Ante la dificultad de conseguir la obra de La Travesía, novela humanista en Ciudades Españolas como Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla.....Así como si hay lectores interesados en su lectura de otras ciudades Españolas o fuera de España, diríjanse al autor solicitando el libro, que remitirá a los interesados contra reembolso. Su precio es de 22 euros, 534 páginas. Dirijan los pedidos al correo: b.ebri@yahoo.es indicando claramente el nombre y dirección del solicitante y distrito postal de la ciudad.
Publicamos en este blog los dos primeros capítulos de este viaje a Tierras venecianas, croatas e Islas Griegas por nuestros personajes, un viaje de crucero que abrirá al lector un mundo apasionante y pleno de sorpresas, donde transmisión cultural no está reñida con la trama novelesca y su sorprendente desenlace final: ¡Un canto de esperanza a la vida!
Al final de estos capítulos, se ha añadido un breve currículo humanístico literario del autor.
Publicamos en este blog los dos primeros capítulos de este viaje a Tierras venecianas, croatas e Islas Griegas por nuestros personajes, un viaje de crucero que abrirá al lector un mundo apasionante y pleno de sorpresas, donde transmisión cultural no está reñida con la trama novelesca y su sorprendente desenlace final: ¡Un canto de esperanza a la vida!
Al final de estos capítulos, se ha añadido un breve currículo humanístico literario del autor.
LA TRAVESÍA
Introducción
En esta obra literaria el autor
expone en trama novelada una temática de índole humanística, social, cultural,
pero al mismo tiempo abierta a la transcendencia de la vida. En ella son
abordados entre otras, cuestiones tan diversas como la relación con
los hijos, el mundo de la pareja, de la medicina, el síndrome del profesional
quemado, las crisis vitales de la edad media de la vida, la crisis humanística
y económica actual, el problema del mal en nuestra sociedad, la persecución que
son objeto los cristianos en el mundo, la problemática del aborto y la
eutanasia, la existencia de lo que en psicología profunda se llama Ser Esencial
(núcleo interno del individuo sede de la conciencia más íntima del
individuo), el miedo a la muerte, la posible existencia de vida después de ésta
y la respuesta a estos interrogantes desde la religión, la ciencia y la
filosofía.
Son ocho los personajes principales:
Enrique González de 52 años, médico en un hospital madrileño acude a un crucero con su esposa Virginia López de 50, funcionaria
del ayuntamiento, para disfrutar de un
merecido descanso de sus trabajos habituales. Carlos Escribano de 40 años posee
una empresa de climatización y viaja con
su pareja, Lorena Gutiérrez, una joven
secretaria de 25 que trabaja en su empresa. Luis Jiménez y Laura Gómez médicos de 26
años, son dos jóvenes residentes recién casados en viaje de novios. Juan Pérez
y Mari Sebastián son una pareja mayor de 75 y 70 años respectivamente, que
acuden a este crucero celebrando sus bodas de oro, pagado por sus hijos como
regalo. No existe coincidencia del nombre de los protagonistas con la realidad.
A lo largo de la trama de esta novela
se va entrelazando la vida de los diferentes personajes. Un aparente crucero de
placer sirve de ocasión para que el autor exponga los problemas que
afloran en los protagonistas. Sentimientos y emociones como el desaliento, la
nostalgia, la angustia, el miedo, pero también el amor, la esperanza, la
alegría, la ilusión y la sinceridad son también expresadas por nuestros
actores. El autor realiza de vez en cuando comentarios explicativos a los
diálogos de los personajes.
El nudo de las relaciones humanas
desarrollado por los personajes en la vida cotidiana del barco y en las
diferentes excursiones a la llegada a los puertos se acentuará de forma extraordinaria
en el desenlace final que sorprenderá al lector. Un canto a la esperanza y al
amor.
Capítulo I
Preparativos del viaje
Era un día de Septiembre, domingo por
la tarde. Nuestros personajes están preparando su viaje en crucero por las
Islas Griegas. Antes tienen que salir en avión desde Madrid a Venecia, el lunes
por la mañana a las siete horas.
Nos detenemos ahora, comentando los
preparativos de la primera pareja protagonista, Enrique y Virginia.
-¡Enrique! ¿No nos dejamos nada? ¿Has
pasado revista a la lista? – le dice Virginia a su marido que se encuentra
consultando los billetes de avión que les llevará a Venecia.
-Sí, querida, lo he repasado todo.
Estoy ahora revisando los horarios. Nuestro avión sale mañana a las siete, con
lo que tendremos que estar en el
aeropuerto un par de horas antes. ¡Tenemos que salir de casa a las tres de la madrugada!
¡Menudo madrugón! Todo sea para bien, lo importante es que disfrutemos mucho en
este viaje, ilusión creo que tenemos. ¿No te parece Virginia?
-Desde luego, tendremos que cenar
prontito e intentar dormir al menos un par de horas-contesta Virginia mientras acaba de pintarse las uñas de sus
pies.
-Yo creo que lo pasaré despierto, no
sea que nos quedemos dormidos- dijo Enrique sonriendo. Seguidamente se inclina
hacia su esposa a quien le da un beso.
-Ya verás que lo pasaremos estupendo,
me han hablado muy bien de este crucero. De hecho tú misma me comentaste que
tenías mucha ilusión de hacerlo. Este viaje combina el atractivo turístico de
las islas griegas con el relax y el sol que nos proporciona la cubierta del
barco. Yo la verdad estoy un poco agotado de la labor diaria que realizo en el
hospital y este descanso nos va a ir muy bien a los dos. Nuestros propios hijos
nos han animado a ello.
-Sí -dijo Virginia-, pero ya sabes
que me cuesta separarme de ellos.
-¡Mujer! ya son mayores y Enrique y
Sonia pueden quedarse solitos a sus 30 y 28 años.
-No me hagas reír Enrique- contestó
Virginia, mientras colocaba unos algodoncillos entre los dedos de sus pies-.
Por cierto, son ya las siete de la tarde, prepararé algo de cena y así podemos
descansar un rato. La maleta la tenemos casi hecha.
Enrique es un médico hospitalario,
internista, jefe de sección, que trabaja en un gran hospital de Madrid, su
mujer es funcionaria del Ayuntamiento. Han conseguido unificar sus vacaciones
que han guardado para esta primera quincena de Septiembre. Sus hijos, médico y
abogado no se han independizado todavía de casa. Enrique hijo, suple guardias
en una clínica privada y su hermana Virginia
trabaja en un bufete de abogados. Las condiciones de la crisis actual
han impedido todavía su independencia, por otra parte se encuentran muy bien en
la casa paterna y tampoco les apremian todavía obligaciones de pareja.
Otra pareja que está preparando su
crucero por las islas griegas es Carlos, soltero empedernido, un empresario
licenciado en económicas, de 40 años, que posee una pequeña empresa de
climatización. Su actual pareja Lorena,
es una joven de 25 años secretaria en su empresa. Llevan un año viviendo juntos
y los dos han querido concederse un tiempo de relax y de meditación a causa de
su situación, porque las cosas últimamente no van bien entre ellos.
-¿Vas a llevarte mucha ropa, Lorena?-
dijo Carlos.
-No, la imprescindible para estos
viajes, ropa holgada, así como zapato
cómodo- repuso Lorena.
-No nos olvidemos, Lorena, de la cena de gala, yo me llevaré un traje y
¿tú?
-Tengo un traje de fiesta que ya lo
he metido en la maleta. Por cierto Carlos ¿Tienes ilusión por este viaje?
-Sí, yo creo que nos puede ir bien a
los dos. ¿No crees Lorena?
El tono de Carlos expresaba
desencanto, podemos decir abulia, por una relación casi agotada.
-Bueno cariño, vamos a dar una
vueltecita, cenamos algo y luego acabamos de terminar el equipaje, pues tenemos
que madrugar mucho. Sobre las cinco debemos de estar en el aeropuerto, ¿es así?
-Sí. Lorena. Por ello no sé si me
acostaré en cama, me quedaré seguramente en el sillón viendo algún programa,
aunque me dormiré, por ello pondremos el despertador. Las tres, ¿te parece
buena hora?
-Bien, muy buena hora. ¡Ya podíamos
haber elegido otro horario!- repuso ésta.
-Es lo que hay, contestó Carlos.
-Bueno, vámonos Carlos.
-Vete saliendo, voy un momento al
baño.
Lorena se dirigió a la puerta del
apartamento, encendió la luz del pasillo y esperó pacientemente a su pareja.
Los dos salieron seguidamente, hablando entre sí acerca del viaje, mientras
esperaban el ascensor. Una vez en la calle se dirigieron a una cafetería
cercana.
Luis y Laura son dos médicos jóvenes,
de 26 años, residentes ambos de Medicina Interna. Se conocieron en su medio
laboral, en un hospital madrileño de la Seguridad Social. El trabajo de un
residente en el hospital es muy pesado y agobiante. Se suele llamar al
residente, el “resistente”. Se le delega mucha función asistencial, siendo en
la mayoría de las ocasiones autónoma, con lo que la responsabilidad puede ser
máxima y la tensión que acumula es muy grande. En la especialidad de Medicina
Interna el volumen de pacientes es elevado
y además suelen ser enfermos geriátricos con pluripatologías; las consultas
que se hacen desde otras especialidades al internista son también numerosas.
Todo ello explica que sea muy fácil en esta especialidad el síndrome del
“profesional quemado”. Nuestros protagonistas son ya residentes de cuarto año,
prorrogados, y su ilusión sería poderse quedar cuando acabasen la residencia en
la Comunidad de Madrid, aunque esto es, hoy día, harto difícil.
Han decidido, no obstante y pese a
todas estas dificultades, unir sus vidas; su amor se fue gestando en las
dificultades sanitarias, sobre todo en las guardias médicas. Se acrisoló en
ellas, e hizo surgir la necesidad de crear un proyecto en común que diese
sentido a sus vidas.
Dichas estas consideraciones,
entremos en su pisito de alquiler y observemos cómo están preparando su viaje
de novios. Se han casado a las doce y luego tras la comida de bodas del
restaurante han regresado a su casa muy tarde, tienen que salir al día
siguiente de viaje de novios, por lo que se les ve ahora muy acelerados.
-Laura, ¿cómo vas con las maletas?
¿Crees que nos cabrá todo?
-No lo sé- repuso Laura-. Desde luego
a mí no me caben las cosas.
-Creo que debemos aligerar equipaje.
Sólo nos falta además pagar sobrecargo en el avión. Por cierto, Laura, ¿estás
contenta con este viaje?, he estudiado la guía del crucero y es formidable.
-Estoy muy contenta. Sobre todo de
que podamos por fin estar juntos todos los días en otro ambiente distinto al
agobio del hospital. Lo vamos a pasar estupendo.
-Contigo, Laura, aunque fuéramos de
excursión al Retiro sería feliz. ¡Te quiero tanto!
Laura se acercó a Luis, le rodeó con
sus brazos y le dio un prolongado beso, donde la pasión y el cariño no tienen
barreras de separación. Laura dijo seguidamente a Luis:
-¿Qué te parece si acabamos pronto
de cerrar el equipaje, cenamos pronto,
un bocadillo rápido y nos acostamos un rato hasta el momento de marchar para el
aeropuerto?
-Estupendo, pero casi no tengo
apetito, se ha hecho tan tarde en la comida- repuso Luis, mientras daba una
palmadita en el trasero de su mujer.
-Yo tampoco tengo mucho apetito, pero
de todas formas prepararé unos bocadillos- dijo Laura.
-Lo que quieras.
Aquí dejamos a nuestros personajes
hasta otro momento oportuno de comentar sus vivencias.
Juan y Mari van a realizar el crucero
animados por sus hijos. El año en curso han celebrado sus bodas de oro y sus
hijos, como regalo de bodas, les costean el viaje. Juan tiene 77 años y su
mujer 73. Juan trabajó de funcionario de correos, su mujer se dedicó a criar a
su numerosa prole, tuvieron cinco hijos, tres mujeres y dos varones, todos ya
casados y con hijos, excepto Elena su hija pequeña, la tardana; aunque ya tiene
35 años vive aún con sus padres. Ella ha
sido la verdadera animadora para que realizasen este crucero.
Los vemos ahora en su piso del
madrileño barrio de Vallecas, en su casco histórico. Elena les está ayudando a
preparar su maleta.
-¡Venga padres! Lo vais a pasar muy
bien. Por cierto, mamá, échate un chal para las noches por si queréis dar un
paseo en cubierta.
-Sí, ya lo había pensado hija- repuso
Mari-. Además voy a ponerme zapato
cómodo para el avión.
-Sí, y aunque no son muchas horas de
viaje a Venecia, procurad los dos mover bien las piernas, dicen los doctores
que hay que evitar las trombosis. Incluso recomiendan tomar una aspirina
infantil antes de un viaje en avión de mediana duración. Pero tú papa, no,
porque tienes algo de asma y podrías ser alérgico a ella.
-Te lo sabes todo, hija. Bueno, así
lo haremos. Gracias por todo lo que has hecho por nosotros junto con tus
hermanos para que realizásemos este viaje – dijo Juan.
-Gracias a vosotros por todo vuestro
cariño y dedicación a nosotros. Venga, vamos a terminar vuestras maletas, y
luego podéis hacer una merienda cena y echaros un rato. Poco será, pues la hora
en que tenéis que estar en el aeropuerto son las cinco, a efectos de facturar el
equipaje. Pero no os preocupéis, que os avisaré a tiempo para que salgamos a la
hora conveniente. Me voy a la cocina a preparar algo.
Elena era una verdadera cuidadora de
sus padres, una verdadera alhaja como se dice hoy día. ¡Para que se diga que
los hijos…! Ella va a ser la que llevará a sus padres al aeropuerto.
Mari dirigiéndose a Juan le dice:
-Tenemos unos hijos que son unas
joyas. Te confieso Juan que voy a este viaje porque ellos tienen tanta ilusión,
pero me cuesta dejar la compañía de los nietos. No sé lo que te ocurre a ti.
-Mujer, a mí también me cuesta, pero
te confesaré que estoy animado. Tenemos la ocasión ahora de conocer un poco más
de mundo. La verdad es que hemos salido muy poco de viaje, siempre trabajando y
cuidando de los hijos y ahora de los nietos. Ya verás cómo este crucerito nos
va a ir muy bien.
Dios te oiga– repuso Mari a quien
evidentemente le costaba dejar su casa y sus faenas, aunque comprendía las
razones evidentes de su marido.
Trascurrida media hora, Elena
interrumpió la faena de sus padres, invitándoles a tomar algo de cena. Eran ya
las ocho y había que acostarse pronto.
Nuestros protagonistas, llegada la
hora de salida para el aeropuerto dejaron diligentemente sus casas. Los tenemos
a las cinco en el Aeropuerto de Barajas buscando la cola de facturación de
equipaje para el vuelo directo a Venecia. Tras deambular por los pasillos del
gran aeropuerto madrileño, van llegando al mostrador de facturación. Todavía no
han abierto, pero la cola es ya amplia.
-Por fin hemos llegado, hija, pero
todavía veo que no han abierto- comentó Mari a su hija Elena; luego
dirigiéndose a su marido Juan le dijo:
-Juan, siéntate en aquel sillón hasta
que abran, la niña y yo nos quedamos en la cola.
Juan obedeció y se retiró hacia el
sillón cercano, se sentó sin dejar de
observar la larga fila que se iba
formando.
Ahí tenemos también a Luis y Laura
que acaban de llegar con dos espléndidos maletones.
-Por fin llegamos, todavía no han
abierto– comentó Laura.
-Pronto abrirán– apostilló Luis.
Los dos se quedaron plantados en la
cola disponiendo sus maletas junto a ellos. Más adelante, ubicados en la cola
cerca del mostrador, se encontraban Enrique y Virginia. Eran los primeros que
habían llegado.
-Creo que pronto abrirán, llevamos ya
quince minutos– dijo Virginia.
-¡Mira Virginia! Ahora llegan las
señoritas– replicó Enrique a su mujer.
Efectivamente dos empleadas se
disponían a abrir los mostradores de facturación. Después de abrir los
ordenadores dieron luz verde al público y la cola comenzó a moverse. Al cabo de
cinco minutos, observamos cómo Lorena y Carlos llegaban a la fila.
-Creía que no llegábamos, Carlos– comentó Lorena.
-Al fin – apostilló Carlos.
-¿Sabes Carlos que tengo la impresión
de que me he olvidado algo?
-Tú sabrás Lorena.
Se quedó pensativa un rato y luego
replicó:
-Ya sé, me he olvidado los bikinis.
-Pero mujer, ¿qué me dices? Yo sí que
me he echado el traje de baño.
-Pues mira, las prisas– replicó ella.
-No te preocupes, en el barco seguro
que puedes adquirirlos en la tienda- le dijo.
-Tienes razón Carlos, pero me da
rabia porque acababa de haberme comprado uno que me gustaba mucho.
-¡Mujer, que todos los problemas nos
vinieran por ahí!
Poco a poco la cola fue avanzando y
nuestros protagonistas terminaron todos por facturar. Se dirigieron luego a la
zona de pre-embarque dispuestos a pasar el control personal.
Otra gran cola se fue formando ante
el escáner. El público iba pasando ágilmente por el control.
Cinturones fuera y objetos metálicos
deposítenlos en las bandejas, iban diciendo los policías encargados de la
vigilancia al público.
Nuestros amigos depositaron sus
objetos personales en las bandejas mientras pasaban por el aro magnético.
Cuando le llegó el turno a Carlos sonó un pitido. Inmediatamente se acercó un
policía y le cacheó no encontrando nada. Pasó de nuevo el escáner y volvió a
sonar el pitido, por lo que le invitaron a quitarse los zapatos y pasar de
nuevo, esta vez no sonó el aparato. Entonces Carlos dijo al policía que podían
ser sus plantillas metálicas, cosa que comprobaron. Lorena que pasó el aro sin
dificultad contemplaba la escena de Carlos con el policía, no ocultando su
rostro un rictus de impaciencia.
Mari ayudó a su marido Juan a ponerse
el cinturón. Ella pertenecía a este tipo de mujeres “todo terreno”, operativas
en extremo, que han sacado a su familia diligentemente.
Fueron sentándose luego en la sala de
espera del embarque esperando que les avisasen para subir al avión. Había entre
el público varios niños pequeños que correteaban por el lugar.
-Las seis y media– respondió Laura a
la pregunta de cuál era la hora, que le había dirigido Luis.
-No creo que tardemos mucho en
embarcar, pues el vuelo tiene su salida a las siete en punto- dijo éste.
Mientras tanto, Enrique y Virginia
repasaban juntos el folleto del itinerario del crucero que les había dado la
agencia.
-Enrique- dijo Virginia, una vez
llegados al aeropuerto Marco Polo-, ¿nos dijo la empleada de la agencia si nos
vendrían a buscar para trasladarnos a la zona de cruceros del puerto?
-Sí, no te preocupes, está todo
calculado. Además creo que vamos bastante gente en este avión, con lo que
necesitaremos un autocar para el traslado. No tenemos más que estar atentos a
las azafatas de Travelplan, una vez recojamos las maletas de la cinta.
Siguieron los dos repasando el
itinerario.
–Embarcaremos a mediodía si todo va correcto y
permaneceremos en Venecia hasta nuestra salida a las 15,30 del día siguiente
hacia Dubrovnik. Por cierto, ¿quieres algo de la tienda?
-No, estoy bien– replicó Virginia.
Luis y Laura permanecían también
sentados entrelazadas sus manos. Laura acurrucaba su cabeza en el hombro de
Luis. Los dos permanecían callados.
-Qué ganas tengo de fumar un pitillo,
Lorena- dijo Carlos.
-Pues tendrás que esperar un poco.
Ves yo sí que aguanto, llevo ya dos meses sin fumar. Te dije que dejaría de
hacerlo y lo he conseguido- replicó Lorena.
-Suerte que tienes. Yo lo he
intentado tantas veces que desisto– dijo Carlos levantándose de su asiento y
comenzando a dar un pequeño paseo por la sala. Lorena permaneció sentada.
Mientras tanto Mari que no apartaba
de su pensamiento a sus hijos, dijo a Juan:
-¡Qué bien se han portado nuestros
hijos y sobre todo Elena, acompañándonos hasta el último momento!
-Sí, son estupendos. Por cierto Juan,
¿el viaje en el crucero lo tenemos a todo incluido?
-Sí.
-¿También las bebidas?
-Sí mujer y los cafés.
-Bien, pero yo aún con todo por si
acaso he cogido tu tarjeta de crédito.
-Bien, porque la usaremos para pagar
las excursiones al final del viaje, nos han dicho los chicos que nos darán a
nuestra llegada al barco una tarjeta de identificación personal donde nos irán
cargando los gastos que abonaremos al final.
-Espero que no me maree, Juan, no he
ido nunca en un crucero.
-¿No te ha dado Elena unas pastillas
para el mareo, por si acaso?- le dijo Juan.
-Sí, ojalá no tenga que usarlas.
-A ver si el que las tengo que usar
soy yo,- replicó Juan sonriendo.
Al cabo de diez minutos, los
altavoces del Aeropuerto de Barajas, comenzaron a sonar anunciando al personal
que era ya la hora del embarque para el número de vuelo asignado para la ciudad
de Venecia.
El público comenzó a levantarse y a
formar otra cola hacia la puerta de salida exterior a la explanada, donde
un gran Boeing de Air Europa
“Travelplan” les esperaba.
Con el DNI y la tarjeta de embarque
fueron todos pasando el control y subiendo al bus lanzadera que les llevó hasta
los pies de la escalerilla del avión.
Capítulo II
En el avión
Bajaron del bus y se dirigieron hacia
el Boeing. Una azafata les fue dirigiendo según el billete hacia la escalerilla
que llevaba a la puerta trasera del avión.
Nuestros amigos subieron las
escalerillas con decisión aunque unos más que otros. Así Mari se agarró
fuertemente al brazo de Juan como si dudara en subir al aparato. Juan la animó:
-Venga Mari, ánimo, este será nuestro
segundo viaje en avión, total será un poquito más de duración que cuando fuimos
a Mallorca.
Al final de la escalerilla entraron
al avión donde una azafata amablemente iba saludando al personal.
A Lorena y su pareja les
tocaron sentarse en la parte delantera del aparato; a Enrique y Virginia junto
a un ala y a Luis y Laura, así como a Juan y su esposa en la parte trasera
central.
Era el avión de gran
tamaño con capacidad para cerca de 300 personas con hileras centrales y
laterales de butacas.
Cuando acabó de
acomodarse todo el público, las azafatas pasaron indicando al personal que se
pusiera los cinturones de seguridad, asegurándose que el respaldo de las
butacas se encontrase en posición vertical. Revisaban también algunos equipajes
de mano que sobresalían, cerrando las portezuelas a fin de que no cayeran
encima de las cabezas de los pasajeros. Seguidamente se encendieron los monitores
de televisión distribuidos por todos los asientos y comenzaron
a dar las normas de seguridad obligatorias en aviación.
Mari comentó a Juan:
-¡Mira, nos dan las normas por televisión!
Cuando fuimos de viaje de novios a Mallorca era una azafata la que nos indicaba
cómo se hinchaban los chalecos salvavidas.
-Los tiempos cambian,
ahora está todo automatizado- replicó Juan.
-¿Estás bien?- le
preguntó Luis a Laura. Ambos tenían
entrelazadas sus manos.
-Sí. Ya sabes que no me
gusta mucho el avión y siempre estoy algo nerviosa.
Enrique y Virginia
estaban acostumbrados a volar ya que habían asistido a numerosos congresos
médicos y permanecían aparentemente tranquilos atendiendo a la rutina de las indicaciones de seguridad.
Lorena y Carlos miraban
atentamente el monitor. Lorena le dijo bajito a Carlos:
-¡Mira Carlos, que si
tenemos que usarlos!
-Toca madera mujer– le
dijo Carlos.
Mientras tanto el aparato
comenzó a moverse dispuesto a encarar la
pista de despegue. El capitán del boeing, en nombre de toda la tripulación,
había saludado antes al personal
anunciando que la duración calculada del viaje sería de dos horas quince
minutos hasta el aterrizaje, para cubrir la distancia de 1.410 Kilómetros. La
altura de vuelo sería de hasta 11.000 metros con una velocidad media de 800
kilómetros/hora.
Pasaron unos minutos
hasta que el avión enfiló la pista de despegue, el ruido de los motores aumentó
de forma ostensible así como la velocidad del aparato. Las dos parejas mayores de nuestra historia se
santiguaron.
Luis y Laura se apretaron las manos
con fuerza. Carlos hojeaba un periódico que a la subida del avión le habían
ofrecido. Lorena permanecía con los ojos cerrados. En medio minuto, que para
algunos les pareció eterno, el avión comenzó a elevarse, las ruedas del aparato
automáticamente se recogieron, oyéndose un ruidito que no permaneció
indiferente para Mari.
-¿Qué ha sido ese ruido?– preguntó a
Juan
-Ya estamos volando– le contestó
Juan- supongo que han sido las ruedas del tren de aterrizaje que se han
recogido.
-¡Ah!- suspiró Mari.
-Duérmete un ratito, querida.
-No sé si podré, estoy algo tensa.
El aparato progresivamente fue
alcanzando más altura. Una vez conseguida la altura de vuelo, los altavoces del
avión anunciaron que los pasajeros podían ya desabrocharse los cinturones
aunque aconsejaban mantenerlos abrochados por si hubiera turbulencias.
Lorena se quitó el cinturón, Carlos
seguía leyendo impasible su periódico. El resto de nuestros personajes los mantuvieron. Mari aparentemente parecía
dormida, por lo menos mantenía los ojos cerrados. Los demás cogieron su
periódico y comenzaron a hojearlo, mientras azafatas tanto en la parte
delantera como trasera del avión,
comenzaron a sacar los carritos de bebidas y ofrecerlas a los
pasajeros.
Una noticia que figuraba en portada
de la mayoría de los periódicos suscitó
comentarios de espanto de nuestros personajes. Se trataba de un
accidente de un avión de Air France, acaecido en el Atlántico en su vuelo de
Río de Janeiro a París con 228 personas a bordo; el avión había materialmente
desaparecido. Se estaban iniciando maniobras de búsqueda de los posibles
restos.
Lorena comentó a Carlos:
-¿Has visto la noticia, Carlos? ¡Qué
horror!
-Sí- contestó lacónicamente Carlos-.
No te he dicho nada para no asustarte durante el despegue.
-Sólo me faltaba esto. No sé ni por
qué planeamos este viaje.
-Tú bien lo sabes Lorena. No perdamos
los nervios. Cuando ocurre un accidente de estas características, el próximo
estadísticamente queda muy lejos.
-Ya sabes que no me refiero sólo al
accidente en cuestión, creo que nosotros
estamos accidentados en nuestra relación. ¿Qué es lo que realmente buscamos
Carlos?
-No es el momento, Lorena, de hablar
ahora en el avión de este tema, para ello precisamente escogimos acudir a este
crucero y dirimir nuestras diferencias.
-Las diferencias han surgido en
varias ocasiones porque te gustan mucho las faldas y no sólo las mías.
-Ya sabes Lorena que desde que estoy
contigo no ha habido otra mujer como tú-contestó Carlos.
Lorena se echó a reír sarcásticamente.
-Bueno Carlos, dejemos ahora este
tema. La verdad es que se me ponen los pelos de punta pensar que esta vida es
como una tómbola en la que tenemos todos un número y de vez en cuando te toca.
-Pero... ¿Es que temes tanto a la
muerte? Yo pienso que cuando llega, llega, y ya está, todo se acaba- dijo
Carlos
-¿De verdad piensas que no hay nada
tras la muerte? Yo creo que sí puede haber algo. Cuando murió mi abuela, la
madre de mi madre, sentí en su muerte algo muy especial. Tenía yo 10 años y
pensé desde mi corta edad que llegaría un día que volvería a verla, que no
podía desaparecer así. Ella me había cuidado mucho de niña.
-¡Va Lorena! Eso eran sentimientos de
niña, sentimentalismos. Lo único que me dice es que querías mucho a tu abuela.
Tuviste suerte, yo no recuerdo un trato
nada especial de mis abuelos. Mis padres se separaron cuando yo tenía 18 años y
yo puede decirse que comencé a hacer mi vida y no digo nada cuando comencé a ir
a la Universidad, donde estudié económicas. Eso sí, estoy agradecido a mi padre
que se hizo cargo de los gastos de la Universidad.
-Precisamente si tuvieras mayor
sensibilidad para este tema, creo que las cosas nos irían mejor- contestó
Lorena.
-No me vengas otra vez con lo mismo Lorena. ¡Se te ve el plumero!
Recuerda que cuando convinimos en vivir juntos, lo hicimos sin asumir ningún
compromiso perpetuo. Nos gustamos, vimos que teníamos afinidades en común y de
mutuo acuerdo convenimos en juntarnos.
-¡Qué frío que eres Carlos! No sé por
qué sigo contigo, tal vez porque sigo enamorada de ti todavía.
Lorena no pudo disimular unas
lágrimas. Carlos, entonces, le cogió su mano y la apretó con fuerza,
depositando un beso en sus mejillas.
-Yo también te quiero Lorena. El
hecho de que discutamos tanto, aparte de nuestras diferencias de carácter, tal
vez exprese nuestro cariño, por lo menos
se pone a prueba.
-Sí, Carlos, pero creo que para que
esto dure, tenemos que cuidar también las formas.
-¿Quieren algo de beber, un café, un
refresco?– les dijo la azafata que había llegado con su carrito a la altura de
ellos.
-¿Tienen tónica?- dijo Lorena.
-Sí señora- contestó la azafata,
sacando del carrito un botellín -. ¿Puede bajar la bandeja, por favor?
-Sí, perdón- contestó Lorena mientras
desprendía del asiento delantero la bandeja. Entonces la azafata depositó en
ella el botellín y un pequeño vaso de plástico con un posavasos.
-¿Y usted señor qué quiere?– dijo la
azafata a Carlos.
-Un café solo por favor– contestó.
Tras servirle, la azafata empujó su
carrito para dirigirse a otros pasajeros que se encontraban detrás de la
pareja.
Otra azafata que servía desde la
parte trasera del avión había llegado a la altura de Juan y Mari.
-¿Algo para beber, quieren los
señores? -dijo la azafata.
-Sí- dijo Juan, mientras daba un
pequeño codazo a su mujer que parecía dormida.
-Despierta Mari, nos preguntan qué
queremos para beber.
Mari abrió entonces sus ojos y al ver
a la azafata le dijo:
-Buenos días señorita. ¿Podría darme
un zumito?
-¿De qué lo quiere señora? tenemos de
naranja, piña-uva, zanahoria…
-De piña-uva, si es tan amable-
contestó Mari.
Juan, dejando su periódico, abrió las
bandejas de su mujer y la suya.
La azafata le sirvió entonces el zumo
en un vaso.
–Y usted señor, ¿qué quiere?
-Tomaré un cortadito, por favor– le
dijo Juan con voz amable.
La azafata se lo sirvió amablemente
comentándole:- ¡Qué aproveche señor!- y seguidamente se dirigió a los vecinos
de al lado.
Juan, que había dejado su periódico
cerca de su mujer, mientras bebía su zumo, cogió el diario y entonces se fijó
en la noticia del accidente, la reseña venía acompañada de una fotografía del
avión en cuestión, un Airbus.
-¿Te has fijado en la noticia, Juan?–
dijo a su marido
-Sí Mari, la he leído, es horroroso.
-Te confieso Juan que siento algo de
miedo de encontrarnos ahora dentro de este avión sin poder volvernos atrás.
-¿Es que te arrepientes de este
viaje?
-No es eso, no me arrepiento del
viaje en sí, pero no me negarás que una noticia así te pone mal cuerpo.
-Desde luego no es una cosa grata,
¡pobre gente! ¿Qué habrá pasado para que un avión desaparezca como por arte de
magia? ¿Y si ha sido un acto terrorista?– preguntó
Juan.
-Cualquier cosa ha podido suceder
Juan, esa pobre gente que se encontraría hablando dentro del avión, como tú y
yo ahora, y de pronto al parecer… Sabe Dios lo que habrá pasado. Esto nos
enseña que la vida es un soplo, no podemos evitar la muerte cuando viene.
- Por eso tenemos que estar
tranquilos, sobre todo si tenemos la conciencia tranquila. Yo te confesaré Mari
que no temo a la muerte, ya por nuestra edad entramos dentro de un mayor
riesgo.
-¡Anda Juan, si ves una gota de
sangre y te pones malo!- le dijo su mujer.
-Eso es otra cosa, como tú sabes me
pasa desde niño, pero lo que te quiero decir es, que sin perder mi prevención
ante ella, me planteo que un día llegará y por ello tengo que acostumbrarme a
esa situación, que en definitiva todos tenemos que pasar.
-Bueno, es mejor que pensemos que
todo va a ir bien, y que el regalo que nos han hecho nuestros niños con este
viaje sea para bien. Creo que lo tenemos bien ganado, toda la vida trabajando y
sacando adelante a nuestros hijos. Por ello creo que tenemos que estar
contentos ya que hemos hecho todo lo posible por ellos y además con
sacrificios. ¿No te parece Juan?
-Sí, efectivamente, les hemos dado
estudios e intentado que fueran buenas personas, como así lo son. Sí, tenemos
que estar contentos.
Juan y Mari habían trabajado duro
para sacar a sus hijos adelante. Aparte de su trabajo de funcionario, Juan en
sus ratos libres había ayudado en un taller de reparación de televisores en sus
años mozos, había sido un enamorado de la electrónica. Cuando se jubiló de su
trabajo de funcionario, intentó seguir con su afición, pero sus conocimientos
de electrónica estaban ya desfasados con los adelantos técnicos y dado que los
hijos eran ya adultos desistió de este trabajo. Ahora se entretenía cuidando
unas colecciones de sellos que guardaba para sus nietos que ya iban para siete.
Sus hijos habían cursado carreras técnicas y estaban bien colocados.
Los dos habían terminado sus bebidas,
cuando Mari no quiso ni pasar página del diario, sino que comentó a Juan:
-Voy a intentar cerrar otra vez los
ojos, toma si lo quieres.
Juan cogió el periódico que le daba
su mujer y pasando página siguió hojeándolo.
Había llegado el turno a Luis y
Laura. La azafata les ofreció para beber.
-¿Tiene un te?- le preguntó Laura.
-Sí, ¿con limón? -contestó la
azafata.
-Sí, por favor.
-¿Y usted? –dirigiéndose a Luis.
-Una tónica, por favor.
La azafata les sirvió lo solicitado,
dirigiéndose luego a otros pasajeros.
Los dos jóvenes reanudaron la
conversación que estaban llevando sobre el accidente cuando les había
interrumpido la azafata.
-¿Qué crees que ha podido pasar? –le
dijo Laura a Luis.
Éste, quedándose callado unos
instantes, acabó por comentar:
-No sé, puede haber muchas hipótesis,
aunque no descarto el terrorismo. Desde el 11S todo es posible. Hay que esperar
a que se hagan todas las investigaciones precisas.
-No me dirás Luis que recibir esta
noticia viajando en un avión, anima mucho.
-Sí, el proceso de la muerte es
continuo y en todas las circunstancias. Nosotros por nuestra profesión lo vemos
continuamente y la verdad es que no nos acostumbramos a ello. No deja la muerte
de ser un fracaso de la medicina. ¿Qué piensas tú?- le preguntó Luis a su mujer
mirándole a los ojos.
Ella le respondió:
-Yo no me acostumbro, pero no
considero la muerte de los pacientes un fracaso médico, porque no deja de ser
un hecho natural, más en pacientes
graves. He llegado a interrogarme en algunas ocasiones sobre todo cuando he
asistido a la muerte de pacientes jóvenes, pero no encuentro una respuesta
fácil.
-A mí, también me resulta difícil
admitir la muerte de los jóvenes, posiblemente porque nosotros lo somos y la
vemos lejos, y cuando muere una persona joven nos plantea directamente nuestra
propia muerte y ello resulta doloroso. Realmente vivir una vida con su carga de
ilusiones, emociones… y pensar que todo un día puede acabarse, no tiene sentido
como tal.
-Considero que nuestra labor de
médicos no abarca únicamente nuestra asistencia cuando podemos hacer algo por
nuestro paciente, sino también cuando no hay posibilidades materiales de
curación y sólo queda una asistencia paliativa, porque en definitiva, aunque no
tengo muy claro si hay algo después de esta vida, cada paciente es una persona
y como tal merece nuestra ayuda médica hasta el momento de su muerte– dijo
Laura.
-Yo pienso igual, una vida humana es
una vida que hay que respetar manteniendo la dignidad de nuestra actuación. No
me considero partidario de ninguna forma de eutanasia, apoyando eso sí, con
medidas paliativas al enfermo, suprimiéndole el dolor y cuidando de sus
necesidades vitales más elementales hasta que el proceso natural precipite la
muerte. No se trata, como dijo un intensivista, de ayudar a morir a un
paciente, sino de ayudarle a seguir viviendo dignamente hasta que se muera-
ahondó Luis sobre lo que había dicho Laura.
Nuestros jóvenes amigos habían puesto
el dedo en la llaga al hablar sobre los pacientes graves, porque tratar a los
enfermos desahuciados no resulta fácil. Considerar que nuestra misión como
médicos no termina cuando hemos diagnosticado o puesto un tratamiento es
difícil. Estos pacientes requieren
medidas paliativas; médicamente no van a curarse y nos resulta incómodo seguir
atendiéndoles porque continuamente su presencia nos está recordando nuestra
impotencia y el fracaso de nuestra medicina, así como la situación crítica a la
que nosotros mismos tendremos que enfrentarnos un día. Si el profesional no
está preparado para estas situaciones, su misión es acompañar también al
enfermo terminal, lo va a pasar muy mal. El paciente tiene además su derecho a
recibir una información adecuada respecto a la enfermedad que padece. Sin
negarle la verdad de su situación delicada, el médico debe impregnar su diálogo
con cortesía y ternura, y nunca destruir su esperanza. Hay que saber dar al
enfermo una respuesta adecuada a cada situación, y ello requiere revisar
nuestra propia filosofía de la vida. Si creemos que la muerte es la antesala
del fin, nos resultará muy difícil consolarle. El médico debe aliviar siempre
al enfermo y en circunstancias terminales debe suprimir el dolor, sin que ello
repercuta en acortar la vida del paciente. El ciclo de la vida es continuo:
unas generaciones perecen mientras otras nacen a la vida. Realmente puede ser
costoso para muchos salir de este mundo. El hecho de morir supone una etapa de
nuestra vida, la final, y hay que estar preparados para ello. La muerte es más
fácil para quienes han pensado más en ella, durante toda su vida, como si
siempre estuviesen preparados para su llegada.
Hoy día, la muerte es considerada un
tabú; para muchos es el final, y por lo
tanto hay que pasar este mal trago rápidamente. No hay que comentar mucho sobre
ella, no sea que al nombrarla aparezca: ¡tocad madera! Se la considera como un
fin y no como un medio. Para el cristiano y para muchos de otras religiones la
muerte no es el final, sino únicamente una transformación, un cambio de vida.
Montaigne decía: “La utilidad de la vida no está en su duración, sino en su
uso".
-Bueno Luis, no es precisamente este
tema el que me gusta comentar y más en
este viaje donde iniciamos una nueva etapa en nuestras vidas.
-Así es-, dijo Luis cogiendo de nuevo
la mano a su mujer y depositando un beso sobre ella. Seguidamente, ambos
jóvenes apuraron sus bebidas, siguiendo luego hojeando los periódicos.
Efectivamente, los médicos y el
restante personal sanitario chocan con la muerte continuamente en su ejercicio
profesional. Ven su rostro en la cara de muchos pacientes, y se preguntan
interrogantes como: ¿tiene la muerte algo qué decirnos?
Existe un tabú respecto a ella,
aunque cada vez más se va produciendo una apertura y sensibilización social
progresiva de querer conocer cómo y de qué se muere, qué hacer con el enfermo
terminal, así como saber si existe otra vida después de ésta. Hay equipos
formados por médicos, enfermeras, asistentes sociales y capellanes que ayudan y
acompañan al enfermo y sus familiares a lo largo de todo el proceso. Estos
pacientes, y la misma familia, suelen presentar un gran miedo y angustia ante
la muerte. Son el fruto de una sociedad donde la técnica se ha elevado a la
categoría de dios, devaluándose los valores
humanos. El hombre confía ciegamente en la ciencia y piensa que ésta puede
resolver todos los problemas del ser humano, por lo que el pensamiento de que
un día tenemos que morir se va orillando y al pensar que tal vez no exista nada
después, no vamos preparándonos para ese instante tan decisivo: ¡Comamos y
bebamos que luego moriremos! (1Is 22,13) se decía en las sociedades bíblicas,
hoy solemos decir: ¡a vivir que son dos días!
Se dice que se suele morir como uno
haya vivido. La dignidad al morir se encuentra en la dignidad con que has
vivido tu vida. Si hemos amado y dado sentido altruista a la vida, la muerte no
representará un absurdo vacío de contenido y moriremos en paz, (Lc 2,25-32).
Aún en residencias de ancianos y domicilios particulares, los moribundos se
encuentran con frecuencia sin una persona o familiar preparado para ayudarles a
vivir una buena muerte, la familia se encuentra sobrepasada en estas
situaciones. No sólo necesitan los cuidados estrictamente personales básicos,
sino también la ayuda moral que les conforte para afrontar con dignidad su
muerte.
Enrique y Virginia, habían consumido sus respectivos
refrescos y se encontraban también comentando la noticia, primera plana de los
diarios.
-¡Qué espanto!- dijo Enrique a su
mujer mostrándole las fotos del periódico que aludía al accidente de Air
France.
-No para la parca. No te acostumbras
nunca al hecho de ver morir a la gente. Supone un misterio, un hecho que
continuamente se repite y no excusa a nadie.
-¿En qué situación personal se
encontrarían esas personas, cuando tuvieron el accidente? ¿Y los niños que
habría en el avión, qué culpa tenían? –dijo Virginia.
-¡Qué culpa iban a tener! –respondió
Enrique.
-Siempre que se comenta de la muerte,
sobre todo de los niños, me atormenta la idea de cómo permite Dios estas cosas–
aseveró Virginia.
-Has tocado un tema muy espinoso: El
tema del sufrimiento de los inocentes. Es innegable que existe un mal en este
mundo, del que la muerte es su expresión, porque afecta a todos, niños y
jóvenes incluidos, aunque afortunadamente afecte más a la gente mayor, y es que
es ley de vida, un hecho natural, a no ser que ocurran circunstancias como las
aquí reseñadas, un accidente.
-Si es un hecho natural, Enrique,
¿por qué afirmas que existe un mal que pueda condicionar la muerte?
-¡Uf! –soltó Enrique, lanzando un
profundo resoplido-. No sé por qué me ha salido esa afirmación, pero lo cierto
es que nos estamos metiendo en un tema de difícil discusión. Lo que he querido
decir es que independientemente de la muerte en sí, que es un hecho natural en
el hombre aunque sea por accidente, me refiero al mal en sí, porque en el fondo
y en muchas ocasiones, sobre todo en las muertes violentas así como en
hambrunas, incluso en muchas catástrofes aunque sean naturales, estas se
producen por un mal aprovechamiento de los recursos naturales y por el afán de
enriquecimiento de unos pocos. ¿Qué me dices del contrabando de armas que
diezma la población de muchos países, sobre todo africanos, que es donde más se
dan las hambrunas y las muertes de centenares de miles de niños? ¿Y la propia
industria del aborto que comercia además con los productos embrio-fetales,
disfrazada luego de logro de conquista de derechos humanos? ¿Qué logro de
libertad y de democracia, supone exterminar inocentes? ¿En que nos
diferenciamos de la dictadura del nacional socialismo alemán que exterminó
millones de judíos? Y luego nos preguntamos, ¿Por qué Dios tolera estas cosas o
incluso las ponemos de excusa para negar su existencia? Dios respeta la
libertad del individuo aunque éste la utilice para el mal.
Enrique era una persona profundamente
creyente. Siempre le había cuestionado desde esta perspectiva trascendente el
hecho de morir y aunque, como él decía, cada muerte de un paciente que le
tocaba asistir le planteaba muchas preguntas interiores, siempre había confiado
que la Misericordia Divina no tenía límites y que acogería a todos en sus
brazos, especialmente a los hombres y mujeres de voluntad. Su mujer le había
escuchado atentamente y nada más de terminar su alocución, mirándole a los
ojos, le cogió la mano y le dijo:
-Ya sabes Enrique que pienso como
tú-. Y acercándose le depositó un beso en su mejilla.
El viaje permaneció tranquilo, sin
sobresaltos. Las azafatas después de servir las bebidas, volvieron para seguir
ofreciendo a los pasajeros la oportunidad de poder adquirir perfumes a buen
precio, así como otros artículos entre los que se encontraba el chocolate. Luis
compró para Laura un perfume Hugo Woman de Hugo Boss y unas chocolatinas.
Virginia adquirió también un agua de perfume de la marca Carolina Herrera.
Como unos veinte minutos antes de la
hora prevista para el aterrizaje, el capitán dio órdenes para que los pasajeros
se abrocharan los cinturones. El avión fue progresivamente descendiendo de
altura, siendo ostensible el movimiento para los pasajeros. Al cabo de diez
minutos y tras traspasar unas nubes, comenzó a divisarse el paisaje terrestre,
divisándose campos y carretera donde circulaban vehículos. El Boeing fue
tomando aproximación hacia el Aeropuerto Marco Polo de Venecia; iba planeando y
bajando cada vez más, notando los pasajeros en cada descenso como suaves
sacudidas. Comenzó a verse la pista, oyéndose como el tren de aterrizaje se
abría y en cosa de un minuto enfiló directamente a tomar tierra. Se oyó un
ruido seco al tocar las ruedas el suelo de la pista; el avión salió entonces
proyectado rodando a gran velocidad hasta que un gran ruido de motores
desaceleró el aparato. El público irrumpió en un fuerte aplauso.
Ya en mucha más reducida velocidad
fue siguiendo la dirección de la pista. El altavoz del avión transmitió la voz
de la azafata que ordenó no desabrochar los cinturones hasta que el aparato
hubiera quedado completamente parado. Los pilotos iban conduciendo el avión
tras el coche guía que lo dirigía a su lugar final de
aparcamiento. Finalmente el avión se detuvo. Se oyeron entonces los sonidos de
los cinturones que el público desabrochaba. Por el altavoz se oyó una voz que
anunció al público que se encontraban en el aeropuerto Marco Polo de Venecia y
agradecía a los viajeros que hubieran volado con Air Europa, esperando
que volvieran de nuevo a depositar su confianza en la compañía en futuros
vuelos.
-¡Qué curioso! -dijo Enrique a
Virginia-, sigue el público aplaudiendo cuando el avión ha aterrizado. En todos
nuestros numerosos viajes, casi siempre la gente aplaude.
-Es cierto, será por el descanso que
nos produce tocar tierra. Al fin y al cabo, es complicado pensar que semejante
mole pueda sostenerse en el aire.
-Siempre existe ese miedo reprimido a
volar, un miedo en definitiva a morir- aseveró Enrique.
El público fue levantándose de sus
asientos y comenzó a abrir los portaequipajes que se encontraban encima de sus
cabezas, sacando los equipajes de mano. Nuestros protagonistas hicieron lo
mismo y todos fueron formando una larga
cola. Al cabo de unos minutos las puertas delantera y trasera del avión se
abrieron y comenzó a descender el personal. La tripulación despidió al público
amablemente.
-Por fin, nos encontramos en Venecia,
¡qué ganas tenía de pisar tierra! Con eso de la noticia que hemos leído en el
periódico del avión, me encontraba con mucha tensión -dijo Lorena a Carlos,
mientras descendían por las escalerillas.
Carlos se calló, aunque esbozó una
amplia sonrisa.
Una vez en tierra, un autobús recogió a los pasajeros y los llevó hasta las instalaciones
de llegada de vuelos del aeropuerto donde se fueron arremolinando alrededor de
las cintas mecánicas donde tenían que recoger el equipaje facturado.
Ahí tenemos a nuestras cuatro parejas
esperando con el resto del personal a que se pusieran en movimiento.
Tras un cuarto de hora de espera, la
cinta comenzó a moverse y las primeras maletas aparecieron a la vista.
-Estate bien atento, no sea que pasen
de largo- dijo Mari a Juan.
-Sí mujer, estate tranquila, que
estoy atento– respondió Juan.
De las primeras maletas que salieron
fueron las de Luis y Laura, las recogieron y depositaron
en el carrito, dirigiéndose hacia la salida.
-Nos comentaron que nos
esperaría una azafata de Travelplan junto al autobús que nos lleve al puerto-
dijo Laura a Luis.
-Sí, afuera la
encontraremos, no nos preocupemos.
Progresivamente, todas las maletas de
nuestros amigos fueron apareciendo, retomándolas éstos.
Todos ya, se dirigieron al exterior
donde encontraron a la azafata que les llevó a los autocares. Fueron subiendo a
ellos tras colocar los conductores el equipaje en los bajos de los autobuses.
Tres autocares llenos partieron hacia
el puerto donde el “Gran Crucero Esperanza” les esperaba.
Resumen breve del Currículo Humanístico, Científico y Literario
-Casado, padre de cinco hijos. Nació
en Zaragoza, el 26 de Octubre de 1949.
Doctor en
Medicina. Médico Internista. Ex profesor de Anatomía y de Patología
Médica.
Entre diversos premios, se destacan:
-Premio Extraordinario de
Licenciatura por la Universidad de Zaragoza (1972).
-Premio Academia General Militar (Curso 1971-72).
-Premios de Licenciatura (1975) y del Doctorado por la Real Academia
Nacional de Medicina (1979).
-Premio de la Inmortal Ciudad de
Zaragoza (1973).
-Premio “Príncipe Fernando” por Radio Juventud de Zaragoza (1974)
-Premio “Institución Fernando el Católico” por la Excma. Diputación
Provincial de Zaragoza (1977). Mención Especial y accésits concedidos por la misma Institución (1979, 1980
y1982).
-Primer Premio de Investigación Médico-Quirúrgica otorgado en
1988 por el Ilustre Colegio de Médicos
de Zaragoza.
-Académico Correspondiente de la Real Academia de Medicina de Zaragoza
(1988)
-Académico Correspondiente de la
Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis de Zaragoza (2015)
-Escritor y autor de referencia de
temas de Humanidades, de Ciencia y de Investigación. Ha publicado 15 libros y 5 capítulos. Autor de más de
230 artículos en revistas nacionales y
extranjeras. Conferenciante en más de quinientos eventos de contenido
humanístico literario y científico. Así mismo referenciado en más de 140 citas bibliográficas por sus escritos
humanísticos- literarios y científicos.
-Caballero de Nuestra Señora del Pilar.
-Expresidente de Cursillos de Cristiandad de Zaragoza.
-Incluido en la Gran Enciclopedia Aragonesa 2007. Apéndice V, Pág. 245.
-Incluido en el Diccionario de Escritores Aragoneses
Contemporáneos: 1885-2005.
-Socio de número de la Asociación Aragonesa de
Escritores (A.A.E).
-Miembro del Ateneo de Zaragoza.
-Miembro socio de número de Asemeya (Asociación
Española de Médicos Escritores)
-Miembro de la Red Mundial de Escritores en Español.
-Member of ResearchGate.
-Included in Biographical Record in Who’s Who in the
World, since 1998”. New Jersey(USA).
- Included in Biographical record in The International
Biographical Centre of Cambridge”, since
1998.
- Included in 2000 Outstanding Intellectuals of the 21
St Century, International Biographical
(Great Britain) since 2008.
-Scholar of Academic Genealogy Wiki.
-Tertuliano de Onda Zaragoza y en Voces Escritas.
-Articulista en Diarios Online: Arbil; Religión y Libertad; El Heraldo
Montañés; El Libre Pensador…
-Colaborador literario en Centros Cívicos de Zaragoza.
-Participante como lector y autor de relatos en la Campana de los Perdidos.
-Imparte un Ciclo de conferencias en el Ateneo de Zaragoza sobre “El saber
comer. La
importancia de una sana alimentación”
desde Noviembre de 2013 hasta Abril
2015.
Dentro de su obra,
independientemente de su labor científica
y de investigación, figuran sus obras literarias de ensayo, novela,
relato corto, poesía, teatro:
-Medicina y Música, obra médica aplicada a la ejecución pianística,
publicada por “Estudio de Música J.R. Santamaría, Gráficas Lou, 1996.
-Obras humanísticas de ensayo: “La Otra Cara de la Medicina”: trilogía que
consta de tres libros: 1: ¿Qué es el hombre?; 2: El hombre ante el dolor y la
muerte. ¿Hay algo después de la vida?; 3: ¿Hacia Dónde Vamos?
-“Morir nos interroga. Análisis General del fenómeno de la Muerte”.
- Novela: “Entre dos vidas”,
-Mística del día a día, obra de carácter espiritual, poética, y biográfica.
(Toda esta obra publicada por “Mira
Editores” desde 2000 hasta 2012.
-Novela: “La Travesía”. Gráficas
INO. Zaragoza 2015.
- Presentó esta obra de “La Travesía” al Premio Planeta con el seudónimo
“Tempus Fugite”.
-Ha participado en numerosos Concursos Nacionales de Relatos Cortos y
Poesía.
-Accésit al I Concurso de Relatos de Tranvías de Zaragoza, con la obra:
“Aquel tranvía de mis recuerdos “. Zaragoza 24 de Enero de 2011.
-Publicadas por el Centro de Estudios Poéticos en “Palabras entre el
Centeno”, “Metáforas en el cielo”, “Puñal Desgarrador”, “Un Paseo entre
Versos”, “Viviendo entre Metáforas”, “Despedidme del Sol y de los trigos”, “La
Vida es verso”, “ Deshojando Sentimientos”, “La Isla de las Palabras Perdidas”, sus poesías: “Gracias niña”, “Hallada en la
Niebla del recuerdo”, “Vana Quimera” “Sedienta de amor y fuego”, “Buscando en
mi interior”, “Penas Olvidadas”, “Mostrándoseme el Ser Esencial”, “Encuentro
conmigo mismo”. “Poesía eres tú ¡Amada mía!”,
-Premiado en el XXXVI Concurso Internacional de Poesía y Narrativa: “La
Fuerza de la Palabra”, resuelto el 16 de Noviembre de 2013, en Buenos Aires
(Argentina) con el relato: ”Un descanso del Dr. Martínez tras la visita
hospitalaria”. Publicado en la Antología: La Fuerza de la Palabra.
-Premiado en la XVIII Muestra Poética Picarral de Zaragoza, con el poema:
“Transformación de mi alma”. 31 de Mayo de 2013.
-Publicado el relato: “Chancletas más que tacones” en la Revista Literaria
“Palabras Indiscretas”. Nº 10, páginas: 18 - 23. Edición de Octubre de 2013.
ISBN: 2172-7562.
-Publicada su poesía: “A mi nietecito Diego” en la Revista Literaria:
“Palabras Indiscretas” nº 11, página 10. Febrero 2014.
-Publicado en “Puntos de Vista” de la Revista Literaria: “Palabras
indiscretas” Nº 47. 15 de Mayo de 2014,
el ensayo: Diálogo Filosofal”.
-Publicado el relato: “Un rato con mi nieta” en
la Revista Literaria: “Palabras Indiscretas” nº 12, Junio 2014, pág: 22-24.
-Publicados los relatos: “Primavera en el
Otoño de la Vida” y “De todo se sale” en la Revista Literaria: “Palabas
Diversas” nº 49. 15 de Septiembre de 2014.
-Relato: “Caminando por
la vida” publicado en la Revista Literaria: “Palabras Diversas” nº50. 15 de
Noviembre de 2014.
-Relato: “Cuando yo me vaya” publicado en la Revista Literaria: “Palabras Indiscretas” nº 14. Diciembre de
2014, pág: 24-6.
-“Análisis de la Trilogía, crítica literaria: La otra Cara de la Medicina”.
“Revista Literaria “Palabras Indiscretas” , nº 14, pág: 42-49.
-Referenciados sus Obras literarias en la Revista Palabras Indiscretas nº
10, pág: 38-39.
el minicuento: ¿Sueño o realidad?