“Revista Literaria
“Palabras Indiscretas”, nº 14, pág: 42-49.
Comentario sucinto de la obra de ensayo del Dr.Bernardo
Ebrí Torné: “La Otra Cara de la Medicina” publicada en tres volúmenes.
Editorial Mira. Zaragoza. España.
La Otra Cara de la
Medicina a lo largo de sus tres
volúmenes (1999, 2000, 2002) es una obra paramédica, humanística que pretende ser un grito esperanzado en medio de
esta sociedad cada vez más materializada, que se encuentra inmolada en aras de
los dioses consumo y moneda. Intenta analizar al hombre desde su fisiología y
psicología (1º Volumen); desde su enfermedad y apertura a la trascendencia (2º
Volumen); desde su inserción social al mundo de la cultura y de la salud (3º
Volumen)
Hasta la Medicina se
ha tecnificado de tal forma, que hemos olvidado en las Facultades explicar al
alumno, además de los conocimientos teóricos y prácticos de las asignaturas, el
respeto que el paciente merece como persona, y el enfoque dentro de una unidad
psico-físico-espiritual que integre la totalidad de la persona, en vez de
parcelar los conocimientos y disgregarlos al estudiarlos parcialmente en cada
especialidad médica. Estas son necesarias, así como los conocimientos técnicos
que cada vez más sofisticadamente va englobando la Medicina, pero ambos han de
ser reunificados de nuevo para el diagnóstico y tratamiento del enfermo; en un
clima personal dirigido a la totalidad del hombre, aunque tratemos
aparentemente sólo una parte de ese ser.
La importancia de
las mal llamadas Medicinas Alternativas, ya que son complementarias, radica
especialmente en su enfoque del ser humano más unitario y holístico.
Este enfoque no es
privativo únicamente de la Medicina, sino que se trata de un nuevo paradigma en Ciencia, nacido en los
albores del siglo XXI.
Como afirma Fritjof
Capra, el paradigma científico actual es holístico, sistémico, ecológico porque
relaciona al hombre con todo el Cosmos, comenzando por el microcosmos que es
él, en todas las partes de su cuerpo, en todas sus células, en todos sus
átomos; de tal forma que lo que llamamos parte no existe en realidad, sino que
es, simplemente, un modelo en una red inseparable de relaciones, que cuando no
la conocemos se llama azar. Cada estructura es una manifestación de un proceso
subyacente en una red de relaciones intrínsecamente dinámica. Este modelo de
red implica también el abandono de la física newtoniana como ideal para juzgar
otras ciencias, y como fuente principal de metáforas para las descripciones
científicas. El paradigma cartesiano se basaba en la creencia de que el
conocimiento científico era capaz de lograr una certeza absoluta y final. En el
nuevo paradigma todos los conceptos, teorías y descubrimientos son limitados y
aproximados. La ciencia jamás puede proporcionar un entendimiento completo y
definitivo de la realidad. En los propios fenómenos observados en la
investigación influye el propio observador y, en la red de relaciones que
descubrimos, nuestras descripciones forman también una red interconectada que
representa los fenómenos observados.
El espacio no
separa, unifica. Hay una inteligencia distinta de lo racional: la inteligencia
intuitiva, que llega a lo observado de forma más directa. No se desprecia lo
racional, es complementario, pero no se debe excluir lo intuitivo como
acientífico.
Cuando nuestro ojo
clínico diagnostica de entrada, la intuición está funcionando de forma directa
complementándose con los saberes empíricos racionalmente aprendidos.
Hay cosas que son
razonables pero que no se pueden demostrar por la razón, como es la propia
existencia de Dios. La intuición, el corazón abierto, son la vía de abordaje de
esta realidad trascendente: “El corazón tiene razones que la cabeza no
entiende”, afirmaba Pascal. Nuestro hemisferio cerebral derecho no es igual
funcionalmente al izquierdo, que es considerado como nuestro cerebro racional.
Los “koan” o
problemas sin aparente respuesta que los maestros zen plantean a sus alumnos
inciden en esta vía creativa de la intuición. La propia meditación
trascendental, así como la oración cristiana profunda, no se mueven tampoco
dentro de una óptica racional. Sólo desde el corazón, rumiando éste y no con la
cabeza se puede ahondar en el misterio insondable de la Divinidad. El poder de
la fe y de la oración se basan en este nuevo paradigma que alcanza también a la
Teología, frente al antiguo paradigma teológico racionalista escolástico
positivo.
Hoy día la Teología,
como afirma Tornos, tiene que considerar el pluralismo actual, la conciencia de
las tensiones cristianismo/culturas y la renovación de los enfoques
epistemológicos a la luz de los nuevos conocimientos que los estudios actuales
de los textos bíblicos están produciendo. Hoy día un teólogo no puede aceptar
preguntas como: ¿Cuál es la posición de la teología ante una u otra cuestión
relacionada con la fe? Se podrá dar una respuesta razonable a lo inquirido,
pero no la respuesta de la Teología, porque no hay una única. Hay una nueva
percepción, aportada por la Antropología, de los distintos condicionamientos
que imprimen su sello en las fórmulas teológicas de pensar según las
particulares culturas dominantes en los distintos tiempos y espacios sociales.
La variedad de estos condicionamientos produce tensiones en el campo teológico.
La fe cristiana no puede renunciar a ser una y la misma en los distintos
tiempos y lugares de su existencia, sin embargo, la fe debe reconocer que sus
formulaciones son dependientes de contextos culturales limitados y variables,
porque, de lo contrario, pasaría por alto evidencias hoy día irrenunciables de las
teorías de la cultura y, al hacerlo se convertiría, con sus postulados, en
creencia irracional. La conciliación de estos principios exige que se considere
la fe como distinta de sus formulaciones. La fe es siempre la misma, sus
formulaciones pueden variar. Al reformular de nuevo la fe, no es en rigor una
nueva formulación de ella, sino una nueva interpretación de la misma. Porque fe
real, en su lugar empírico de existencia, que es la mente y la práctica de los
creyentes, sigue casi igual después de hecha su reinterpretación teológica. Así mismo X Alegre afirma que para una
adecuada interpretación y análisis de éstos hay que tener en cuenta la cuestión
hermenéutica, es decir, mirar de qué tipo de texto se trata, cuál es su forma o
género literario, qué presupuestos culturales y antropológicos tiene, cuál es
la forma de lenguaje que emplea.
Los conceptos que se
exponen en este libro no pretenden ser ni siquiera formulaciones y
reformulaciones de la fe, sino hipótesis científicas.
En algunos casos, al
consultar la bibliografía me he llevado la agradable sorpresa de que mis
intuiciones ya las habían tenido otros autores, y que coincidíamos básicamente
en su formulación, como es el caso de localizar la Resurrección del Hombre en
el mismo momento de su muerte personal. Esta sí es una formulación distinta a
la habitual que oímos en nuestras misas de difuntos, pero que no atenta contra
la pureza de la fe, e introduce una corriente de aire fresco y gozosa en tan
oscuro tema escatológico.
No pretendemos con
el contenido de esta obra escandalizar a
nadie, sino al contrario abrir vías de razonamiento e intentar demostrar cómo
la fe pura no está reñida con una fe sustentada. Hay creyentes para todos los
gustos.
Nos encontramos en
una época de solidaridad internacional y caminamos cada vez más hacia un
Ecumenismo y unificación religiosa. Sólo la vuelta a un humanismo integral
podrá devolver la fe en el hombre. Sólo una comprensión dinámica de la
revelación como tal, en el proceso de la Historia de la Salvación, es en sí
misma la gran verdad de la automanifestación de Dios. A Jesús de Nazareth no lo
pudimos conocer históricamente, pero sí se le puede conocer y amar en el
hombre. Cada vez que el hombre es solidario con el hombre, se cumple esta
realidad evangélica, donde Cristo se identifica con el pobre, con el
necesitado, aunque el benefactor desconozca esa presencia.
Nos vamos
introduciendo en un mundo nuevo, donde los místicos de todas las religiones
están atisbando que la Teología jamás puede proporcionar un entendimiento
completo y definitivo de los misterios divinos. El teólogo, como cualquier
creyente, no encuentra la verdad auténtica en la formulación teológica, sino en
la realidad a la que esta formulación proporciona una expresión cierta, pero
limitada. Sólo desde la experiencia del corazón se conoce a Dios. Este
conocimiento místico ha impregnado la literatura de todos los tiempos,
recordemos como botón de muestra a Teresa de Ávila y Juan de la Cruz.
El siglo XXI será
eminentemente un siglo de místicos y de buceadores existenciales, comentaba
Rhaner.
Esta obra quiere dar
esperanza al lector, quiere valorar lo fundamental y esencial del ser humano,
olvidando los legalismos, aunque lleven la etiqueta de religiosos. «La
auténtica Liturgia, comenta F. Martínez, es expresión del misterio divino, del
Amor. Se celebra y es “ahora”, atemporalmente: Lo que se celebró en el tiempo
históricamente, al celebrarlo ahora no es memoria histórica, es un continuo
presente que va expresando en todas las épocas y culturas el Amor insondable de
Dios.
El objetivo
principal, de esta obra en sus tres volúmenes es considerar a la persona, ya
esté sana o enferma, como una unidad verdadera de sus componentes o vertientes
física, psíquica y espiritual, un verdadero modelo antropológico integral
humano.
L. Bof nos comenta
que el cuerpo es un espíritu encarnado y el espíritu un cuerpo espiritualizado.
Sólo con una
comprensión integrada del hombre en su fisis, emociones, mente y abierto a la
trascendencia del Espíritu se puede conseguir la sanación y la curación de la enfermedad. Esta tiende a
disgregar, pero el hombre, ayudado y guiado por el médico (término derivado del
griego “medos”, el que ayuda) puede recuperar la salud, incluso de forma
integral, encontrando de nuevo su paz interior.
La enfermedad o las
crisis pueden producir en ocasiones una verdadera sanación de la persona. La
propia crisis existencial producida por la misma muerte puede ser asumida por
el ser humano con dignidad y paz.
La Dra. Elizabeth
Kübler, en sus libros acerca de la muerte del ser humano, va destacando las
fases por las que éste pasa tras enterarse de la gravedad de la enfermedad, que
oscilan desde el rechazo y el estupor hasta la depresión y finalmente la paz,
preludio del nacimiento a una nueva vida.
Una Medicina que
entienda al hombre de una forma global ha sido llamada Medicina de la Persona,
Integral o de la Totalidad. Aun reconociendo su base hipocrática, el primero
que la formuló como tal fue el psiquiatra suizo Paul Tournier; posteriormente
otros psiquiatras como Rey Ardid y Vallejo Nájera defendieron también esta
Medicina; pero no es privativo de la Psiquiatría un enfoque así del ser humano:
el cirujano americano Bernard Siegel fue
también pionero de esta Medicina en Estados Unidos.
Cada vez un número
mayor de profesionales de la Medicina pertenecientes a diversas especialidades,
incluidos psicólogos, siguen en todo el mundo este reencontrado camino unitario
de entender al hombre.
Los médicos
generalistas, de familia, e internistas, deben en mi opinión, intentar aprender
y ejercer esta Medicina.
No se trata
únicamente en ella de establecer correlaciones psicosomáticas en el ser humano,
sino de integrar la vertiente espiritual en la enfermedad, de tal forma que el
hombre se abra a la realidad sanante de la Trascendencia y encuentre en ella la
fe en sí mismo, en los demás y en el mismo Dios.
De cara al alumno,
una comprensión así del hombre enfermo exige una enseñanza complementaria en
nuestras facultades, así como la formación de los alumnos en los Centros
Hospitalarios de referencia, a efectos de su preparación para su futuro
ejercicio profesional.
Otro objetivo que
pretendemos es el de intentar unificar la llamada Medicina Alternativa con la
Medicina Académica. Las dos son complementarias, terapias como la Homeopatía
permiten un tratamiento personalizado e individualizado del paciente.
Desde los albores de
la Humanidad, como afirma Balín, el médico ha sabido convertir en saberes
científicos lo que eran saberes empíricos, al ser sistematizados según el
método científico. Pero el hombre es limitado y no puede abarcar todo el
contenido científico, de tal forma que progresivamente va entendiendo
científicamente lo que ahora sólo constata empíricamente e investiga lo que
ahora no puede demostrar. Es innegable, no obstante, que los saberes empíricos
funcionan y ayudan al enfermo.
Por ello no tenemos
derecho, como prácticos, a despreciar esta Medicina, sino que debemos tratar de conjuntarla y sistematizarla,
investigando estos saberes empíricos despojándolos de paja y polvo.
Si mentes pioneras y
abiertas como Pasteur no hubieran intuido esta visión de las cosas, seguiríamos
sin explicarnos las causas infecciosas.
Esta obra no
pretende ser un libro técnico, por ello, en las llamadas terapias
complementarias que se citan, se pretende no abordarlas de forma exhaustiva,
sino explicar brevemente cuál es su indicación terapéutica, así como dar un
resumen muy abreviado de ellas. El lector interesado podrá acudir a la
bibliografía final para aumentar sus conocimientos.
La idea de escribir
esta obra nace del diálogo mantenido en estos últimos años con estudiantes de
los últimos cursos de Medicina, en una labor de tutoría.
Además de las
explicaciones teóricas y prácticas de tipo técnico, quisimos también mantener
un diálogo formativo con ellos, dado que en la Facultad de Medicina la
masificación del alumnado hace imposible esta tarea. Sólo en pequeños grupos, y
al final de la labor técnica práctica de cada día, pudimos llevarlo a cabo.
Por ello esta obra
surge de la experiencia adquirida en contacto con el alumno, que por otra parte
es hombre o mujer con inquietudes compartidas con el resto de los mortales,
antes que estudiante de medicina.
La forma de
redacción elegida, en consecuencia, es la del diálogo. Dado que hoy en día es
más frecuente la presencia femenina en la Medicina, serán dos mujeres y un
hombre, los protagonistas.
Los nombres de éstos
son imaginarios, de tal forma que no nos referimos en la obra a personajes
concretos.
A lo largo de los
diferentes capítulos serán comentados los aspectos médicos y paramédicos que he
considerado de interés escribir, dada mi experiencia en este campo.
No negamos que esta
obra desborda claramente en sus conceptos los de una obra estrictamente médica
y bucea en un terreno metafísico. Introducimos frecuentes citas bíblicas, no
para tratar de aseverar dogmáticamente lo que decimos, que no es ese el camino
actual, sino porque como creyente, al escribir el texto, he encontrado
resonancias con la Palabra de Dios, hecho que, por lo menos a mí, me muestra
que no son incompatibles Ciencia y Religión, como decía el gran bioquímico
inglés presbiteriano Arthur Peacocke,
ganador por la “Templeton Fondation” del premio que lleva su nombre, otorgado a
aquellos científicos que buscan caminos de unión entre Fe y Ciencia.
El texto de la
Biblia no crece pero sí crece nuestro conocimiento de su sentido, de su verdad,
comenta. Schökel.
El diálogo
distendido con personas, no únicamente estudiantes, ha hecho posible esta obra.
Creo honradamente
que su interés, dada la Sociedad tan tecnificada y materializada que vivimos,
va dirigido no únicamente a estudiantes de Medicina, o a médicos, sino también
a toda persona que tenga inquietudes humanísticas y existenciales.
Es necesario crear
inquietudes humanísticas en los jóvenes porque, como digo a los estudiantes de
medicina: “El que de medicina sólo sabe, ni medicina sabe” (Letamendi).
En el primero se
aborda la constitución del ser humano. ¿Qué es el ser humano? El hombre es Ser
Esencial y Trascendente. Las medicinas orientales. La anatomía inalámbrica del
hombre. Las auras. El sentido básico de su existencia, su despertar iniciático.
El hombre no acaba con la muerte sino que resucita, no se reencarna. La Vida
Cristiana es experiencia iniciática. Jesucristo clave de la Evolución. La
importancia del sufrimiento en la maduración espiritual del hombre. La Noches
del Espíritu. La neurosis Noogénica. La Logoterapia de Víctor Frankl. El valor
de la Fe y la oración. Análisis de los milagros.
En el segundo
abordamos los siguientes temas “El hombre ante la Enfermedad y la Muerte.
¿Existe vida después de esta vida?: Experiencias”, se analizan los conceptos de
salud y de enfermedad. Causas del enfermar. Evolución histórica. Significado y
enseñanza de la enfermedad para el hombre de hoy. Origen del síntoma. El
lenguaje psicosomático. Aspectos generales de la depresión. Cómo superar la
enfermedad. Aceptar el síntoma. La fe, sana. Análisis general del fenómeno de
la muerte. Su historia. El morir nos interroga. Aceptar la propia muerte. Cristo
da sentido al sufrimiento y la muerte. La atención al enfermo grave moribundo y
su familia. Su derecho a una información. ¿Decirle la verdad? Reacción del
paciente. Mantener el secreto profesional. Derecho del paciente a morir con
dignidad. ¿Añadir vida a los días del enfermo o prolongar el proceso de muerte?
La eutanasia. Diagnóstico de la muerte. Los trasplantes de órganos. Causas del
morir. El suicidio. La familia en duelo. Acompañar su dolor y ayudar a
superarlo. Experiencias en el umbral de
la muerte y de supervivencia tras ella. Dinámica tras la muerte, otras
experiencias afines. Su valoración desde la Ciencia y la Religión.
Fenomenología de la Experiencia Mística.
En el tercero:
¿Hacia donde vamos? se abordan los siguientes temas: El comienzo de la vida
humana. La anticoncepción. La paternidad
responsable. Aspectos médico-éticos-sociales del aborto y de la manipulación
genética. “Humanizar la Medicina. Las Terapias Complementarias”, se analiza el
nuevo paradigma en ciencia y en religión. El Ecumenismo. Desde Hipócrates a las
crisis de la Medicina Actual. Las superespecialidades médicas. La desmotivación
del profesional sanitario. El conflicto de éste con su entorno. Soluciones
antes esta coyuntura: hacia una Medicina más personal. Mejorar la relación
médico-enfermo. La medicina de la Totalidad. El médico como sanador. Fomentar
las actitudes docentes e investigadoras del profesional y su apertura hacia las
medicinas complementarias. El Naturismo. La Homeopatía. La Homotoxicología. Las
fases de la enfermedad según la Homotoxicosis. La Oligoterapia. La Fitoterapia.
Las Medicinas Tradicional China y Ayurvédica. Los sueños como terapia. La
Psicoterapia Espiritual. La Medicina del Siglo XXI.
Creemos con esta
obra, llenar un hueco existente, unificando tendencias, y aportando un modelo
antropológico más humano y abierto hacia una posible trascendencia.