Actividad Científica del Dr. Bernardo Ebrí

Los interesados en poder descargar publicaciones médicas científicas del Dr. Bernardo Ebrí Torné, pueden hacer "clic" en

https://www.researchgate.net/profile/Bernardo_Ebri/stats

Para descargar el programa informático para el cálculo de la Edad ósea en niños, guía explicativa como usarlo, sobre la radiografía de mano izquierda, y luego poder predecir la talla adulta del niño (niños de 0,5 años a 20); específicos programas para niños de 0 a 4 años a través de la radiografía de mano y de pie) (En español y lengua inglesa),publicaciones a este respecto, libro sobre Maduración Esquelética etc.,.., introducirse en la siguiente web: www.comz.org/maduracion-osea
Se abrirá el portal al hacer "clic" y allí, se encuentra toda la información, con posibilidad de descarga.
El método esta siendo utilizado por pediatras, radiólogos, de España, Italia, México, Venezuela...
Comentarios en https://sites.google.com/site/doctorbernardoebri/prueba


Salmos 91:4 y 46:1. El amor de Dios

Salmos 91:4 y  46:1. El amor de Dios
"Pues te cubrirá con sus plumas y bajo sus alas hallarás refugio. ¡Su verdad será nuestro escudo y tu baluarte". "Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia"

Sunday, September 28, 2014

Un rato con mi nieta por Bernardo Ebrí


UN RATO CON MI NIETA

 

Se abrió la puerta y apareció  María con su hija, mi nieta Sandra. Tenía cita con su dentista a las seis y me traía la niña. Eran ya las cinco y media e  iba con mucha prisa. Sobre las ocho vendría a buscarla su padre.

Tengo ya 60 años. Vivo solo, mi mujer murió hace 3 años los mismos que tiene ahora mi nieta.

-¡Hola papá!

-¡Hola Hija! ¡Hola Sandrita!

-Sandra, dale un besito al yayo.

La niña me miró profundamente con sus ojitos azules pero no arrancó palabra alguna, y eso que era muy parlanchina.

-Papá, ¡quítale el gorrito y el abrigo que yo tengo mucha prisa. Álvaro vendrá a buscarla sobre las ocho y media. ¡Ah! De merienda lo de siempre, a Sandra le gusta mucho.

-Sí, no te preocupes. Venga nena dale la manita a tu yayo, que tu mamá tiene prisa, le va a arreglar un médico los dientes.

La niña continuaba mirándome. Se arrancó entonces diciéndome:

-Yayo, me contaras el cuento de Blanca Nieves mientras me das el quesito.

Sí, naturalmente.

Su madre le dijo:

-Sandrita, ¿no das un beso a mamá?

La niña se volvió entonces hacia su madre y poniendo sus morritos en o, hizo ademán de besarla. María se agachó y recibió el besito en su cara mientras depositaba el suyo en su niña.

Entramos, y después de quitarle el gorro, el abrigo y los guantes, me dirigí a la televisión para ponerle “Clan”, le dije:

-Sandrita siéntate, que va el yayo a buscarte el flan, el quesito  el plátano y el vasito de leche.

La niña me obedeció y se puso a ver los dibujos. Volví enseguida con la merienda, y me dispuse a abrir la tapa del flan, quitarle la plata al quesito y pelar el plátano. La niña me dijo entonces:

-Yayo, cuéntame el cuento de Blanca Nieves.

Asentí  y me senté de nuevo junto a ella.

-¿Quieres que te ayude en algo Sandrita?

-Cuéntame el cuento, yayo.

Con satisfacción comencé el cuento preferido de mi nieta. En un santiamén desapareció el quesito y la niña comenzó a mordisquear el plátano.

-Buen apetito tiene mi niña –pensé para mis adentros.

-Yayo, ¿Por qué la bruja es tan mala?

-Pues…porque tiene envidia de Blanca Nieves-le contesté.

-¿Qué es envidia yayo?

Me quedé pensativo, pero le respondí enseguida:

-Pues…, no querer a una persona, querer lo que ella tiene. En el caso de la bruja, desea ser tan guapa como Blanca Nieves, como lo eres tu ratita mía.

Y acercándome le di un beso en sus sonrosadas mejillas. La niña siguió diciéndome entre mordisco y mordisco a su plátano.

-Pues, Bruno no me debe de querer mucho, pues quiere mis lápices y mis rotulas.

Supuse que Bruno era un niño de su colegio. No supe que responderle, pero  enseguida le dije:

-Bueno, seguro que te quiere, pero Bruno es muy travieso y lo que quiere es jugar con tus lápices.

 La niña sonrió y comenzó a atacar el flan. Entre bocado y bocado sorbía del vasito de leche. Al terminar su merienda me dijo:

-Yayo, ¡sácame rotulas y lápiz para pintar!

La complací y dirigiéndome al escritorio cogí unas hojas en blanco,  y unos lápices de colores.

-¡Toma, dibuja! Luego me dices que has pintado

La niña comenzó a dibujar unos garabatos en el papel. La observaba complacido tratando de interpretar los retorcidos trazos con que iba llenando la cuartilla. Al cabo de unos minutos, sintiéndose satisfecha terminó su tarea.

-Vamos a ver. ¿Qué has dibujado?-le dije, señalando dos borrones contiguos.

Sandrita me miró entonces con sus ojos dulces y me dijo:

-Es una niña y su yayo que le está contando un cuento.

Me sentí muy feliz de mi nieta. Me agaché entonces, dándole un beso en su cabecita de ensortijados cabellos, mientras le decía:

-Tu yayo te quiere mucho.

Ella me miró y me dijo:

Te quiero mucho yayo

Le di un cálido abrazo. La niña abrió entonces su boquita en un prolongado bostezo, y entornando sus ojitos comentó a su abuelo:

-Yayo, tengo sueño. ¿Por qué no te duermes conmigo?

Miré el reloj y aun eran las siete, faltaba más de una hora para que su padre llegase.

-Ven Sandrita. Vamos a ponernos cómodos, el yayo también se pondrá a dormir un ratito contigo hasta que venga papá.

Nos recostamos en el sofá. La niña, inclinándose hacia mí, apoyó entonces su cabecita en  mi pierna, y me miró, entornados sus ojos, antes de quedarse profundamente dormida. Pensé, ¿cómo le hubiera gustado a María Luisa poder haber llegado a conocer a su nieta y gozar como yo de su compañía. Me pareció entonces sentir su presencia. Satisfecho, entorné mis ojos y me quedé también dormido.
Publicada en la Revista Literaria: "Palabras Indiscretas", nº 12. Junio 2014

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