informe de analfabetos o mal formados cristianos saldrán muchos de los sacerdotes de la Edad Media. Hasta el siglo VII la predicación corría a cargo del obispo. Muchos de ellos fueron ejemplares como catequistas de masas con ocasión de las festividades principales. Pero, desparecido el catecumenado, la predicación se fue haciendo progresivamente insuficiente. En el siglo V no se solía predicar en Roma. En las Galias se permitió predicar a los sacerdotes hacia el siglo VI. La predicación en las ciudades era escasa y en los pueblos nula. Durante siglos se dio un régimen de cristiandad cuyas características fueron • muy pobre conocimiento de lo cristiano y de lo religioso; • extraña combinación de lo cristiano con las reminiscencias paganas y residuos de religiones anteriores; • una ignorancia y pasividad que estimularon una piedad muy individualista. El clero se va separando cada vez más del pueblo cuando celebra. Llega un momento en el que los asistentes ya no participan en las celebraciones. Incluso rezan otras cosas. Todo lo hace el sacerdote en nombre de la comunidad, y como intermediario suyo. 2. LA SUSTITUCIÓN DE LAS CELEBRACIONES DE LA FE POR LAS DEVOCIONES POPULARES A la ignorancia popular que fue siendo progresiva durante siglos, se añadió el alejamiento del pueblo de la Biblia y de la celebración litúrgica. La lectura particular individual era imposible, pues no existían otros ejemplares que los escasos existentes en las iglesias y en los monasterios. Cuando la Reforma protestante postuló el retorno a las fuentes, se impulsaron las traducciones de la Biblia. La Iglesia nunca prohibió la lectura de la Biblia, como incorrectamente afirman algunos, sino sólo las ediciones protestantes, aunque es cierto que, en casos concretos, se extendió esta prohibición más allá de lo debido. Pero lo cierto es que las ediciones populares de la Biblia constituyen un hecho reciente. Y también es reciente la celebración de la misa en lenguas vernáculas. Su puesta en práctica se difundió debido al Concilio Vaticano II con la decidida intervención de Paulo VI que tuvo que superar para ello fuertes dificultades. Conocidas de todos son también las actuales dificultades de nuestro momento en la Iglesia. El pueblo se va distanciando de la celebración por muchas circunstancias: el abandono de la ofrenda popular que el uso del pan ácimo hace innecesaria e irreversible; el carácter monástico o canonical que reviste la liturgia; el canto, cuya complejidad aumenta, se convierte en coto cerrado de canónigos, de "scholas" y cantores. El coro sustituye a la asamblea, con el agravante, en catedrales y abadías, de su posición central que a partir del siglo XIV se convierte en muralla entre los fieles y el clero, éste último erigido como único actor de la celebración. Todo esto transforma a los laicos en unos asistentes pasivos, cuya presencia ni siquiera se menciona en los libros sagrados. El pueblo necesita ser piadoso. Y ante el hundimiento de su participación activa y consciente en las celebraciones litúrgicas, las devociones populares se desarrollan fuertemente y con rasgos característicos propios. Constituyen una espiritualidad distinta, más bien afectiva que intelectual, más teocéntrica que cristocéntrica, acentuadamente subjetiva e individualista. Contempla a Jesús preferentemente en su vida histórica y plantea una imitación más bien moral, apenas mística, de su persona y enseñanza. Fomenta de forma preponderante la oración mental, el examen de conciencia, la práctica de las virtudes. La oración personal mental obtiene una planificación tan minuciosa que desarrolla gran variedad de métodos, de meditaciones para los días del año, de ejercicios específicos para la memoria, el entendimiento y la voluntad y prevé tiempos, lugares, posturas, precisos y concretos. Todos estos rasgos se acentúan en la medida en que las formas de celebración litúrgica ya no son capaces de nutrir la interioridad profunda de los creyentes debido a lo extraño de la lengua y al desconocimiento de los fundamentos espirituales de la liturgia. En el correr del tiempo se han añadido otras causas, nuevas formas celebrativas incorrectas: introducción de elementos extraños a las celebraciones litúrgicas con oraciones provenientes de la devoción privada, más atractivas para celebrantes y pueblo que los cantos, himnos, antífonas y salmos litúrgicos; celebraciones de recitación ultrarrápida; carencia de sosiego en la pronunciación y de silencios meditativos; exceso de hieratismo o de protagonismo presidencial; preferencia por cantos de alto concierto de grandes autores clásicos, sin posible espacio para la intervención del pueblo; misas populares folclóricas; libertad salvaje en la interpretación de ritos y oraciones, incluso de anáforas, etc. 3. RESISTENCIAS Y DIFICULTADES HOY PARA EL CAMBIO Y LA RENOVACIÓN BÍBLICO-LITÚRGICA La historia nos dice que, durante los primeros siglos, la oración de la comunidad cristiana se desarrollaba de forma preferentemente comunitaria y en el ámbito de la celebración litúrgica. Las comunidades eran por lo regular pequeñas. Habían heredado la mentalidad judía del marco de la historia de la salvación centrado en la pascua. El Éxodo, la Ley, los profetas y los salmos constituían la urdimbre de la celebración. Y todo ello tenía su culminación y expresión en el memorial del Señor, que era todo y lo esencial que las comunidades celebraban. Sobre la base del primitivo ritual judío, fueron evolucionando de forma variable en conformidad con los diferentes contextos religiosos y culturales. Del judaísmo se heredaron bendiciones con fórmulas prefijadas, pero en las celebraciones específicamente cristianas se fueron introduciendo espacios de nueva creatividad, de forma que junto a las oraciones ya muy cristalizadas, había aclamaciones, peticiones y silencios que dotaban a la oración oficial de ricas expresiones de alabanza y de acción de gracias. Este tipo de celebración ofrecía a los cristianos notables posibilidades para el desahogo piadoso y personal. Poco a poco, y ante el peligro de dispersión, las fórmulas se hicieron más homogéneas y se fue poniendo límites tanto a las tradiciones locales como a las intervenciones personales. Con la aparición de la vida monástica primitiva y de las grandes órdenes religiosas, los ejercicios de piedad personal distintos de la celebración litúrgica, fueron adquiriendo mayor relieve y se convirtieron en un elemento esencial de la espiritualidad monacal. El primero, y el más importante, fue un método de oración mental personal basado en espacios fijos de lectura del evangelio, de meditación, oración y contemplación. Esta forma de oración tenía antecedentes fuertes en la vida del monacato de siglos anteriores. En la Edad Media se experimentaron con fuerza dos tendencias, una de interiorización y otra de explosión y de proliferación de expresiones devocionales en honor del Señor, de María, de los santos. El proceso de interiorización impulsó una forma de oración entendida como relación directa y personal con Dios y, en consecuencia, sustraída a todo peligro de disipación externa, incluida la misma pronunciación oral de la oración litúrgica. Si, por un lado, esta interiorización buscaba realizarse como verdadera "elevación de la mente a Dios", por otro, se iba a acentuar con el paso del tiempo la distinción y distanciamiento entre piedad litúrgica y piedad personal. Poco a poco ciertos ejercicios de piedad comenzaron a ser asumidos como característicos de estados diferentes de vida cristiana. Esto trajo aspectos ventajosos: ciertos ejercicios de piedad favorecieron la especificación de las diversas espiritualidades. Pero también trajo consecuencias negativas: no todos los ejercicios de piedad correspondían a las exigencias efectivas de estados de vida diferentes. Efectivamente, ciertos ejercicios típicos y adaptados a la espiritualidad monástica se impusieron a estados de vida que no podían tener como propia aquella espiritualidad. La espiritualidad del clero, y también la del pueblo, no fueron otra cosa que una espiritualidad monástica desleída. En cuanto a la proliferación de las prácticas devocionales, nacen en primer lugar expresiones de piedad popular no siempre fáciles de ser controladas. Al principio se aprecia en ellas el intento de mantener cierta relación entre la piedad litúrgica y la piedad popular. Pero mientras en sus comienzos la espiritualidad litúrgica pudo transferir rasgos específicos suyos a las prácticas devocionales, al fin estas prácticas terminaron haciéndose independientes e imponiéndose a la celebración litúrgica. Hubiera sido de desear la simbiosis entre piedad litúrgica y piedad popular; pero esta misma piedad del pueblo, en lugar de favorecer y vitalizar la liturgia, contribuyó a que la misma acción litúrgica quedara reducida a un ejercicio de piedad, entre otros y, además, no siempre rectamente entendido. La celebración sacramental de la penitencia, y la misma misa, quedaron reducidas a unas prácticas devocionales entre otras. Algunas de estas prácticas eucarísticas, si bien laudables, se desarrollaron sin apenas referencia al significado dinámico por excelencia de la celebración eucarística, el darse y compartirse en humildad sincera, en reconciliación y fraternidad profundas. El santoral llegó a adquirir predominio sobre los tiempos fuertes del calendario litúrgico. Aun hoy la fiesta del santo Patrón alcanza en incontables parroquias e Iglesias mucha más importancia y concurrencia que la celebración de la pascua. Entre los siglos X y XIV ciertos ejercicios de piedad encontrarán una implantación dominante. Tales son, entre otros, el Oficio de la Virgen, el rosario, el vía crucis, el ángelus. El concilio de Trento hizo la reforma de la vida monástica y religiosa e instituyó los seminarios para la formación del clero. Enseguida algunos ejercicios de piedad como la meditación, el examen de conciencia, formas privadas de adoración eucarística, la confesión frecuente, el rosario, la lectura espiritual, fueron regulados como elementos indispensables de la espiritualidad religiosa y clerical. Muy pronto estos ejercicios fueron institucionalizados por las constituciones y reglas de las diversas familias religiosas y de los seminarios, y algún ejercicio fue objeto de disposiciones canónicas bien precisas. En el mundo de los seglares las cosas fueron por otros caminos. Dada la dificultad de institucionalizar ejercicios de piedad adaptados a sus características, su espiritualidad quedó en cierto modo desguarnecida y abierta a toda iniciativa privada. Los ejercicios típicos de la vida religiosa y clerical se convirtieron en un ideal nostálgico para muchos seglares. La espiritualidad se fue concretando cada vez más en los ejercicios de piedad popular. El ejercicio de piedad que más caló en la religiosidad de los seglares fue el rosario. Piedad litúrgica y piedad popular se disociaron prácticamente por completo. La piedad personal se veía incluso mejor asistida por los ejercicios piadosos que por las celebraciones litúrgicas. Más todavía: las celebraciones litúrgicas quedaron reducidas a simples ocasiones para que los particulares, mientras el sacerdote seguía su camino en latín, pudieran dedicarse a otros ejercicios de piedad popular. Fue a finales del siglo XIX y comienzos del XX, y sobre todo con ocasión del concilio Vaticano II, cuando se volvió a hablar de la liturgia como fuente y cima de la vida cristiana y cuando se intensificaron los intentos de restablecer la celebración litúrgica en el centro de la vida espiritual. Se consiguió bastante, pero siguieron imponiéndose viejas costumbres y hasta nacieron nuevos obstáculos. El problema actual sigue siendo cómo situar la celebración eucarística en el centro de la vida, pero ahora bien entendida en su dinamismo original de alianza y de reconciliación, de amor fraterno, de humildad y solidaridad, de modo que pueda informar toda la vida, espiritual y secular. Y, además, saber compaginar equilibradamente esto con otros ejercicios de piedad personal. 4. LA PIEDAD CRISTIANA: ¡DIOS EN EL CENTRO! Todo ejercicio de la piedad cristiana ha de estar estructurado sobre la base del reconocimiento consciente de la prioridad absoluta de Dios. Dios es siempre el primero que se revela, que habla, que actúa. Dios lleva siempre la iniciativa, y la actitud fundamental del hombre es la de dejarse hablar, dejarse amar y transformar por Dios. El hombre, ante Dios, ha de ser fundamentalmente receptividad. Dios, también nos regala la fidelidad, el sentido de escucha y de acogida, la capacidad de responder. Carece de sentido que el hombre intente manipular a Dios pretendiendo hacer él todo, condicionándole para ser escuchado, obligándole a acceder a sus peticiones en la forma y medida de sus deseos. No es raro que no dejemos a Dios hacer de Dios, invirtiendo los papeles: el hombre hace de Dios y reconvierte a Dios en criatura, domesticándolo en función de sus necesidades y carencias. Utilizar preferentemente las devociones populares, la piedad inventada por el pueblo, ignorando o ladeando la estructura bíblica y litúrgica de la espiritualidad cristiana, es, cuando menos, un inmenso empobrecimiento no deseable para ningún creyente. La fe cristiana es una religiosidad esponsal. Por tanto, ante cada afirmación de Dios corresponde una respuesta concreta en el hombre. Dios se revela y se da, y el hombre ha de conocer con suficiencia lo que Dios quiere y ha de responder aceptando. En el ejercicio de la piedad ni puede darse Dios sin el hombre ni tampoco el hombre sin Dios. No puede haber solución reductiva ni evasiva. Se ha escrito muchísimo sobre la oración y no siempre se suele tener en cuenta este necesario equilibrio. En muchos casos, con la excusa de una interioridad profunda, la oración mete más y más al hombre en el hombre. Pretende ir a Dios, pero no sale de sí mismo. Existe otro peligro que acontece en dirección contraria. Los ejercicios de piedad que más se han difundido suelen ser aquéllos que han sido elaborados expresamente para la vida monástica. Éstos están de tal modo sacralizados que sólo acentúan la dimensión teocéntrica y trascendente. Aunque también los monjes deben equilibrar gloria de Dios y promoción fraterna y humana, pero lo cierto es que los ejercicios monacales están escalonados, unos tras otros, como dedicación total del tiempo a Dios. Quieren ser una consagración no interrumpida a Dios. Los religiosos de vida activa y los seglares llevan una vida en la que no pueden dedicar a Dios el tiempo de forma tan integral. De ahí la problemática escisión entre vida de piedad y vida profana y la consecuente y peligrosa identificación entre la vida cristiana y los ejercicios de piedad. Como forma reactiva a una unilateralidad teocéntrica de la piedad, surge una acentuación antropocéntrica que consiste en la exclusiva recitación de rezos (palabra de hombre) que se realizan sin la mínima escucha de la palabra de Dios (palabra de Dios). O también en el desarrollo de una oración constante de petición que apenas conoce la oración de adoración y alabanza. Para equilibrar, nada mejor que seguir el magisterio de la Iglesia expresado en el Concilio Vaticano II. Enseña que todos, también los seglares que viven en el mundo, están llamados a la santidad (LG 39-42). Y declara que "el cristiano que falta a sus obligaciones temporales, falta a sus deberes con el prójimo, falta, sobre todo, a sus obligaciones para con Dios y pone en peligro su eterna salvación" (GS 43). Pide armonía entre la liturgia y los ejercicios de piedad personal, sabiéndolos priorizar por orden de importancia, y pide también equilibrio entre los ejercicios de piedad y la actividad profesional. Lo cual quiere decir que si bien se dan evidentemente elementos comunes, a situaciones de la vida diversas, deben también corresponder ejercicios de piedad diferentes que, siendo compatibles con las distintas obligaciones profesionales, puedan expresarse en espiritualidades diferentes y más apropiadas. Esto requiere fijar algunos criterios de fondo que deben corresponder a los ejercicios de piedad con la que expresamos nuestra vida cristiana. 5. ALGUNOS CRITERIOS BÁSICOS IMPRESCINDIBLES PARA LA RENOVACIÓN 1. La misa, fuente y cima de la vida cristiana • Cristo es Mediador siempre en acto. Es el único "camino, verdad y vida". Una organización "cristiana" de la vida espiritual ha de tener como eje y centro a Cristo. Y como Cristo nos dejó su memorial, su cruz y cena, como acontecimiento siempre vivo y perdurable, para hacernos contemporáneos suyos a los hombres de todos los tiempos y lugares, con el fin de que todos nos lo apropiemos y nos identifiquemos con él, síguese que el eje de la vida cristiana no puede ser otro que la misa. La piedad del pueblo, por más popular que sea, que no esté "cimentada" sobre este eje, sino en devociones personales o en el santoral, no es correcta. Representa una deformación estructural. Otro estilo de espiritualidad no sólo es posible sino que es deseable y necesario. Y no se puede desear si no se conoce y se educa. • Es preciso recuperar el sentido esencial de la eucaristía no sólo como admirable presencia sacramental estática de Cristo, sino en su realidad dinámica de alianza, reconciliación, comunión con Dios y con los hermanos. La eucaristía no sólo hace el cuerpo de Cristo, sino que nos hace a nosotros su cuerpo. No sólo es conversión de materiales, sino, ante todo, transformación de las personas. La verdad de fondo de la eucaristía es el cuerpo místico de Cristo que somos nosotros. Cristo no sólo "está" en la eucaristía, sino que está dándose y para darse. Su "morir por" fue en realidad un "vivir para" nosotros. El "por nosotros, para nosotros, en nosotros" es esencial a la encarnación y a la redención de Cristo. La eucaristía dinámica es el acto y actitud de anonadarse, de ser humilde, de darse, entregarse y compartirse. Naturalmente, ¡la presencia eucarística del Señor es adorable! Pero él la instituyó originalmente con un fin irrenunciable e insuplible: como "cuerpo entregado" y como "sangre derramada", y para que nosotros hiciéramos lo que él hizo y como él lo hizo. Los historiadores de la Iglesia primitiva nos dicen que los primeros cristianos se reunían no para venerar cosas, sino para compartirse y vivir el amor fraterno. La eucaristía es ser y hacer común-unión con los hermanos. Es comer juntos en la mesa del rito y de la vida. Es esencialmente fraternidad, igualdad y solidaridad. La eucaristía del evangelio no termina en la hostia santa, nos regala el amor con el que Cristo mismo ama, y por tanto nos capacita e impulsa a prolongar en nosotros su "cuerpo entregado" y su "sangre derramada", a desarrollar hacia el prójimo una devoción semejante a la que sentimos por el cuerpo sacramentado del Señor. • Es preciso superar el concepto medieval de la eucaristía como "un acto de piedad", entre otros, como celebración cerrada, como un "medio" para la vida espiritual, aun el más excelente entre todos. Debemos reconocerla y vivirla como "cumbre de la actividad de la Iglesia y fuente de donde dimana toda su fuerza" (SC 10). Toda la reforma del Concilio Vaticano II pide para los seglares una "participación plena, consciente y activa" (SC 14). • Es fundamental saber conectar la vida con la eucaristía, saber llenar de realismo la ritualidad. En la eucaristía no celebramos sólo celebraciones, celebramos la fraternidad, el perdón y la reconciliación. No se reduce a un sacrificio ritual. Es un sacrificio existencial. Es "adoración en espíritu y en verdad". Lo que en ella ofrecemos es la vida santa, la vida entera, material y espiritual, temporal y eterna, vivida como amor fraterno. En ella tiene una importancia decisiva y condicionante el ofrecimiento de una seglaridad humanizadora, el saber ofrecer la vida real y los valores humanos que comporta con miras a una convivencia digna, fraterna, solidaria y dichosa. En este sentido, el contenido de la eucaristía de quienes viven en el mundo es la humanización de las realidades temporales, la supresión de las condiciones penosas del hombre en el mundo. La doctrina unánime de los Padres de la Iglesia, en este sentido, es paradigmática. La eucaristía coincide con la vocación de los laicos que es buscar y componer el reino de Dios arreglando y componiendo según Dios los asuntos temporales (LG 31). En el Nuevo Testamento los términos "culto" y "sacrificio" no designan las actividades litúrgicas de los cristianos. Son referidos a Cristo en cuanto deroga el culto y sacerdocio de la antigua alianza, y a la vida cotidiana de los cristianos, especialmente en todo lo referente a la reconciliación universal y profunda, a la solidaridad y a la vida de amor fraterno. • La eucaristía actual ha de acentuar más el aspecto evangélico de entrega hasta el sacrificio, de comunión integral, de solidaridad y amor fraterno, de perdón y reconciliación, de humildad y abajamiento, de servicio humilde. El modo y forma de celebrar de las comunidades quedará bien autentificado cuando apenas quede nadie que pueda decir: "la misa no me dice nada", cuando diga todo lo que Dios ha hecho por nosotros y todo lo que nosotros podemos hacer a favor de los hombres. Los cristianos tenemos la misión maravillosa de hacer inteligible, atractiva y seductora la celebración eucarística poniendo en primer plano lo que contiene y significa, el valor simbolizante de los ritos. Lo que ven los sencillos, los alejados y los agnósticos, debería preocuparnos mucho más que defender prerrogativas personales o preservar afirmaciones o ritualidades que contrarían frontalmente lo que el Señor vivió e instituyó. No vale decir que la misa es culto a Dios. Ciertamente es culto y de valor infinito. Pero la forma de culto no puede aminorar, y menos falsear, el contenido original tanto en Cristo como en los cristianos: la cruz, o muerte al hombre viejo, y la resurrección, o la vida de amor y alegría que proceden de compartirse, de vivir en comunión. Sólo son creíbles aquellas normas y pautas que se expresan objetiva y subjetivamente en un talante de humildad, de rebajamiento, de voluntario recorte de falsas añadiduras que proceden del doblaje o copia de poderes extraños al evangelio. • Los cristianos, en la celebración, han de saber también respetar elegantemente la fuerza simbolizadora del lenguaje ritual, preservándolo de repentizaciones arbitrarias, sabiendo que la liturgia es lenguaje gratuito por excelencia que está más allá de lo inmediato y de lo interesado, de lo útil e inútil. Es adoración a Dios. Sin embargo, adorar a Dios pide no sólo pureza ritual sino también autenticidad expresiva. Deben preocuparnos en serio los rasgos de un ceremonial petrificado, la obsesión de lo sagrado pensado como miedo y poder exterior, la reducción de la intención simbolizadora original del evangelio y de sus grandiosos significados, el total aislamiento en relación con las formas vivas de la cultura contemporánea, el mantenimiento y exhibición de clases y diferencias, los signos y distinciones que proceden de la profanidad, la idea de una realidad trascendente intocable. Una ritualidad que desconsidera "la disciplina mayor" de la mente de Cristo, de sus palabras y gestos institucionales, y se ata a "la disciplina menor" de un rubricismo estético obsesivo, convierte la liturgia en una acción in-significante e in-significadora, y es causa de desevangelización. Nadie está autorizado para apropiarse del rito en provecho propio. • Para conocer la eucaristía en los mismos dichos y gestos de Jesús, y en la más venerable tradición secular de la Iglesia, un texto aconsejado es el libro "La fracción del pan de la comunidad", de Francisco Martínez, en la Editorial Herder. 2. Vivir en el marco de la historia de la salvación: el Domingo y el año litúrgico Es necesario enmarcar la vida y la espiritualidad de religiosos y seglares dentro de la historia de la salvación, familiarizarlos con la espiritualidad del domingo y del año litúrgico. a) El Domingo es el día instituido por el Señor, el día que el Señor dedica a los suyos para hacerles partícipes de su gloria. “Es la fiesta primordial que debe presentarse e inculcarse a la piedad de todos los fieles” (SC 106). Es el fundamento y núcleo de todo el año litúrgico. Es tan importante que el documento “Doctrina de los Apóstoles”, del siglo I, afirma que el que ayuna o está triste en domingo comete pecado. El domingo se debe a una iniciativa personal de Cristo resucitado. Es la anticipación del otro mundo que no tiene ocaso. La reunión de los hermanos, los cantos de fiesta y victoria, el banquete eucarístico y la comida festiva familiar, el hacer de las relaciones gratuitas manjar y convite, el descanso, quieren ser un preanuncio de la fraternidad sin fisuras, la fiesta sin fin, la luz de la gloria, el festín escatológico, el reposo eterno, que nos esperan más allá de las fronteras del tiempo. El domingo es el día del hombre. Gracias a los elementos humanizadores que el domingo comporta, tales como el descanso, la fiesta, la alegría, la convivencia, la cultura, el arte, el deporte, el disfrute de la naturaleza, etc., el domingo es una institución en función y al servicio del hombre, de su dignidad, de su promoción, de su libertad, de su equilibrio físico y psíquico, de su realización como sujeto individual y social. El domingo es el día de la afirmación del hombre. Un domingo pura evasión ya no es el domingo cristiano. La asamblea es lugar de encuentro, de reconciliación, de acercamiento, de superación de las diferencias, de reconocimiento mutuo, de gestos de solidaridad, de prestación de servicios, de comunión fraterna. "No desertéis de las asambleas" dice la carta a los Hebreos (10,25). Las Actas de los Mártires, del siglo III: "Somos cristianos, por eso nos hemos reunido… Hemos celebrado la paz del Señor porque la celebración del domingo no se puede omitir… No podemos vivir sin celebrar el día del Señor". b) El año litúrgico es el espacio privilegiado donde Dios mismo habla y actúa, • en el que Dios se presenta llevando siempre la iniciativa, hablando, amando y actuando, mientras que el hombre, liberado de la dispersión de las espiritualidades a la carta, es situado en obligada y dichosa actitud de escucha y de respuesta, • que tiene como finalidad insuperable la formación de Cristo a lo vivo en nosotros, • en el que el Antiguo Testamento y su culminación en el Nuevo, constituye la gran didascalia o pedagogía con la que Dios preparó la venida de su hijo al mundo y con la que hoy la Iglesia prepara la venida de Cristo a los creyentes de todos los tiempos y lugares, • porque nos establece admirablemente en el corazón de la pascua, corazón y meta de la fe y de la vida cristiana, • porque es el mejor camino para recuperar el asombro, la fascinación, la ilusión de una vida y piedad que se nutre del testimonio de los profetas, de la belleza y espiritualidad de los salmos, de la riqueza de la oración de Cristo y de la Iglesia, • porque es el mejor alimento para nutrir la oración personal, • porque enmarcados en la gran historia de la salvación, nos hace comprender que ser cristianos es meterse en la historia y hacer historia, la de Cristo en nosotros como esperanza de la gloria, • porque nos inmuniza del peligro de los particularismos sectarios y nos inserta eficazmente en la comunidad eclesial. Para vivir la espiritualidad fundamental de la Iglesia, un texto aconsejable es "Vivir el año litúrgico", de Francisco Martínez, de la Editorial Herder. El ideal es seguir con él los tiempos fuertes de Adviento-Navidad y Cuaresma-Pascua. Contiene el núcleo de la espiritualidad judía y de la Iglesia de los primeros siglos. Para ello, nada mejor que la impresionante riqueza de los profetas, los salmos, los evangelios, las cartas apostólicas, la liturgia. 3. Una vida organizada como respuesta a la lectura incesante de la palabra de Dios La vida cristiana tiene como presupuesto absoluto y condicionante la Revelación de Dios. Dios se revela y el hombre conoce y responde. El hombre es su respuesta, lo que responde, no lo que se organiza por su cuenta. Responder es existir, y no responder es perder la identidad. La existencia cristiana es una vida dialogal. El hombre constitutivamente es su relación. Amar y ser amado: he ahí todo el hombre. La razón de la vida es existir para el otro y con el otro. Dios ha enviado a su Hijo, su Palabra total. Y el Hijo ha venido y nos ha hablado él mismo. Y no sólo habló, sino que habla hoy él mismo en la proclamación de la palabra en la liturgia. Cuando ésta es proclamada "Cristo mismo habla". La Santa Escritura quedó concluida hace de dos mil años. Pero la palabra de Dios no es letra muerta, es viva y actual. Los sucesos bíblicos y evangélicos no son crónicas muertas. Poseen un sobrepasamiento de ellos mismos que nos alcanza a nosotros en un sentido espiritual y más pleno. Cuando es proclamada la palabra, el Espíritu la hace viva y la introduce dentro de nosotros. Es preciso saber leer, escuchar el texto en los nuevos contextos de nuestras vidas. El Espíritu que inspiró la Escritura, está presente en la relectura que se hace en la liturgia de todos los tiempos y lugares. Así, Cristo sigue hablando porque no es Dios de muertos, sino de vivos. La lectura del evangelio no se agota en la proclamación de la liturgia. Cada uno de nosotros ha de tener el evangelio a las manos para leer y releer con frecuencia. Una práctica de oro, durante todos los siglos, ha sido la llamada "lectura divina", que acontece cuando una comunidad, un grupo, va leyendo en común, semanalmente, el evangelio de los domingos, de los días festivos para estudiar entre todos cómo vivimos y cómo deberíamos vivir a la luz del evangelio. Cada año se publican pequeños misalitos, con las misas de los domingos, que no deben faltar en tu casa. 4. La madurez cristiana y humana Muchos, muchísimos, envejecen, pero no maduran. Ningún hombre del mundo toleraría que los animales, las plantas, los frutos, no madurasen. Hay responsables que pretenden hacerlo todo y no saben activar la responsabilidad de los demás. Es frecuente, en el mundo y en la misma Iglesia. Hay una meta inexorable para todos: sacar de nosotros todas nuestras posibilidades y saber aprovechar todas las gracias que recibimos de los hombres y de Dios. El hombre no puede renunciar a trabajar para conseguir su madurez. Madurando, rompemos la incapacidad de crecer. La mayoría de los hombres son jubilados espirituales. Hay jóvenes que ya son viejos. Un jardín no crece sin cuidados. El hombre menos todavía. La madurez se refiere a perfeccionarnos como imagen de Dios que somos, a potenciar todo lo posible el amor superando los impulsos del egoísmo, a reflejar progresivamente el espíritu de las bienaventuranzas. Hay que educar las tendencias, los sentimientos. Hay que asimilar las actitudes específicamente cristianas. Para ayudarse a madurar tienen una gran importancia los exámenes de conciencia y los antiguamente llamados "escrutinios" en los catecumenados de la iniciación cristiana. El Centro Berit de Zaragoza te ofrece unos folletos sencillos, pero muy elaborados, sobre la madurez cristiana, el amor propio, las bienaventuranzas, el sentido comunitario. Sirven para la revisión de vida en grupos de evangelio y oración. La madurez cristiana es inviable sin momentos fuertes de reconciliación y perdón. Esta reconciliación tiene su expresión fuerte en la reconciliación sacramental y en la reconciliación comunitaria. Con el pretexto de la reconciliación individual, nuestra época ha perdido la dimensión necesaria de la reconciliación mutua siempre que nos hacemos daño unos a otros. Pecamos contra el prójimo y, con la excusa de confesarnos ante Dios, no reparamos ni restauramos el mal. Antiguamente, primero se hacía la penitencia, la reparación, y después venía la absolución. Ahora se recibe la absolución y no se repara el mal con el prójimo ofendido. 5. La santa seglaridad, confesión de fe El seglar se santifica en el mundo organizando su vida de fe, de oración, y haciendo correctamente sus deberes temporales. Jesús nos dijo: "En esto conocerán que sois discípulos míos, si os amáis unos a otros" (Jn 13,35). Este amor lo refiere el Señor a nuestra vida concreta actual. Y nuestra vida concreta es una existencia temporal en la que los valores humanos temporales son el contenido lógico de la fe. Es imposible ser cristiano cuando se renuncia a ser humano. Cristo vino a revelar el hombre al hombre. Lo decisivo no es suprimir, sino orientar. El Dios de la redención es el Dios de la creación. A Dios no vamos desnudos de lo humano, sin cuerpo, sin historia, sin ambiente. No caminamos hacia Dios interrumpiendo nuestra misión de hombres. Lo malo no es el mundo, sino el pecado en el mundo. Sólo podemos ser fieles a Dios siendo fieles a la tierra. Otra suerte hubiera corrido la evangelización si los cristianos hubiéramos hecho de nuestra presencia social y temporal una manifestación de la gracia de Dios. Nos santificamos humanizando la convivencia, la familla, el trabajo, la profesión, la política, la economía, la salud, la enfermedad, la soledad, todas las realidades temporales, reconociendo la suprema dignidad de toda persona humana. 6. Modo práctico de organizar la vida espiritual diaria a) Un cristiano seglar hará muy bien planteándose su oración de la mañana y de la noche. En los llamados "devocionarios" antiguos se consignaban unas oraciones para la mañana llamadas "ofrecimiento de obras". Representa un residuo de la vida monacal, cuando después de los laudes y de la misa los monjes iban a la sala capitular donde el abad les confiaba a cada uno los trabajos del día. En ese momento los ofrecían al Señor. No es un ideal para el seglar. Es más importante la oración desinteresada de alabanza, de adoración, de acción de gracias tal como se contiene por ejemplo en la oración oficial de los laudes. Hay hoy libros de vida cristiana populares que contienen algún modelo largo y otros más breves inspirados en la oración oficial de la Iglesia. Lo propio ocurre con la oración de la noche. Su mejor inspiración estará en que sea una aproximación de la oración de vísperas. Una obra útil puede ser "El libro de la vida cristiana", de la Editorial Herder, de Francisco Martínez. Es un compendio de vida cristiana que facilita la vivencia de la piedad estructural de la Iglesia. b) Ejercicio fundamental es la santa misa. Hay quienes la practican diariamente. Es una actitud loable. Pero esta práctica tiene también sus interrogantes. La brevedad rutinaria en la celebración de un misterio tan grande, la recitación ultrarrápida que no deja espacios para la impregnación personal, la carencia absoluta de silencios meditativos, la moralización de la misma al reducirla a precepto, los añadidos puramente culturales referidos a rubricas arcaicas, el empobrecimiento de la misma al no ser ya capaz de expresar los significados simbólicos profundos de la institución original según la mente de Jesús, la espontaneidad salvaje que interrumpe el cauce de la tradición, el canto coral no inteligible, la música de concierto que elimina la participación de la comunidad, la incapacidad absoluta de sugerir el ofrecimiento personal en lo concreto de las necesidades comunitarias y sociales, y otras causas, impiden participar en consonancia con las palabras y gestos de Jesús en la cena. Es fundamental no detenerse en el concepto de la misa como simple presencia de Jesús, sino saber pasar al rico contenido de la misma como memorial de la pasión y resurrección participado consciente, activa y responsablemente, viviendo intensamente el amor fraterno. Hay quienes junto a la misa acumulan otras devociones, el rosario, novenas, padrenuestros y avemarías por incontables intenciones. La misa encierra todo el misterio cristiano y tiene por sí misma consistencia absoluta. Vale mucho más hacerla con calma y sobriedad. Nadie puede añadirle más súplicas, ni intenciones, ni más indulgencias porque es la fuente de todo. Lo abarca todo. Las mismas rúbricas generales suelen prescribir no repetir ritos y oraciones. Hay quienes dan gracias a Cristo por la comunión. Este rasgo es extraño en los primeros siglos. La verdad de fondo es que la misma eucaristía, en la proclamación de las lecturas, en la consagración y comunión, es acción de gracias total de Cristo al Padre, y nosotros, con Cristo y en él, en su personal e infinita acción de gracias al Padre, damos gracias por la íntegra historia de salvación. c) La oración privada personal es una recomendación tradicional muy constante. Es tanto más necesaria, por desgracia, cuando la misa, en tantos casos, ya no ofrece posibilidades ni espacios para el ahondamiento y la impregnación personal. Y parece que está ya tan estructurada que no parece puedan haber cambios. La oración está referida al sentido último del hombre. Equivale a emprender el camino de la convivencia definitiva con Dios y afianzar la convivencia eterna. Es saber estar del todo con él. Es contacto y comunión con Dios en Cristo. A los israelitas nadie les enseñaba a hacer oración. Se encontraban en ella con naturalidad absoluta viviendo la historia de salvación. Vivían como respuesta al amor de Dios. La oración personal tiene su fundamento en el ejemplo de Cristo. Vive en el mundo de Dios como en el suyo propio. La oración es la respiración de su alma, su descanso y su gozo. La oración es un proceso de conversión. Es ser del todo. Ser él. Es experimentar la capacidad y apertura al sentido. Es vencer la no receptividad, la impermeabilidad, ante la penetración de la luz en el hondón de nuestras tinieblas. Es suprimir el falso yo, emprender el camino de la libertad verdadera. Es identificarse con Cristo. No es una forma de orar, sino una forma de ser. Es dejarnos mirar, amar y transformar por él, teniendo en cuenta los textos del evangelio. En la oración lo que importa no es decir cosas, pues Dios ya las sabe todas, sino amar. No es asunto de tiempo sino de amor. Saber darse es señal de haber ya recibido. La oración es la experiencia de una presencia sentida. Una obra, basada en la Biblia y liturgia, y que puede facilitar el ejercicio de la oración meditación es "Dejarnos hablar por Dios", de Francisco Martínez, de la Editorial Herder. d) La formación permanente No hay vida si no se nutre regularmente. Un cristiano hará muy bien manejando habitualmente el misal de los domingos, y los documentos del Concilio Vaticano II. Otras obras útiles son el Catecismo de la Iglesia universal y las grandes encíclicas de los papas. e) Otras expresiones devocionales útiles, que no deben prevalecer a la estima por la palabra y por la eucaristía, son: -el rosario, una contemplación de los misterios de la redención en la repetición de tres oraciones muy importantes: el Padrenuestro, el Avemaría, el Gloria. Recitado lentamente puede constituir una oración verdaderamente contemplativa, -el Vía crucis, puede tener especial sentido en tiempos de cuaresma y pasión, -el Ángelus nos recuerda en los tiempos estratégicos de la mañana, mediodía y tarde, el gran misterio de la encarnación, es decir, de la infinita y definitiva cercanía de Dios a nosotros. Francisco Martínez García www.centroberit.com
Centro Berit de Zaragoza. Don Francisco Martínez García
DOMINGO 13 DEL T.O.
1ª lectura
Sb 1,13-115; 2,23-25
Salmo
29
2ª lectura
2Cor 8,7-9.13-15
Evangelio
Mc 5,21-43
Homilía:-->
CONTIGO HABLO, NIÑA, LEVÁNTATE 2009. 13º Domingo Ordinario (B) El tema de fondo del evangelio de este domingo es la divinidad de Jesús. En el domingo anterior veíamos a Jesús mostrándose superior a las fuerzas hostiles al hombre: el oleaje y el huracán del mar se apaciguan instantáneamente al imperio de la palabra de Jesús. En el evangelio de este domingo volvemos a ver a Jesús ejerciendo dominio absoluto sobre la enfermedad y la muerte, dos males extremos del hombre. Jesús actúa con autoridad. En los discípulos y en la gente se suscita un interrogante de importancia fundamental: ¿Quién es éste? Jesús responde con hechos: resucita de forma pública y notoria a una niña muerta y sana la enfermedad persistente y oculta de una mujer. Tanto Jairo, padre de la niña, como la mujer, creen que Jesús puede solucionar su mal. Jesús pide fe. Dice a la mujer: “Hija, tu fe te ha curado”. Y a Jairo le dice: “No temas; basta que tengas fe”. La fe conlleva el abandono de nuestras seguridades y nos pone confiadamente en las manos de Jesús. UN EVANGELIO PARA HOY El evangelio de este domingo es actual y realista. Habla al hombre de hoy que se caracteriza por una fe afectada de enfermedad y de muerte. Muchos no creen. Otros dicen que creen, pero en el fondo no creen: su fe es algo exterior, un reflejo cultural, un suceso de herencia, etc. Otros afirman no creer; pero nunca han hecho para ello una decisión consciente. Simplemente viven bajo la influencia negativa del ambiente. Hay quienes cumplen observancias religiosas “por si acaso hay algo más allá”, según dicen. La fe no es en ellos una opción fundamental. No se apoya en una motivación decisiva. Hoy son muchos los que niegan aquello mismo que ignoran. La ignorancia y la inconsciencia son una enfermedad perversa y endémica de muchos hombres de hoy. Dicen que se han alejado de la fe, de la Iglesia, pero en realidad no se ha distanciado nunca o casi nunca porque nunca han estado dentro, o cerca. JESÚS, REVELADOR Y REVELACIÓN El centro absoluto del evangelio de hoy es Jesús. Él es el revelador y es también la revelación. Es el mensajero y es el mensaje. La vida, aun en el hombre, es siempre el aliento de Dios (Gn 2,7). Dios es la vida del hombre. “Mira, yo pongo ante ti vida y muerte… Si amas a Yahvé tu Dios y sigues sus caminos, vivirás… Pero si tu corazón se desvía… yo os declaro hoy que pereceréis sin remedio y que no viviréis muchos días…” (Dt 30, 15ss). Jesús dice: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6). Y Pablo afirma: “Para mí la vida es Cristo” (Fil 1,21). Cristo es la vocación transcendente del hombre, su plenitud. En Cristo y con Cristo el hombre rompe el límite de su condición humana y creada y es ascendido hasta participar de la divina naturaleza. Cristo es la medida del hombre, la dimensión más rica e íntima de su identidad, su sobrepasamiento y divinización, el lado más real y dichoso de su existencia humana. La expulsión de los malos espíritus, la curación de las enfermedades, la resurrección de muertos, están siempre en referencia con el perdón de los pecados, con la restauración interior y definitiva del hombre, y con la participación en la vida gloriosa de Cristo resucitado. JESÚS TIENE PODER DE CURAR LA ENFERMEDAD Y DE RESUCITAR LA MUERTE El evangelio narra dos acciones extraordinarias de Jesús, una de las cuales se cuela dentro de la otra, entre el comienzo y el final de la misma. La niña de Jairo, jefe de la sinagoga, está enferma, “en las últimas”, y su padre se presenta a Jesús pidiéndole que la cure. Jesús camina acompañado de mucha gente. Apretujada entre el gentío inmenso, va una mujer que desde hacía doce años padecía flujos de sangre y, habiendo gastado toda su fortuna con muchos médicos, había empeorado. Lucas, al referir el hecho, dice que “la mujer no se había podido curar con nadie”. Acercándose por detrás, en secreto, tocó el manto de Jesús pensando que con sólo tocar quedaría sana. De repente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo había quedado curado. Jesús notó que había salido de él una fuerza y preguntó en público: “¿Quién me ha tocado el manto?”. No era el tocar físico, pues estaban todos juntos y prensados, sino el tocar de la fe. Otros muchos tocaban a Jesús con fines similares, pero confiando ciegamente en fuerzas mágicas, más que personales. Lo que mueve a la mujer es la fe en la persona de Jesús. Una fe secreta, oculta, pero intensa. La mujer se acercó asustada y temblorosa. La ley prohibía el contacto con una persona que padecía flujo de sangre porque causaba impureza legal. “Tocar” a Jesús era un acto ilegal, horrendo. Pero la mujer llevaba ya doce años de sufrimientos espantosos, había gastado toda su hacienda y no tenía otra esperanza. Y toca con la fe más que con las manos. Y la curación se produce de repente y del todo. La mujer, turbadísima, oye decir a Jesús confiado: “Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud”. Yendo de camino, dan la noticia a Jairo de que su niña ya ha muerto. Le dicen: ¿para qué molestar más al maestro? Jesús hace como si no oyese, e indica a Jairo que no deje de creer. Llegados a la casa, la gente lloraba y se lamentaba a gritos. Jesús dice que la niña no está muerta, sino dormida. Y se le ríen. Jesús entró a la habitación donde yacía la niña, la cogió de la mano y gritó: “¡Contigo hablo, niña, levántate!”. La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar. Tenía doce años. La afirmación central del evangelio es que el Señor es el dueño y señor de la salud y de la vida. El Señor es Dios. Quien desee vivir en verdad, ha de poseer la fe. EL ABORTO, UNA LACRA ESPANTOSA La vida la da el Señor, nos dice el evangelio. Pero nuestro mundo vive la cultura de la muerte. La propuesta ordenación jurídica del aborto es absolutamente incompatible con la fe del evangelio. La Comisión Permanente del Episcopado Español ha remitido a los creyentes una nota que reseñamos y resumimos. Una legislación abortista, y su aceptación social por parte de muchos es, sin lugar a dudas, lo más grave que está aconteciendo en el siglo XX y XXI. Lenín en 1920, y Hitler en 1933 establecieron el aborto legal para sus políticas racistas. Presentar el aborto como un derecho que habría de ser protegido por el Estado, es una mentira y la fuente envenenada de inmoralidad e injusticia que invalida todo el proyecto de ley. Abortar es “un crimen abominable, un acto intrínsecamente malo que viola muy gravemente la dignidad de un ser humano inocente, quitándole la vida”, dice el Vaticano II. La voluntad de la madre nunca puede llegar a ser árbitro absoluto sobre la vida y la muerte del hijo. El derecho a la vida no es una concesión del Estado, es un derecho anterior al Estado mismo y éste tiene obligación de tutelarlo. Abortar para procurar, según dice, la salud de la madre es de por sí una falsedad. El embarazo no es de por sí una enfermedad. Abortar no es nunca curar, es siempre matar. La apelación a la salud es una excusa para encubrir el deseo particular de no tener un hijo, aun quitándole la vida. Es científica y éticamente falso que el feto sea un ser vivo, pero no un ser humano, cuando genéticamente, y aun independientemente del cuerpo de la madre, tiene ya codificadas en sí mismo todas las acciones específicamente humanas. Eliminar una vida humana no es nunca un asunto privado. El derecho a vivir no está, ni puede estar, a disposición de nadie. Es un desorden que muchos cristianos subordinen la moral a la política. Juan Pablo II, en su Encíclica “Evangelium vitae, 73, afirma: “En el caso de una ley intrínsecamente injusta, como la que admite el aborto o la eutanasia, nunca es lícito someterse a ella, ni participar en una campaña de opinión a favor de una ley semejante, ni darle el sufragio del propio voto”. Es Dios quien da la vida y no corresponde al hombre quitarla. Francisco Martínez García
1ª lectura
Sb 1,13-115; 2,23-25
Salmo
29
2ª lectura
2Cor 8,7-9.13-15
Evangelio
Mc 5,21-43
Homilía:-->
CONTIGO HABLO, NIÑA, LEVÁNTATE 2009. 13º Domingo Ordinario (B) El tema de fondo del evangelio de este domingo es la divinidad de Jesús. En el domingo anterior veíamos a Jesús mostrándose superior a las fuerzas hostiles al hombre: el oleaje y el huracán del mar se apaciguan instantáneamente al imperio de la palabra de Jesús. En el evangelio de este domingo volvemos a ver a Jesús ejerciendo dominio absoluto sobre la enfermedad y la muerte, dos males extremos del hombre. Jesús actúa con autoridad. En los discípulos y en la gente se suscita un interrogante de importancia fundamental: ¿Quién es éste? Jesús responde con hechos: resucita de forma pública y notoria a una niña muerta y sana la enfermedad persistente y oculta de una mujer. Tanto Jairo, padre de la niña, como la mujer, creen que Jesús puede solucionar su mal. Jesús pide fe. Dice a la mujer: “Hija, tu fe te ha curado”. Y a Jairo le dice: “No temas; basta que tengas fe”. La fe conlleva el abandono de nuestras seguridades y nos pone confiadamente en las manos de Jesús. UN EVANGELIO PARA HOY El evangelio de este domingo es actual y realista. Habla al hombre de hoy que se caracteriza por una fe afectada de enfermedad y de muerte. Muchos no creen. Otros dicen que creen, pero en el fondo no creen: su fe es algo exterior, un reflejo cultural, un suceso de herencia, etc. Otros afirman no creer; pero nunca han hecho para ello una decisión consciente. Simplemente viven bajo la influencia negativa del ambiente. Hay quienes cumplen observancias religiosas “por si acaso hay algo más allá”, según dicen. La fe no es en ellos una opción fundamental. No se apoya en una motivación decisiva. Hoy son muchos los que niegan aquello mismo que ignoran. La ignorancia y la inconsciencia son una enfermedad perversa y endémica de muchos hombres de hoy. Dicen que se han alejado de la fe, de la Iglesia, pero en realidad no se ha distanciado nunca o casi nunca porque nunca han estado dentro, o cerca. JESÚS, REVELADOR Y REVELACIÓN El centro absoluto del evangelio de hoy es Jesús. Él es el revelador y es también la revelación. Es el mensajero y es el mensaje. La vida, aun en el hombre, es siempre el aliento de Dios (Gn 2,7). Dios es la vida del hombre. “Mira, yo pongo ante ti vida y muerte… Si amas a Yahvé tu Dios y sigues sus caminos, vivirás… Pero si tu corazón se desvía… yo os declaro hoy que pereceréis sin remedio y que no viviréis muchos días…” (Dt 30, 15ss). Jesús dice: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6). Y Pablo afirma: “Para mí la vida es Cristo” (Fil 1,21). Cristo es la vocación transcendente del hombre, su plenitud. En Cristo y con Cristo el hombre rompe el límite de su condición humana y creada y es ascendido hasta participar de la divina naturaleza. Cristo es la medida del hombre, la dimensión más rica e íntima de su identidad, su sobrepasamiento y divinización, el lado más real y dichoso de su existencia humana. La expulsión de los malos espíritus, la curación de las enfermedades, la resurrección de muertos, están siempre en referencia con el perdón de los pecados, con la restauración interior y definitiva del hombre, y con la participación en la vida gloriosa de Cristo resucitado. JESÚS TIENE PODER DE CURAR LA ENFERMEDAD Y DE RESUCITAR LA MUERTE El evangelio narra dos acciones extraordinarias de Jesús, una de las cuales se cuela dentro de la otra, entre el comienzo y el final de la misma. La niña de Jairo, jefe de la sinagoga, está enferma, “en las últimas”, y su padre se presenta a Jesús pidiéndole que la cure. Jesús camina acompañado de mucha gente. Apretujada entre el gentío inmenso, va una mujer que desde hacía doce años padecía flujos de sangre y, habiendo gastado toda su fortuna con muchos médicos, había empeorado. Lucas, al referir el hecho, dice que “la mujer no se había podido curar con nadie”. Acercándose por detrás, en secreto, tocó el manto de Jesús pensando que con sólo tocar quedaría sana. De repente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo había quedado curado. Jesús notó que había salido de él una fuerza y preguntó en público: “¿Quién me ha tocado el manto?”. No era el tocar físico, pues estaban todos juntos y prensados, sino el tocar de la fe. Otros muchos tocaban a Jesús con fines similares, pero confiando ciegamente en fuerzas mágicas, más que personales. Lo que mueve a la mujer es la fe en la persona de Jesús. Una fe secreta, oculta, pero intensa. La mujer se acercó asustada y temblorosa. La ley prohibía el contacto con una persona que padecía flujo de sangre porque causaba impureza legal. “Tocar” a Jesús era un acto ilegal, horrendo. Pero la mujer llevaba ya doce años de sufrimientos espantosos, había gastado toda su hacienda y no tenía otra esperanza. Y toca con la fe más que con las manos. Y la curación se produce de repente y del todo. La mujer, turbadísima, oye decir a Jesús confiado: “Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud”. Yendo de camino, dan la noticia a Jairo de que su niña ya ha muerto. Le dicen: ¿para qué molestar más al maestro? Jesús hace como si no oyese, e indica a Jairo que no deje de creer. Llegados a la casa, la gente lloraba y se lamentaba a gritos. Jesús dice que la niña no está muerta, sino dormida. Y se le ríen. Jesús entró a la habitación donde yacía la niña, la cogió de la mano y gritó: “¡Contigo hablo, niña, levántate!”. La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar. Tenía doce años. La afirmación central del evangelio es que el Señor es el dueño y señor de la salud y de la vida. El Señor es Dios. Quien desee vivir en verdad, ha de poseer la fe. EL ABORTO, UNA LACRA ESPANTOSA La vida la da el Señor, nos dice el evangelio. Pero nuestro mundo vive la cultura de la muerte. La propuesta ordenación jurídica del aborto es absolutamente incompatible con la fe del evangelio. La Comisión Permanente del Episcopado Español ha remitido a los creyentes una nota que reseñamos y resumimos. Una legislación abortista, y su aceptación social por parte de muchos es, sin lugar a dudas, lo más grave que está aconteciendo en el siglo XX y XXI. Lenín en 1920, y Hitler en 1933 establecieron el aborto legal para sus políticas racistas. Presentar el aborto como un derecho que habría de ser protegido por el Estado, es una mentira y la fuente envenenada de inmoralidad e injusticia que invalida todo el proyecto de ley. Abortar es “un crimen abominable, un acto intrínsecamente malo que viola muy gravemente la dignidad de un ser humano inocente, quitándole la vida”, dice el Vaticano II. La voluntad de la madre nunca puede llegar a ser árbitro absoluto sobre la vida y la muerte del hijo. El derecho a la vida no es una concesión del Estado, es un derecho anterior al Estado mismo y éste tiene obligación de tutelarlo. Abortar para procurar, según dice, la salud de la madre es de por sí una falsedad. El embarazo no es de por sí una enfermedad. Abortar no es nunca curar, es siempre matar. La apelación a la salud es una excusa para encubrir el deseo particular de no tener un hijo, aun quitándole la vida. Es científica y éticamente falso que el feto sea un ser vivo, pero no un ser humano, cuando genéticamente, y aun independientemente del cuerpo de la madre, tiene ya codificadas en sí mismo todas las acciones específicamente humanas. Eliminar una vida humana no es nunca un asunto privado. El derecho a vivir no está, ni puede estar, a disposición de nadie. Es un desorden que muchos cristianos subordinen la moral a la política. Juan Pablo II, en su Encíclica “Evangelium vitae, 73, afirma: “En el caso de una ley intrínsecamente injusta, como la que admite el aborto o la eutanasia, nunca es lícito someterse a ella, ni participar en una campaña de opinión a favor de una ley semejante, ni darle el sufragio del propio voto”. Es Dios quien da la vida y no corresponde al hombre quitarla. Francisco Martínez García
"En las conductas adictivas habría que pensar en posible diagnóstico de TDAH"
"Los clínicos debemos distinguir entre uso, abuso y dependencia al alcohol y otras drogas. Un porcentaje notable de la población usa el alcohol y otras sustancias. Cuando se desencadena una conducta compulsiva hacia las drogas o hacia estas sustancias, que el sujeto ya no puede frenar pese a su determinación, estamos hablando de dependencia o adicción y es muy probable que exista patología dual". Néstor Szerman, presidente de la Sociedad Española de Patología Dual, despejó las dudas de los internautas en el encuentro digital que mantuvo en Diariomedico.com.
Muchas preguntas se centraron en el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y su relación con las adicciones. "El diagnóstico de TDAH requiere de varios elementos de exploración, uno de los cuales, y muy importante, es haber iniciado el trastorno en la infancia o primera adolescencia". En este sentido, Szerman indicó que la información de las familias es muy valiosa para dar pistas a los clínicos que orienten el diagnóstico.
"Los estudios epidemiológicos indican que el 20 por ciento de los pacientes que demandan tratamiento en la Red de Drogodependencias tienen TDAH. En todos los pacientes que desarrollan conductas adictivas debemos descartar este diagnóstico, incluso pensarlo en personas con adicción al tabaco o cafeína que muchas veces no llegan a los dispositivos asistenciales especializados", señaló Szerman, quien explicó que la Sociedad Española de Patología Dual está desarrollando una intensa labor de formación y actualización en las dos redes clínicas en las que se encuentran los pacientes con esta patología: la de Salud Mental y la de Drogodependencias. También dijo que las administraciones sanitarias comienzan en diferentes comunidades a ser conscientes de la existencia de la patología dual y están desarrollando una integración funcional de ambas redes.
"Hemos puesto en marcha un programa de formación y actualización en patología dual para profesionales involucrados en estos trastornos. Los hemos denominado Protocolos de Intervención en Patología Dual y están disponibles en nuestra página web (www.patologiadual. es) y en el portal Psiquiatria.com. Estos programas son también útiles para los profesionales de primaria preocupados por mejorar su formación en esta área.Szerman recalcó que los mensajes bienintencionados de diversas campañas no siempre llegan al público porque un porcentaje muy importante de la población ha utilizado el alcohol y otras drogas y no ha sufrido las experiencias terroríficas que se manifiestan en tales campañas
Muchas preguntas se centraron en el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y su relación con las adicciones. "El diagnóstico de TDAH requiere de varios elementos de exploración, uno de los cuales, y muy importante, es haber iniciado el trastorno en la infancia o primera adolescencia". En este sentido, Szerman indicó que la información de las familias es muy valiosa para dar pistas a los clínicos que orienten el diagnóstico.
"Los estudios epidemiológicos indican que el 20 por ciento de los pacientes que demandan tratamiento en la Red de Drogodependencias tienen TDAH. En todos los pacientes que desarrollan conductas adictivas debemos descartar este diagnóstico, incluso pensarlo en personas con adicción al tabaco o cafeína que muchas veces no llegan a los dispositivos asistenciales especializados", señaló Szerman, quien explicó que la Sociedad Española de Patología Dual está desarrollando una intensa labor de formación y actualización en las dos redes clínicas en las que se encuentran los pacientes con esta patología: la de Salud Mental y la de Drogodependencias. También dijo que las administraciones sanitarias comienzan en diferentes comunidades a ser conscientes de la existencia de la patología dual y están desarrollando una integración funcional de ambas redes.
"Hemos puesto en marcha un programa de formación y actualización en patología dual para profesionales involucrados en estos trastornos. Los hemos denominado Protocolos de Intervención en Patología Dual y están disponibles en nuestra página web (www.patologiadual. es) y en el portal Psiquiatria.com. Estos programas son también útiles para los profesionales de primaria preocupados por mejorar su formación en esta área.Szerman recalcó que los mensajes bienintencionados de diversas campañas no siempre llegan al público porque un porcentaje muy importante de la población ha utilizado el alcohol y otras drogas y no ha sufrido las experiencias terroríficas que se manifiestan en tales campañas
Tuesday, June 23, 2009
LECCIÓN DE CORAJE
LA ORACIÓN QUE CAUSÓ CONTROVERSIA. ... Oración de apertura en el senado de कंसास Tal vez quieras leer esta oración que fue hecha en Kansas en> la sesión de inauguración de la 'Kansas House of Representatives. '>> Parece que esta oración molestó a algunas personas...>> Cuando se le pidió al pastor Joe Wright que hiciera oración> de apertura en el senado de Kansas , todo el mundo esperaba una> oración ordinaria, pero esto no es lo que ellos escucharon:>>> -Señor, venimos delante de Ti este día, para pedirte perdón> y para pedir Tu dirección.>> -Sabemos que Tu Palabra dice:> 'Maldición a aquellos que llaman bien lo que está mal' y es> exactamente lo que hemos hecho..>> -Hemos perdido el equilibrio espiritual y hemos cambiado> nuestros valores.>> -Hemos explotado al pobre y hemos llamado a eso 'suerte'.>> -Hemos recompensado la pereza y la hemos llamado 'ayuda social'.>> -Hemos matado a nuestros hijos que aún no han nacido y lo> hemos llamado ''la libre elección'>> -Hemos sido negligentes al disciplinar a nuestros hijos y lo> hemos llamado ''desarrollar su autoestima'>> -Hemos abusado del poder y hemos llamado a eso: 'política'>> -Hemos codiciado los bienes de nuestro vecino y a eso lo> hemos llamado 'tener ambición'>> -Hemos contaminado las ondas de radio y televisión con mucha> grosería y pornografía y lo hemos llamado 'libertad de expresión'>> -Hemos ridiculizado los valores establecidos desde hace> mucho tiempo por nuestros ancestros y a esto lo hemos llamado> 'obsoleto y pasado'>> -Oh Dios, mira en lo profundo de nuestros corazones;> purifícanos y líbranos de nuestros pecados.>> Amén.>> La reacción fue inmediata. Un parlamentario abandonó la sala> durante la oración. Tres más criticaron la oración del pastor> calificando la oración como 'un mensaje de intolerancia' '>> Durante las seis semanas siguientes, la iglesia 'Central> Christian Church' donde trabaja el pastor Wright recibió más de 5000> llamadas telefónicas de las cuales sólo 47 fueron desfavorables.>> Esta iglesia recibe ahora peticiones del mundo entero, la> India , África, Asia para que el pastor Wright> ore por ellos.>> EL comentarista Paul Harvey difundió esta oración en su emisión de> radio ' The Rest of the Story ' (el resto de la historia) y ha> recibido una acogida mucho más favorable por esta emisión, que por> cualquier otra.>> Con la ayuda de Dios, quisiéramos que esta oración se> derrame sobre nuestra nación, por tanta semejanza con lo que está> ocurriendo y que nazca en nuestros corazones el deseo de llegar a ser> una ''nación bajo la mirada de Dios'>> Si puedes hacerlo, envía esta oración a tus amigos; en un> lapso de 30 días el mundo entero lo habrá leído.>> Si no tenemos el valor de mantenernos firmes en nuestras> convicciones, entonces caeremos delante de cualquier otro argumento, o> enemigo.
Friday, June 19, 2009
Mujeres contra el aborto: Para más información: http://www.mujerescontraelaborto.com/
Piden medidas políticas de ayuda a la maternidad como derecho
Manifiesto de la Plataforma de Mujeres contra el AbortoMADRID, viernes, 19 junio 2009 (ZENIT.org).- La Plataforma de Mujeres contra el Aborto ha hecho público un manifiesto en el que piden medidas políticas para ayudar a las mujeres embarazadas en dificultad y afirman que la maternidad es un derecho y no el aborto. Un total de 18.500 mujeres se han adherido ya al manifiesto. En el manifiesto, las mujeres firmantes dicen levantar "la voz en nombre propio y en el de millones de mujeres silenciadas por la presión del ‘pensamiento único', que prevalece actualmente en nuestra sociedad respecto de todo lo concerniente a nuestro sexo y que vincula obligatoriamente los conceptos ‘mujer' y ‘aborto'". "Estamos contentas de vivir y de que nuestros hijos vivan -dicen las integrantes de la Plataforma--. Consideramos que la vida humana es un derecho y un bien que hay que preservar desde la concepción y que cualquier ser humano, independientemente de su edad, ha de gozar de la plena protección del Estado y las leyes". Reivindican "la maternidad como uno de nuestros derechos fundamentales". El aborto, afirman, "es ética y legalmente inaceptable, no sólo porque aniquila a un ser humano indefenso, sino porque supone una violencia infligida a la dignidad de la mujer". Con este manifiesto, indican las firmantes, "renunciamos expresamente al pretendido ‘derecho de aborto' que otros y otras se empeñan en adjudicarnos". Se declaran feministas porque dicen defender "no sólo de palabra, sino con nuestro trabajo y nuestra vida, la igualdad de derechos y deberes entre hombres y mujeres". "Los hombres -afirman- son nuestros compañeros y padres de nuestros hijos. No entendemos que se les reclame la manutención de la familia a la vez que se les niega cualquier derecho y responsabilidad respecto del nacimiento de esos hijos que son suyos y a quienes tienen el derecho y el deber de cuidar. Son corresponsables del embarazo y víctimas también del aborto, como las criaturas eliminadas y las mujeres". Las firmantes del manifiesto se muestran convencidas de que "todas las consideraciones anteriores son válidas al margen de las creencias (o no creencias) religiosas y de las ideas políticas, puesto que se refieren a la salvaguarda de los más elementales derechos humanos". Exigen a las Administraciones Públicas, cualquiera que sea su color político, "que dediquen las partidas presupuestarias actualmente destinadas al aborto a promover redes de asistencia a embarazadas en situación desfavorable". Es preciso velar, añaden, "para que el hecho de ser madre no aboque a la mujer, como ocurre en la actualidad, a ver mermadas sus posibilidades de ascenso laboral, de estudios, de trabajo, sus ingresos y su derecho a disfrutar del ocio y del tiempo libre en condiciones de plena igualdad con los varones". Así mismo piden que se acabe el silencio sobre las consecuencias del aborto: cuadros de ansiedad, insomnio, depresión y trastornos de la alimentación y la vida sexual, que se perpetúan en el tiempo. "El aborto no es inocuo -afirman--. Exigimos un Plan Nacional de ayuda para sus víctimas". Por último, exigen a las Administraciones Públicas, cualquiera que sea su color político, "que agilicen y potencien las políticas de adopción de los hijos cuyas madres no puedan o no quieran hacerse cargo de ellos". Así mismo, "que pongan en marcha campañas de información sexual que eduquen en la responsabilidad e impidan que las mujeres carguen en soledad con las medidas anticonceptivas o de regulación de la natalidad".
Manifiesto de la Plataforma de Mujeres contra el AbortoMADRID, viernes, 19 junio 2009 (ZENIT.org).- La Plataforma de Mujeres contra el Aborto ha hecho público un manifiesto en el que piden medidas políticas para ayudar a las mujeres embarazadas en dificultad y afirman que la maternidad es un derecho y no el aborto. Un total de 18.500 mujeres se han adherido ya al manifiesto. En el manifiesto, las mujeres firmantes dicen levantar "la voz en nombre propio y en el de millones de mujeres silenciadas por la presión del ‘pensamiento único', que prevalece actualmente en nuestra sociedad respecto de todo lo concerniente a nuestro sexo y que vincula obligatoriamente los conceptos ‘mujer' y ‘aborto'". "Estamos contentas de vivir y de que nuestros hijos vivan -dicen las integrantes de la Plataforma--. Consideramos que la vida humana es un derecho y un bien que hay que preservar desde la concepción y que cualquier ser humano, independientemente de su edad, ha de gozar de la plena protección del Estado y las leyes". Reivindican "la maternidad como uno de nuestros derechos fundamentales". El aborto, afirman, "es ética y legalmente inaceptable, no sólo porque aniquila a un ser humano indefenso, sino porque supone una violencia infligida a la dignidad de la mujer". Con este manifiesto, indican las firmantes, "renunciamos expresamente al pretendido ‘derecho de aborto' que otros y otras se empeñan en adjudicarnos". Se declaran feministas porque dicen defender "no sólo de palabra, sino con nuestro trabajo y nuestra vida, la igualdad de derechos y deberes entre hombres y mujeres". "Los hombres -afirman- son nuestros compañeros y padres de nuestros hijos. No entendemos que se les reclame la manutención de la familia a la vez que se les niega cualquier derecho y responsabilidad respecto del nacimiento de esos hijos que son suyos y a quienes tienen el derecho y el deber de cuidar. Son corresponsables del embarazo y víctimas también del aborto, como las criaturas eliminadas y las mujeres". Las firmantes del manifiesto se muestran convencidas de que "todas las consideraciones anteriores son válidas al margen de las creencias (o no creencias) religiosas y de las ideas políticas, puesto que se refieren a la salvaguarda de los más elementales derechos humanos". Exigen a las Administraciones Públicas, cualquiera que sea su color político, "que dediquen las partidas presupuestarias actualmente destinadas al aborto a promover redes de asistencia a embarazadas en situación desfavorable". Es preciso velar, añaden, "para que el hecho de ser madre no aboque a la mujer, como ocurre en la actualidad, a ver mermadas sus posibilidades de ascenso laboral, de estudios, de trabajo, sus ingresos y su derecho a disfrutar del ocio y del tiempo libre en condiciones de plena igualdad con los varones". Así mismo piden que se acabe el silencio sobre las consecuencias del aborto: cuadros de ansiedad, insomnio, depresión y trastornos de la alimentación y la vida sexual, que se perpetúan en el tiempo. "El aborto no es inocuo -afirman--. Exigimos un Plan Nacional de ayuda para sus víctimas". Por último, exigen a las Administraciones Públicas, cualquiera que sea su color político, "que agilicen y potencien las políticas de adopción de los hijos cuyas madres no puedan o no quieran hacerse cargo de ellos". Así mismo, "que pongan en marcha campañas de información sexual que eduquen en la responsabilidad e impidan que las mujeres carguen en soledad con las medidas anticonceptivas o de regulación de la natalidad".
Thursday, June 18, 2009
Los obispos de España denuncian el aborto como una fuente envenenada de inmoralidad e injusticia.
Los obispos piden a los diputados católicos que rechacen la nueva ley
Martínez Camino: “Abortar nunca es curar, es siempre matar”
Denuncian que considerar el aborto una medida de "salud" es una "grave falsedad"
18/06/2009 Rosa Cuervas- Alba Digital
El portavoz de la Conferencia Episcopal, Juan Antonio Martínez Camino, ha presentado la ‘Declaración de la CEE sobre el Anteproyecto de Ley del Aborto’. Ha explicado en rueda de prensa la valoración que los obispos españoles hacen del texto, una vez que éste ha sido presentado al Consejo de Ministros. “Tenemos el deber de pronunciarnos públicamente sobre sus graves implicaciones morales negativas”, recuerdan los obispos, que dirigen “a todos” sus reflexiones. “Pensamos que podrían ser aceptadas también por muchos que no comparten esa fe, pues giran en torno al derecho a la vida de todo ser humano”.
La declaración de los obispos, titulada ‘Atentar contra la vida de los que van a nacer, convertido en derecho’, denuncia que el anteproyecto parte de la “pretensión de calificar el aborto provocado como un derecho”, algo que califica como “una fuente envenenada de inmoralidad e injusticia” que asegura que “vicia todo el texto”. Recuerda que el derecho a la vida no es una concesión del Estado, sino anterior al Estado mismo y que “la inclusión del aborto entre los medios supuestamente necesarios para cuidar la salud es de por sí una grave falsedad”.“Abortar nunca es curar, es siempre matar”, subrayan los obispos, que apelan a “una auténtica política sanitaria, que procure la salud de la madre y también la del no nacido”.
Los católicos no pueden aprobarla
Los obispos aseguran que “de acuerdo con la doctrina de la Iglesia, ningún católico coherente con su fe podrá aprobar ni dar su voto” a una ley como la presentada por Igualdad. Argumentan que “el anteproyecto presentado constituye un serio retroceso respecto de la actual legislación, ya de por sí injusta”.
Sobre la posibilidad de que los médicos o profesionales sanitarios se vean obligados a participar en un aborto, Martínez Camino ha recordado que “ante una ley que llama a la violación del derecho a la vida, es legítima la objeción de conciencia”, tal como ha reconocido el Tribunal Constitucional.
Preguntado sobre el motivo de este documento, el portavoz de la CEE ha respondido con un sencillo: porque tenemos la obligación de defender la vida. “No imponemos nada a nadie, solo ayudamos a tener una justa valoración de este anteproyecto”, ha argumentado.
Los obispos recuerdan además que las mujeres tentadas de abortar o que hayan pasado por esa tragedia encontrarán siempre en la comunidad católica misericordia, consuelo y comprensión. “La Iglesia comprende sus dificultades y nunca las dejará solas”, señala el texto.
Martínez Camino: “Abortar nunca es curar, es siempre matar”
Denuncian que considerar el aborto una medida de "salud" es una "grave falsedad"
18/06/2009 Rosa Cuervas- Alba Digital
El portavoz de la Conferencia Episcopal, Juan Antonio Martínez Camino, ha presentado la ‘Declaración de la CEE sobre el Anteproyecto de Ley del Aborto’. Ha explicado en rueda de prensa la valoración que los obispos españoles hacen del texto, una vez que éste ha sido presentado al Consejo de Ministros. “Tenemos el deber de pronunciarnos públicamente sobre sus graves implicaciones morales negativas”, recuerdan los obispos, que dirigen “a todos” sus reflexiones. “Pensamos que podrían ser aceptadas también por muchos que no comparten esa fe, pues giran en torno al derecho a la vida de todo ser humano”.
La declaración de los obispos, titulada ‘Atentar contra la vida de los que van a nacer, convertido en derecho’, denuncia que el anteproyecto parte de la “pretensión de calificar el aborto provocado como un derecho”, algo que califica como “una fuente envenenada de inmoralidad e injusticia” que asegura que “vicia todo el texto”. Recuerda que el derecho a la vida no es una concesión del Estado, sino anterior al Estado mismo y que “la inclusión del aborto entre los medios supuestamente necesarios para cuidar la salud es de por sí una grave falsedad”.“Abortar nunca es curar, es siempre matar”, subrayan los obispos, que apelan a “una auténtica política sanitaria, que procure la salud de la madre y también la del no nacido”.
Los católicos no pueden aprobarla
Los obispos aseguran que “de acuerdo con la doctrina de la Iglesia, ningún católico coherente con su fe podrá aprobar ni dar su voto” a una ley como la presentada por Igualdad. Argumentan que “el anteproyecto presentado constituye un serio retroceso respecto de la actual legislación, ya de por sí injusta”.
Sobre la posibilidad de que los médicos o profesionales sanitarios se vean obligados a participar en un aborto, Martínez Camino ha recordado que “ante una ley que llama a la violación del derecho a la vida, es legítima la objeción de conciencia”, tal como ha reconocido el Tribunal Constitucional.
Preguntado sobre el motivo de este documento, el portavoz de la CEE ha respondido con un sencillo: porque tenemos la obligación de defender la vida. “No imponemos nada a nadie, solo ayudamos a tener una justa valoración de este anteproyecto”, ha argumentado.
Los obispos recuerdan además que las mujeres tentadas de abortar o que hayan pasado por esa tragedia encontrarán siempre en la comunidad católica misericordia, consuelo y comprensión. “La Iglesia comprende sus dificultades y nunca las dejará solas”, señala el texto.
Sunday, June 14, 2009
Influyentes intelectuales no católicos desmontan la Europa laicista de Zapatero
08/06/2009 José María Ballester Esquivias . Alba डिजीटल
En un reciente discurso, el presidente del Gobierno apretó su tuerca laicista afirmando que “Europa es la cuna de la libertad, de los derechos, de una misión laica, porque eso es la democracia” y que Europa “no es la imposición de ninguna moral o de ningún credo“. En sus últimos libros, Marcello Pera y Joseph Weiler -ninguno de los dos es católico- desmontan esa teoría.
El filósofo y parlamentario italiano Marcello Pera no es oficialmente creyente. Ni tiene por qué serlo. Se conforma con hacer caso a la acertada recomendación que el Papa hizo a los no creyentes: seguir la vieja fórmula de Pascal y de Kant y “vivir como si Dios existiera” . “Si Dios existe, significa que hay límites morales a mis acciones, comportamientos, decisiones, proyectos, leyes y más…” suele decir. En 2005, escribió un libro con el entonces cardenal Ratzinger justo antes de que este último ascendiera a la Silla de Pedro. A finales del año pasado publicó ‘Por qué tenemos que considerarnos cristianos’, editado en italiano por Mondadori.
En este ensayo, el ex presidente italiano se explaya largo y tendido sobre las raíces cristianas del Viejo Continente y desmenuza la naturaleza y las intenciones del laicismo tan promovido por Zapatero. Denuncia que el laicismo ha llevado a Europa “fuera de su tradición, de su religión y de Occidente. Al final, con poca o ninguna identidad, está incluso fuera de sí misma”.
Y añade: “Se ha recordado justamente cómo la historia demuestra que la idea de Europa es anterior a la de su identidad y que esta última ha cambiado a lo largo de los siglos. Y es verdad. Sin embargo, hay un punto en el que nunca ha cambiado: el de la dialéctica ‘nosotros-ellos’. Como en cualquier identidad, la europea se construyó y se construye sobre este binomio. Se suceden los actores pero la estructura lógica sigue siendo la misma.”
La pretensión laica es totalitaria
Por su parte, el catedrático norteamericano Joseph Weiler -que profesa la fe judía-, recuerda en su contribución a la obra colectiva Dios salve la razón (Ed. Encuentro, 2008) que “las sociedades democráticas, liberales, pluralistas y tolerantes -en las que, por ejemplo, la libertad de religión y la libertad de la religión están garantizadas- representan un patrimonio cuya vigilancia y protección no deben ser debilitadas. Pero en la pretensión laica hay algo que no cuadra -algo totalitario- al definir una esfera pública que no sólo es protegida y garantizada por el Estado sino que se la confunde con el Estado”.
Explicación: “La tradición cristiana de dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios es mucho más interesante (…) por dos razones. En primer lugar, se trata conceptualmente de un modelo no competitivo de relación Iglesia- Estado. (…). En segundo lugar, es archisabido que las personas y la sociedad humana prosperan allí donde no existe un monopolio sobre lo que constituye la noción de esfera pública. Esto forma parte todavía de la tradición europea. Todos nosotros, cristianos y no cristianos, religiosos y no religiosos, seremos derrotados en caso de que Europa pierda al final sus características peculiares“. Al final de su contribución, Weiler se pregunta: “¿Y Europa seguiría siendo la misma en el caso de que perdiese sus raíces cristianas?”
En un reciente discurso, el presidente del Gobierno apretó su tuerca laicista afirmando que “Europa es la cuna de la libertad, de los derechos, de una misión laica, porque eso es la democracia” y que Europa “no es la imposición de ninguna moral o de ningún credo“. En sus últimos libros, Marcello Pera y Joseph Weiler -ninguno de los dos es católico- desmontan esa teoría.
El filósofo y parlamentario italiano Marcello Pera no es oficialmente creyente. Ni tiene por qué serlo. Se conforma con hacer caso a la acertada recomendación que el Papa hizo a los no creyentes: seguir la vieja fórmula de Pascal y de Kant y “vivir como si Dios existiera” . “Si Dios existe, significa que hay límites morales a mis acciones, comportamientos, decisiones, proyectos, leyes y más…” suele decir. En 2005, escribió un libro con el entonces cardenal Ratzinger justo antes de que este último ascendiera a la Silla de Pedro. A finales del año pasado publicó ‘Por qué tenemos que considerarnos cristianos’, editado en italiano por Mondadori.
En este ensayo, el ex presidente italiano se explaya largo y tendido sobre las raíces cristianas del Viejo Continente y desmenuza la naturaleza y las intenciones del laicismo tan promovido por Zapatero. Denuncia que el laicismo ha llevado a Europa “fuera de su tradición, de su religión y de Occidente. Al final, con poca o ninguna identidad, está incluso fuera de sí misma”.
Y añade: “Se ha recordado justamente cómo la historia demuestra que la idea de Europa es anterior a la de su identidad y que esta última ha cambiado a lo largo de los siglos. Y es verdad. Sin embargo, hay un punto en el que nunca ha cambiado: el de la dialéctica ‘nosotros-ellos’. Como en cualquier identidad, la europea se construyó y se construye sobre este binomio. Se suceden los actores pero la estructura lógica sigue siendo la misma.”
La pretensión laica es totalitaria
Por su parte, el catedrático norteamericano Joseph Weiler -que profesa la fe judía-, recuerda en su contribución a la obra colectiva Dios salve la razón (Ed. Encuentro, 2008) que “las sociedades democráticas, liberales, pluralistas y tolerantes -en las que, por ejemplo, la libertad de religión y la libertad de la religión están garantizadas- representan un patrimonio cuya vigilancia y protección no deben ser debilitadas. Pero en la pretensión laica hay algo que no cuadra -algo totalitario- al definir una esfera pública que no sólo es protegida y garantizada por el Estado sino que se la confunde con el Estado”.
Explicación: “La tradición cristiana de dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios es mucho más interesante (…) por dos razones. En primer lugar, se trata conceptualmente de un modelo no competitivo de relación Iglesia- Estado. (…). En segundo lugar, es archisabido que las personas y la sociedad humana prosperan allí donde no existe un monopolio sobre lo que constituye la noción de esfera pública. Esto forma parte todavía de la tradición europea. Todos nosotros, cristianos y no cristianos, religiosos y no religiosos, seremos derrotados en caso de que Europa pierda al final sus características peculiares“. Al final de su contribución, Weiler se pregunta: “¿Y Europa seguiría siendo la misma en el caso de que perdiese sus raíces cristianas?”
Friday, June 12, 2009
No hay oposición entre creación y evolución
No hay oposición entre creación y evolución
Aclara el escritor Giuseppe De Rosa S।J.
Por Francisco Javier Tagle
SANTIAGO DE CHILE, domingo, 7 junio 2009 (ZENIT.org).- "Los hombres son orientados por Cristo hacia el reino de Dios como realización de la existencia humana y todos los seres vivos encuentran en Jesús su dirección y destino", afirma el redactor de la revista italiana "La Civiltà Cattolica", el padre Guiseppe De Rosa S.J., en artículo que reproduce en español el último número de Revista Humanitas de la Pontificia Universidad Católica de Chile (www.humanitas.cl).
"Dios creó el mundo libremente, sin estar condicionado por absolutamente nada, por lo cual el mundo existe como Él lo deseo y lo desea y se mueve de acuerdo con las leyes que Él le dio libremente, siempre sostenido en su ser y su acción por la fuerza creadora de Dios", manifiesta.
La afirmación que hace la fe cristiana con respecto al mundo es que todo cuanto existe, tanto en el campo de la materia como del espíritu, es creado libremente y por amor por Dios. "Por este motivo, también el proceso evolutivo se desarrolla en situación de absoluta dependencia de Dios y bajo su paterna y amorosa providencia".
Según explica el redactor de La Civiltà Católica, "la creación es continua. Dios está siempre presente en el mundo y lo sostiene continuamente en su ser y su obrar con su providencia y su amor. Permite en todo caso que la vida en el mundo se desarrolle de acuerdo con la leyes que Él le dio, por lo cual el creador no sustituye la actividad de las causas naturales, permitiendo en cambio que éstas actúen de acuerdo a su propia naturaleza, recibida de Dios".
De Rosa, por lo tanto, afirma que no existe una oposición entre creación y evolución, puesto que no se trata de evolución o creación, sino de creación y evolución. De esta manera, no estamos obligados a elegir entre una u otra.
"¿Hacia qué fin apunta Dios Creador al guiar el proceso evolutivo?", se pregunta el autor, a lo que responde explicando que "la teología católica aborda esta pregunta diciendo que el objetivo de Dios es la creación de un mundo en evolución, al cual ha dado la capacidad de trascenderse y superarse a sí mismo y por tanto ir de lo menos perfecto a lo más perfecto, que ha sido el hombre".
Y es que el hombre, dice, es por una parte material por lo que, como todos los seres materiales, desciende mediante la evolución de otro ser material, y por otra parte es espiritual, es decir, inteligente y libre, y por consiguiente capaz de trascender la materia.
De hecho, señala, únicamente el ser humano puede dar sentido al enorme esfuerzo creativo de la evolución de los seres vivos, "ya que en su cuerpo expresa y sintetiza, con toda su sabiduría, belleza y perfección, el universo material, y en su espíritu da sentido a la realidad material, en cuanto con su inteligencia descubre la riqueza, la perfección y la belleza, poniéndolas para la alabanza y gloria de Dios Creador y en beneficio de otros seres humanos con los descubrimientos científicos y las invenciones tecnológicas".
Indica así que no importa que el hombre no haya aparecido en el centro del universo o que descienda de otros seres vivos. Esto porque el espíritu trasciende a la materia porque es capaz, entre otras cosas, de pensar en la misma, evaluarla y modificarla.
"Por consiguiente, en el proceso evolutivo de los seres vivos, Dios dio a la materia la capacidad de trascenderse a sí misma y dar así origen a formas de vida cada vez más complejas hasta llegar a los homínidos, dotados de características de extraordinaria complejidad, como la vertebralización, la homeotermia y la bipedia. En cambio, en la formación del hombre, en cuanto ser pensante, autoconsciente y libre, capaz de llevar a cabo actos no materiales, superiores a las capacidades transformadoras de la materia, Dios debió crear en el cuerpo de un homínido un alma espiritual", explica el autor.
Finalmente, en su artículo, que fue publicado originalmente en La Civiltà Cattolica número 3726, y que se encuentra en la edición 54 de Revista Humanitas, Giuseppe De Rosa S.J. señala que con la creación del alma espiritual, el hombre se convierte en imagen de Dios y de esta manera, es Jesucristo el fin del proceso evolutivo, en donde el hombre encuentra su plena y definitiva realización.
Aclara el escritor Giuseppe De Rosa S।J.
Por Francisco Javier Tagle
SANTIAGO DE CHILE, domingo, 7 junio 2009 (ZENIT.org).- "Los hombres son orientados por Cristo hacia el reino de Dios como realización de la existencia humana y todos los seres vivos encuentran en Jesús su dirección y destino", afirma el redactor de la revista italiana "La Civiltà Cattolica", el padre Guiseppe De Rosa S.J., en artículo que reproduce en español el último número de Revista Humanitas de la Pontificia Universidad Católica de Chile (www.humanitas.cl).
"Dios creó el mundo libremente, sin estar condicionado por absolutamente nada, por lo cual el mundo existe como Él lo deseo y lo desea y se mueve de acuerdo con las leyes que Él le dio libremente, siempre sostenido en su ser y su acción por la fuerza creadora de Dios", manifiesta.
La afirmación que hace la fe cristiana con respecto al mundo es que todo cuanto existe, tanto en el campo de la materia como del espíritu, es creado libremente y por amor por Dios. "Por este motivo, también el proceso evolutivo se desarrolla en situación de absoluta dependencia de Dios y bajo su paterna y amorosa providencia".
Según explica el redactor de La Civiltà Católica, "la creación es continua. Dios está siempre presente en el mundo y lo sostiene continuamente en su ser y su obrar con su providencia y su amor. Permite en todo caso que la vida en el mundo se desarrolle de acuerdo con la leyes que Él le dio, por lo cual el creador no sustituye la actividad de las causas naturales, permitiendo en cambio que éstas actúen de acuerdo a su propia naturaleza, recibida de Dios".
De Rosa, por lo tanto, afirma que no existe una oposición entre creación y evolución, puesto que no se trata de evolución o creación, sino de creación y evolución. De esta manera, no estamos obligados a elegir entre una u otra.
"¿Hacia qué fin apunta Dios Creador al guiar el proceso evolutivo?", se pregunta el autor, a lo que responde explicando que "la teología católica aborda esta pregunta diciendo que el objetivo de Dios es la creación de un mundo en evolución, al cual ha dado la capacidad de trascenderse y superarse a sí mismo y por tanto ir de lo menos perfecto a lo más perfecto, que ha sido el hombre".
Y es que el hombre, dice, es por una parte material por lo que, como todos los seres materiales, desciende mediante la evolución de otro ser material, y por otra parte es espiritual, es decir, inteligente y libre, y por consiguiente capaz de trascender la materia.
De hecho, señala, únicamente el ser humano puede dar sentido al enorme esfuerzo creativo de la evolución de los seres vivos, "ya que en su cuerpo expresa y sintetiza, con toda su sabiduría, belleza y perfección, el universo material, y en su espíritu da sentido a la realidad material, en cuanto con su inteligencia descubre la riqueza, la perfección y la belleza, poniéndolas para la alabanza y gloria de Dios Creador y en beneficio de otros seres humanos con los descubrimientos científicos y las invenciones tecnológicas".
Indica así que no importa que el hombre no haya aparecido en el centro del universo o que descienda de otros seres vivos. Esto porque el espíritu trasciende a la materia porque es capaz, entre otras cosas, de pensar en la misma, evaluarla y modificarla.
"Por consiguiente, en el proceso evolutivo de los seres vivos, Dios dio a la materia la capacidad de trascenderse a sí misma y dar así origen a formas de vida cada vez más complejas hasta llegar a los homínidos, dotados de características de extraordinaria complejidad, como la vertebralización, la homeotermia y la bipedia. En cambio, en la formación del hombre, en cuanto ser pensante, autoconsciente y libre, capaz de llevar a cabo actos no materiales, superiores a las capacidades transformadoras de la materia, Dios debió crear en el cuerpo de un homínido un alma espiritual", explica el autor.
Finalmente, en su artículo, que fue publicado originalmente en La Civiltà Cattolica número 3726, y que se encuentra en la edición 54 de Revista Humanitas, Giuseppe De Rosa S.J. señala que con la creación del alma espiritual, el hombre se convierte en imagen de Dios y de esta manera, es Jesucristo el fin del proceso evolutivo, en donde el hombre encuentra su plena y definitiva realización.
Sunday, June 7, 2009
El ser humano lleva en su "genoma" la huella de la Trinidad, explica el Papa
El ser humano lleva en su "genoma" la huella de la Trinidad, explica el Papa
Explica el misterio de Dios Uno y Trino con una palabra: Amor
CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 7 junio 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI recurrió este domingo a una analogía sugerida por la biología para explicar que "el ser humano lleva en el propio "genoma" la huella profunda de la Trinidad, de Dios-Amor".
En la solemnidad de la Santísima Trinidad, que celebraba la Iglesia, el pontífice dedicó sus palabras con motivo del Ángelus a meditar y explicar este misterio central del cristianismo, Dios Uno y Trino, que se resume en una sola palabra, "Amor".
Al dirigirse a los miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano, el Santo Padre explicó que, como reveló el mismo Jesús, "Dios es amor no en la unidad de una sola persona, sino en la Trinidad de una sola sustancia".
"Es Creador y Padre misericordioso --aclaró--; es Hijo unigénito, eterna Sabiduría encarnada, muerto y resucitado por nosotros; por último, es Espíritu Santo que todo lo mueve, el cosmos y la historia, hacia la plena recapitulación final".
"Tres personas que son un solo Dios --siguió diciendo--, pues el Padre es amor, el Hijo es amor, el Espíritu es amor. Dios es todo amor y sólo amor, amor purísimo, infinito y eterno", afirmó el Papa hablando desde la ventana de su estudio.
La Trinidad, según Benedicto XVI, "no vive en una espléndida soledad, sino que más bien es fuente inagotable de vida que incesantemente se entrega y comunica".
Para comprender mejor este misterio, el Papa invitó a observar "tanto el macro-universo: nuestra tierra, los planetas, las estrellas, las galaxias; como el micro-universo: las células, los átomos, las partículas elementales".
"En todo lo que existe se encuentra, en cierto sentido, impreso el 'nombre' de la Santísima Trinidad, pues todo el ser hasta las últimas partículas es ser en relación, y de este modo se trasluce el Dios-relación, se trasluce en última instancia el Amor creador", dijo el obispo de Roma.
"Todo procede del amor, tiende al amor, y se mueve empujado por el amor, naturalmente, según diferentes niveles de consciencia y de libertad", subrayó.
"La prueba más fuerte de que estamos hechos a imagen de la Trinidad es ésta --aclaró--: sólo el amor nos hace felices, pues vivimos en relación, y vivimos para amar y para ser amados".
De este modo, el Papa concluyó utilizando una analogía sugerida por la biología, que le permitió decir: "el ser humano lleva en el propio 'genoma' la huella profunda de la Trinidad, de Dios-Amor"।
Comentario personal: Ya en el siglo pasado Teilhard de Chardin, había comentado que el Espíritu Santo interpenetraba toda la materia. Que el Universo era una gran Hostia que reflejaba el Cristo Universal. Añadiríamos, nosotros que el todo el Cosmos es procedencia del Padre/Madre Dios, que en su infinita misericordia de amor y reflejado en el Hijo y en el Espíritu, derrama su amor y sabiduría a los hombres. Y ello es curativo para todo ser vivo, para todo hombre y mujer, en definitiva, de buena voluntad.
Explica el misterio de Dios Uno y Trino con una palabra: Amor
CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 7 junio 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI recurrió este domingo a una analogía sugerida por la biología para explicar que "el ser humano lleva en el propio "genoma" la huella profunda de la Trinidad, de Dios-Amor".
En la solemnidad de la Santísima Trinidad, que celebraba la Iglesia, el pontífice dedicó sus palabras con motivo del Ángelus a meditar y explicar este misterio central del cristianismo, Dios Uno y Trino, que se resume en una sola palabra, "Amor".
Al dirigirse a los miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano, el Santo Padre explicó que, como reveló el mismo Jesús, "Dios es amor no en la unidad de una sola persona, sino en la Trinidad de una sola sustancia".
"Es Creador y Padre misericordioso --aclaró--; es Hijo unigénito, eterna Sabiduría encarnada, muerto y resucitado por nosotros; por último, es Espíritu Santo que todo lo mueve, el cosmos y la historia, hacia la plena recapitulación final".
"Tres personas que son un solo Dios --siguió diciendo--, pues el Padre es amor, el Hijo es amor, el Espíritu es amor. Dios es todo amor y sólo amor, amor purísimo, infinito y eterno", afirmó el Papa hablando desde la ventana de su estudio.
La Trinidad, según Benedicto XVI, "no vive en una espléndida soledad, sino que más bien es fuente inagotable de vida que incesantemente se entrega y comunica".
Para comprender mejor este misterio, el Papa invitó a observar "tanto el macro-universo: nuestra tierra, los planetas, las estrellas, las galaxias; como el micro-universo: las células, los átomos, las partículas elementales".
"En todo lo que existe se encuentra, en cierto sentido, impreso el 'nombre' de la Santísima Trinidad, pues todo el ser hasta las últimas partículas es ser en relación, y de este modo se trasluce el Dios-relación, se trasluce en última instancia el Amor creador", dijo el obispo de Roma.
"Todo procede del amor, tiende al amor, y se mueve empujado por el amor, naturalmente, según diferentes niveles de consciencia y de libertad", subrayó.
"La prueba más fuerte de que estamos hechos a imagen de la Trinidad es ésta --aclaró--: sólo el amor nos hace felices, pues vivimos en relación, y vivimos para amar y para ser amados".
De este modo, el Papa concluyó utilizando una analogía sugerida por la biología, que le permitió decir: "el ser humano lleva en el propio 'genoma' la huella profunda de la Trinidad, de Dios-Amor"।
Comentario personal: Ya en el siglo pasado Teilhard de Chardin, había comentado que el Espíritu Santo interpenetraba toda la materia. Que el Universo era una gran Hostia que reflejaba el Cristo Universal. Añadiríamos, nosotros que el todo el Cosmos es procedencia del Padre/Madre Dios, que en su infinita misericordia de amor y reflejado en el Hijo y en el Espíritu, derrama su amor y sabiduría a los hombres. Y ello es curativo para todo ser vivo, para todo hombre y mujer, en definitiva, de buena voluntad.
Saturday, June 6, 2009
El Consejo de Ministros de España aprueba el aborto libre hasta los tres meses y medio de vida. La ley incluye la venta libre de la pildora
El anteproyecto considera matar al nasciturus un derecho de la mujer
El Consejo de Ministros aprueba el aborto libre hasta los tres meses y medio de vida
La ley incluye la medida sobre la venta libre de la pildora del día siguiente en farmacias 14/05/2009 | Sonsoles Calavera.
Acabar con la vida del hijo se presenta como un derecho.
El anteproyecto de Ley del aborto que ha recibido hoy luz verde en el Consejo de ministros abre paso al aborto libre, sin necesidad de acogerse a ningún supuesto, hasta los tres meses y medio, la semana 14, de vida del embrión. Estará permitido hasta la semana 22 en caso de malformaciones del feto y a partir de entonces, si se detectan malformaciones incompatibles con la vida. Estos son los ejes de la reforma, tal como la han preparado los asesores -feministas y abortistas reconocidos- que han trabajado para la elaboración del texto. El proyecto es una inciativa conjunta de los ministerios de Sanidad e Igualdad, elaborada a partir de las recomendaciones del comité de Aído y la subcomisión parlamentaria en la que han participado, por ejemplo, los propietarios de los negocios del aborto.
Toda la reforma está planteada sobre la idea de que acabar con la nueva vida que crece en el seno de la madre es un derecho de la mujer. Se enmarcaría, tal como la presentan, en sus derechos de “salud sexual y reproductiva”, por lo que, como una prestación sanitaria más, deberá estar garantizada para cualquier mujer en el sistema público de salud. Esto contradice la postura que el Tribunal Constitucional fijó en su sentencia de 1985, cuando consideró que el nasciturus era vida digna de protección, por lo que muchos expertos, como el ex vicepresidente del TC, José Gabaldón, consideran que esta reforma es inconstitucional.
Sin conocimiento paterno vía química o quirúrgica
Otra de las reformas que más críticas ha suscitado es la de permitir el aborto sin conocimiento paterno a menores a partir de 16 años. Esta semana, la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, ha anunciado además, la autorización de la venta de la píldora del día después en farmacias, sin límite de edadad y sin receta, que también ha generado un fuerte rechazo. Esta irá incluida en en la llamada “estrategia de salud sexual y reproductiva” que quedará enmarcada también en la nueva legislación sobre el aborto. Una estrategia que insiste en la promoción de anticonceptivos, e incluso fármacos con efecto abortivo como la PDD, para evitar el aumento de embarazos no deseados, a pesar de que esta estrategia ha sido un fracaso desde su implantación, como demuestra el aumento en progresión ascendente, año tras año, de las cifras de aborto, que han sobrepasado ya ampliamente el millón desde que fue despenalizado, llegando a 112.138 abortos oficiales sólo en 2.007.
El Consejo de Ministros aprueba el aborto libre hasta los tres meses y medio de vida
La ley incluye la medida sobre la venta libre de la pildora del día siguiente en farmacias 14/05/2009 | Sonsoles Calavera.
Acabar con la vida del hijo se presenta como un derecho.
El anteproyecto de Ley del aborto que ha recibido hoy luz verde en el Consejo de ministros abre paso al aborto libre, sin necesidad de acogerse a ningún supuesto, hasta los tres meses y medio, la semana 14, de vida del embrión. Estará permitido hasta la semana 22 en caso de malformaciones del feto y a partir de entonces, si se detectan malformaciones incompatibles con la vida. Estos son los ejes de la reforma, tal como la han preparado los asesores -feministas y abortistas reconocidos- que han trabajado para la elaboración del texto. El proyecto es una inciativa conjunta de los ministerios de Sanidad e Igualdad, elaborada a partir de las recomendaciones del comité de Aído y la subcomisión parlamentaria en la que han participado, por ejemplo, los propietarios de los negocios del aborto.
Toda la reforma está planteada sobre la idea de que acabar con la nueva vida que crece en el seno de la madre es un derecho de la mujer. Se enmarcaría, tal como la presentan, en sus derechos de “salud sexual y reproductiva”, por lo que, como una prestación sanitaria más, deberá estar garantizada para cualquier mujer en el sistema público de salud. Esto contradice la postura que el Tribunal Constitucional fijó en su sentencia de 1985, cuando consideró que el nasciturus era vida digna de protección, por lo que muchos expertos, como el ex vicepresidente del TC, José Gabaldón, consideran que esta reforma es inconstitucional.
Sin conocimiento paterno vía química o quirúrgica
Otra de las reformas que más críticas ha suscitado es la de permitir el aborto sin conocimiento paterno a menores a partir de 16 años. Esta semana, la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, ha anunciado además, la autorización de la venta de la píldora del día después en farmacias, sin límite de edadad y sin receta, que también ha generado un fuerte rechazo. Esta irá incluida en en la llamada “estrategia de salud sexual y reproductiva” que quedará enmarcada también en la nueva legislación sobre el aborto. Una estrategia que insiste en la promoción de anticonceptivos, e incluso fármacos con efecto abortivo como la PDD, para evitar el aumento de embarazos no deseados, a pesar de que esta estrategia ha sido un fracaso desde su implantación, como demuestra el aumento en progresión ascendente, año tras año, de las cifras de aborto, que han sobrepasado ya ampliamente el millón desde que fue despenalizado, llegando a 112.138 abortos oficiales sólo en 2.007.
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