Ya no puede correr, bailar o abrazar a sus amigos, pero su optimismo y ganas de vivir contagia a los más próximos.
Alana Swagerty
Juan Antonio Ruiz LC/ReL
«Hola, mi nombre es Alana Swagerty. Soy una estudiante junior de High School. Desafortunadamente, no pude terminar mis estudios, pues me fue diagnosticada la enfermedad Mielitis Transversal».
Así empieza esta joven un vídeo en el que cuenta su historia. Cinco minutos en los que transmite, no sin algunos momentos de emoción, la pasión que le mueve a seguir viviendo a pesar de quedar cuadripléjica por el resto de su vida.
De San Diego (Estados Unidos), Alana es una joven llena de entusiasmo y de pasión por la vida. ¿Y qué es lo que más la distingue? Su eterna sonrisa: una que no ha cambiado a pesar de que desde hace cinco años ya no puede correr, bailar o abrazar a sus amigos.
Pero, ¿qué fue lo que pasó?
Una mañana, Alana se levantó con un dolor en el cuello: «Al sentir el dolor, me empecé a preocupar. Caminando confusa hasta la sala de casa, me acosté en el sofá… y ya no pude mover mis brazos. Cuando vinieron los demás a verme, ya no podía mover ninguna parte de mi cuerpo». Fulminante y veloz. En menos de dos horas, Alana se convirtió de ser una adolescente sana en una joven en silla de ruedas.
Visitó 64 hospitales en seis meses en todo California: desde San Diego a Los Angeles. Se lanzó una campaña de recaudación para poder tener una silla de ruedas con el aparato respiratorio incorporado y para reconstruir parte de su casa, de manera que pueda ser accesible para Alana. En fin, un calvario que, sin embargo, sólo ha llevado a Alana a agradecer este período con mayor fuerza: «Ese capítulo ya se terminó. Ahora comienza uno nuevo: un capítulo diferente», dice ella.
Y el pistoletazo de salida lo da su estancia en el Valhalla High School, en donde reinició sus estudios. Ahí, los compañeros, que primero la veían con curiosidad o piedad, ya no pudieron separarse de ella.
«Cada día viene a clase con una sonrisa», dice April Ramirez. «Me encanta venir al colegio, pues ella lo hace todo divertido», comenta Stanley Shamon. Y Sean Sotell refleja el sentimiento de cada alumno y profesor: «Es una inspiración tremenda para todos».
Sí, para todos. Incluyendo el Dr. Er-kai Gao, que luchó por salvar su vida: «Estoy realmente impresionado, pues ella no era capaz ni de decir mi nombre cuando la vi». Pero ahora no sólo puede hablar, sino que, a base de una rehabilitación que le cuesta la vida entera, Alana lucha por mover un dedo, un hombro o incluso una pierna.
Ahora, con el paso del tiempo, Alana quiere compartir su experiencia con los demás. Como un botón de muestra, puede verse este video en que canta I Made it Through the Rain en un colegio:
Un ejercito de ángeles cuida de Alana
¿Su sostén? Ella misma lo dice: «Mis padres, que son unos ángeles». Pero no sólo ellos: tiene toda una armada celestial que le cuida, que reza por ella, que se preocupa. Y, justo por eso, Alana no puede sino dar gracias por su enfermedad: «Si no me hubiese enfermado, nunca hubiera conocido a estas personas. Valió realmente la pena enfermarse con tal de poder conocerlas».
El lema de Alana en la vida
Con una voz rasposa, traída a los oídos de los demás con el eco del aparato de respiración que lleva incorporado, Alana cuenta su lema de vida: «Sonríe. Siempre sonríe. Y no importa qué te pase, toma cada día tal como te viene. Y aunque estés en las peores condiciones, no des nada por supuesto en tu vida. Siempre sonríe».
Aquí está el video que ella subió para la recaudación de fondos, contando en primera persona su vida, justo en los momentos más difíciles… pero que termina con su eterna sonrisa y su invitación a no desfallecer:
Alana Swagerty
Juan Antonio Ruiz LC/ReL
«Hola, mi nombre es Alana Swagerty. Soy una estudiante junior de High School. Desafortunadamente, no pude terminar mis estudios, pues me fue diagnosticada la enfermedad Mielitis Transversal».
Así empieza esta joven un vídeo en el que cuenta su historia. Cinco minutos en los que transmite, no sin algunos momentos de emoción, la pasión que le mueve a seguir viviendo a pesar de quedar cuadripléjica por el resto de su vida.
De San Diego (Estados Unidos), Alana es una joven llena de entusiasmo y de pasión por la vida. ¿Y qué es lo que más la distingue? Su eterna sonrisa: una que no ha cambiado a pesar de que desde hace cinco años ya no puede correr, bailar o abrazar a sus amigos.
Pero, ¿qué fue lo que pasó?
Una mañana, Alana se levantó con un dolor en el cuello: «Al sentir el dolor, me empecé a preocupar. Caminando confusa hasta la sala de casa, me acosté en el sofá… y ya no pude mover mis brazos. Cuando vinieron los demás a verme, ya no podía mover ninguna parte de mi cuerpo». Fulminante y veloz. En menos de dos horas, Alana se convirtió de ser una adolescente sana en una joven en silla de ruedas.
Visitó 64 hospitales en seis meses en todo California: desde San Diego a Los Angeles. Se lanzó una campaña de recaudación para poder tener una silla de ruedas con el aparato respiratorio incorporado y para reconstruir parte de su casa, de manera que pueda ser accesible para Alana. En fin, un calvario que, sin embargo, sólo ha llevado a Alana a agradecer este período con mayor fuerza: «Ese capítulo ya se terminó. Ahora comienza uno nuevo: un capítulo diferente», dice ella.
Y el pistoletazo de salida lo da su estancia en el Valhalla High School, en donde reinició sus estudios. Ahí, los compañeros, que primero la veían con curiosidad o piedad, ya no pudieron separarse de ella.
«Cada día viene a clase con una sonrisa», dice April Ramirez. «Me encanta venir al colegio, pues ella lo hace todo divertido», comenta Stanley Shamon. Y Sean Sotell refleja el sentimiento de cada alumno y profesor: «Es una inspiración tremenda para todos».
Sí, para todos. Incluyendo el Dr. Er-kai Gao, que luchó por salvar su vida: «Estoy realmente impresionado, pues ella no era capaz ni de decir mi nombre cuando la vi». Pero ahora no sólo puede hablar, sino que, a base de una rehabilitación que le cuesta la vida entera, Alana lucha por mover un dedo, un hombro o incluso una pierna.
Ahora, con el paso del tiempo, Alana quiere compartir su experiencia con los demás. Como un botón de muestra, puede verse este video en que canta I Made it Through the Rain en un colegio:
Un ejercito de ángeles cuida de Alana
¿Su sostén? Ella misma lo dice: «Mis padres, que son unos ángeles». Pero no sólo ellos: tiene toda una armada celestial que le cuida, que reza por ella, que se preocupa. Y, justo por eso, Alana no puede sino dar gracias por su enfermedad: «Si no me hubiese enfermado, nunca hubiera conocido a estas personas. Valió realmente la pena enfermarse con tal de poder conocerlas».
El lema de Alana en la vida
Con una voz rasposa, traída a los oídos de los demás con el eco del aparato de respiración que lleva incorporado, Alana cuenta su lema de vida: «Sonríe. Siempre sonríe. Y no importa qué te pase, toma cada día tal como te viene. Y aunque estés en las peores condiciones, no des nada por supuesto en tu vida. Siempre sonríe».
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