«El Estado Islámico (EI) no
tiene piedad de los cristianos. No dudan en decapitarnos uno a uno. Venden a
nuestras mujeres o las convierten en esclavas sexuales. No son humanos», se
lamenta Soiki Said, policía de la ciudad de Mosul, ciudad de la que se vio
obligado a huir.
«El Ejército iraquí huyó en desbandada, dejando todos
los arsenales abandonados. Los policías tratamos de resistir, pero
nuestras armas eran insuficientes contra los tanques y la artillería del Estado
Islámico, así que no tuvimos más remedio que rendir la ciudad y huir»,
se lamenta este cristiano que reconoce que muchos de sus amigos –cerca de
cuarenta, precisa– se convirtieron al islam para salvar su vida.
«¿Convertirme yo al islam? Soy cristiano y moriré como tal. Prefiero que
me corten el cuello antes que profesar la misma religión que esos asesinos»,
sentencia el ex policía, padre de un hijo discapacitado y al que no puede
mantener, ya que tuvo que huir con lo puesto de Mosul.
«He
vendido hasta las alianzas de boda para poder comprar medicamentos a mi
hijo», se queja este desplazado, que se ha visto obligado a refugiarse
en la iglesia de San José, en la ciudad de Erbil (al norte de Irak). En esta
Iglesia, situada en el barrio cristiano de Ainkawa, se refugian desde el
pasado mes de junio cerca de 250 familias cristianas que huyeron de
ciudades como Basora, Tikrit o Mosul.
Erbil, único lugar seguro para los
cristianosLos cristianos constituyen sólo el 5% de la
población de Irak, cerca de 1.500.000. Desde que la comunidad
internacional impusiera sanciones económicas contra el Gobierno del dictador
Sadam Husein, los cristianos fueron emigrando a los países
vecinos; aun así, la entrada en escena de los yihadistas les ha
colocado en el disparadero y muchos, aún, viven atenazados por el miedo a que
sigan su avance hasta la ciudad de Erbil, el único lugar seguro para estos
cristianos.
Les obligan
a dejar sus casas «Llevo huyendo desde hace meses. Primero de Basora
[sur del país] a Mosul, y cuando los yihadistas tomaron la ciudad me trasladé
hasta esta iglesia de Erbil. Nos dijeron que volveríamos a nuestras
casas en tres días… llevamos más de dos meses. Lo dejé todo allí y me
vine con lo puesto», se queja Sabria Faradia, de 54 años de edad. Esta mujer
está completamente sola en la vida y sólo se puede aferrar a su fe para
continuar. "Al
primer bombazo huimos sin mirar atrás"«Sólo me queda Dios en el
mundo…», afirma mientras sus finos labios dibujan una mueca de amargura. Sabria
se acerca hasta unas sencillas bolsas de basura llenas de ropa, que varios
vecinos de Ainkawa han traído hasta la iglesia, y comienza a removerlas buscando
algo que sea de su talla. Como ella, muchas familias se vieron obligadas
a huir prácticamente con lo puesto.
«No teníamos
ningunas ganas de comprobar si las milicias del Estado Islámico iban a
tener clemencia con nosotros. Al primer bombazo huimos sin mirar
atrás», comenta Cristine Matter. Esta mujer, embarazada de seis meses, aún tiene
pesadillas con lo que ha visto en otras regiones de Irak.
«Me pregunto
si merece la pena traer una criatura a este mundo. ¿Qué futuro le espera aquí a
mi hijo? Los cristianos ya no tenemos futuro en Irak», se lamenta profundamente.
Pocos lazos de unión les quedan a estas familias, algunas de ellas, incluso, han
sido traicionadas por antiguos amigos que, por salvar sus vidas, las vendieron a
los islamistas.
Su mejor
amigo le anuncia que le va a matar... «Mi mejor amigo, compañero de
trabajo, me llamó por teléfono. Me dijo que ahora estaba al lado del
Estado Islámico y que me iba a matar con sus propias manos por ser
cristiano», recuerda Sabaj Munir. Esa misma noche, este hombre de 28
años guardó unas pocas pertenencias en varias bolsas de deporte, y huyó con su
familia lejos de Mosul.
«Esto no es más que una guerra sectaria
que tiene como fin acabar con las minorías religiosas de Irak», afirma
este joven. Mientras los yihadistas del Estado Islámico sigan teniendo presencia
en Irak, los casi dos millones de cristianos que viven en este país de Oriente
Medio sentirán sobre sus cabezas la espada de Damocles.
Precisamente, la
persecución de los cristianos y de la minoría yazidí precipitaron los ataques
de la aviación estadounidense contra las bases del EI en Irak. Una ofensiva que
está en vías de ampliarse. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama,
presentará su plan mañana ante el Congreso. Neupic Expulsados y aniquilados
por el Estado Islámico
«Los cristianos ya no tenemos futuro
en Irak» «El Estado Islámico no tiene piedad con los cristianos. No
dudan en decapitarnos uno a uno. Venden a nuestras mujeres o las
convierten en esclavas sexuales. No son humanos». Soiki Said, antiguo
policía de la ciudad de Mosul, ahora ocupada por el EI, se lamenta con estas
palabras en su refugio de la iglesia de San José, en la ciudad de Erbil, al
norte de Irak. Su historia es una más entre las miles de historias de los
cristianos iraquíes que han visto truncada su vida por la violencia
sectaria de los islamistas radicales. Un relato de asesinatos y abusos
que se repite en el caso de Cristine Matter, embarazada de seis meses, que aún
tiene pesadillas por lo padecido, y que sólo acierta a exclamar: «Los
cristianos ya no tenemos futuro en Irak».
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