Análisis sucinto de la obra, trilogía: La Otra Cara de la Medicina, del doctor Bernardo Ebrí
La Otra Cara de la Medicina, a lo largo de sus tres volúmenes, obra paramédica, pretende ser un grito esperanzado en medio de esta sociedad cada vez más materializada, que se encuentra inmolada en aras de los dioses consumo y moneda. Intenta analizar al hombre desde su fisiología y psicología (1º Volumen); desde su enfermedad y apertura a la trascendencia (2º Volumen); desde su inserción social, al mundo de la cultura y de la salud (3º Volumen)
Hasta la Medicina se ha tecnificado de tal forma, que hemos olvidado en las Facultades explicar al alumno, además de los conocimientos teóricos y prácticos de las asignaturas, el respeto que el paciente merece como persona, y el enfoque dentro de una unidad psico-físico-espiritual que integre la totalidad de la persona, en vez de parcelar los conocimientos y disgregarlos al estudiarlos parcialmente en cada especialidad médica. Estas son necesarias, así como los conocimientos técnicos que cada vez más sofisticadamente va englobando la Medicina, pero ambos han de ser reunificados de nuevo para el diagnóstico y tratamiento del enfermo; en un clima personal dirigido a la totalidad del hombre, aunque tratemos aparentemente sólo una parte de ese ser.
La importancia de las mal llamadas Medicinas Alternativas, ya que son complementarias, radica especialmente, en un enfoque más unitario y holístico del ser humano.
Este enfoque holístico no es privativo únicamente de la Medicina, sino que se trata de un nuevo paradigma en Ciencia, nacido en los albores del siglo XXI.
Como afirma Fritjof Capra, el paradigma científico actual es holístico, sistémico, ecológico porque relaciona al hombre con todo el Cosmos, comenzando por el microcosmos que es él, en todas las partes de su cuerpo, en todas sus células, en todos sus átomos; de tal forma que lo que llamamos parte no existe en realidad, sino que es, simplemente, un modelo en una red inseparable de relaciones, que cuando no la conocemos se llama azar. Cada estructura es una manifestación de un proceso subyacente en una red de relaciones intrínsecamente dinámica. Este modelo de red implica también el abandono de la física newtoniana como ideal para juzgar otras ciencias, y como fuente principal de metáforas para las descripciones científicas. El paradigma cartesiano se basaba en la creencia de que el conocimiento científico era capaz de lograr una certeza absoluta y final. En el nuevo paradigma todos los conceptos, teorías y descubrimientos son limitados y aproximados. La ciencia jamás puede proporcionar un entendimiento completo y definitivo de la realidad. En los propios fenómenos observados en la investigación influye el propio observador y, en la red de relaciones que descubrimos, nuestras descripciones forman también una red interconectada que representa los fenómenos observados.
El espacio no separa, unifica. Hay una inteligencia distinta de lo racional: la inteligencia intuitiva, que llega a lo observado de forma más directa. No se desprecia lo racional, es complementario, pero no se debe excluir lo intuitivo como acientífico.
Cuando nuestro ojo clínico diagnostica de entrada, la intuición está funcionando de forma directa complementándose con los saberes empíricos racionalmente aprendidos.
Hay cosas que son razonables pero que no se pueden demostrar por la razón, como es la propia existencia de Dios. La intuición, el corazón abierto es la vía de abordaje de esta realidad trascendente: “El corazón tiene razones que la cabeza no entiende”, afirmaba Pascal. Nuestro hemisferio cerebral derecho no es igual funcionalmente al izquierdo, que es considerado como nuestro cerebro racional.
Los “koan” o problemas sin aparente respuesta que los maestros zen plantean a sus alumnos inciden en esta vía creativa de la intuición. La propia meditación trascendental, así como la oración cristiana profunda, no se mueven tampoco dentro de una óptica racional. Sólo desde el corazón, rumiando éste y no con la cabeza se puede ahondar en el misterio insondable de la Divinidad. El poder de la fe y de la oración se basan en este nuevo paradigma que alcanza también a la Teología, frente al antiguo paradigma teológico racionalista escolástico positivo.
Hoy día la Teología tiene que considerar el pluralismo actual, la conciencia de las tensiones cristianismo/culturas y la renovación de los enfoques epistemológicos a la luz de los nuevos conocimientos que los estudios actuales de los textos bíblicos están produciendo (A. Tornos).
Para una adecuada interpretación y análisis de éstos hay que tener en cuenta la cuestión hermenéutica, es decir, mirar de qué tipo de texto se trata, cuál es su forma o género literario, qué presupuestos culturales y antropológicos tiene, cuál es la forma de lenguaje que emplea. (X. Alegre). Hoy día un teólogo no puede aceptar preguntas como: ¿Cual es la posición de la teología ante una u otra cuestión relacionada con la fe? Se podrá dar una respuesta razonable a lo inquirido, pero no la respuesta de la Teología, porque no hay una única. Hay una nueva percepción, aportada por la Antropología, de los distintos condicionamientos que imprimen su sello en las fórmulas teológicas de pensar según las particulares culturas dominantes en los distintos tiempos y espacios sociales. La variedad de estos condicionamientos produce tensiones en el campo teológico (A. Tornos).
La fe cristiana no puede renunciar a ser una y la misma en los distintos tiempos y lugares de su existencia, sin embargo, la fe debe reconocer que sus formulaciones son dependientes de contextos culturales limitados y variables, porque, de lo contrario, pasaría por alto evidencias hoy día irrenunciables de las teorías de la cultura y, al hacerlo se convertiría, con sus postulados, en creencia irracional. La conciliación de estos principios exige que se considere la fe como distinta de sus formulaciones. La fe es siempre la misma, sus formulaciones pueden variar. Al reformular de nuevo la fe, no es en rigor una nueva formulación de ella, sino una nueva interpretación de la misma. Porque fe real, en su lugar empírico de existencia, que es la mente y la práctica de los creyentes, sigue casi igual después de hecha su reinterpretación teológica (A. Tornos).
Los conceptos que se exponen en este libro no pretenden ser ni siquiera formulaciones y reformulaciones de la fe, sino hipótesis científicas.
En algunos casos, al consultar la bibliografía me he llevado la agradable sorpresa de que mis intuiciones ya las habían tenido otros autores, y que coincidíamos básicamente en su formulación, como es el caso de localizar la Resurrección del Hombre en el mismo momento de su muerte personal. Esta sí es una formulación distinta a la habitual que oímos en nuestras misas de difuntos, pero que no atenta contra la pureza de la fe, e introduce una corriente de aire fresco y gozosa en tan oscuro tema escatológico.
No pretendemos con el contenido de este libro escandalizar a nadie, sino al contrario abrir vías de razonamiento e intentar demostrar cómo la fe pura no está reñida con una fe sustentada. Hay creyentes para todos los gustos. Las palabras del Salmo 126, 1-2, resumen muy bien todo lo dicho: “Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas, es inútil que madruguéis, que retraséis el descanso, que comáis un pan de fatigas; si Dios lo da a sus amigos mientras duermen”.
Nos encontramos en una época de solidaridad internacional y caminamos cada vez más hacia un Ecumenismo y unificación religiosa. Sólo la vuelta a un humanismo integral podrá devolver la fe en el hombre. Sólo una comprensión dinámica de la revelación como tal, en el proceso de la Historia de la Salvación, es en sí misma la gran verdad de la automanifestación de Dios.
A Jesucristo no lo pudimos conocer históricamente, pero sí se le puede conocer y amar en el hombre.
Cada vez que el hombre es solidario con el hombre, se cumple esta realidad evangélica, donde Cristo se identifica con el pobre, con el necesitado, aunque el benefactor desconozca esa presencia: «”Ven bendito de mi Padre porque tuve hambre, tuve sed, frío, ... y me disteis de comer, beber, y me vestisteis.., y los justos le dirán: ¿cuando hicimos eso ?; y el Señor les contestará: “Cada vez que lo hicisteis con uno de esos hermanos míos, de esos más humildes, lo hicisteis conmigo”» (Mt 25, 35-41).
Nos vamos introduciendo en un mundo nuevo, donde los místicos de todas las religiones están atisbando que la Teología jamás puede proporcionar un entendimiento completo y definitivo de los misterios divinos. El teólogo, como cualquier creyente, no encuentra la verdad auténtica en la formulación teológica, sino en la realidad a la que esta formulación proporciona una expresión cierta, pero limitada. Sólo desde la experiencia del corazón se conoce a Dios. Este conocimiento místico ha impregnado la literatura de todos los tiempos, recordemos como botón de muestra a Teresa de Ávila y Juan de la Cruz.
El siglo XXI será eminentemente un siglo de místicos y de buceadores existenciales, comentaba Rhaner.
Esta obra quiere dar esperanza al lector, quiere valorar lo fundamental y esencial del ser humano, olvidando los legalismos, aunque lleven la etiqueta de religiosos. «La auténtica Liturgia, comenta F. Martínez, es expresión del misterio divino, del Amor. Se celebra y es “ahora”, atemporalmente: Lo que se celebró en el tiempo históricamente, al celebrarlo ahora no es memoria histórica, es un continuo presente que va expresando en todas las épocas y culturas el Amor insondable de Dios. Esto no es legalismo, ni ritualismo, no es un camino retrógrado, sino es misterio vivificante y saludable para el ser humano, por lo que no debemos confundir Liturgia como expresión del Amor, con legalismo y ritualismo religioso. “Antes de comulgar a Dios con la boca, hay que comulgarlo en el corazón con la palabra. Ello moverá a la acción benéfica con el hermano”».
El objetivo principal, de esta obra en sus tres volúmenes es considerar a la persona, ya esté sana o enferma, como una unidad verdadera de sus componentes o vertientes física, psíquica y espiritual, un verdadero modelo antropológico integral humano.
L. Bof nos comenta que el cuerpo es un espíritu encarnado y el espíritu un cuerpo espiritualizado.
Sólo con una comprensión integrada del hombre en su fisis, emociones, mente y abierto a la trascendencia del Espíritu se puede conseguir la sanación y la curación de la enfermedad. Esta tiende a disgregar, pero el hombre, ayudado y guiado por el médico (término derivado del griego “medos”, el que ayuda) puede recuperar la salud, incluso de forma integral, encontrando de nuevo su paz interior.
La enfermedad o las crisis pueden producir en ocasiones una verdadera sanación de la persona. La propia crisis existencial producida por la misma muerte puede ser asumida por el ser humano con dignidad y paz.
La Dra. Elizabeth Kübler, en sus libros acerca de la muerte del ser humano, va destacando las fases por las que éste pasa tras enterarse de la gravedad de la enfermedad, que oscilan desde el rechazo y el estupor hasta la depresión y finalmente la paz, preludio del nacimiento a una nueva vida.
Una Medicina que entienda al hombre de una forma global ha sido llamada Medicina de la Persona, Integral o de la Totalidad. Aun reconociendo su base hipocrática, el primero que la formuló como tal fue el psiquiatra suizo Paul Tournier; posteriormente otros psiquiatras como Rey Ardid y Vallejo Nájera defendieron también esta Medicina; pero no es privativo de la Psiquiatría un enfoque así del ser humano: el cirujano americano Bernard Siegel fue también pionero de esta Medicina en Estados Unidos.
Cada vez un número mayor de profesionales de la Medicina pertenecientes a diversas especialidades, incluidos psicólogos, siguen en todo el mundo este reencontrado camino unitario de entender al hombre.
Los médicos generalistas, de familia, e internistas, deben en mi opinión, intentar aprender y ejercer esta Medicina.
No se trata únicamente en ella de establecer correlaciones psicosomáticas en el ser humano, sino de integrar la vertiente espiritual en la enfermedad, de tal forma que el hombre se abra a la realidad sanante de la Trascendencia y encuentre en ella la fe en sí mismo, en los demás y en el mismo Dios.
De cara al alumno, una comprensión así del hombre enfermo exige una enseñanza complementaria en nuestras facultades, así como la formación de los alumnos en los Centros Hospitalarios de referencia, a efectos de su preparación para su futuro ejercicio profesional.
Otro objetivo que pretendemos es el de intentar unificar la llamada Medicina Alternativa con la Medicina Académica. Las dos son complementarias, terapias como la Homeopatía permiten un tratamiento personalizado e individualizado del paciente.
Desde los albores de la Humanidad, como afirma Balín, el médico ha sabido convertir en saberes científicos lo que eran saberes empíricos, al ser sistematizados según el método científico. Pero el hombre es limitado y no puede abarcar todo el contenido científico, de tal forma que progresivamente va entendiendo científicamente lo que ahora sólo constata empíricamente e investiga lo que ahora no puede demostrar. Es innegable, no obstante, que los saberes empíricos funcionan y ayudan al enfermo.
Por ello no tenemos derecho, como prácticos, a despreciar esta Medicina, sino que debemos tratar de conjuntarla y sistematizarla, investigando estos saberes empíricos despojándolos de paja y polvo.
Si mentes pioneras y abiertas como Pasteur no hubieran intuido esta visión de las cosas, seguiríamos sin explicarnos las causas infecciosas.
Esta obra no pretende ser un libro técnico, por ello, en las llamadas terapias complementarias que citaremos, pretendemos no abordarlas de forma exhaustiva, sino explicar brevemente cuál es su indicación terapéutica, así como dar un resumen muy abreviado de ellas. El lector interesado podrá acudir a la bibliografía final para aumentar sus conocimientos.
La idea de escribir esta obra nace del diálogo mantenido en estos últimos años con estudiantes de los últimos cursos de Medicina, en una labor de tutoría.
Además de las explicaciones teóricas y prácticas de tipo técnico, quisimos también mantener un diálogo formativo con ellos, dado que en la Facultad de Medicina la masificación del alumnado hace imposible esta tarea. Sólo en pequeños grupos, y al final de la labor técnica práctica de cada día, pudimos llevarlo a cabo.
Por ello esta obra surge de la experiencia adquirida en contacto con el alumno, que por otra parte es hombre o mujer con inquietudes compartidas con el resto de los mortales, antes que estudiante de medicina.
La forma de redacción elegida, en consecuencia, es la del diálogo. Dado que hoy en día es más frecuente la presencia femenina en la Medicina, serán dos mujeres y un hombre, los protagonistas.
Los nombres de éstos son imaginarios, de tal forma que no nos referimos en la obra a personajes concretos.
A lo largo de los diferentes capítulos serán comentados los aspectos médicos y paramédicos que he considerado de interés escribir, dada mi experiencia en este campo.
No negamos que esta obra desborda claramente en sus conceptos los de una obra estrictamente médica y bucea en un terreno metafísico. Introducimos frecuentes citas bíblicas, no para tratar de aseverar dogmáticamente lo que decimos, que no es ese el camino actual, sino porque como creyente, al escribir el texto, he encontrado resonancias con la Palabra de Dios, hecho que, por lo menos a mí, me muestra que no son incompatibles Ciencia y Religión, como decía el gran bioquímico inglés presbiteriano Arthur Peacocke, ganador por la “Templeton Fondation” del premio que lleva su nombre, otorgado a aquellos científicos que buscan caminos de unión entre Fe y Ciencia.
Queremos con ello pedir al Espíritu su ayuda: “El Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os dije”, dijo Jesús (Jn14, 26). El es el que nos mueve para comprender la Palabra, y es el que la hace vida en nosotros, los creyentes. El nos concede el carisma de abrirnos y captar la revelación. Des-velar la re-velación es remover el velo que encubre su misterio y esto es labor del Espíritu.
El texto de la Biblia no crece pero sí crece nuestro conocimiento de su sentido, de su verdad, comenta. Schökel.
El diálogo distendido con personas, no únicamente estudiantes, ha hecho posible esta obra.
Creo honradamente que su interés, dada la Sociedad tan tecnificada y materializada que vivimos, va dirigido no únicamente a estudiantes de Medicina, o a médicos, sino también a toda persona que tenga inquietudes humanísticas y existenciales.
Es necesario crear inquietudes humanísticas en los jóvenes porque, como digo a los estudiantes de medicina: “El que de medicina sólo sabe, ni medicina sabe” (Letamendi).
La obra “La otra cara de la Medicina” ha sido presentada en tres volúmenes.
En el primero se aborda la constitución del ser humano. ¿Qué es el ser humano? El hombre es Ser Esencial y Trascendente. Las medicinas orientales. La anatomía inalámbrica del hombre. Las auras. El sentido básico de su existencia, su despertar iniciático. El hombre no acaba con la muerte sino que resucita, no se reencarna. La Vida Cristiana es experiencia iniciática. Jesucristo clave de la Evolución. La importancia del sufrimiento en la maduración espiritual del hombre. La Noches del Espíritu. La neurosis Noogénica. La Logoterapia de Víctor Frankl. El valor de la Fe y la oración. Análisis de los milagros.
En el segundo abordamos los siguientes temas “El hombre ante la Enfermedad y la Muerte. ¿Existe vida después de esta vida?: Experiencias”, se analizan los conceptos de salud y de enfermedad. Causas del enfermar. Evolución histórica. Significado y enseñanza de la enfermedad para el hombre de hoy. Origen del síntoma. El lenguaje psicosomático. Aspectos generales de la depresión. Cómo superar la enfermedad. Aceptar el síntoma. La fe, sana. Análisis general del fenómeno de la muerte. Su historia. El morir nos interroga. Aceptar la propia muerte. Cristo da sentido al sufrimiento y la muerte. La atención al enfermo grave moribundo y su familia. Su derecho a una información. ¿Decirle la verdad? Reacción del paciente. Mantener el secreto profesional. Derecho del paciente a morir con dignidad. ¿Añadir vida a los días del enfermo o prolongar el proceso de muerte? La eutanasia. Diagnóstico de la muerte. Los trasplantes de órganos. Causas del morir. El suicidio. La familia en duelo. Acompañar su dolor y ayudar a superarlo. Experiencias en el umbral de la muerte y de supervivencia tras ella. Dinámica tras la muerte, otras experiencias afines. Su valoración desde la Ciencia y la Religión. Fenomenología de la Experiencia Mística.
En el tercero: ¿Hacia donde vamos? se abordan los siguientes temas: El comienzo de la vida humana. La anticoncepción. La paternidad responsable. Aspectos médico-éticos-sociales del aborto y de la manipulación genética. “Humanizar la Medicina. Las Terapias Complementarias”, se analiza el nuevo paradigma en ciencia y en religión. El Ecumenismo. Desde Hipócrates a las crisis de la Medicina Actual. Las superespecialidades médicas. La desmotivación del profesional sanitario. El conflicto de éste con su entorno. Soluciones antes esta coyuntura: hacia una Medicina más personal. Mejorar la relación médico-enfermo. La medicina de la Totalidad. El médico como sanador. Fomentar las actitudes docentes e investigadoras del profesional y su apertura hacia las medicinas complementarias. El Naturismo. La Homeopatía. La Homotoxicología. Las fases de la enfermedad según la Homotoxicosis. La Oligoterapia. La Fitoterapia. Las Medicinas Tradicional China y Ayurvédica. Los sueños como terapia. La Psicoterapia Espiritual. La Medicina del Siglo XXI.
Creemos con esta obra, llenar un hueco existente, unificando tendencias, y aportando un modelo antropológico más humano y abierto hacia una posible trascendencia.
Obra, editada por Mira Editores. Puede ser solicitada también al autor.
La Otra Cara de la Medicina, a lo largo de sus tres volúmenes, obra paramédica, pretende ser un grito esperanzado en medio de esta sociedad cada vez más materializada, que se encuentra inmolada en aras de los dioses consumo y moneda. Intenta analizar al hombre desde su fisiología y psicología (1º Volumen); desde su enfermedad y apertura a la trascendencia (2º Volumen); desde su inserción social, al mundo de la cultura y de la salud (3º Volumen)
Hasta la Medicina se ha tecnificado de tal forma, que hemos olvidado en las Facultades explicar al alumno, además de los conocimientos teóricos y prácticos de las asignaturas, el respeto que el paciente merece como persona, y el enfoque dentro de una unidad psico-físico-espiritual que integre la totalidad de la persona, en vez de parcelar los conocimientos y disgregarlos al estudiarlos parcialmente en cada especialidad médica. Estas son necesarias, así como los conocimientos técnicos que cada vez más sofisticadamente va englobando la Medicina, pero ambos han de ser reunificados de nuevo para el diagnóstico y tratamiento del enfermo; en un clima personal dirigido a la totalidad del hombre, aunque tratemos aparentemente sólo una parte de ese ser.
La importancia de las mal llamadas Medicinas Alternativas, ya que son complementarias, radica especialmente, en un enfoque más unitario y holístico del ser humano.
Este enfoque holístico no es privativo únicamente de la Medicina, sino que se trata de un nuevo paradigma en Ciencia, nacido en los albores del siglo XXI.
Como afirma Fritjof Capra, el paradigma científico actual es holístico, sistémico, ecológico porque relaciona al hombre con todo el Cosmos, comenzando por el microcosmos que es él, en todas las partes de su cuerpo, en todas sus células, en todos sus átomos; de tal forma que lo que llamamos parte no existe en realidad, sino que es, simplemente, un modelo en una red inseparable de relaciones, que cuando no la conocemos se llama azar. Cada estructura es una manifestación de un proceso subyacente en una red de relaciones intrínsecamente dinámica. Este modelo de red implica también el abandono de la física newtoniana como ideal para juzgar otras ciencias, y como fuente principal de metáforas para las descripciones científicas. El paradigma cartesiano se basaba en la creencia de que el conocimiento científico era capaz de lograr una certeza absoluta y final. En el nuevo paradigma todos los conceptos, teorías y descubrimientos son limitados y aproximados. La ciencia jamás puede proporcionar un entendimiento completo y definitivo de la realidad. En los propios fenómenos observados en la investigación influye el propio observador y, en la red de relaciones que descubrimos, nuestras descripciones forman también una red interconectada que representa los fenómenos observados.
El espacio no separa, unifica. Hay una inteligencia distinta de lo racional: la inteligencia intuitiva, que llega a lo observado de forma más directa. No se desprecia lo racional, es complementario, pero no se debe excluir lo intuitivo como acientífico.
Cuando nuestro ojo clínico diagnostica de entrada, la intuición está funcionando de forma directa complementándose con los saberes empíricos racionalmente aprendidos.
Hay cosas que son razonables pero que no se pueden demostrar por la razón, como es la propia existencia de Dios. La intuición, el corazón abierto es la vía de abordaje de esta realidad trascendente: “El corazón tiene razones que la cabeza no entiende”, afirmaba Pascal. Nuestro hemisferio cerebral derecho no es igual funcionalmente al izquierdo, que es considerado como nuestro cerebro racional.
Los “koan” o problemas sin aparente respuesta que los maestros zen plantean a sus alumnos inciden en esta vía creativa de la intuición. La propia meditación trascendental, así como la oración cristiana profunda, no se mueven tampoco dentro de una óptica racional. Sólo desde el corazón, rumiando éste y no con la cabeza se puede ahondar en el misterio insondable de la Divinidad. El poder de la fe y de la oración se basan en este nuevo paradigma que alcanza también a la Teología, frente al antiguo paradigma teológico racionalista escolástico positivo.
Hoy día la Teología tiene que considerar el pluralismo actual, la conciencia de las tensiones cristianismo/culturas y la renovación de los enfoques epistemológicos a la luz de los nuevos conocimientos que los estudios actuales de los textos bíblicos están produciendo (A. Tornos).
Para una adecuada interpretación y análisis de éstos hay que tener en cuenta la cuestión hermenéutica, es decir, mirar de qué tipo de texto se trata, cuál es su forma o género literario, qué presupuestos culturales y antropológicos tiene, cuál es la forma de lenguaje que emplea. (X. Alegre). Hoy día un teólogo no puede aceptar preguntas como: ¿Cual es la posición de la teología ante una u otra cuestión relacionada con la fe? Se podrá dar una respuesta razonable a lo inquirido, pero no la respuesta de la Teología, porque no hay una única. Hay una nueva percepción, aportada por la Antropología, de los distintos condicionamientos que imprimen su sello en las fórmulas teológicas de pensar según las particulares culturas dominantes en los distintos tiempos y espacios sociales. La variedad de estos condicionamientos produce tensiones en el campo teológico (A. Tornos).
La fe cristiana no puede renunciar a ser una y la misma en los distintos tiempos y lugares de su existencia, sin embargo, la fe debe reconocer que sus formulaciones son dependientes de contextos culturales limitados y variables, porque, de lo contrario, pasaría por alto evidencias hoy día irrenunciables de las teorías de la cultura y, al hacerlo se convertiría, con sus postulados, en creencia irracional. La conciliación de estos principios exige que se considere la fe como distinta de sus formulaciones. La fe es siempre la misma, sus formulaciones pueden variar. Al reformular de nuevo la fe, no es en rigor una nueva formulación de ella, sino una nueva interpretación de la misma. Porque fe real, en su lugar empírico de existencia, que es la mente y la práctica de los creyentes, sigue casi igual después de hecha su reinterpretación teológica (A. Tornos).
Los conceptos que se exponen en este libro no pretenden ser ni siquiera formulaciones y reformulaciones de la fe, sino hipótesis científicas.
En algunos casos, al consultar la bibliografía me he llevado la agradable sorpresa de que mis intuiciones ya las habían tenido otros autores, y que coincidíamos básicamente en su formulación, como es el caso de localizar la Resurrección del Hombre en el mismo momento de su muerte personal. Esta sí es una formulación distinta a la habitual que oímos en nuestras misas de difuntos, pero que no atenta contra la pureza de la fe, e introduce una corriente de aire fresco y gozosa en tan oscuro tema escatológico.
No pretendemos con el contenido de este libro escandalizar a nadie, sino al contrario abrir vías de razonamiento e intentar demostrar cómo la fe pura no está reñida con una fe sustentada. Hay creyentes para todos los gustos. Las palabras del Salmo 126, 1-2, resumen muy bien todo lo dicho: “Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas, es inútil que madruguéis, que retraséis el descanso, que comáis un pan de fatigas; si Dios lo da a sus amigos mientras duermen”.
Nos encontramos en una época de solidaridad internacional y caminamos cada vez más hacia un Ecumenismo y unificación religiosa. Sólo la vuelta a un humanismo integral podrá devolver la fe en el hombre. Sólo una comprensión dinámica de la revelación como tal, en el proceso de la Historia de la Salvación, es en sí misma la gran verdad de la automanifestación de Dios.
A Jesucristo no lo pudimos conocer históricamente, pero sí se le puede conocer y amar en el hombre.
Cada vez que el hombre es solidario con el hombre, se cumple esta realidad evangélica, donde Cristo se identifica con el pobre, con el necesitado, aunque el benefactor desconozca esa presencia: «”Ven bendito de mi Padre porque tuve hambre, tuve sed, frío, ... y me disteis de comer, beber, y me vestisteis.., y los justos le dirán: ¿cuando hicimos eso ?; y el Señor les contestará: “Cada vez que lo hicisteis con uno de esos hermanos míos, de esos más humildes, lo hicisteis conmigo”» (Mt 25, 35-41).
Nos vamos introduciendo en un mundo nuevo, donde los místicos de todas las religiones están atisbando que la Teología jamás puede proporcionar un entendimiento completo y definitivo de los misterios divinos. El teólogo, como cualquier creyente, no encuentra la verdad auténtica en la formulación teológica, sino en la realidad a la que esta formulación proporciona una expresión cierta, pero limitada. Sólo desde la experiencia del corazón se conoce a Dios. Este conocimiento místico ha impregnado la literatura de todos los tiempos, recordemos como botón de muestra a Teresa de Ávila y Juan de la Cruz.
El siglo XXI será eminentemente un siglo de místicos y de buceadores existenciales, comentaba Rhaner.
Esta obra quiere dar esperanza al lector, quiere valorar lo fundamental y esencial del ser humano, olvidando los legalismos, aunque lleven la etiqueta de religiosos. «La auténtica Liturgia, comenta F. Martínez, es expresión del misterio divino, del Amor. Se celebra y es “ahora”, atemporalmente: Lo que se celebró en el tiempo históricamente, al celebrarlo ahora no es memoria histórica, es un continuo presente que va expresando en todas las épocas y culturas el Amor insondable de Dios. Esto no es legalismo, ni ritualismo, no es un camino retrógrado, sino es misterio vivificante y saludable para el ser humano, por lo que no debemos confundir Liturgia como expresión del Amor, con legalismo y ritualismo religioso. “Antes de comulgar a Dios con la boca, hay que comulgarlo en el corazón con la palabra. Ello moverá a la acción benéfica con el hermano”».
El objetivo principal, de esta obra en sus tres volúmenes es considerar a la persona, ya esté sana o enferma, como una unidad verdadera de sus componentes o vertientes física, psíquica y espiritual, un verdadero modelo antropológico integral humano.
L. Bof nos comenta que el cuerpo es un espíritu encarnado y el espíritu un cuerpo espiritualizado.
Sólo con una comprensión integrada del hombre en su fisis, emociones, mente y abierto a la trascendencia del Espíritu se puede conseguir la sanación y la curación de la enfermedad. Esta tiende a disgregar, pero el hombre, ayudado y guiado por el médico (término derivado del griego “medos”, el que ayuda) puede recuperar la salud, incluso de forma integral, encontrando de nuevo su paz interior.
La enfermedad o las crisis pueden producir en ocasiones una verdadera sanación de la persona. La propia crisis existencial producida por la misma muerte puede ser asumida por el ser humano con dignidad y paz.
La Dra. Elizabeth Kübler, en sus libros acerca de la muerte del ser humano, va destacando las fases por las que éste pasa tras enterarse de la gravedad de la enfermedad, que oscilan desde el rechazo y el estupor hasta la depresión y finalmente la paz, preludio del nacimiento a una nueva vida.
Una Medicina que entienda al hombre de una forma global ha sido llamada Medicina de la Persona, Integral o de la Totalidad. Aun reconociendo su base hipocrática, el primero que la formuló como tal fue el psiquiatra suizo Paul Tournier; posteriormente otros psiquiatras como Rey Ardid y Vallejo Nájera defendieron también esta Medicina; pero no es privativo de la Psiquiatría un enfoque así del ser humano: el cirujano americano Bernard Siegel fue también pionero de esta Medicina en Estados Unidos.
Cada vez un número mayor de profesionales de la Medicina pertenecientes a diversas especialidades, incluidos psicólogos, siguen en todo el mundo este reencontrado camino unitario de entender al hombre.
Los médicos generalistas, de familia, e internistas, deben en mi opinión, intentar aprender y ejercer esta Medicina.
No se trata únicamente en ella de establecer correlaciones psicosomáticas en el ser humano, sino de integrar la vertiente espiritual en la enfermedad, de tal forma que el hombre se abra a la realidad sanante de la Trascendencia y encuentre en ella la fe en sí mismo, en los demás y en el mismo Dios.
De cara al alumno, una comprensión así del hombre enfermo exige una enseñanza complementaria en nuestras facultades, así como la formación de los alumnos en los Centros Hospitalarios de referencia, a efectos de su preparación para su futuro ejercicio profesional.
Otro objetivo que pretendemos es el de intentar unificar la llamada Medicina Alternativa con la Medicina Académica. Las dos son complementarias, terapias como la Homeopatía permiten un tratamiento personalizado e individualizado del paciente.
Desde los albores de la Humanidad, como afirma Balín, el médico ha sabido convertir en saberes científicos lo que eran saberes empíricos, al ser sistematizados según el método científico. Pero el hombre es limitado y no puede abarcar todo el contenido científico, de tal forma que progresivamente va entendiendo científicamente lo que ahora sólo constata empíricamente e investiga lo que ahora no puede demostrar. Es innegable, no obstante, que los saberes empíricos funcionan y ayudan al enfermo.
Por ello no tenemos derecho, como prácticos, a despreciar esta Medicina, sino que debemos tratar de conjuntarla y sistematizarla, investigando estos saberes empíricos despojándolos de paja y polvo.
Si mentes pioneras y abiertas como Pasteur no hubieran intuido esta visión de las cosas, seguiríamos sin explicarnos las causas infecciosas.
Esta obra no pretende ser un libro técnico, por ello, en las llamadas terapias complementarias que citaremos, pretendemos no abordarlas de forma exhaustiva, sino explicar brevemente cuál es su indicación terapéutica, así como dar un resumen muy abreviado de ellas. El lector interesado podrá acudir a la bibliografía final para aumentar sus conocimientos.
La idea de escribir esta obra nace del diálogo mantenido en estos últimos años con estudiantes de los últimos cursos de Medicina, en una labor de tutoría.
Además de las explicaciones teóricas y prácticas de tipo técnico, quisimos también mantener un diálogo formativo con ellos, dado que en la Facultad de Medicina la masificación del alumnado hace imposible esta tarea. Sólo en pequeños grupos, y al final de la labor técnica práctica de cada día, pudimos llevarlo a cabo.
Por ello esta obra surge de la experiencia adquirida en contacto con el alumno, que por otra parte es hombre o mujer con inquietudes compartidas con el resto de los mortales, antes que estudiante de medicina.
La forma de redacción elegida, en consecuencia, es la del diálogo. Dado que hoy en día es más frecuente la presencia femenina en la Medicina, serán dos mujeres y un hombre, los protagonistas.
Los nombres de éstos son imaginarios, de tal forma que no nos referimos en la obra a personajes concretos.
A lo largo de los diferentes capítulos serán comentados los aspectos médicos y paramédicos que he considerado de interés escribir, dada mi experiencia en este campo.
No negamos que esta obra desborda claramente en sus conceptos los de una obra estrictamente médica y bucea en un terreno metafísico. Introducimos frecuentes citas bíblicas, no para tratar de aseverar dogmáticamente lo que decimos, que no es ese el camino actual, sino porque como creyente, al escribir el texto, he encontrado resonancias con la Palabra de Dios, hecho que, por lo menos a mí, me muestra que no son incompatibles Ciencia y Religión, como decía el gran bioquímico inglés presbiteriano Arthur Peacocke, ganador por la “Templeton Fondation” del premio que lleva su nombre, otorgado a aquellos científicos que buscan caminos de unión entre Fe y Ciencia.
Queremos con ello pedir al Espíritu su ayuda: “El Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os dije”, dijo Jesús (Jn14, 26). El es el que nos mueve para comprender la Palabra, y es el que la hace vida en nosotros, los creyentes. El nos concede el carisma de abrirnos y captar la revelación. Des-velar la re-velación es remover el velo que encubre su misterio y esto es labor del Espíritu.
El texto de la Biblia no crece pero sí crece nuestro conocimiento de su sentido, de su verdad, comenta. Schökel.
El diálogo distendido con personas, no únicamente estudiantes, ha hecho posible esta obra.
Creo honradamente que su interés, dada la Sociedad tan tecnificada y materializada que vivimos, va dirigido no únicamente a estudiantes de Medicina, o a médicos, sino también a toda persona que tenga inquietudes humanísticas y existenciales.
Es necesario crear inquietudes humanísticas en los jóvenes porque, como digo a los estudiantes de medicina: “El que de medicina sólo sabe, ni medicina sabe” (Letamendi).
La obra “La otra cara de la Medicina” ha sido presentada en tres volúmenes.
En el primero se aborda la constitución del ser humano. ¿Qué es el ser humano? El hombre es Ser Esencial y Trascendente. Las medicinas orientales. La anatomía inalámbrica del hombre. Las auras. El sentido básico de su existencia, su despertar iniciático. El hombre no acaba con la muerte sino que resucita, no se reencarna. La Vida Cristiana es experiencia iniciática. Jesucristo clave de la Evolución. La importancia del sufrimiento en la maduración espiritual del hombre. La Noches del Espíritu. La neurosis Noogénica. La Logoterapia de Víctor Frankl. El valor de la Fe y la oración. Análisis de los milagros.
En el segundo abordamos los siguientes temas “El hombre ante la Enfermedad y la Muerte. ¿Existe vida después de esta vida?: Experiencias”, se analizan los conceptos de salud y de enfermedad. Causas del enfermar. Evolución histórica. Significado y enseñanza de la enfermedad para el hombre de hoy. Origen del síntoma. El lenguaje psicosomático. Aspectos generales de la depresión. Cómo superar la enfermedad. Aceptar el síntoma. La fe, sana. Análisis general del fenómeno de la muerte. Su historia. El morir nos interroga. Aceptar la propia muerte. Cristo da sentido al sufrimiento y la muerte. La atención al enfermo grave moribundo y su familia. Su derecho a una información. ¿Decirle la verdad? Reacción del paciente. Mantener el secreto profesional. Derecho del paciente a morir con dignidad. ¿Añadir vida a los días del enfermo o prolongar el proceso de muerte? La eutanasia. Diagnóstico de la muerte. Los trasplantes de órganos. Causas del morir. El suicidio. La familia en duelo. Acompañar su dolor y ayudar a superarlo. Experiencias en el umbral de la muerte y de supervivencia tras ella. Dinámica tras la muerte, otras experiencias afines. Su valoración desde la Ciencia y la Religión. Fenomenología de la Experiencia Mística.
En el tercero: ¿Hacia donde vamos? se abordan los siguientes temas: El comienzo de la vida humana. La anticoncepción. La paternidad responsable. Aspectos médico-éticos-sociales del aborto y de la manipulación genética. “Humanizar la Medicina. Las Terapias Complementarias”, se analiza el nuevo paradigma en ciencia y en religión. El Ecumenismo. Desde Hipócrates a las crisis de la Medicina Actual. Las superespecialidades médicas. La desmotivación del profesional sanitario. El conflicto de éste con su entorno. Soluciones antes esta coyuntura: hacia una Medicina más personal. Mejorar la relación médico-enfermo. La medicina de la Totalidad. El médico como sanador. Fomentar las actitudes docentes e investigadoras del profesional y su apertura hacia las medicinas complementarias. El Naturismo. La Homeopatía. La Homotoxicología. Las fases de la enfermedad según la Homotoxicosis. La Oligoterapia. La Fitoterapia. Las Medicinas Tradicional China y Ayurvédica. Los sueños como terapia. La Psicoterapia Espiritual. La Medicina del Siglo XXI.
Creemos con esta obra, llenar un hueco existente, unificando tendencias, y aportando un modelo antropológico más humano y abierto hacia una posible trascendencia.
Obra, editada por Mira Editores. Puede ser solicitada también al autor.