La Gaceta de la Iglesia / Evaristo de Vicente -Enviado especial al Viaje del Papa-। 17 de septiembre.
Lo del Papa, debe tener desconcertado a cierto tipo de medio de comunicación, o quizá debería decirse a cierto tipo de “lobby”, porque, deberán estar pensando ¿cómo es posible que una persona “tan mala” como hemos “creado”, que incluso hemos conseguido que ciertos abogados ingleses digan muy serios que no debería de entrar a este país o, caso de entrar, ser inmediatamente detenido por ser el responsable último de los abusos sexuales prácticamente de medio mundo, aparezca en un acto...
...–los católicos le llaman Misa- y van 100.000 personas que no tienen aspecto de ser extorsionadores, ni dedicarse a la trata de blancas, ni cosas parecidas, sino más bien son padres, madres de familia, hombres y mujeres que, la verdad, parecen normales? ¿Cómo es posible?
Viene esto a cuento por el contraste entre lo que la Sky New TV, por ejemplo, ofrecía a sus telespectadores la noche anterior a la llegada del Papa a Edimburgo, tres hombres y el presentador hablando mal del Papa, y a la mañana siguiente, al llegar a la ciudad la principal avenida la Princes Street quizá de un par de kilómetros o tres de larga, a ambos lados, se amontomaban, como tantas veces hemos visto, personas que vibran ante el paso del coche del Papa hasta llegar a Palacio de la Reina de Inglaterra, el Holyroodhouse de Edimburgo. El Papa hace la visita de cortesía a la Reina de Inglaterra con pequeños pero emotivos dirscursos donde la Reina reconoce que al verle a él, al Papa, “recuerda la herencia común del cristianismo que ha contribuido siempre a la paz mundial y al desarrollo económico de los pueblos menos prósperos”. Es decir, que en contra de la opinión mediática, de cierta opinión mediática, la Reina de Inglaterra, por lo general bien informada, dice que este hombre, en realidad más que buscar pervertir a niños lo que busca –a veces los hombres le hacemos caso otras veces no- el desarrollo de las personas y de los pueblos ¿pero quien ha preparado ese discurso a la Reina? Se preguntan en ciertas redacciones. Pero a Isabel II al ver al Papa a su lado también se acuerda que él ha venido a beatificar a un inglés y le dice que ella, ya conocía que “la reconciliación era el tema central en la vida del Cardenal Newman por el que usted celebrará la Misa de Beatificación el Domingo” y comienza sino una catarata, si una cascada de elogios hacia este inglés que era de la iglesia de Inglaterra, o sea, de la iglesia cuya cabeza, “su Papa” es precisamente quien está elogiando a quien se ha pasado a la religión de quien tiene en frente, es decir, de Benedicto XVI, porque este hombre, añade sin pestañear la regia persona “ha contribuido a profundizar en las relaciones entre la Iglesia Romana Católica con la establecida Iglesia de Inglaterra”. El Papa un poco emocionado, al menos a mi parecer, y no estoy muy alejado físicamente yo de él en este Holyroodhouse de Edimburgo mientras el Papa empieza a decir que está contento de estar allí y anima al Reino Unido a que siga esforzándose por mantener los valores tradicionales y expresiones culturales ante el secularismo agresivo que ni siquiera los tolera ni aprecia”. Es claro que el Papa no vive en otras galaxias, sino que, como buen pastor, está viendo lo que pasa. Y quizá el desconcierto debe ser total, como decía al principio, de esas personas que van constantemente metiendo el dedo en una llaga que quiere cicatrizar pero no dejan porque el estado natural de ellos es la morbosidad: sí, ya se ha reconocido por este hombre y por toda la Iglesia Católica y se ha pedido perdón una mil veces y siempre que se demandado. La gente lo sabe y distingue, por eso están allí esas miles de personas en el parque Bellahouston de Glasgow, porque quieren escuchar de su Pastor cual es el camino y cuales los peligros; el camino, los sacramentos, los peligros, dice el Papa en la homilia de la misa la "dictadura del relativismo" que "amenaza con oscurecer la verdad del hombre". Y aseguró que el hombre tiene derecho a vivir en una sociedad que no sea una "selva de libertades autodestructivas y arbitrarias". a los jóvenes católicos escoceses a resistir la "destructiva" tentación de las drogas, el dinero, el sexo, la pornografía y el alcohol. Ciertamente y como ya fuera anunciado por Jesucristo, el Cristianismo es “escándalo para los judíos, necedad para los gentiles”.
...–los católicos le llaman Misa- y van 100.000 personas que no tienen aspecto de ser extorsionadores, ni dedicarse a la trata de blancas, ni cosas parecidas, sino más bien son padres, madres de familia, hombres y mujeres que, la verdad, parecen normales? ¿Cómo es posible?
Viene esto a cuento por el contraste entre lo que la Sky New TV, por ejemplo, ofrecía a sus telespectadores la noche anterior a la llegada del Papa a Edimburgo, tres hombres y el presentador hablando mal del Papa, y a la mañana siguiente, al llegar a la ciudad la principal avenida la Princes Street quizá de un par de kilómetros o tres de larga, a ambos lados, se amontomaban, como tantas veces hemos visto, personas que vibran ante el paso del coche del Papa hasta llegar a Palacio de la Reina de Inglaterra, el Holyroodhouse de Edimburgo. El Papa hace la visita de cortesía a la Reina de Inglaterra con pequeños pero emotivos dirscursos donde la Reina reconoce que al verle a él, al Papa, “recuerda la herencia común del cristianismo que ha contribuido siempre a la paz mundial y al desarrollo económico de los pueblos menos prósperos”. Es decir, que en contra de la opinión mediática, de cierta opinión mediática, la Reina de Inglaterra, por lo general bien informada, dice que este hombre, en realidad más que buscar pervertir a niños lo que busca –a veces los hombres le hacemos caso otras veces no- el desarrollo de las personas y de los pueblos ¿pero quien ha preparado ese discurso a la Reina? Se preguntan en ciertas redacciones. Pero a Isabel II al ver al Papa a su lado también se acuerda que él ha venido a beatificar a un inglés y le dice que ella, ya conocía que “la reconciliación era el tema central en la vida del Cardenal Newman por el que usted celebrará la Misa de Beatificación el Domingo” y comienza sino una catarata, si una cascada de elogios hacia este inglés que era de la iglesia de Inglaterra, o sea, de la iglesia cuya cabeza, “su Papa” es precisamente quien está elogiando a quien se ha pasado a la religión de quien tiene en frente, es decir, de Benedicto XVI, porque este hombre, añade sin pestañear la regia persona “ha contribuido a profundizar en las relaciones entre la Iglesia Romana Católica con la establecida Iglesia de Inglaterra”. El Papa un poco emocionado, al menos a mi parecer, y no estoy muy alejado físicamente yo de él en este Holyroodhouse de Edimburgo mientras el Papa empieza a decir que está contento de estar allí y anima al Reino Unido a que siga esforzándose por mantener los valores tradicionales y expresiones culturales ante el secularismo agresivo que ni siquiera los tolera ni aprecia”. Es claro que el Papa no vive en otras galaxias, sino que, como buen pastor, está viendo lo que pasa. Y quizá el desconcierto debe ser total, como decía al principio, de esas personas que van constantemente metiendo el dedo en una llaga que quiere cicatrizar pero no dejan porque el estado natural de ellos es la morbosidad: sí, ya se ha reconocido por este hombre y por toda la Iglesia Católica y se ha pedido perdón una mil veces y siempre que se demandado. La gente lo sabe y distingue, por eso están allí esas miles de personas en el parque Bellahouston de Glasgow, porque quieren escuchar de su Pastor cual es el camino y cuales los peligros; el camino, los sacramentos, los peligros, dice el Papa en la homilia de la misa la "dictadura del relativismo" que "amenaza con oscurecer la verdad del hombre". Y aseguró que el hombre tiene derecho a vivir en una sociedad que no sea una "selva de libertades autodestructivas y arbitrarias". a los jóvenes católicos escoceses a resistir la "destructiva" tentación de las drogas, el dinero, el sexo, la pornografía y el alcohol. Ciertamente y como ya fuera anunciado por Jesucristo, el Cristianismo es “escándalo para los judíos, necedad para los gentiles”.
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