Al finalizar el Vía Crucis en
Copacabana el santo padre invita a los jóvenes a dejar todo a los pies de la
Cruz
Por Rocío
Lancho García
ROMA, 27 de
julio de 2013 (Zenit.org) - "Hemos
venido hoy aquí para acompañar a Jesús a lo largo de su camino de dolor y de
amor, el camino de la Cruz", así comenzó el papa Francisco su discurso a
los jóvenes presentes en la playa de Copacabana tras la vivencia del Vía
Crucis, en el que se reflexionó sobre los problemas actuales y las
preocupaciones de la juventud.
"Queridos
hermanos, nadie puede tocar la Cruz de Jesús sin dejar en ella algo de sí mismo
y sin llevar consigo algo de la cruz de Jesús a la propia vida", afirmó el
santo padre. Y lanzó tres preguntas para la reflexión "¿Qué han dejado ustedes
en la Cruz, queridos jóvenes de Brasil, en estos dos años en los que ha
recorrido su inmenso país?", "¿qué ha dejado la Cruz en cada uno de
ustedes?", "¿qué nos enseña para nuestra vida esta Cruz?"
El papa
Francisco recordó que Jesús con su Cruz "recorre nuestras calles y carga
nuestros miedos, nuestros problemas, nuestros sufrimientos, también los más
profundos" y además "se une al silencio de las víctimas de la
violencia, que ya no pueden gritar, sobre todo los inocentes y los
indefensos" también "se une a las familias que se encuentran en
dificultad, y que lloran la trágica pérdida de sus hijos". Así mismo
recordó que "con la Cruz Jesús se une a todas las personas que sufren hambre,
en un mundo que, por otro lado, se permite el lujo de tirar cada día toneladas
de alimentos". También hizo referencia a que Jesús está junto a madres y
padres que sufren a sus hijos víctimas de paraísos artificiales, como la droga;
a quien es perseguido por su religión, por sus ideas, o simplemente por el
color de su piel; a jóvenes que han perdido su confianza en las instituciones
políticas porque ven el egoísmo y corrupción, o que han perdido su fe en la
Iglesia, e incluso en Dios, "por la incoherencia de los cristianos y de
los ministros del Evangelio".
Y alentó a
los presentes recordando que "Él acoge todo con los brazos abiertos, carga
sobre su espalda nuestras cruces y nos dice: ¡Ánimo! No la llevás vos solo. Yo
la llevo contigo y yo he vencido a la muerte y he venido a darte esperanza, a
darte vida".
Haciendo
referencia a la segunda de las preguntas que lanzó al inicio del discurso, el
papa señaló que la Cruz "deja un bien que nadie más nos puede dar: la
certeza del amor fiel de Dios por nosotros". A continuación invitó a los
jóvenes a fiarse de Cristo "porque Él nunca defrauda a nadie. Sólo en
Cristo muerto y resucitado encontramos la salvación y redención".
Finalmente
afirmó que la "Cruz invita también a dejarnos contagiar por este amor, nos
enseña así a mirar siempre al otro con misericordia y amor, sobre todo a quien
sufre, a quien tiene necesidad de ayuda, a quien espera una palabra, un
gesto". Y nuevamente invitó a los peregrinos a hacerse una pregunta:
"Vos, ¿cómo quien querés ser. Querés ser como Pilato, que no tiene la
valentía de ir a contracorriente, para salvar la vida de Jesús, y se lava las
manos?" o "sos como el Cireneo, que ayuda a Jesús a llevar aquel
madero pesado, como María y las otras mujeres, que no tienen miedo de acompañar
a Jesús hasta el final, con amor, con ternura".
Por eso,
exhortó a lo jóvenes a llevar alegrías, sufrimientos y fracasos a la Cruz de
Cristo, donde "encontraremos un Corazón abierto que nos comprende, nos
perdona, nos ama y nos pide llevar este mismo amor a nuestra vida, amar a cada
hermano o hermana nuestra con ese mismo amor".
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