No olvidemos que las características sociales que son dinámicas y ambivalentes. Como dinámicas están sujetas a un cambio continuo que, en el mejor de los casos, limita la validez del análisis a un tiempo determinado. Dada su calidad de ambivalentes no pueden ser calificadas como totalmente negativas o positivas. Por tanto, la secularización no se debe entender, en principio, como algo esencialmente antirreligioso. Se trata de un proceso de re-ubicación de la religión en la sociedad que produce efectos en sentidos muy diversos. En rigor, no puede interpretarse como antirreligioso el que la religión se concentre en su papel. Además, es bastante explicable que durante esta re-ubicación se produzca una pérdida de fieles y una bajada en la práctica religiosa tradicional. Es propio de los cambios culturales romper la rutina y producir desorientación.
QUÉ ES?
Por secularización cabe entender, entre otras, todas estos:
1) Declive o decadencia de la religión, progresiva pérdida del prestigio y del valor socialmente reconocido en los símbolos e instituciones de la religión. En suma, puede entenderse todo proceso adverso a la implantación social de la religión.
2) Desconexión de la sociedad, la política y la cultura, respecto a la visión religiosa del mundo y del hombre,y también respecto a las instituciones, eclesiásticas u otras, en las que dicha visión se expresa.
3) Desacralización, desencantamiento y reducción a lo profano de la naturaleza física, convertida en objeto de dominio técnico.
4) Paso de una sociedad rígida,refractaria al cambio, regida por principios de tradición, a una sociedad elástica, flexible y móvil,que no consagra ningún principio dado.
5) Privatización de la religión, que abandona el ámbito público, cultural y político, y queda confinada a recintos de intimidad, individual y social, haciéndose socialmente invisible.
6) Fragmentación de la religión en un pluralismo de creencias religiosas coexistentes en una misma sociedad, sin que ninguna de ellas pueda cumplir ya funciones de integración y de legitimación social.
En relación con el proceso de secularización, se han creado expresiones tales como: muerte de Dios, eclipse de Dios o de lo sagrado, el crepúsculo de los dioses, apostasía de las masas, la racionalización, la desmitificación (frente a mitos) y desmistificación (frente a mística) de la sociedad, el advenimiento de una cultura postrreligiosa o postcristiana, etc.
EL POLO OPUESTO: LAS SOCIEDADES TEOCRÁTICAS
Se llaman sociedades teocráticas (theos=dios; cratos=gobierno). aquellas en las que la religión era uno de los elementos identificantes (todos pertenecen a esa religión), cohesionantes y formantes (costumbres y normas tienen origen y respaldo religioso) de mayor fuerza en todos los campos de la vida. No existía separación entre lo civil y lo religioso, a pesar de haberla entre lo sagrado (curas) y lo profano (seglares).
DESCRIBIENDO LA SECULARIZACIÓN
Podemos entender por secularización un proceso en el cual diversos ámbitos de la vida humana (concepciones, costumbres, formas de sociedad, instituciones, cosas y personas) o la totalidad de los mismos dejan de estar determinados o inspirados por la religión o lo están de otra forma o en menor grado. Hay, por tanto, una menor presencia pública de la religión organizada en la vida ciudadana, cultura, política, enseñanza, sanidad, etc... Esto supone que, previamente, la religión (sus símbolos, doctrinas e instituciones) ha perdido prestigio, fuerza e influencia. De cualquier forma, no ocupa en la vida pública un puesto tan preeminente como el que tenía antes.
Es una situación en que ni está de moda ser religioso, ni el control social o el ambiente fuerzan a ello. La calificación de "laica" prestigia ante los ojos de muchos a la institución que la lleva. En frase de Berger "La religión debe venderse a una clientela que ya no está obligada a "comprar". La situación pluralista es, sobre todo, una situación de mercado". Antes la religión legitimaba las realidades sociales. Ahora, es ella misma la que debe justificar su existencia.
No obstante,de hecho, la religión sigue teniendo un peso social muy grande. La sociedad ha alcanzado, en palabras del pastor evangélico Dietrich Bonhoeffer, la "mayoría de edad". La Iglesia, madre y maestra de pueblos, ve cómo sus hijos van ultimando su adolescencia. Y, como cualquier madre, se resiste a la vez que se alegra.
LAICISMO
En la actualidad, dada la extensión del fenómeno secularizador, es evidente que se trata de un cambio cultural. Sin embargo, algunos hacen de él una ideología (o un talante adherido a su ideología) que afirma la necesidad de implantar una radical secularización como sea. Puede llegar incluso a fundamentar una discriminación por motivos religiosos. Generalmente, se denomina secularismo o laicismo a la pretensión de eliminar toda influencia religiosa en la sociedad por considerar dicho influjo esclavizante y perjudicial. Se trata de un laicismo militante que intenta sacar al hombre de la esfera de lo sagrado y hacerle tomar conciencia de que sólo hay mundo. Por lo tanto, hay que abolir toda motivación o vinculación social con la transcendencia ya que supondría un oscurantismo impropio de nuestro tiempo. Esta postura suele ir acompañada de un anticlericalismo, más o menos visceral, y reviste muchas veces formas y exigencias que, en algún sentido, pueden calificarse de religiosas. Algunos afirman que no puede haber laicidad sin laicismo.
Se pretende que la sociedad sea confesionalmente laica.
En las sociedades con fuerte desarrollo urbano e industrial (que, menos el Japón, son todas de tradición cristiana) se constatan estadísticamente fenómenos tales como: decadencia de la práctica religosa, despego de las formas tradicionales de culto, crisis de credibilidad de la institución religiosa como depositaria de un magisterio doctrinal y disciplinar, reducción a cultura laica de las tradiciones religiosas populares, privatización de la creencia, creciente marginación de lo institucional como factor de dinámica social, política y cultural, escasez de candidatos al liderazgo religioso, etc.
(Extracto de Para comprender la sociedad del hombre moderno de Angel Calvo Cortés y Alberto Ruiz Díaz)
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