08/11/2009 Rosa Cuervas-Mons
Guénard es autor del libro biográfico 'Más fuerte que el odio'
Su historia es la de un niño al que su madre abandonó -lo dejó atado a un poste- cuando tenía tres años. Con cinco las continuas palizas de su padre alcohólico lo mandaron al hospital, donde pasó dos años postrado en una cama sin recibir ninguna visita. Recuperado, pasó a manos de los servicios sociales y fue adoptado a los 11 años.
Poco después llegó en un reformatorio -le acusaron de incendiar una granja- en el que sufrió malos tratos. Por aquel entonces, las aspiraciones del niño Tim, de doce años, eran fugarse del correccional, convertirse en jefe de una banda y matar a su padre.
Lleva a cabo la primera; se escapa del reformatorio y se esconde en los alrededores de la Torre Eiffel. Violado, queda en manos de los proxenetas de la zona, que lo ‘contratan’ como carterista y lo explotan sexualmente.
El burlador de destinos
Tres años después tiene el primer golpe de suerte de su vida: arrestado, vuelve al correccional pero cae en manos de una jueza, “la buena jueza”, que le da la oportunidad de formarse como aprendiz de escultor. Descubre en el boxeo la manera de canalizar su energía y comienza a estabilizar su vida. Consigue su diploma y, por azar, descubre a la Comunidad del Arca (la mayor ONG católica de Francia), y en ella al padre Thomas.
El deseo de matar a su padre se convierte -comienza aquí su camino hacia el catolicismo- en un sincero perdón. Supera su traumática infancia y cambia sus callejeras amistades por las de un grupo católico.
“Yo no he reproducido la violencia simplemente porque encontré a gente que me hizo desear cosas más positivas. Encontré gente que decía en voz alta lo que tú pensabas en bajito; eran personas que habían tenido una vida difícil y ahora viven una vida muy bella”, señalaba recientemente Guénard a la revista Misión.
Y es que, desde niño, vio el amor de las demás familias como ese escaparate que se mira desde fuera sin poder comprar nada. Tim deseaba otra vida, pero el cambio era tan profundo como lento: “Un día lo veía todo claro, pero al día siguiente volvía a caer”.
Caía, pero volvía a levantarse; tenía a su alrededor a esa gente que le recordaba lo que él quería ser. “El amor que se da en este mundo no es para gente que tiene prisa”, dice el burlador de destinos, que encontró a una mujer “que tuvo una mirada bella sobre mí. A veces puedo ser muy tonto, pero yo le decía: confía en mí, cambiaré”. Su mujer y madre de sus cuatro hijos supo creer en Guénard, “incluso cuando yo dudaba de mí mismo”.
Hoy, a sus 51 años y después de haber compartido con el mundo su historia a través de la biografía Más fuerte que el odio (Ed. Gedisa), Guénard acoge en su familia a chicos problemáticos. Les enseña la vida que pueden tener si se lo proponen, una vida lejos de la perfección - “yo le digo a mis hijos: si papá hace algo bien, decídselo, pero si hace algo mal, también“- pero en la que no cabe el resentimiento: “Quien quiera que seas, cualesquiera que sean tus heridas y tu doloroso pasado, nunca olvides, en tu memoria magullada, que te espera una eternidad de Amor“.
Tim Guénard participará en las ediciones de Sevilla y Madrid (10 y 12 de noviembre) del congreso para jóvenes con valores ‘Lo que de verdad importa’
Su historia es la de un niño al que su madre abandonó -lo dejó atado a un poste- cuando tenía tres años. Con cinco las continuas palizas de su padre alcohólico lo mandaron al hospital, donde pasó dos años postrado en una cama sin recibir ninguna visita. Recuperado, pasó a manos de los servicios sociales y fue adoptado a los 11 años.
Poco después llegó en un reformatorio -le acusaron de incendiar una granja- en el que sufrió malos tratos. Por aquel entonces, las aspiraciones del niño Tim, de doce años, eran fugarse del correccional, convertirse en jefe de una banda y matar a su padre.
Lleva a cabo la primera; se escapa del reformatorio y se esconde en los alrededores de la Torre Eiffel. Violado, queda en manos de los proxenetas de la zona, que lo ‘contratan’ como carterista y lo explotan sexualmente.
El burlador de destinos
Tres años después tiene el primer golpe de suerte de su vida: arrestado, vuelve al correccional pero cae en manos de una jueza, “la buena jueza”, que le da la oportunidad de formarse como aprendiz de escultor. Descubre en el boxeo la manera de canalizar su energía y comienza a estabilizar su vida. Consigue su diploma y, por azar, descubre a la Comunidad del Arca (la mayor ONG católica de Francia), y en ella al padre Thomas.
El deseo de matar a su padre se convierte -comienza aquí su camino hacia el catolicismo- en un sincero perdón. Supera su traumática infancia y cambia sus callejeras amistades por las de un grupo católico.
“Yo no he reproducido la violencia simplemente porque encontré a gente que me hizo desear cosas más positivas. Encontré gente que decía en voz alta lo que tú pensabas en bajito; eran personas que habían tenido una vida difícil y ahora viven una vida muy bella”, señalaba recientemente Guénard a la revista Misión.
Y es que, desde niño, vio el amor de las demás familias como ese escaparate que se mira desde fuera sin poder comprar nada. Tim deseaba otra vida, pero el cambio era tan profundo como lento: “Un día lo veía todo claro, pero al día siguiente volvía a caer”.
Caía, pero volvía a levantarse; tenía a su alrededor a esa gente que le recordaba lo que él quería ser. “El amor que se da en este mundo no es para gente que tiene prisa”, dice el burlador de destinos, que encontró a una mujer “que tuvo una mirada bella sobre mí. A veces puedo ser muy tonto, pero yo le decía: confía en mí, cambiaré”. Su mujer y madre de sus cuatro hijos supo creer en Guénard, “incluso cuando yo dudaba de mí mismo”.
Hoy, a sus 51 años y después de haber compartido con el mundo su historia a través de la biografía Más fuerte que el odio (Ed. Gedisa), Guénard acoge en su familia a chicos problemáticos. Les enseña la vida que pueden tener si se lo proponen, una vida lejos de la perfección - “yo le digo a mis hijos: si papá hace algo bien, decídselo, pero si hace algo mal, también“- pero en la que no cabe el resentimiento: “Quien quiera que seas, cualesquiera que sean tus heridas y tu doloroso pasado, nunca olvides, en tu memoria magullada, que te espera una eternidad de Amor“.
Tim Guénard participará en las ediciones de Sevilla y Madrid (10 y 12 de noviembre) del congreso para jóvenes con valores ‘Lo que de verdad importa’
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