Actividad Científica del Dr. Bernardo Ebrí

Los interesados en poder descargar publicaciones médicas científicas del Dr. Bernardo Ebrí Torné, pueden hacer "clic" en

https://www.researchgate.net/profile/Bernardo_Ebri/stats

Para descargar el programa informático para el cálculo de la Edad ósea en niños, guía explicativa como usarlo, sobre la radiografía de mano izquierda, y luego poder predecir la talla adulta del niño (niños de 0,5 años a 20); específicos programas para niños de 0 a 4 años a través de la radiografía de mano y de pie) (En español y lengua inglesa),publicaciones a este respecto, libro sobre Maduración Esquelética etc.,.., introducirse en la siguiente web: www.comz.org/maduracion-osea
Se abrirá el portal al hacer "clic" y allí, se encuentra toda la información, con posibilidad de descarga.
El método esta siendo utilizado por pediatras, radiólogos, de España, Italia, México, Venezuela...
Comentarios en https://sites.google.com/site/doctorbernardoebri/prueba


Salmos 91:4 y 46:1. El amor de Dios

Salmos 91:4 y  46:1. El amor de Dios
"Pues te cubrirá con sus plumas y bajo sus alas hallarás refugio. ¡Su verdad será nuestro escudo y tu baluarte". "Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia"

Saturday, June 22, 2013

Francisco: "Nunca vi un camión de mudanza detrás de un cortejo fúnebre"


                    
Reflexión del papa en la misa diaria acerca de no acumular riquezas en la tierra
Por Redacción
ROMA, 21 de junio de 2013 (Zenit.org) - Pedir a Dios la gracia de un corazón que sepa amar y no se deje desviar por tesoros inútiles. Es la sustancia de la homilía dicha esta mañana por el papa Francisco en la Casa Santa Marta, durante la misa concelebrada con el cardenal Francisco Coccopalmerio, el obispo Juan Ignacio Arrieta y el auxiliar José Aparecido Gonzalves de Almeida, presidente, secretario y subsecretario del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, respectivamente, acompañados por algunos de los empleados del dicasterio. Estaba presente también el personal de la Fábrica (Taller ndr) de la Basílica de San Juan de Letrán, guiados por monseñor Santiago Ceretto, así como los empleados de la "Domus Sanctae Marthae".
Atesorar en el cielo
La lucha por el único tesoro que se puede llevar consigo más allá de la vida es la razón de ser de un cristiano. Es la razón de ser que Jesús explica a los discípulos, en el pasaje que se lee hoy en el evangelio de Mateo: "Allí donde está tu tesoro, también estará tu corazón". El problema, explica el papa Francisco, está en el no confundir las riquezas. Hay “tesoros riesgosos” que seducen “pero que debemos abandonar”, aquellos acumulados durante la vida y que la muerte destruye. Observa con un toque de ironía el papa: "Nunca he visto un camión de mudanza detrás de un cortejo fúnebre, nunca". Pero sí hay un tesoro que "podemos llevar con nosotros", un tesoro que nadie nos puede robar, que no es –dice--, "lo que has estado guardando para ti", sino "lo que has dado a los demás":
"Aquel tesoro que hemos dado a los demás, eso es lo que llevamos. Y eso va a ser nuestro mérito, entre comillas, ¡pero es nuestro ‘mérito’ de Jesucristo en nosotros! Y eso es lo que tenemos que llevar. Y es aquello que el Señor nos deja llevar. El amor, la caridad, el servicio, la paciencia, la bondad, la ternura son hermosos tesoros: son los que llevamos. Los otros no".
Por lo tanto, como afirma el evangelio, el tesoro que vale a los ojos de Dios es el que ya se ha acumulado desde la tierra en el cielo. Pero Jesús, subraya el papa Francisco, va un paso más allá: une el tesoro al "corazón", crea una "relación" entre los dos términos. Esto --añade, porque el nuestro "es un corazón inquieto", que el Señor "ha hecho así para buscarlo a Él":
"El Señor nos ha hecho inquietos para encontrarlo, para crecer. Pero si nuestro tesoro es un tesoro que no está cerca al Señor, que no es del Señor, nuestro corazón se inquieta por las cosas que no van, por esos tesoros... Así que mucha gente, incluso nosotros andamos inquietos ... Para tener esto, para obtener aquello, al final nuestro corazón se cansa, nunca está satisfecho: se cansa, se vuelve perezoso, se convierte en un corazón sin amor. El cansancio del corazón. Pensemos en eso. Yo qué cosa tengo: un corazón cansado que solo quiere acomodarse, ¿tres o cuatro cosas, una buena cuenta bancaria, esto, aquello?  ¿O un corazón inquieto, que siempre busca aún más cosas que no pudo tener, las cosas del Señor? Esta inquietud del corazón hay que cuidarla siempre".
Un corazón que brille
A este punto, continúa el papa Francisco, Cristo también pone en tela de juicio el "ojo", que es el símbolo “de la intención del corazón", y que se refleja en el cuerpo: "un corazón lleno de amor" vuelve el cuerpo "brillante", un "corazón malo" lo hace oscuro. Del contraste luz-oscuridad, explica el papa, depende "nuestro juicio sobre las cosas", como también lo demuestra el hecho de que un "corazón de piedra", "pegado a un tesoro de la tierra", a "un tesoro egoísta" --que puede también convertirse en un tesoro "del odio", "vienen las guerras...". En cambio, y fue la oración final del papa, que a través de la intercesión de san Luis Gonzaga que hoy la Iglesia recuerda, le pedimos "la gracia de un corazón nuevo", un "corazón de carne":
"Todas estos pedazos del corazón que están hechos de piedra, el Señor los hace humanos, con aquella inquietud, con aquella ansia buena de ir hacia adelante, ¡buscándolo a Él dejándose buscar por Èl! ¡Que el Señor nos cambie el corazón! Y así nos salvará. Nos protegerá de los tesoros que no nos ayuden en el encuentro con Èl, en el servicio a los demás, y también nos dará la luz para ver y juzgar de acuerdo con el verdadero tesoro: su verdad. Que el Señor nos cambie el corazón para buscar el verdadero tesoro y así convertirnos en personas luminosas y no ser personas de las tinieblas".
Traducido por José Antonio Varela V.
 

Tuesday, June 18, 2013

Perdonar a los enemigos y rezar por ellos, pide Francisco en Santa Marta


Homilí­a de hoy martes: Para los criterios del mundo es un mal negocio, pero este es el camino de Jesús
Por Redacción
CIUDAD DEL VATICANO, 18 de junio de 2013 (Zenit.org) - Amar a los enemigos es algo difícil. Lo sabemos todos, pero el papa Francisco hoy ha subrayado que “es lo que nos pide Jesús” y que para perdonarlos es fundamentar rezar por ellos, para que el Señor les cambie el corazón.
Lo hizo esta mañana en su misa cotidiana en la capilla de la residencia Santa Marta, la cual fue concelebrada por el cardenal Giuseppe Versaldi, y diversas personas que trabajan en las dependencias del Vaticano.
El santo padre, indica la Radio Vaticano, se interrogó: ¿Cómo podemos amar a nuestros enemigos? ¿A quienes “toman la decisión de bombardear y matar a tanta gente?”. O a “aquellos que por amor al dinero no dejan que las medicinas estén al alcance de los ancianos y los dejan morir?”
Parece una cosa difícil la de amar a nuestros enemigos, pero “Jesús nos lo pide. La liturgia en estos días nos propone esta “actualización de la ley que Jesús ha hecho”. De la ley del monte Sinaí a la ley de las bienaventuranzas. Y recordó que todos nosotros tenemos enemigos, pero en el fondo nosotros mismos podemos volvernos enemigos de los otros.
“También nosotros muchas veces nos volvemos enemigos de los demás: no les queremos. ¡Es Jesús quien nos dice que debemos amar a nuestros enemigos! ¡Y Esto no es fácil! ¡No es fácil!... A veces pensamos que Jesús nos pide demasiado”. Y pensamos: “Dejemos esto para las monjas de clausura que son santas; dejemos esto para alguna alma santa, pero para la vida común esto no funciona. ¡Y esto tiene que funcionar! Jesús dice: “¡No, tenemos que hacer esto!, porque contrariamente somos como los publicanos, como los paganos. No somos cristianos”.
¿Cómo podemos entonces amar a nuestros enemigos?, se interrogó el papa. “Él nos dice dos cosas: miren al padre “que hace resplandecer el sol para los buenos y los malos” y que “hace llover para los justos e injustos”. Porque Dios “ama a todos”.
El santo padre recordó que Jesús nos invita “a ser prefectos como el Padre es perfecto”. Y Jesús “perdona a sus enemigos”.
En cambio, añadió el papa, “vengarse no es cristiano”. Y volvió a interrogarse. “¿Cómo podemos entonces lograr a amar a nuestros enemigos? Rezando -aseguró- porque cuando uno reza por quien te hace sufrir, es como si el Señor viene con el aceite y prepara nuestros corazones a la paz”.
¡Rezar! Es lo que Jesús nos aconseja: “Recen por sus enemigos, por aquellos que les persiguen. ¡Recen! Y díganle a Dios: “Cámbiale el corazón, tiene un corazón de piedra, pero cámbialo, dale un corazón de carne, que sienta el bien y que ame”.
Y dejo aquí una pregunta -dijo Francisco- para que cada uno de nosotros la responda en su corazón: “¿Rezo yo por mis enemigos? ¿Rezo por aquellos que no me quieren? Si nosotros decimos 'sí', yo les digo: sigan adelante, recen más, ese es un buen camino. Si la respuesta es 'no', el Señor dice: Pobrecito, también tú eres enemigo de los otros”.
Podemos decir: pero este combinó una cosa tremenda. O estos hicieron cosas malas. Y esto daña a la humanidad. Y con este argumento queremos realizar una venganza o aquel 'ojo por ojo, diente por diente'. Es verdad, dijo el papa Francisco, el amor por los enemigos “nos empobrece”. Pero “nos hace pobres como Jesús que cuando vino al mundo se rebajó y se hizo pobre” por nosotros.
Alguien podrá decir que esto no es un buen negocio. Seguramente, exclamo: “¡Para los criterios del mundo no es un buen negocio! Pero este es “el camino que recorrió Jesús”, que de rico se hizo pobre por nosotros. En una pobreza “en la que está la gracia que nos justifica a todos y nos hace ricos” porque “es el misterio de la salvación”.
“Nosotros que estamos hoy en esta Misa, pensemos en nuestros enemigos y en aquellos que no nos quieren: sería hermoso que ofreciésemos la Misa por ellos: Jesús, el sacrificio de Jesús, por ellos, por aquellos que no nos aman. Y también por nosotros -concluyó el papa- para que el Señor nos enseñe esta sabiduría tan difícil, pero tan hermosa porque nos vuelve semejantes al Padre, a nuestro Padre, que hace surgir el sol para todos, buenos y malos.

Tuesday, June 11, 2013

Era un niño musulmán, soñó con Jesús, se hizo cura católico y casi lo fusilan los islamistas

«Jesús se me apareció con dos libros en sus manos: en una, la Biblia; en otra, el Corán. Me pidió que escogiera qué libro era el correcto», recuerda.
Actualizado 9 junio 2013 
Compartir: Acceder al RSS Añadir a Facebook Añadir a Twitter Añadir a del.icio.us Buscar en Technorati Añadir a Yahoo Enviar a Meneamé  |   Imprimir  |   Corregir  |   Enviar  |  Comentar8
P.J. Ginés / ReL  
 Omar era un soldado musulmán a quien hablaron de Santa Bakhita: hoy, católico, se plantea ser cura
 Le secuestraron en Sudán, le ofrecieron mujeres para convertirse al islam y un «ángel» le salvó
 Era musulmán en Arabia: orar por los infieles, Internet y San Miguel le llevaron al catolicismo
 Ayuda a la Iglesia necesitada lanza una campaña de ayuda para los católicos de Sudán
Esta es la historia de Bashir Abdelsamad, que empieza en su infancia, en los años 60, en Sudán del Norte, un niño musulmán como tantos otros que iba a la escuela y se aprendía el Corán.

"El clérigo islámico que nos daba clase nos explicó que Dios nos permitía a nosotros, los musulmanes, matar a los cristianos y los ateos, los que no creen en el Corán", recuerda Bashir.

- ¿Por qué creó Dios, que es misericordioso, a esas personas, si no les ama? -preguntó el niño en clase. El profesor le castigó duramente delante de todos por hacer preguntas incómodas. Pero él, con 10 años, tenía claro que Dios no podía ser así.

El niño musulmán que vio a Jesús
"Esa noche, tuve una visión de Jesús", explica Bashir, casi 50 años después. "Jesús se me apareció con dos libros en sus manos: en la derecha tenía la Biblia; en la izquierda tenía el Corán. Me pidió que escogiera qué libro era el correcto. Cuando elegí la Biblia, desapareció".

Esa es la visión sobre la que Bashir edificó su vida en un entorno hostil a la fe cristiana. Él dice que ni siquiera había visto nunca entonces una imagen de Jesús, algo perfectamente lógico en el Sudán del Norte de los años 60. Pero cuando un tiempo después vio una iglesia católica en su país, con imágenes de Jesús, lo reconoció. Era el hombre de su visión.

Estudiando con los combonianos

Hasta la educación secundaria, en un instituto de los Misioneros Combonianos, Bashir no tuvo ninguna oportunidad de conocer nada más de Jesús y el cristianismo. Creció durante la primera guerra civil sudanesa (1955 a 1972) y después viviría la guerra del gobierno islámico del norte contra los independentistas cristianos y animistas del sur (de 1983 a 2005).

En el instituto de los combonianos pudo conocer la fe, estudiar la Biblia y convencerse: esa era la verdad. Nadie quería bautizarle, los sacerdotes temían represalias del gobierno islámico, pero el joven insistió tanto que al final recibió el bautismo. A su familia no le molestó, excepto por las posibles represalias si se supiera. Pero Bashir lo tenía ya claro: quería ser sacerdote.

Primero probó en el noviciado comboniano, pero solía caer enfermo y la salud es muy importante para los misioneros. Después estudió en un seminario de su diócesis, y fue ordenado como sacerdote diocesano.

Con los refugiados en las montañas
Fue entonces cuando su obispo lo envió a ayudar a los refugiados de los Montes Nuba en Sudán central, gente desplazada por la guerra y muy maltratada por los islamistas del norte y las fuerzas gubernamentales. "Yo los organizaba, les ayudaba en necesidades básicas como comida, medicinas, mantas y alojamiento", recuerda.

Pero eso no gustaba a las tropas norteñas que recorrían los Montes Nuba. Quien ayudase a los refugiados, quien no fuese musulmán, era sospechoso de simpatizar con el enemigo. Dos veces detuvieron a Bashir y le interrogaron, acusándolo de colaborar con los rebeldes del sur. La tercera vez que le arrestaron, en 1991, decidieron ya fusilarle, y lo juntaron con otras 8 personas para ejecutar.

"Me llevaron a unos barracones militares y me metieron en una celda pequeña un tiempo. Después, nos juntaron para fusilarnos. Éramos nueve. Sólo yo fui rescatado", apunta.

Se salvó porque otro sacerdote consiguió encontrar a un comandante amigo de Bashir y llegaron corriendo al pelotón de fusilamiento... Los otros ocho condenados ya habían sido ejecutados. Bashir se salvó por muy poco.

Camino del exilio
Su amigo comandante le recomendó dejar el país. Y lo hizo: primero huyó a El Cairo, luego a Kenia, después a Sudán del Sur. Allí volvió a atender a refugiados, pero al caer enfermo el obispo lo envió a recuperarse a Nairobi. Y de allí, a estudiar en la universidad jesuita de Xavier, en Ohio, EEUU, donde llegó en 1994. Acabados los estudios, no pudo volver a Sudán hasta mucho después, avisado de que aún le buscaban.

Tardó 21 años en volver a su tierra, en ver a sus parientes. "Mi familia me aconsejaba no caminar solo en público, pero les dije que si me matan, mi muerte valdrá la pena, porque alguien que ama su país y muere hace que la gente aprenda de esa muerte", declaró en la revista de Xavier University. "Cuando me arrestaron para matarme, estaba feliz de morir sabiendo que no podrían quitar mi espíritu".

Hoy Bashir sigue en Estados Unidos, como vicario en varias parroquias de la diócesis de Sioux City, y atiendiendo también inmigrantes sudaneses en Norteamérica. "La Biblia, mi libro preferido, siempre está conmigo, y el Rosario también. Creo que Dios tiene planes para mí, aquí, o en cualquier otro sitio", comenta el padre Bashir Abdelsamad.