POR UN PLATO DE
LENTEJAS
La peor de las
corrupciones
Carta Pastoral de
Mons. Juan Antonio Reig Pla
Obispo de Alcalá de Henares
Mons. Juan Antonio Reig Pla
Obispo de Alcalá de Henares
Hace unos días la Iglesia celebraba la Solemnidad
de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María, Patrona de España.
El próximo domingo, en plena Navidad, viviremos la fiesta de la Sagrada Familia
y también recordaremos a los Santos Inocentes. Con ocasión de todo ello, han
ido viniendo a mi memoria las hermosas palabras que el Papa San Juan XXIII
dirigió a nuestra Patria en 1960, y que luego transcribiré. Aquel mensaje del
Papa “bueno” me ha hecho pensar en la enorme multitud de españoles, y de otros
hijos de naciones hermanas que, el día 22 del pasado mes de noviembre, alzaron
su voz para pedir el fin de la gran matanza de inocentes no-nacidos que se está
produciendo, desde hace décadas, en España y en el mundo. Con respeto a todas
las personas y por amor a ellas, creo necesario, no solo describir la realidad,
sino también analizar
las causas de lo que acontece; solo así será posible proponer soluciones reales, más
allá de poner parches para
controlar los síntomas del pensamiento débil, que es como una enfermedad, y
que rebaja el nivel ético general, de modo que en nombre de un falso concepto
de tolerancia se termina persiguiendo a los que defienden la verdad sobre el
hombre y sus consecuencias éticas (Cf. Papa Francisco, 20-6-2014).
La historia que narra
la Biblia
Cuenta el libro del Génesis (Cf.
25, 19-34) que Esaú vendió su primogenitura, por un plato de lentejas, a su
hermano gemelo Jacob. La primogenitura implicaba ciertos derechos, y sobre todo
la transmisión por parte del padre de una especial bendición y de las promesas
(Cf. Gn 28, 13ss). Analógicamente, esta historia se ha repetido
infinidad de veces a lo largo de los siglos, tanto en lo que se refiere a
personas, como a instituciones y naciones.
Un hecho reciente
Recientemente el Presidente del Gobierno de
España y del Partido Popular anunció la retirada de la reforma de la ley del
aborto que pretendía “limitar” cuantitativamente la sangría horrenda de los
«los niños asesinados antes de nacer» (Papa Francisco, 25-11-2014),
ciertamente un crimen abominable (Cf. Concilio Vaticano II, Gaudium
et spes, 51), un continuo holocausto de vidas humanas inocentes (San
Juan Pablo II, 29-12-1997). Sobre todo ello ya me pronuncié en una nota el pasado 24 de septiembre: «Llamar a las cosas por su nombre. Un
verdadero reto para los católicos». Pero ¿cuáles son los verdaderos
motivos de esta retirada?
El plato de lentejas: ahora un puesto en el
Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, pero también el acceso a otras cuotas
de poder y a la financiación
Para entender bien la decisión del
Presidente del Gobierno no es suficiente recurrir a análisis electoralistas.
Con todo respeto a su persona, hay que decir que una decisión tan grave
responde a otras exigencias como nos muestra el documento «Prioridades de España en Naciones Unidas. 69º Periodo de Sesiones de la
Asamblea Plenaria»; documento que se puede encontrar en la página web del Ministerio de
Asuntos Exteriores. Dichas “prioridades” forman parte de lo que el Gobierno de España estaba
dispuesto a hacer (ya lo venía haciendo en perfecta continuidad con las
legislaturas que le precedieron) para conseguir un puesto en el Consejo de
Seguridad de Naciones Unidas. El puesto ha sido conseguido, ahora ya sabemos
por qué han hecho lo que han venido haciendo y qué van a seguir haciendo con
toda diligencia, tanto a nivel nacional como autonómico. Entre otras
prioridades dignas de mención, quiero destacar dos de las indicadas en dicho
documento:
a) «Continuaremos impulsando el pleno
disfrute y ejercicio de derechos por parte de niñas y mujeres en
condiciones de igualdad y no discriminación por razón de género, incluidos los derechos
de salud sexual y reproductiva (…)».
b) «Continuaremos promoviendo el pleno
disfrute y ejercicio de derechos por parte de personas gays, lesbianas,
bisexuales, transexuales e intersexuales (LGBTI) y la eliminación de todas
las formas de discriminación (…)».
Desenmascarando
eufemismos
Poniendo siempre por delante el amor, el
respeto y el aprecio a todas las personas, sea cual sea su condición, es
necesario desenmascarar las ideologías que engañan manipulando el lenguaje.
a) Naturalmente, condenamos, con toda
firmeza, cualquier tipo de violencia contra niñas y mujeres y toda
discriminación injusta, pero ¿qué significa en realidad “pleno disfrute y
ejercicio de derechos por parte de niñas y mujeres” y en particular “los
derechos de salud sexual y reproductiva”? La respuesta es: promoción de la
anticoncepción desde niñas; esterilización; aborto libre, químico y quirúrgico,
(en España ya son millones los niños abortados); manipulación de embriones y
reproducción asistida (verdadero «pecado contra el Creador», Papa Francisco,
15-11-2014); promoción de la masturbación, con programas ya desde 0 a 4 años;
esterilización, con autorización judicial, de personas con discapacidad psíquica;
sustraer a los padres de las menores la patria potestad en todo lo que se
refiere a la sexualidad de sus hijas; educación sexual obligatoria (teoría y
práctica) de menores, por parte del Estado y según la perspectiva de la
ideología de género, incluso contra la voluntad expresa de los padres;
disminuir la edad legal de consentimiento para tener relaciones sexuales (en
España la edad legal de consentimiento está ya en los 13 años); apertura a la
sexualidad “intergeneracional”; etc. Buena parte de todo esto puede encontrarse
en los «Estándares de Educación Sexual para Europa» preparados por la Organización
Mundial de la Salud (OMS), con el asesoramiento de International Planned Parenthood Federation
–IPPF‒ (Federación Internacional de Planificación Familiar) y de World
Association for Sexual Health ‒WAS‒ (Asociación Mundial para la Salud
Sexual), así como en publicaciones vinculadas a los lobbys implicados.
A todas estas imposiciones del imperialismo
transnacional del dinero – bajo apariencia de organismos internacionales
(públicos y privados) ‒ hay que añadir ahora, al menos, dos más: 1) El Gobierno
de España ha anunciado que va a reconocer el derecho de inscripción en el
Registro Civil de los hijos de españoles nacidos mediante gestación
subrogada (vientres de alquiler) en el extranjero. Esto no es más que dar
amparo legal a la “trata” de mujeres extranjeras empobrecidas, con las que se
comercia como si fueran “ganado”, incluso “estabulándolas”, durante el
embarazo, en “granjas” al efecto. Seamos claros, esta abominable práctica no es
más que una nueva forma de esclavitud. 2) Parece que el Gobierno de España
quiere cambiar la ley para exigir el consentimiento paterno a las menores que
deseen abortar. Que el Estado respete la patria potestad de los padres respecto
de sus hijos siempre es un bien; dicho lo cual, con consentimiento paterno o
sin él, el aborto es siempre un crimen abominable, que además destroza a
la madre y a todos los que participan. Ahora bien, el imperio no cede jamás:
siguiendo los criterios de los «Estándares de Educación Sexual para Europa»,
“expertas” de Naciones Unidas “contra la discriminación de la mujer” se han
desplazado a España durante diez días para “recomendar expresamente” al
Gobierno español que las menores de 16 y 17 años puedan seguir abortando sin
consentimiento de los padres: más presiones, no van a permitir ni un minúsculo
paso atrás. España, como buena parte del mundo, ya no es más que una colonia,
al servicio del Nuevo Orden Mundial, donde se esclaviza a jóvenes y
mujeres, mientras permanecemos aflojados y drogados con mucho “circo” y cada
vez menos pan.
b) También aquí, condenamos, con toda
contundencia, cualquier tipo de violencia contra las personas y toda discriminación
injusta; con toda la Iglesia queremos continuar prestando ayuda a todos, con
verdaderas entrañas de misericordia, sin juzgar a las personas (Cf. Papa
Francisco, 28-7-2013). Pero ¿qué significa en realidad “pleno disfrute y
ejercicio de derechos por parte de personas gays, lesbianas, bisexuales,
transexuales e intersexuales (LGBTI) y la eliminación de todas las formas de
discriminación”? La
respuesta es: promoción universal de la llamada “ideología de género”
y de las teorías queer, así como de su particular interpretación del
concepto de “empoderamiento LGBTIQ”; derechos sexuales de los menores,
así llamados, LGBTIQ, tal y como se definen por la IPPF y por la WAS; derecho
desde los 0 años a “explorar” la identidad sexual; derecho a partir de los 4
años a recibir información sobre las “relaciones del mismo sexo”; derechos de
los menores a su propia “orientación de género” (LGBTIQ); en el caso de los
menores de edad con “deseo de cambiar de sexo” (DCS), “derecho” a que se les
administren, cuanto antes, hormonas del sexo contrario y, en su caso, derecho ‒
incluso siendo menores de edad ‒ a la cirugía de reasignación aparente de sexo;
matrimonio entre personas del mismo sexo; derecho de las parejas del mismo sexo
a adoptar niños; “despatologización – vía legislativa ‒ de la así llamada
transexualidad”, con promoción de nuevas leyes llamadas de “no discriminación”
y de “reconocimiento de derechos a las personas con deseo de cambiar de sexo”;
derecho a la “no discriminación e igualdad de trato” que implica situar fuera
de la ley a quienes, como la Iglesia, afirmen que la particular inclinación de
la persona con atracción sexual hacia el mismo sexo, «debe ser considerada como
objetivamente desordenada» (Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta sobre la atención pastoral
a las personas homosexuales, n. 3) o que «los actos homosexuales
son intrínsecamente desordenados» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2357); impedir, y
penalizar legalmente, que profesionales de la psiquiatría o la psicología
puedan ayudar a personas con atracción sexual hacia
el mismo sexo (AMS) o con deseo de cambiar de sexo (DCS), que libremente lo
soliciten; sustraer a los padres de los menores la patria potestad en todo lo
que se refiere a la sexualidad de sus hijos con AMS o DCS; educación sexual
obligatoria (teoría y práctica) a menores, según los criterios LGBTIQ, incluso
contra la voluntad expresa de los padres; disminuir la edad legal de
consentimiento para tener relaciones “sexuales” entre personas del mismo sexo
(en España, también aquí, la edad legal de consentimiento está ya en los 13
años); imponer,
por ley, a las empresas e instituciones, la contratación de un porcentaje de
trabajadores llamados LGBTIQ; inversión de la carga de la prueba cuando se
producen denuncias por presuntas discriminaciones a personas llamadas LGBTIQ;
promoción de la sexualidad “intergeneracional” LGBTIQ; etc. Buena parte de todo
esto también puede encontrarse en los «Estándares de Educación Sexual para
Europa», ya citados, y en publicaciones vinculadas al lobby
implicado. En todo caso, hay que advertir que una vez ganada la
batalla del mal llamado matrimonio civil entre personas del mismo sexo y la
posibilidad de adopción, la gran ofensiva en estos momentos ‒ como puede
comprobarse en los medios de comunicación ‒ es entorno al deseo de cambiar de
sexo (DCS) ‒ la mal llamada “disforia de género”/“transexualidad” ‒,
particularmente en la infancia; lo que sigue es la penalización de los padres,
de las confesiones religiosas y de cuantos se opongan a la agenda prevista para
promover estos llamados “derechos sexuales LGBTIQ”.
Describir lo que esconden las palabras a
través, como hemos dicho, de la manipulación del lenguaje no es ninguna condena
a las personas, sino exponer con claridad lo que atenta contra la antropología
cristiana a la que el Papa San Juan Pablo II llamaba “antropología adecuada”. En definitiva, lo que se pretende con estas disposiciones es una
mutación antropológica, o lo que es lo mismo, la construcción, cuyas raíces
están en la ideología de género y sus derivadas, de un nuevo ser humano
inspirado en el transhumanismo y el posthumanismo. La “primogenitura” vendida
Con el documento «Prioridades de
España en Naciones Unidas. 69º Periodo de Sesiones de la Asamblea Plenaria»
que estamos comentando, se confirma, una vez más, lo que todos sabíamos: nos hemos convertido en
siervos de las instituciones internacionales para la promoción de la llamada “gobernanza
global” (Nuevo Orden Mundial) al servicio del imperialismo transnacional
del dinero, que ha presionado fuerte para que España no sea ejemplo para
Iberoamérica y para Europa de lo que ellos consideran un “retroceso”
inadmisible en materia abortista y en los llamados derechos LGBTIQ.
Estamos vendiendo, por
un “plato de lentejas”, el proyecto de Dios sobre sus hijos: a) el amor
y respeto a toda vida humana; b) la belleza de la igual dignidad, pero también
de la diferencia entre el varón y la mujer; y c) la hermosura de la familia de
fundación matrimonial entre un solo hombre y una sola mujer. Esto no solo está
aconteciendo en España, se trata de un humillante vasallaje global ante el
poder del dinero, y por ello recientemente (25-11-2014) el Papa Francisco
advertía: «Mantener viva la realidad de las democracias es un reto de este
momento histórico, evitando que su fuerza real – fuerza política expresiva de
los pueblos – sea desplazada ante las presiones de intereses multinacionales no
universales, que las hacen más débiles y las trasforman en sistemas
uniformadores de poder financiero al servicio de imperios desconocidos. Este es
un reto que hoy la historia nos ofrece».
«La muerte de Dios en
el corazón y en la vida de los hombres es la muerte del hombre» (San Juan Pablo
II, 11-5-1980): la peor de las corrupciones
Si matar a un inocente no-nacido se reconoce
por la “leyes” como un derecho, toda corrupción o iniquidad es posible, tanto
en el ámbito público como en el privado. Pero atención, para poder matar a un
hermano antes hay que matar a Dios (al Padre), o venderlo: ambas cosas hemos
hecho. ¡Tanto podríamos decir sobre esto! Que a nadie le extrañe, pues, la
situación en la que se encuentra postrada España y buena parte del mundo. Ni
los actuales partidos mayoritarios, ni los nuevos de corte marxista que, parece
que emergen con gran ímpetu, respetan integralmente la dignidad de la vida
humana, del matrimonio y de la familia. La verdadera respuesta a esta situación
pasa por la regeneración moral de nuestro pueblo fruto de una nueva
evangelización: proponer con amor y verdad a Cristo, pues «el misterio del
hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado» (Concilio Vaticano
II, Gaudium et spes, 22). Es urgente promover la gestación de
auténticos cristianos y de familias católicas (la Iniciación Cristiana de
Adultos según el modelo del Catecumenado Bautismal) capaces de impulsar
una cultura respetuosa con la vida, el matrimonio y la familia. También es
necesario impulsar una auténtica educación afectivo-sexual de los niños,
adolescentes y jóvenes como vocación al amor y al don de sí. En la «Teología
del cuerpo» del Papa San Juan Pablo II encontramos las claves para aprender a
amar y desarrollar una auténtica ecología humana. Como repetía el Papa
Benedicto XVI, la permanencia de la civilización cristiana pasa por la
promoción de «minorías creativas» capaces de regenerar la sociedad. El
instrumento es la Doctrina Social de la Iglesia que debe inspirar
la presencia de católicos en las distintas instituciones sociales y en el
ámbito de la política. Como decía el beato Pablo VI, la política es una forma
alta de caridad; de ahí la pertinencia de recordar el antiguo adagio: Corruptio
optimi, pessima (la corrupción de los mejores es la peor); y es que «la
miseria más peligrosa, causa de todas las demás: (es) la lejanía de Dios, la
presunción de poder prescindir de Él» (Papa Francisco, 20-12-2014).
Nadie debe dudar que estamos ante una
situación de emergencia política. Esta situación está reclamando del
laicado católico que sepa organizarse para ofrecer una lúcida respuesta en el
campo cultural, en los medios de comunicación y en la política. No hacerlo en
estos momentos supone un verdadero pecado de omisión.
Hay esperanza
No solo las personas, también las
naciones son llamadas por Dios al cumplimiento de una misión, misión a la que
se puede responder o no. España también ha tenido y tiene su misión, ¡no
renunciemos a ella y a la bendición de Dios, nuestro Padre, por un plato de
lentejas! Atendamos a las hermosas palabras con las que nos exhortaba el
querido Papa San Juan XXIII y, con la gracia de Dios, hagámoslas efectivas:
«Nos alegramos de que la España que llevó la fe a tantas naciones quiera hoy
seguir trabajando para que el Evangelio ilumine los derroteros que marcan el
rumbo actual de la vida, y para que el solar hispánico, que se ufana justamente
de ser cuna de civilización cristiana y faro de expansión misionera, continúe y
aun supere tales glorias, siendo fiel a las exigencias de la hora presente en
la difusión y realización del mensaje social del cristianismo, sin cuyos
principios y doctrina fácilmente se resquebraja el edificio de la convivencia
humana. Que tengan levantada siempre su mirada Nuestros Hijos amadísimos de
España hacia las altas metas, con el espíritu grande que los caracteriza,
seguros de que la obediencia a la Ley de Dios atraerá la protección de la Providencia,
que en el tejido de todo quehacer histórico guía a los individuos y a los
pueblos, dóciles a la voz del Rey de cielos y tierra, in viam prosperitatis
et pacis [en el camino de la prosperidad y la paz]» (San Juan XXIII, Mensaje
dirigido al Cardenal Gaetano Cicognani, 5-6-1960).
Solo el nacimiento de Jesús, que estamos
celebrando, le devuelve a cada persona su dignidad intransferible y la respalda
con su alianza de amor para que no se pierda ninguno, especialmente los más
pequeños, empobrecidos y sufrientes. En cambio, todas las ideologías ponen las
personas al servicio de sus ambiciones, siempre vinculadas al poder y al
dinero; lo hacen, según los casos, en nombre del “pueblo”, del “proletariado”,
de la llamada “sociedad del bienestar”, o del llamado “interés general”. Han olvidado
miserablemente que el fin de la sociedad es el “bien común”, que pasa
necesariamente por la atención y cuidado de cada persona, y por el desarrollo y
educación de la misma, para hacerla capaz de su verdadero destino, de nuestro
verdadero destino: Dios revelado como Amor.
Una gran batalla
En todo caso, hay que insistir en que
quienes rinden culto a moloc y a mammona – la cultura de la
muerte y la idolatría del dinero ‒ siempre van de la mano y sirven al Amo de
este mundo.
Por eso, nuestra batalla, como nos recuerda
el Apóstol Pablo, «no es contra la sangre y la carne, sino contra los
principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo
tenebroso…» (Ef 6, 12). De ahí que es necesario, como nos exhortaba el
mismo Apóstol, revestirnos con las armas de Dios: «estad, pues alerta, ceñidos
vuestros lomos con la verdad, revestidos con la coraza de la justicia y
calzados los pies, prontos para el evangelio de la paz, embrazando en todo
momento el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los encendidos dardos
del Maligno» (Ef 6, 14-16). Los católicos en este momento estamos ante
una verdadera encrucijada y es necesario preguntarnos a quienes estamos
dispuestos a servir: o a los dioses, y sus mensajeros, de esta nueva religión
secular, o al verdadero Dios. Como en tiempos de Josué nuestra respuesta no
puede ser otra: «Yo y mi casa serviremos al Señor»
(Jos 24, 15).
Alcalá de Henares, 26 de diciembre de
2014
San Esteban, protomártir