A las 6:25 PM, por Bruno
Categorías : Moral, Signos de esperanza, Familia, Signos de la fe
Una conocida bloguera norteamericana, autora del blog The Crescat, me ha hecho llorar. Su blog es difícil de clasificar, siempre interesante y siempre muy personal.
Hoy me ha conmovido profundamente. Katrina ha compartido con sus lectores un secreto que había guardado durante mucho tiempo: el aborto provocado de dos de sus hijos hace quince años. El pecado y el sufrimiento desgarrador, unidos al ungüento sanador de la gracia y a una misión ante el mundo forman una mezcla potentísima, que ha hecho que me deshiciera en lágrimas.
Me ha parecido una buena idea traducir para el blog algunos de los párrafos de su post, aunque recomiendo el original para los que hablen inglés.
“La pegatina del coche decía: Abortar no hace que dejes de estar embarazada, te convierte en la madre de un bebé muerto. La palabra ‘madre’ me golpeó, porque es una palabra muy potente. Evoca muchos significados y, cuando una mujer se convierte en madre, experimenta un cambio fundamental”.
“Si has estado embarazada alguna vez, eres una Madre. Incluso si has abortado, sigues siendo una Madre… una Madre doliente. Una voz se escucha en Ramá, gemidos y llanto amargo; Es Raquel, que llora a sus hijos y no se consuela porque ya no existen (Mt 2,18).
“No hay consuelo para una madre que pierde a un hijo. Se lamentará en su corazón durante el resto de su vida. El aborto, sin embargo, no sólo arrebata su vida a un niño y su hijo a una madre, también despoja a la madre de sus lamentos. No se le permite lamentarse, porque no puede reclamar públicamente el título de Madre. Los partidarios del aborto nunca admitirán que una mujer que ha abortado es una Madre, porque admitirlo sería reconocer la existencia del niño”.
“Durante quince largos años, he vivido con el dolor, la vergüenza y la culpa de mi pasado. En ese tiempo, he experimentado la negación, la ira y la depresión. Sólo con mi conversión al catolicismo pude buscar finalmente la reconciliación que necesitaba mi alma. Una vez que recibí la gracia del perdón, se me encargó la siguiente tarea esencial: contar al mayor número de mujeres posible lo horrible, malvado y despreciable que es el aborto. Sin embargo, he tardado otros seis años en reunir el valor necesario”.
“Esta es la verdad que negué y oculté durante tantos años: maté a dos de mis hijos, arrebatando sus nietos a mis padres y asesinando a los hermanos de mi hijo. Estos abortos causaron directamente una dolencia médica conocida como cuello del útero incompetente, que provocó el nacimiento prematuro de otro hijo, que murió después de una semana de luchas en al UCI en 2001.
El sufrimiento que he soportado y que he causado a otros es inconmensurable y la culpa casi me llevó al suicidio. Soy una cobarde en todos los sentidos. Fui una cobarde en mi juventud, incapaz de responsabilizarme de mis actividades sexuales, y soy una cobarde hoy, porque durante muchos años he sido incapaz de ser sincera al hablar del aborto”.
“Es hora de levantarse y contar con sinceridad, de forma desgarradora y sin censuras, lo que sucede a las mujeres cuando abortan y la forma en la que quedan transformadas para siempre, esperando que así nadie tenga que sufrir ese mismo dolor. Me he callado durante demasiado tiempo.
Por favor, perdonad mi silencio y el escándalo que estas palabras puedan causar. Cualquier opinión deplorable que podáis tener de mí no tiene comparación con la opinión que yo he tenido de mí misma”.
Categorías : Moral, Signos de esperanza, Familia, Signos de la fe
Una conocida bloguera norteamericana, autora del blog The Crescat, me ha hecho llorar. Su blog es difícil de clasificar, siempre interesante y siempre muy personal.
Hoy me ha conmovido profundamente. Katrina ha compartido con sus lectores un secreto que había guardado durante mucho tiempo: el aborto provocado de dos de sus hijos hace quince años. El pecado y el sufrimiento desgarrador, unidos al ungüento sanador de la gracia y a una misión ante el mundo forman una mezcla potentísima, que ha hecho que me deshiciera en lágrimas.
Me ha parecido una buena idea traducir para el blog algunos de los párrafos de su post, aunque recomiendo el original para los que hablen inglés.
“La pegatina del coche decía: Abortar no hace que dejes de estar embarazada, te convierte en la madre de un bebé muerto. La palabra ‘madre’ me golpeó, porque es una palabra muy potente. Evoca muchos significados y, cuando una mujer se convierte en madre, experimenta un cambio fundamental”.
“Si has estado embarazada alguna vez, eres una Madre. Incluso si has abortado, sigues siendo una Madre… una Madre doliente. Una voz se escucha en Ramá, gemidos y llanto amargo; Es Raquel, que llora a sus hijos y no se consuela porque ya no existen (Mt 2,18).
“No hay consuelo para una madre que pierde a un hijo. Se lamentará en su corazón durante el resto de su vida. El aborto, sin embargo, no sólo arrebata su vida a un niño y su hijo a una madre, también despoja a la madre de sus lamentos. No se le permite lamentarse, porque no puede reclamar públicamente el título de Madre. Los partidarios del aborto nunca admitirán que una mujer que ha abortado es una Madre, porque admitirlo sería reconocer la existencia del niño”.
“Durante quince largos años, he vivido con el dolor, la vergüenza y la culpa de mi pasado. En ese tiempo, he experimentado la negación, la ira y la depresión. Sólo con mi conversión al catolicismo pude buscar finalmente la reconciliación que necesitaba mi alma. Una vez que recibí la gracia del perdón, se me encargó la siguiente tarea esencial: contar al mayor número de mujeres posible lo horrible, malvado y despreciable que es el aborto. Sin embargo, he tardado otros seis años en reunir el valor necesario”.
“Esta es la verdad que negué y oculté durante tantos años: maté a dos de mis hijos, arrebatando sus nietos a mis padres y asesinando a los hermanos de mi hijo. Estos abortos causaron directamente una dolencia médica conocida como cuello del útero incompetente, que provocó el nacimiento prematuro de otro hijo, que murió después de una semana de luchas en al UCI en 2001.
El sufrimiento que he soportado y que he causado a otros es inconmensurable y la culpa casi me llevó al suicidio. Soy una cobarde en todos los sentidos. Fui una cobarde en mi juventud, incapaz de responsabilizarme de mis actividades sexuales, y soy una cobarde hoy, porque durante muchos años he sido incapaz de ser sincera al hablar del aborto”.
“Es hora de levantarse y contar con sinceridad, de forma desgarradora y sin censuras, lo que sucede a las mujeres cuando abortan y la forma en la que quedan transformadas para siempre, esperando que así nadie tenga que sufrir ese mismo dolor. Me he callado durante demasiado tiempo.
Por favor, perdonad mi silencio y el escándalo que estas palabras puedan causar. Cualquier opinión deplorable que podáis tener de mí no tiene comparación con la opinión que yo he tenido de mí misma”.
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